Estudio Bíblico

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La dirección de Dios para el 2011 (primera parte).



AÑO DE LA COSECHA, LA BENDICIÓN Y LA VICTORIA.
AÑO DEL COMPROMISO, DE LA MADUREZ, DE LA RESPONSABILIDAD.



Introducción.

Los días, las semanas, los meses, los años –y la forma en que son reconocidos o denominados-, son obra de Dios (Heb 11:3). De hecho, en la creación, El obró en unidades de tiempo específicas –días-, y una de las mediciones del tiempo de parte de Dios es: un día son como mil años y mil años como un día (2 Ped 3:8).
Dan 2:21 nos enseña también que Dios cambia los tiempos, y uno de esos cambios de tiempo sucede con el cambio de años.
En consecuencia, necesitamos ser sabios y entendidos en lo que significan esos cambios de tiempo para caminar en el plan y propósito de Dios para nuestras vidas (1 Cro 12:32).



Poner en orden nuestras prioridades.

El primer día del año fue el 1-1-11 y ello nos habla de Dios y del lugar que El debe ocupar en nuestras vidas.
La implicación obvia de esto es que, para comenzar, necesitamos poner en orden nuestras prioridades, poner en primer lugar lo primero, y ello significa poner a Dios en el primer lugar de nuestras vidas, y no solo por un día, sino todos los días de nuestra vida.

Alguien puede decir que es obvio que nosotros tenemos a Dios en primer lugar en nuestras vidas puesto que somos cristianos y oramos, leemos la Biblia, asistimos regularmente a la Iglesia, etc. Sin embargo, en la Biblia y en la práctica, encontramos que muchas veces, si no es que demasiadas, lo que decimos no se corresponde con lo que hacemos. Decimos que Dios es el primer lugar en nuestras vidas pero con los hechos demostramos que no, por cuanto en muchas ocasiones y decisiones, ponemos a Dios en un plano secundario cuando se trata de diversión, trabajo, comodidad, esfuerzo, etc., -y hasta tentaciones- y eso es idolatría.

Por lo tanto, necesitamos examinar detenidamente nuestras vidas y asumir el compromiso de que Dios sea primero en todo, aunque ello implique sacrificio, renuncia, etc.
Este año Dios nos va a sorprender, va a traer sorpresas y cambios a nuestras vidas, va a traer bendición y victorias, pero así como nuestro corazón es probado en las circunstancias difíciles y contrarias, también nuestro corazón va a ser probado en medio de la bendición.
El proceso de formación del carácter, que Dios inició en nuestras vidas y que lo va a continuar hasta el final de ellas (Fil 1:6) implica no solo el uso de las cosas negativas sino también de las positivas para formarnos.

De hecho, la Palabra nos advierte de ello en Deut 8:6-19: que cuando Dios nos bendiga, nos abunde, nos de la victoria, no nos olvidemos de El y nos enorgullezcamos pensando que esas cosas son la obra de nuestras capacidades, habilidades o esfuerzo, y nos apartemos o alejemos de El, sino que tengamos siempre presente que son el resultado de la gracia y el favor de Dios para con nosotros. De lo contrario, podemos perderlas.



Dios: una triada de años para formarnos.

A partir del 2010 Dios nos “metió” en un proceso de tres años para formar nuestro carácter.

2010: el significado del número 10 es poner orden (los diez mandamientos) y prueba (las diez plagas en Egipto). El año anterior fue el año de las pruebas en el desierto, con el objeto de que conociéramos nuestro corazón y lo que no estaba recto en él para con Dios, probar nuestra fidelidad, formar paciencia y perseverancia.
También fue el año de las batallas contra los gigantes que se levantaban en nuestras vidas para impedirnos alcanzar el propósito de Dios y caminar en Su plan para nosotros. Esas batallas llevaban también implícito el propósito de que desarrolláramos capacidades, dones, habilidades para romper nuestras limitaciones.
En suma, fue el año de nuestra preparación (como Ester) para alcanzar nuevas dimensiones de la presencia de Dios en nuestras vidas y de la manifestación de Su gloria en ellas, y para prepararnos para el año de la cosecha y de la bendición.
Este era el año, como el de Ester cuando iba a entrar en la presencia del rey, del preludio de una gran victoria.

