Estudio Bíblico

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Módulo 115. Vida laboral.



El segundo enemigo: la obsesión.



Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mat 16:24-26).

El cristianismo es un estilo de vida que emana de un carácter que está formando una persona que vive en nosotros: Cristo. El estilo de vida del cristiano pone a Cristo en el primer lugar de todas sus prioridades, seguido de las relaciones y el servicio a la familia y siguiendo a ellos, el trabajo. En consecuencia, un cristiano debe poner sus prioridades en orden, y ello implica poner el trabajo en su justo lugar, como un medio y no como un fin en sí mismo.

Uno de los grandes problemas de la vida moderna es que el materialismo, con sus demandas codiciosas, se ha convertido en parte de la ideología de este siglo, y la adicción al trabajo se ha considerado como la actitud apropiada que llevará, al final del camino, a satisfacer esas demandas, llegando a convertir el trabajo en el objetivo de la vida y no como un medio, y aún cuando se le podría llegar a considerar un medio, no es considerado como tal para el fin correcto que sería el desarrollo de la imagen de Dios en nosotros, sino por un fin egoísta: el acaparamiento de bienes.. Y los cristianos no estamos exentos de tal influencia.

Jn 6:27: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.”

Luc 12:15: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”

De los tres pasajes anteriores, aplicándolos a nuestra actitud hacia el trabajo, podemos deducir lo siguiente:

• ¿De qué aprovecha ganar reconocimientos y posiciones en el trabajo, riquezas, respeto, éxito, prestigio de personas claves en la empresa, si con ello vamos a pagar un alto precio en cuanto a relación con Dios (no hay tiempo para El), relaciones familiares superficiales, amistades poco atendidas, pérdida de la salud (stress) y falta de tiempo para atender las cuestiones de la vida temporal relacionadas con la eternidad? ¿De qué sirve ser éxito en la vida laboral y/o empresarial a costa de perder la vida eterna? ¿De que sirve ganar lo temporal y perder lo eterno?

• En la vida eterna (que todos sabemos que la hay aunque no queremos pensar en ello para no asumir la responsabilidad que implica saberlo) nada de lo que hayamos obtenido aquí en la tierra que sea temporal tendrá ninguna validez: abundancia de bienes, reconocimientos, éxito, posiciones, ascensos, etc., si fueron obtenidos a costa de una deficiente relación con Dios y con nuestra pareja e hijos.

• Ello no implica una invitación a la mediocridad, al mínimo esfuerzo, a la negligencia, etc. Más bien implica una invitación a poner las prioridades en orden, a equilibrar nuestras responsabilidades en cada área de la vida, y a poner el mismo esfuerzo en una y en las demás, es decir, trabajo diligente, búsqueda de la excelencia, altos estándares de calidad en el trabajo, etc., pero con equilibrio, con sabiduría, creciendo en todo simultáneamente y en dependencia de Dios, no de los jefes ni de la empresa para la cual trabajamos, porque cuando agradamos a Dios, El toma control de darnos gracia y favor delante de las personas, de mover el corazón de ellas, para que nosotros alcancemos Sus metas y los deseos de nuestro corazón:

Jer 17:5-8 (NVI): “Así dice el Señor: "¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! Será como una zarza en el desierto: no se dará cuenta cuando llegue el bien. Morará en la sequedad del desierto, en tierras de sal, donde nadie habita. Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto."

Mat 6:31-34 (NVI): “Así que no se preocupen diciendo: '¿Qué comeremos?' o '¿Qué beberemos?' o '¿Con qué nos vestiremos?' Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.”

Pro 16:7: “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.”

Sal 75:6-7: “Porque ni de oriente ni de occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento. Mas Dios es el juez; a éste humilla, y a aquél enaltece.”



Caracterización de una persona adicta al trabajo.

