Estudio Bíblico

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Abuso de autoridad. Segunda Parte.



La idolatría al líder.

Es natural que las personas que son bendecidas por un líder, que han experimentado las bendiciones de la vida cristiana a través del ministerio de un líder, sientan y expresen agradecimiento por ello. Es más, la Biblia enseña que así debe ser (Rom 13:7-8, Gal 6:6, Col 3:15, Jue 8:34-35, Heb 13:7, etc.). Pero hay una línea muy sutil entre el agradecimiento y la idolatría que no debemos ni podemos traspasar.

Ídolo es toda cosa o persona a la que se le rinde culto y adoración, a la que le permitimos controlar nuestras decisiones y tener la última palabra en cuanto a nuestras opiniones, a la que, inconscientemente (aunque no lo reconozcamos), en la práctica, la valoramos igual o más que a Dios o valoramos sus opiniones igual o más que a Dios.

Aún cuando muchas veces esta situación es propiciada más por los seguidores que por los líderes, estos la propician cuando no marcan un alto claro y contundente a estas actitudes de los seguidores, o cuando se hacen aparecer delante de sus seguidores (aunque sea inconscientemente) como infalibles (los que nunca se equivocan), perfectos (los que todo lo hacen bien), hiper-espirituales (los que hacen las cosas delante de Dios más y mejor que todos los demás), superiores, etc.
La Palabra de Dios nos dice que no tengamos un concepto mayor de nosotros mismos que el que debemos tener (Rom 12:3) y que pensemos de nosotros con cordura (sensatez), lo que implica reconocer no solo nuestros aciertos, sino también nuestras equivocaciones, fallas, errores, etc., no solo para nosotros mismos, sino también delante de aquellos que están a nuestro cuidado. Cuando solo reconocemos nuestros aciertos y no nuestros errores, en la mente de esas personas estamos provocando que tengan una imagen distorsionada de nosotros mismos (un más alto concepto de nosotros que el que deben tener).

Una vez que la idolatría del líder está establecida (consciente o inconscientemente), en los seguidores se pueden presentar las siguientes consecuencias (todas las cuales implican un mayor concepto que el que se debe tener y/o un menosprecio a los demás):
El pensamiento de que ese líder o esa organización es la que tiene la mayor y mejor unción que todos y todas las demás.
Que ese líder o esa organización son los únicos que tienen una conexión especial con Dios y que solo allí Dios se manifiesta y solo allí Dios bendice abundantemente.
El temor de que al salirse de la autoridad de ese líder o esa organización, se va a perder de la presencia y la bendición de Dios, y por ende, el temor al fracaso.
El culto idolátrico implica una dependencia excesiva del líder manifestada en formas parecidas a: Solo si el líder ora se va a obtener bendición (o lo que es lo mismo, el líder es el que bendice, no Dios). Si el líder lo dice, así es (ya no es lo que Dios dice, sino lo que dice el líder lo que tiene validez). Solo si el líder lo autoriza se hace o se toma una decisión, se hace un viaje, se establece un negocio, se desarrollo un llamado, etc. (las personas comienzan a ser guiadas por el líder, no por el Espíritu Santo –Rom 8:14--). Etc.
Cuando estas cosas se comienzan a manifestar alrededor del liderazgo, este puede caer muy fácilmente en la tentación de la manipulación y el control de los seguidores para alcanzar metas que si bien pueden ser espiritualmente deseables y correctas, por el método utilizado se vuelven inadmisibles delante de Dios (el fin no justifica los medios, como lo evidencia Mat 7:21-23).

La solución en este caso es, para los líderes:
Arrepentimiento (Jer 6:15).
Considerar sus caminos y volverse a los testimonios de Dios (Sal 119.59, Jer 6:16).
Pedir perdón a las personas que están a su cargo por haber provocado (consciente o inconscientemente) esa idolatría y ayudarles a salir de ella en, por lo menos, las siguientes formas:
UNO. Reconociendo delante de ellas sus errores y fracasos, así como sus aciertos.
DOS. Recordándoles que el único consejo (Sal 16:7), dirección (Rom 8.14) y opinión (FIL 4:8-9) que ellos deben tener es el que proviene de Dios, y que de El es quién debe obtenerlo y contrastar sus aseveraciones como líder con las de la Palabra (Pablo reconoce especialmente a los creyentes de Berea porque después que lo oían a él, iban a revisar la Palabra de Dios para ver si era correcto lo que él les había enseñado –Hch 17.11-).
TRES. Apreciar y valorar públicamente a todos los demás líderes y ministerios existentes en el Cuerpo de Cristo como hacedores de la obra de Dios (por supuesto que ello no implica no reconocer y corregir errores que se puedan estar dando, pero con espíritu de mansedumbre, y para edificación, debería señalarse el error y la forma de corrección, no a la persona o ministerio específico).
CUATRO. Estar atento en todos los niveles a cualquier indicio de posible sobre-apreciación y/o idolatría del liderazgo y el ministerio para corregirlo inmediatamente que se presente.

