Estudio Bíblico

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Módulo 212. Reyes y Sacerdotes.



El Reino de Dios (1).


Definición.

El Reino de Dios es el tema predominante en la predicación de Juan el Bautista que predicaba el arrepentimiento “porque el Reino de los cielos se ha acercado” (Mat 3:2) y también lo es en la predicación de Jesús, que predicaba “el evangelio del Reino” (Mat 4:17, Mat 4:23, Mat 9:35)

“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mat 4:17).

“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.” (Mat 4:23).

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” (Mat 9:35-38).

Jesús no solo lo predicó sino que también nos comisionó, a todos los que creemos en El y somos sus discípulos, a hacer lo mismo:

“A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.” (Mat 10:5-8).

“En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios.” (Luc 10:8-9).

De acuerdo a lo que nos enseñan los Evangelios y todos los demás libros del Nuevo Testamento, el Reino de Dios es un concepto o un símbolo general que se refiere a, por lo menos, cuatro cosas:
• Un reino al que están entrando las personas ahora.
• La presencia del reino ya manifestándose sobre la tierra.
• Un orden futuro apocalíptico al que entrarán los justos.
• Un significado abstracto del reino o gobierno de Dios.


Caracterización.

Las características básicas de ese Reino son las siguientes:
• Es el gobierno dinámico de Dios..
• Es el gobierno, la autoridad y el poder gubernamental de Dios, siempre esparciéndose, siempre creciendo, en cualquier tiempo y lugar donde los hombres y mujeres sometan sus vidas a la autoridad de Dios.
• Es algo a donde las personas entran (Jn 3:5), no algo que entra en las personas. Es un estado de cosas, no un estado mental, aunque provoca un cambio mental en quienes entran en él (2 Cor 5:17, Rom 12:2, Efe 4:22-24).
• La vida del Reino es fundamentalmente social:
o Implica membresía, ciudadanía, lealtad e identidad.
o Conlleva relaciones (Mat 22:34-40), políticas (los principios del Reino), obligaciones (cumplir con la aplicación de los principios) y expectativas.
o La membresía en un reino significa responsabilidad del ciudadano hacia su rey, hacia otros ciudadanos y hacia otros reinos. Significa compartir su historia y participar en moldear su futuro.
o Una interdependencia colectiva basada en las políticas de su rey.
o Es una colectividad, o sea, una red de personas que han rendido sus corazones y relaciones al reino de Dios (1 Cor 12 y 13).
o Jesús presenta el Reino como un nuevo orden que rompe con las costumbres, valores y proposiciones antiguas que gobiernan nuestras vidas (Mat 5:17-48).
o La perspectiva de “cabeza (autoridad)” enfoca los puntos de divergencia y conflicto entre el reino de Dios y los reinos del mundo (Mar 10:42-45).

“Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mar 10:42-45).


Implicaciones.

Las enseñanzas de Jesús sobre el Reino implicaban un sacudimiento radical que revolucionaría el paisaje social predominante (Luc 1:49-53, 3:4-6). La filosofía básica del Reino está contenida en el Sermón del Monte (Mat 5:1-7:29), algunos de cuyos temas tienen una fuerte implicación social:
• Hambre y sed de justicia (Mat 5:6).
• Pacificación (Mat 5:9).
• Persecución por causa de la justicia (Mat 5:10).
• Freno a la corrupción social (Mat 5:13).
• Testimonio que toda la sociedad pueda ver para seguir (Mat 5.14).
• El enojo y las ofensas contra otros es equiparado con el asesinato (Mat 5:21-22).
• La necesidad de relaciones sociales reconciliadas (Mat 5:23-24, Mat 6:12, Mat 6:14-15).
• La lujuria es equiparada al adulterio (Mat 5:27-30).
• La necesidad de fortalecer el matrimonio y cerrarle las puertas al divorcio como fuentes de bienestar social (Mat 5:27-28).
• El amor hacia los enemigos y la no venganza ni violencia contra otros (Mat 5:38-48).
• La necesidad de dar (limosnas) y de un espíritu caritativo y compasivo con los pobres (Mat 6:1-4).
• La oración como arma para el cambio social (Mat 6:10, 12).
• La necesidad de desechar la codicia y la avaricia de nuestras relaciones sociales (Mat 6:19-21, Mat 6:24) y su sustitución por la búsqueda de la justicia de Dios (Mat 6:33).
• La eliminación del juicio, la crítica y el chisme contra otros (mat 7.1-5).
• El principio maestro de la “regla de oro” en nuestras relaciones con otros (relaciones sociales) (Mat 7:12).

Todos esos principios y otros más diseminados a lo largo y ancho de todos los evangelios en específico, y de todo el Nuevo Testamento en general, apuntan a un estilo de vida invertido u opuesto al del mundo que trasciende el ámbito de lo eclesiástico y se manifiesta y concreta en nuestras relaciones unos con otros.