Las personas adictas al trabajo, como las adictas a otras muchas cosas (alcohol, trabajo, sexo, deportes, etc.) tienen algunas características en común, entre las que podemos mencionar:

• Una necesidad de ganar aceptación, adquirir identidad, obtener valor, a sus propios ojos
• y a los ojos de los demás.

• La necesidad de sentirse importantes, que la suplen mediante una agenda sobrecargada, una incesante actividad, una cantidad de trabajos esperando ser terminados, teléfonos celulares y aparatos localizadores sonando constantemente, etc., porque a sus ojos esos son los símbolos del estatus de una persona importante. Por lo tanto, por lo general, mantienen un ritmo de vida frenético, y todo ello girando alrededor de sus actividades de trabajo.

• Son personas perfeccionistas, obsesivas con la nitidez, el orden, el cumplimiento de deberes, la puntualidad, el control de si mismos y de los demás, etc., (según sus criterios, solo esas cosas les permiten alcanzar los estándares de eficiencia y efectividad que necesitan lograr).

o Ello les puede llevar a manifestar una conciencia muy estricta en cuanto al cumplimiento de sus propias normas y valores, pensamiento rígido en cuanto a sus decisiones, y una actitud fría e intimidante para con los demás.

• Han hecho del trabajo, y más que del trabajo, de los resultados que obtienen, la fuente para alcanzar aceptación, identidad, valor, prestigio, etc., delante de sus ojos y delante de los ojos de los demás.

• Son extremadamente competitivos y obstinados: el que otros les superen en algo les “mueve la silla” de sus emociones, y les afecta y frustra en alguna medida, por lo que siempre están en búsqueda de más, de acaparar reconocimientos, etc.

• Rechazan la indecisión en sí mismos y en otros.

• Como son perfeccionistas, evitan el reconocimiento de sus propias fallas.

• Por su competitividad, obstinación, y necesidad de ganar, se forjan expectativas poco realistas de sí mismos y de los demás.

• Sus metas suelen ser más importantes que las personas y por ello, suelen expresar más fácilmente enojo que cariño, ya que ello constituye una forma de poner distancia en sus relaciones evitando comprometer sus metas por los sentimientos que pueden generar las personas.

o Por ello, suelen ocultar sus sentimientos, no solo con sus jefes, colaboradores y/o subalternos, sino aún con su propia familia y amistades, intentando intelectualizarlos para evitar expresarlos.

• Le gusta que sus logros sean el tema principal de conversación y constantemente están preocupados por su actuación y desempeño.

• Les es difícil rechazar responsabilidades adicionales aunque ello comprometa otras cosas, incluso su vida familiar, y aún cuando logren llevar adelante algún nivel de vida familiar, son incapaces de relajarse y de desconectarse del trabajo.



Causas.

Obviamente toda esta sintomatología no es sino resultado de causas que se encuentran enraizadas en la historia emocional de la persona, que muchas veces, sino todas, tiene sus raíces en su infancia y en su vida familiar. Algunas de las causas más frecuentes para toda la sintomatología que manifiesta una persona adicta al trabajo son las siguientes:

• Contrario a lo que la mayoría de personas piensan, los adictos al trabajo no son motivados primariamente por la codicia sino por una profunda inseguridad personal, una necesidad de búsqueda de identidad, aceptación y valor, cuyas raíces se encuentran en la infancia:

o Muy probablemente, cuando niños recibieron muy poco animo, estimulo y aprobación de sus padres respecto a sus logros:
 Les parece como que nunca hicieron las cosas lo suficientemente bien.
 Les parece que casi nunca les manifestaron visiblemente satisfacción por lo que hacían.
 Les parece como que siempre les hicieron sentir que podían haberlo hecho mejor.

o Derivado de esas percepciones de su niñez,

 Desarrollaron las creencias de que:
• El amor es condicional, dependiendo de sus logros.
• Su valor está determinado por sus logros.
• El éxito depende de los logros, y los logros se traducen en la obtención de cosas materiales, tangibles.
• Cualquier cosa que no es perfecta es un equivalente a fracaso.