La solución para los que están bajo este tipo de abuso es:
Si sus líderes se han arrepentido, les han pedido perdón y están volviendo al consejo completo de la Palabra, darle gracias a Dios por ellos por su corazón enseñable, perdonarles y apoyarles en el nuevo camino que están emprendiendo (Efe 4:32, Gal 6:1).
Arrepentirse y pedir perdón delante de Dios por la idolatría a la que estuvieron sometidos (Sal 119:59, 1 Jn 1:9).
Esforzarse por valorar sobre todas las cosas el consejo, la dirección y la opinión de Dios, sin que ello implique menospreciar la de sus líderes.

Si sus líderes no se han arrepentido:
Arrepentirse de la idolatría que han adquirido o a la que estuvieron sometidos (Jer 6:15).
Considerar sus caminos y volverse a los testimonios de Dios (Sal 119:59, Jer 6:16).
Buscar otra congregación donde no se presente este tipo de idolatría y se predique el consejo completo de la Palabra.


El autoritarismo espiritual.

Autoritarismo: sistema fundado en la obediencia, sometimiento, sujeción y sumisión incondicional a la autoridad del líder, que no tolera la contradicción.
La idea de obediencia, cuando no está dirigida por el concepto bíblico, se ejerce de forma humillante y con un sentido de control, manipulación y explotación de los seguidores, que muchas veces lleva a la afrenta pública (ignominia).
En el ámbito eclesiástico, este tipo de control lo fundamentan en pasajes sacadas de su contexto y del contexto general de la Biblia, como Rom 13:1, 1 Ped 5:5 y Heb 13:17, sin considerar Hch 4:19, Hch 5:29, Mar 10:42-45, etc.
En Heb 13.17, la palabra que se traduce “obedecer” también implica convencer mediante argumentos, pacificar, conciliar por medios legítimos, asentir ante la evidencia, descansar mediante certeza interna, pensar, persuadir, asegurar, confiar, convenir, creer, dar, lo que implica que es una obediencia por convencimiento, no por imposición.
En ningún momento el concepto bíblico de obediencia tiene que ver con alguien que da una orden y otro la acata sin pensar, preguntar, analizar o juzgar si es correcto o no desde el punto de vista bíblico.
Por otro lado en ese mismo pasaje se nos instruye a obedecer y sujetarnos porque ellos velan por nuestras almas como los que van a rendir cuentas de ello, es decir, porque están interesados en nosotros y porque lo hacen con responsabilidad y alegría (no groseramente y con autoritarismo) y en beneficio nuestro, no interesados en ellos, su ministerio, su iglesia, su denominación, o por beneficio propio o de sus organizaciones.
En 1 Cor 16:15-16, la Biblia nos instruye de sujetarnos a las personas que se han dedicado al servicio de los santos y a todos los que ayudan y trabajan, no a los que están interesados en su propio beneficio.
En 1 Ped 5:3-5 también se nos instruye de sujetarnos a los ancianos que cuidan la grey, no por fuerza (autoritarismo), sino voluntariamente; no por ganancias deshonestas (beneficios personales de cualquier tipo: económicos, posicionales, emocionales, sociales, etc.), sino con ánimo pronto, no con señorío (autoritarismo, abuso de autoridad) sino como ejemplos (modelos de vidas santas y consagradas a Dios y al servicio).

Algunos de los argumentos que utilizan quienes cometen este abuso, son parecidos a los siguientes:
“No trabaje tanto, Dios va a proveerle si sirve a la iglesia (y a la casa del pastor) más de lo que sirve a su trabajo secular”.
“Tiene que obedecer al varón que Dios nos puso como líder en todo lo que él le diga, sin preguntar.”
“Esto es una orden del líder, así que obedezcan y punto”.
“Usted tiene que agachar la cabeza y hacer todo lo que se le mande, pues está bajo una cadena de mando que viene desde Dios, pasa por el pastor, sigue con los líderes y termina con usted”.
“Yo soy el líder y hay que hacerlo… Cuidado”.
“Nadie, solo Dios, tiene derecho a cuestionar mi autoridad”.

Generalmente, quienes abusan autoritariamente de las gentes usan dos tipos de tácticas complementarias. Una de ellas para asustar, y si esta no funciona, otra para humillar. La primera, infundiendo miedo sobre los resultados de salirse de bajo esa autoridad, con expresiones parecidas a:
“Deben apartarse de aquellos que no comparten nuestro sistema para no ser perjudicados”.
“Si te apartas de nosotros Dios te quitara tu bendición o quedarás expuesto al mismo Satanás”
Etc.

La segunda, avergonzando a las personas que no obedecen incondicionalmente, en público, provocando en ellas y los demás, una actitud de temor para no ser expuestos o perder alguna posición en la organización.

