Estudio Bíblico

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Disposiciones en el corazón para ser transformados (2).




Introducción.
Todos queremos y necesitamos que nuestras vidas sean transformadas.
Todos le hemos orado a Dios que transforme nuestras vidas y en muchos casos aun estamos esperando respuestas.
Muchas veces por esa falta de transformación nos desanimamos y bajamos la guardia y volvemos a tropezar. En la Biblia vemos varias personas con esta misma situación de las que podemos aprender.


El caso de Saúl.
Vamos a estudiar el caso de Saúl a quien Dios quería transformar y le dio instrucciones a través de Samuel: "Y luego que de allí sigas más adelante, y llegues a la encina de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios en Bet-el, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan, y el tercero una vasija de vino; los cuales, luego que te hayan saludado, te darán dos panes, los que tomarás de mano de ellos. Después de esto llegarás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando. Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre." (1 Samuel 10:3-6).


Elementos que participarían en la transformación de Saúl que Dios quería hacer.
Cabritos.
Tortas de pan.
Vasija de vino.
Salterio, pandero flauta y arpa.


Cabritos.
Los cabritos, en la Palabra, son tipo del sacrificio.
Ellos nos hablan de la necesidad de presentarnos delante de Dios como sacrificio vivo (Rom 12:2).
Estar dispuestos a morir a nosotros mismos, a negarnos a nuestros pensamientos, emociones, decisiones, planes, deseos, gustos, agendas, etc., para adoptar los de Dios.
Sin la disposición a presentarnos como sacrificio vivo delante de Dios, sin la disposición de negarnos a nosotros mismos, es prácticamente imposible que podamos ser transformados.
"El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón." (Salmos 40:8).
"Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra." (Juan 4:34).
"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos." (Mateo 7:21).
"diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya." (Lucas 22:42).
Entonces, la primera disposición que necesitamos tener en nuestro corazón para ser transformados es la de morir a nosotros mismos, la de negarnos, la de renunciar a que sea hecha nuestra voluntad, y acoger la voluntad de Dios que además de necesaria y conveniente para nosotros, es buena, agradable y perfecta (Rom 12:2).



Tres tortas de pan.
El pan es tipo de la Palabra.
Sin la renovación de nuestro entendimiento, sin el cambio de nuestra forma de pensar que hemos heredado del mundo, de la carne, y en última instancia, del diablo, es imposible que podamos ser transformados.
El ser humano vive conforme a lo que piensa en su corazón (Prov 23:7). De tal manera que para que haya un cambio en su forma de vivir, necesita primero experimentar un cambio en su forma de pensar (Rom 12:2); cambiar los pensamientos del hombre viejo por los pensamientos del hombre nuevo (Efe 4:22-24).
"Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." (Mateo 4:4).
"Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo." (Juan 6:51).
El número tres es el número de Dios. Y unida a las tres tortas de pan (la Palabra), nos indica que la transformación que necesitamos experimentar es la que produce el tener nuestra delicia, meditar y poner por obra la perfecta, pura y no adulterada Palabra de Dios (Sal 1.1-3).
Tres es también el número de condiciones que necesitamos cumplir con respecto a la Palabra para que caiga en buena tierra según nos enseña Jesús en la Parábola del Sembrador: oírla, entenderla y practicarla (Mat 13:23).
Por lo tanto, la segunda disposición que necesitamos tener en nuestro corazón para ser transformados por el poder de Dios, es la de leer, escuchar, meditar y aplicar la Palabra de Dios en nuestras vidas.


Vasija de vino.
El vino, en la Palabra de Dios, es un tipo del Espíritu Santo.
Y la Palabra nos enseña que: "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu," (Efesios 5:18).
La vasija es un tipo del ser humano: "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros", (2 Corintios 4:7).
Es decir, que la transformación no será posible si no estamos continuamente siendo llenos del Espíritu Santo. Si no nos llenamos continuamente del Espíritu Santo en nuestro corazón, vamos a ser llenos del mundo y de la carne. Recordemos que necesitamos cuidar nuestro corazón para que de él emane la vida (Prov 4:23), ¿y que mejor guardián de nuestro corazón que el Espíritu Santo?
Ello implica, entonces, buscar constantemente la comunión (la oración) con el Espíritu Santo. No solo cuando tenemos emergencias, no solo cuando estamos experimentando problemas y/o necesidades. Constantemente.
La palabra en griego que en Efe 5:18 se traduce “sed llenos” no implica una acción de solo una vez, sino una acción continua, constante.
Entonces, la tercera disposición que necesitamos tener en nuestro corazón para ser transformados por el poder de Dios, es la de buscar continuamente, en todo tiempo, en todo lugar y en toda circunstancia, la comunión con el Espíritu Santo, que implica dejarnos guiar y enseñar por El a través de la Palabra en todas las cosas.


Salterio, pandero, flauta y arpa.
Indican la acción de entrar por Sus Puertas con acción de gracias, por sus Atrios con alabanza y al Lugar Santo y al Lugar Santísimo, con adoración.
"Aclamad a Jehová con arpa; cantadle con salterio y decacordio." (Salmos 33:2).
"Alabadle a son de bocina; alabadle con salterio y arpa." (Salmos 150:3).
Y la verdadera acción de gracias, alabanza y adoración, son resultados de un corazón agradecido, enamorado, apasionado, por Dios.
La cuarta disposición, entonces, que necesitamos para ser transformados por nuestro Padre en otras personas conforme a Su Propósito y a Su Corazón, es la de estar dispuestos constantemente a la verdadera acción de gracias, alabanza y adoración.
Y ello nos lleva, entonces, a una disposición adicional que necesitamos para ser transformados: la del corazón agradecido.


Corazón agradecido.
La verdadera acción de gracias, alabanza y adoración comienzan con un corazón agradecido, Sal 103:1-2: "Bendice alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre; bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios."
Ello implica ser auténticamente agradecidos de corazón, no formalmente, sino esencialmente.
Reconocer todos Sus beneficios en nuestra vida, en realidad, que todo lo que somos, podemos, tenemos y vivimos, es un resultado de Su amor por nosotros, de Su gracia y de Su misericordia, aún las circunstancias difíciles, porque El las hará obrar para nuestro bien, si lo amamos auténticamente y permitimos que El forma el carácter de Cristo en nosotros (Rom 8.28-29); que nada tenemos que no nos haya sido dado del cielo (jn 3:27), que separados de El nada somos, nada podemos y nada tenemos (Jn 15:1-5, 1 Cor 13:1-3).


Conclusión.
Para que nuestras vidas y circunstancias sean transformadas por Dios necesitamos desarrollar cinco disposiciones en nuestro corazón, disponer nuestro corazón para:
Rendir nuestra vida a Cristo.
Buscar la Palabra para crecer en la fe y la obediencia.
Buscar la comunión con el Espíritu Santo continuamente.
Desarrollar un corazón agradecido que reconoce que todo lo que es, puede y tiene es por Su gracia.
Vivir una vida consagrada a hacerlo todo para que Dios sea glorificado.

18 Ene 2012