 Y se ven a sí mismos como:
• Un constante fracaso (personas sin valor).
• Que no pueden satisfacer las expectativas de los demás (su identidad depende de los demás).
• Se sienten culpables por no poder agradarlos (inseguridad).

 Por lo que desarrollaron un estilo de vida orientado hacia el alto rendimiento.
• Nunca están satisfechos.
• Siempre sienten que pudieron haberlo hecho mejor.
• Siempre están frustrados y cargados con la culpa de ser imperfectos.



Consecuencias.

Como consecuencia de lo anterior, ellos desarrollaron:

• Una falsa identidad basada en los logros, en lo que hacen, de tal cuenta que necesitan constantemente obtener y recordar logros para mantener alguna estabilidad emocional, pero como los logros son pasajeros, necesitan obtenerlos constantemente, usando a las personas para ello.

• Como resultado de esa falsa identidad, y porque no todo son éxitos en la vida, ellos mantienen una baja estima que la pueden buscar compensar a base de posesiones materiales, por lo que pueden desarrollar, como consecuencia, una actitud codiciosa.

• Aunque parecen ser fuertes, firmes y positivos, en realidad son terriblemente inseguros. Anhelan obsesivamente ser respetados y apreciados, y harán lo que sea para ganárselos junto con el reconocimiento.

• Los demás los pueden ver como estables, dedicados y comprometidos, aunque en la realidad, todos sus esfuerzos están dedicados a encubrir sus sentimientos de inferioridad.

• Su preocupación es actuar de forma que los demás se impresionen para lograr sus propios fines, generalmente egoístas.

De tal cuenta que todas las características que manifiestan las personas adictas al trabajo tienen su referente en una falsa identidad, una baja estima, inseguridad, inferioridad y necesidad casi insaciable de aceptación y reconocimiento.



Consecuencias en la familia.

Como resultado de su adicción al trabajo y su dificultad para expresar emociones y establecer relaciones interpersonales íntimas, sus familias (cónyuge e hijos) se ven afectados también. Algunas de esas consecuencias en la familia de las personas adictas al trabajo son las siguientes:

• Como su valoración de éxito está ubicada en las cosas materiales, y ellos son proveedores materiales abundantes en sus hogares, entonces estiman que sus cónyuges e hijos deben estar agradecidos y satisfechos con ellos por ello.

o Cuando su familia no adopta esa actitud de “rendición de culto” y reconocimiento hacia ellos, se convencen a sí mismos que sus cónyuges e hijos son egoístas, desagradecidos y que no los quieren, buscando generar culpas en ellos para manipular sus sentimientos y obtener sus fines egoístas personales.

o Con la culpa que le achacan a su familia, también buscan llegar a convencer a los demás (más o menos) que no tienen derecho a reclamar su tiempo, su afecto o sus esfuerzos.

o Si las demandas de tiempo y afecto persisten de parte de los miembros de su familia, pueden llegar al abandono del hogar, o bien, si no hay una solución al problema básico, cada quién comienza a vivir vidas enajenadas los unos de los otros, y lo único que llegan a tener en común, además de los vínculos familiares que los unen, es el uso de las cosas materiales que comparten, al punto de llegar a ser prácticamente huéspedes en sus propias casas.

o No se percatan de que lo que sus cónyuges y sus hijos anhelan es su amor y su tiempo para sentirse que son más valiosos que su empresa, su jefe, su cliente, su socio o su colaborador más cercano.

• Imponen a menudo a su familia y a los demás sus propias normas estrictas haciéndoles recibir el mensaje del amor condicional. Su familia, como ellos, tienen miedo de fallar, miedo de que no reciban su amor.

o Puede generar en sus hijos conductas rebeldes e irresponsables como un último intento para lograr la atención que ansían porque necesitan sentir, de alguna manera, que sus padres están comprometidos con ellos.



Cura.