La solución en este caso es, para los líderes:
Arrepentimiento (Jer 6:15).
Considerar sus caminos y volverse a los testimonios de Dios (Sal 119.59, Jer 6:16).
Comprometerse delante de Dios y delante de las personas a su cargo, a cambiar su estilo de liderazgo por uno de servicio, bíblico, así como los motivos de su liderazgo: no el beneficio propio sino el de las personas a su cargo.
Pedir perdón a las personas que están a su cargo por haber abusado (consciente o inconscientemente) de la autoridad que Dios les dio, y restaurarlos del dolor y las consecuencias de ese abuso.
Estar atento en todos los niveles a cualquier indicio de posible autoritarismo personal y/o de los líderes de la organización (también ellos necesitan arrepentirse, pedir perdón y comprometerse con un nuevo estilo de liderazgo de servicio y respetuoso de las personas, porque aprendieron mal de su líder superior), para corregirlo inmediatamente que se presente.

La solución para los que están bajo este tipo de abuso es:
Si sus líderes se han arrepentido, les han pedido perdón y están volviendo al consejo completo de la Palabra, darle gracias a Dios por ellos por su corazón enseñable, perdonarles y apoyarles en el nuevo camino que están emprendiendo (Efe 4:32, Gal 6:1).

Si sus líderes no se han arrepentido:
Perdonar a sus líderes por el daño causado (Efe 4:32).
Buscar otra congregación donde el liderazgo sea un liderazgo de servicio y responsable del cuidado de las personas (1 Tes 2:5-12), y tengan programas de restauración y sanidad espiritual y del alma (Luc 4:18-19).
Someterse a un proceso de sanidad y restauración de los efectos del abuso (Heb 12:14-15)


Recuperando la credibilidad.

Si usted tuvo anteriormente problemas con este tipo de abusos u otros parecidos y desde entonces ha tenido problemas para confiar en otros líderes, y peor aún, se ha alejado de Dios y de la congregación por temor a ser nuevamente víctima, usted necesita entender lo siguiente:
Si, por ejemplo, un gato se sienta sobre la hornilla encendida de una estufa, seguramente nunca más volverá a sentarse sobre ella.
Ahora bien, el problema es que no solo no volverá a sentarse sobre ella, sino que seguramente tampoco se volverá a sentar sobre la hornilla apagada de una estufa.
Necesitaría entender que la estufa (Dios) no fue el problema, como tampoco la hornilla (otros líderes u otras iglesias), sino la hornilla encendida (el tipo de liderazgo o la organización que le lastimó).
Por lo tanto no debería rechazar la estufa (a Dios) ni a las demás hornillas apagadas (otros líderes u otras iglesias).

Por lo tanto, usted tiene que tener claramente focalizado el problema, para no caer víctima de las maquinaciones del diablo (2 Cor 2:11), que nos quiere roba todos los beneficios de una vida espiritual plena de la mano del Señor (el diablo no solo nos quiere apartar de la iglesia; nos quiere apartar del Señor).

Por ello necesita vencer los temores y los dolores causados por el abuso, sobreponerse a ellos (posiblemente, además va a necesitar ayuda y ministración de sanidad espiritual posteriormente), y considerar cuidadosamente tres pasajes de la Escritura:
Sal 133:1-3: en la congregación armónica (respetuosa, servicial) de los hermanos, allí es donde Dios envía Dios bendición y vida eterna. Por lo tanto, la solución no es apartarnos, sino buscar un liderazgo y una congregación respetuosos y serviciales donde podamos sanar, recibir restauración y crecer.
Heb 10:23-27. Necesitamos mantenernos firmes, sin fluctuar, en nuestra fe, no dejando de congregarnos por cuanto la segunda venida de Cristo está cercana y el diablo quiere regresarnos al mundo para que, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, nos volvamos voluntariamente al pecado (lo que sucede tarde o temprano, cuando nos dejamos de congregar, tener comunión con Dios y con los hermanos), para estorbarnos la entrada a la vida eterna. Por ello necesitamos encontrar rápidamente una congregación y un liderazgo que nos estimule al amor y a las buenas obras.
Rom 8:28-29, nos enseña que todas las cosas obran para bien de los que amamos a Dios y queremos que el carácter de Cristo se establezca en nosotros. Por lo tanto, necesitamos sobreponernos a la situación y seguir adelante, como la Iglesia del Libro de los Hechos después de que Pedro y Juan fueran abusados por los del Sanedrín en Jerusalén (Hch 4:29-35). La Iglesia:
Oró al Señor para que El se hiciera cargo de las amenazas que les habían formulado, y para que en lugar de estar atemorizados, tuvieran mayor denuedo para seguir adelante con lo que El les había encomendado.
Oraron también que el Señor extendiera sus manos para sanar y hacer señales y prodigios (que el Señor les sanará y restaurara su corazón y el amor por El y su obra).
Como resultado de ello, los resultados y frutos se incrementaron, el poder se incremento, la gracia sobre ellos se incrementó, la provisión de las necesidades se incrementó. Y Dios fue glorificado.

07 Ene 2011