Los evangelios, por ningún lado que los analicemos y si nos despojamos de nuestros paradigmas y tradiciones religiosas, ven el reino aislado, ni geográfica ni socialmente, del resto de la sociedad. Más bien, si somos sinceros y objetivos tendremos que llegar a la conclusión de que o el reino se manifiesta dentro del orden social o no es reino en absoluto.

Las enseñanzas de Jesús nos llaman a vivir, no solo en relación con Dios sino también en relación con nuestro prójimo (relaciones sociales) bajo reglas totalmente diferentes ya que los hábitos del Reino (fundamentados en el amor) no se mezclan sutilmente ni son sujetos de ningún tipo de transacción para suavizarlos, con las tendencias culturales dominantes (que están fundamentadas en las tendencias del mundo, que en su esencia, responden al egoísmo).

El gobierno de Dios tiene como frutos la justicia, la paz y el gozo, que son frutos no solo internos sino que tienen también una manifestación en lo externo, en lo social, derivado de relaciones justas con Dios, con los demás, consigo mismo y con la creación entera (el concepto de mayordomía es su expresión más evidente y tiene como objeto la redención de la creación sometida a esclavitud, corrupción y mala utilización como consecuencia del pecado del ser humano).

“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.” (Rom 8:19-23).

En consecuencia, el Evangelio del Reino (las buenas noticias de Dios para toda la humanidad) no solo es un mensaje de salvación personal sino también de un mundo transformado hasta en sus estructuras más básicas mediante un “desarrollo” transformador que es integral por cuanto nos lleva a vivir no solo procurando la redención de las personas, sino también de los sistemas sociales y el medio que sustenta sus vidas que tiene como centro a la persona de Jesús y las afirmaciones y promesas del Reino para definir cuál es el futuro humano mejor por el que trabajamos y para elegir los medios lícitos y éticos para llegar allí.

De acuerdo al mensaje del Evangelio, el Reino de Dios es uno que en sí mismo es radical y conservador: radical en el sentido de que nada ni nadie está más allá de sus demandas, y conservador en el sentido de que reúne todas las cosas que son buenas (para hacerlas aún mejores) llevándolas a su fin último, despojándolas de todo lo malo, yendo más allá de todo cuanto se puede pensar o imaginar.

Por ello, si queremos ser consecuentes con Jesús y con el Evangelio del Reino, debemos rechazar cualquier limitación del Evangelio que lo quiera restringir a solamente el individuo y/o la iglesia, y debemos incluir en él y abarcar a las instituciones sociales, por las siguientes razones:
• Todo pecado, en su esencia, es social porque implica afectar directamente a otros, o bien porque sus consecuencias, tarde o temprano, los van a alcanzar.
• Las instituciones sociales, en cuanto producto de la acción humana, llevan en sí mismas los resultados del pecado del ser humano, y de manera directa o indirecta, expresan ese pecado.
• Así como el ser humano y su pecaminosidad moldean las instituciones sociales, estas a su vez moldean a las personas, institucionalizando esa misma pecaminosidad (por ejemplo, la codicia en las instituciones económicas).
• Como podemos deducir de lo anterior, el alcance del pecado (y por ende, el de los principios del Evangelio que es su antídoto), incluye tanto lo personal como lo social.
• Por lo tanto, evadir que el Evangelio debe impactar las instituciones y los sistemas sociales es dejar el orden social en manos del malvado.

El Evangelio del Reino, y el Reino en sí, revierten lo que el mundo llamaría el “orden natural (humano) de las cosas, puesto que está habitado y pertenece a los que hoy están considerados impotentes y excluidos del poder y los beneficios de los “reinos” humanos: los pobres, los humildes, los perseguidos (Luc 6:20)(Mat 5:5-10), los que según los parámetros humanos no son sabios, ni poderosos, ni nobles; los necios, los débiles, los viles, los menospreciados según el mundo (1 Cor 1:26-28).

La perfección del Reino, su realización última, implicará que todas las expresiones humanas de poder, todas las tribus, todas las lenguas, todos los pueblos y naciones de la tierra se pararán frente al Cordero y reconocerán Quién es El y lo que ha hecho (Apo 7:9-10). Nuestra tarea en esta tierra es, en consecuencia, ser colaboradores de Dios en la extensión del Reino y en la preparación de ese momento que concluirá en la Segunda Venida de Cristo, cuando El, por su victoria contra el Anticristo y todas sus fuerzas oscuras, será el Único que quedará en pie al final de los tiempos. Es en este contexto donde nuestra calidad de “reyes y sacerdotes” para Dios nuestro Padre toma su sentido más completo y todo en nuestra vida (actividades, ocupaciones, participaciones, posiciones, posesiones, etc.) cobra sentido y propósito.

25 Ene 2012