La solución al problema está en Dios, sin embargo, debido a la experiencia de vida que tuvieron con sus padres, y a que Dios es Padre, ellos rechazan directa o encubiertamente a Dios y a la relación con El, porque tienden a verlo como uno exigente con los demás que da amor condicional dependiendo de sus logros (legalismo) y que por lo tanto, implica un activismo para el cual no tienen tiempo por sus múltiples ocupaciones, de tal manera que no solo huyen de El sino que, sin darse cuenta, también están huyendo de la fuente de sanidad para todos sus problemas de identidad, estima, valor, aceptación y reconocimiento.

Por lo tanto, la solución comienza por cambiar la idea que tienen de Dios y desarrollar la fe necesaria para encontrar la solución en El, sabiendo que El confirmó nuestro valor en la Cruz y que no necesitamos preocuparnos por los aplausos de las personas ni por los baratos premios al mérito porque ya tenemos la aprobación y aceptación del Señor del Universo:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,” (Efe 1:3-6).

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efe 2:4-10).

Avanzando en la solución del problema, es necesario entender que si bien es cierto que la causa visible de los problemas emocionales que se encuentran detrás de los adictos al trabajo son los padres, no nos debemos olvidar que todo lo que se ve en el mundo natural tiene una causa en el mundo espiritual:

Heb 11:3: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Por lo tanto, para ir adelante en la resolución del problema, después de cambiar la idea acerca de Dios y de desarrollar la fe necesaria para buscar la solución en El, necesitamos ver más allá de lo natural, a lo espiritual, y entender varias cosas:

• Nuestros padres, si ese fue el caso, o cualquier otra persona que hubiera sido, solo fueron el instrumento visible usado por el enemigo invisible (espiritual) de nuestras almas para afectarnos. Ellos a su vez también fueron afectados por problemas similares o parecidos que dañaron sus almas (maldiciones generacionales).

• El enemigo de nuestras almas es el diablo cuyo objetivo final es “robar, destruir y matar” (Jn 10:10).

• Por lo tanto, es contra ese enemigo espiritual que debemos enfocar nuestras baterías. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efe 6:12).

• La solución comienza con el Señor Jesucristo que vino al mundo para rescatar lo que se había perdido, deshacer las obras del diablo y abrirnos el camino para una vida y vida en abundancia:

o Luc 19:10: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
o “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” (1 Jn 3:8).
o “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Jn 10:9-10).

• De tal manera que la solución comienza por una entrega incondicional, obediente a Cristo como Señor y Salvador, y aceptar el camino del discipulado que consiste en la negación de nosotros mismos como requisito previo para poder amar a Dios y a nuestro prójimo (comenzando por nuestro cónyuge e hijos), que es la esencia y la prioridad del estilo de vida del creyente.

o “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (Mat 16:24).
o “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mat 22:36-40).

• El siguiente paso es ser guiado a oír lo que Dios dice acerca de la raíz de su inseguridad:

o Ose 4:6: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.”

o Jn 8:31-32: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

• Como resultado de ello es necesario que prosigan hacia la sanidad definitiva de su alma que comienza por extender el perdón hacia sus padres:

o Luc 4:18-19: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.

o Efe 4:32: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”

o Mat 6:14-15: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

• Y finalmente, es necesario reconstruír su identidad a partir de su condición de hijos e hijas de Dios, lo que implica:

o Renunciar a su lucha inútil por ganar aceptación de parte de los demás.

 Rom 12:2 (NVI): “No se amolden al mundo actual (la forma de pensar que tenían antes de conocer a Cristo), sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.

 Eph 4:22-24 (NVI): “Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.

o Cuando se den cuenta de que son importantes para Dios porque El así lo declara, estarán libres y podrán renunciar a sus intentos de probar su importancia y estarán libres para disfrutar de su trabajo en un nuevo balance que abarque todas las áreas de su vida:

 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,” (Efe 1:3-6).