2011. El número 1 representa varias cosas. Como ya lo mencionamos anteriormente, es el número de Dios, y también es el número de comienzos. Este es el año de nuevos comienzos, de nuevas oportunidades, de cambios que son necesarios en nuestras vidas. Es un año de transición en el que vamos a ver la cosecha, la bendición, la victoria, de todo lo que sembramos el año anterior, de todo lo que batallamos el año anterior, y los años anteriores.
Es un año en que lo que estaba cerrado se va a abrir, lo que era imposible se va a hacer posible, lo que estaba retenido se manifiesta.
En este año, como Ester (Est 4:13-14, 8:6), muchos van a descubrir el porque y para que de sus vidas en el Reino, el propósito de Dios para ellos para los próximos años, el porqué de sus luchas y batallas, el porque de toda la preparación por la que han atravesado en los años anteriores. Y el año de la preparación para lo que será la obra de sus vidas.

El 11 es un número posterior a 10 (el orden perfecto) y anterior al 12 (gobierno y/o mandato divino). El 2011 es el año de transición entre el poner en orden nuestras vidas y el gobierno soberano de Dios (rendición y compromiso). Y el orden es el preludio de la bendición (Gen 1:2), de la luz y la llenura.

En Deut 1:1-8, la Palabra nos enseña que Israel, antes de entrar a la tierra prometida, se encontraba en Horeb, y en el mes undécimo, el primer día del mes, Dios le ordenó moverse para ir a Cades-Barnea, la puerta a la tierra prometida que El les había prometido –como a nosotros, la vida y vida en abundancia, la abundancia de bendiciones, la prosperidad en todas las áreas--, trayecto que duraba 11 jornadas.

Este es nuestro tiempo de bendición, después del desierto y la batalla, para prepararnos para el tiempo de la abundancia.



Año de crecer en santidad.

Ahora bien, así como es un tiempo de bendición, de victoria y de cosecha, de la preparación para entrar en nuevos niveles de la gloria de Dios, también es un tiempo en el que vamos a estar sometidos a prueba, un tiempo que tiene sus peligros intrínsecos, en el que a la par de vivir en la bendición, vamos a necesitar ser cuidadosos para vivir también en la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Heb 12:14).

La Biblia no dice: sin riquezas, sin prestigio, sin renombre, sin éxito. Dice claramente que sin santidad nadie verá al Señor.

También la Biblia nos habla que los tiempos finales, en los que ya estamos, serán como los tiempos previos al diluvio (Gen 6), en los cuales la gente estaba bendecida –se estaban casando y dándose en casamiento, en fiesta, en celebración-. Por ello la Biblia nos enseña que estos son tiempos peligrosos (2 Tim 3:1-5) en los que abundarán los hombres amadores de sí mismos más que de Dios (aman a Dios pero se aman más a sí mismos, egocéntricos), que predicarán la Palabra, posiblemente con buenas intenciones pero siendo no bíblicos (como sucedía con la Iglesia de Laodicea (Apo 3:14-22), que no tenían la presencia de Dios porque estaban más influídos por sus aspiraciones almáticas (vanagloria de la vida, codicia, reconocimiento, éxito, materialismo, etc.) que por el Espíritu y por lo tanto usan a Dios para satisfacer sus propios deseos. Sin darse cuenta, están engañados (Mat 7:21-23) y corren el riesgo muy probable de convertirse en engañadores.



AÑO DE LA COSECHA Y LA BENDICIÓN.

Lo que ha estado cerrado, se abrirá.
Lo imposible, se hará posible.
Lo que ha estado detenido, vendrá.

Pero, atención, la bendición también atrae peligros, y de ellos nos habla la Palabra en Deut 8:6-19:

“Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole. Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis.”

Ello nos habla de la necesidad de priorizar el desarrollar el carácter a la par de recibir la bendición. Por lo tanto, el año 2011 también será un AÑO DE CAMBIOS DEL CORAZÓN











03 Ene 2011