• Deben aprender que otros los aman y los aceptan y que otros, de todos modos, nunca lo harán. Por lo tanto, deben aprender a disfrutar de la aceptación y aceptar el rechazo como algo inherente a la vida (consecuencia de la caída).

o Jn 16:33: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”

o Rom 8:28-29: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”

o 1 Ped 5:6-10: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”


Cura en la familia.

Dios nos llama a trabajar duro y a conciencia, pero nunca somos llamados a hacerlo a costa de descuidar nuestras responsabilidades básicas hacia nuestros cónyuges e hijos aún cuando fuera, incluso, por servir al Señor. Debemos recordar que la doctrina básica del cristianismo se resume en un estilo de vida en el cual las personas son más importantes que todo:

“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mat 22:36-40).

Y nuestro prójimo más cercano pues obviamente son nuestra cónyuge y nuestros hijos e hijas, por lo que después de la relación con Dios (y servicio no es sustituto de relación) con Dios, la siguiente relación más importante en nuestra vida, y por lo tanto, nuestro tiempo dedicado a ellos, es con nuestra familia. Y se necesita una entrega de tiempo y de esfuerzo emocional para mostrarles a nuestras parejas y a nuestros hijos que los amamos y para enseñarles la disciplina e instrucción del Señor.

1 Cor 13:1-3: ”Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

En otras palabras, si fuésemos reconocidos como un éxito en el trabajo y como personas sumamente capaces, y aunque supliéramos todos los bienes materiales que nuestra familia requiere aún por encima de sus necesidades, pero no las amamos lo suficiente como para compartir nuestro tiempo de acuerdo a sus necesidades y requerimientos, después del tiempo realmente esencial que necesitamos dedicarle a nuestro trabajo, de nada nos sirve. Nuestra familia, después de tener suplidas sus necesidades básicas (alimento, techo, abrigo, educación), lo que más necesitan es a nosotros.

“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño. He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta.” (Sal 127:1-5).

“Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sión, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel. (Sal 128:1-6).

No existe ninguna otra manera de ser obedientes a la Palabra de Dios más que viviendo de acuerdo a las prioridades que El nos establece. No importa cuanto éxito podamos alcanzar afuera de nuestro hogar si ello es a costa del descuido de nuestras familias.

Recuerdo la forma en que me tocó aprender esto hace muchos años. Yo estaba involucrado en un proyecto que era sumamente importante: la creación, implementación y desarrollo de un programa de atención de niños y niñas de 0 a 7 años, hijos e hijas de madres trabajadoras y jefes de hogar en situación de extrema pobreza en todo el país. Ello implicaba un esfuerzo sumamente grande, al punto que en los primeros tiempos de implementación del programa trabajaba de lunes a domingo y desde muy temprano en la mañana hasta muy tarde en la noche, no solo por el volumen de trabajo a desarrollar en la oficina sino porque en los fines de semana y en las noches era cuando podíamos contactar a las madres beneficiarias. Y estuve trabajando en ese horario por mucho tiempo. Un fin de semana me levanté muy temprano y una de mis hijas, que en ese tiempo tenía alrededor de 9 años se levantó y me preguntó: ¿Por qué te estás arreglando papá? A lo que yo le respondí que era porque tenía que ir a trabajar. Ella, en ese momento me dijo: ¿Por qué te tienes que ir, por qué no te quedas con nosotras? A lo que yo le respondí: tengo que ir a trabajar para ganar el dinero que necesitamos para comer, pagar la casa, pagar tus estudios y todo lo que tienes. Y ella me respondió: Sabes qué papá, yo no necesito todo eso, te necesito a ti. En ese momento, obviamente, se me hizo un nudo en la garganta, y supe que era Dios hablándome a través de ella, y después de reflexionar y hacer algunos cambios en el trabajo, cambié la distribución del tiempo que le dedicaba a mi familia, y puedo asegurarles, que de acuerdo con los dos pasajes de la Escritura que incluí arriba (Sal 127 y 128), el cambio valió la pena.



25 Ene 2012