Por la gracia de Dios.
POR LA GRACIA DE DIOS SOY LO QUE SOY (1 COR 15:10).
Antes de conocer a Cristo estábamos en una total bancarrota espiritual (Sal 3:10-12, Rom 3:10-12).
Después de recibir a Cristo, por nosotros mismos, seguimos en una total bancarrota espiritual.
La diferencia después de recibir a Cristo no la hacemos nosotros, ni es algo que dependa de nosotros; la diferencia es que la vida de Cristo se manifiesta a través de nosotros.
El es la vid, nosotros los pámpanos (Jn 15:1-10), separados de El nada podemos hacer.
Ya no vivimos nosotros, Cristo vive en nosotros (Gal 2:20).
Cristo en nosotros, la esperanza de gloria (Col 1:27).
Si estamos en Cristo somos nuevas criaturas (2 Cor 5:17) aún cuando nuestra alma necesite ser renovada, transformada.
Dios preparo de antemano las buenas obras para que anduviéramos en ellas (Efe 2:10).
El es el que pone el querer como el hacer (Fil 2:13) de tal manera que las buenas obras que hacemos no las hacemos por nosotros mismos sino porque El puso no solo el querer hacerlas sino el hacerlas realidad.
No depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia (Rom 9:16).
Nuestro problema es que después de recibir a Cristo vemos ciertos cambios "positivos" en nuestro estilo de vida y comenzamos a sentirnos muy bien en cuanto a nosotros; entonces estamos listos para "costearnos" nuestra vida cristiana:
"Costearnos" implica que aparece ya sea el legalismo o el egocentrismo de la carne o ambas, dando lugar a que crezca nuestra autoestima, y busquemos nuestra autorealización.
La cultura cristiana llena de legalismo humano o de egocentrismo y aferrada a la ley más que a Cristo (o el hermano del hijo pródigo –meritocracia—o el hijo pródigo –exigencia--).
Nuestras expectativas en cuanto a las bendiciones de Dios pasan a depender, no ya de la gracia de Dios sino de cuan bien parece que estamos viviendo la vida cristiana.
Pensamos que podemos y tenemos que pagarle a Dios o que Dios nos tiene que bendecir ("pagarnos")
Todo ello implica que aunque fuimos salvos por la gracia estamos viviendo nuestra vida cristiana y nuestra relación con el Señor por las obras.
Uno de los secretos mejor guardados hoy entre los cristianos es que Jesús lo pagó todo, absolutamente todo.
El no solo compro nuestro perdón en cuanto a los pecados y también nuestra entrada al cielo, sino que además, sin excepción alguna, compró toda bendición y toda respuesta positiva a nuestras oraciones:
Consumado es (Jn 19:30).
Por sus llagas fuimos curados (Isa 53:4-5).
Se hizo pobre para que fuésemos enriquecidos (2 Cor 8:9).
El castigo de nuestra paz fu sobre El (Isa 53:5).
Nos hizo co-herederos con El (Rom 8:17).
Bendecidos con toda bendición espiritual (Efe 1:3).
El verdadero meollo del asunto es que no creemos realmente que seguimos todavía en bancarrota y entonces la vida cristiana es vista como una combinación de buenas obras personales y de la gracia de Dios.
1 Corintios 15:9-11: Indigno y sin embargo, amado incondicionalmente.
Dios hace lo que hace por su gracia
Pablo, igual que cada uno de nosotros, como perseguidor de la Iglesia y como autor intelectual y material de la muerte de muchos cristianos de su tiempo, merecía la más severa de las condenas, pero en cambio, Dios le extendió su gracia.
Debía haber sido sometido a enormes sufrimientos por todo el dolor y angustias que había causado a otros, pero no fue así, porque Dios le mostró su gracia.
Somos lo que somos por la gracia de Dios
Si hay algo bueno en mi, no merezco mérito alguno; el mérito pertenece a la gracia.
En nuestra época, en que se enfatizan los logros personales (auto-estima y auto-realización), se recalca en exceso la importancia de lograr las cosas por s! mismo y construir el propio reino centrado en uno mismo, esta idea de dar todo el crédito a la gracia es un mensaje indispensable.
Igualmente, por la gracia de Dios, debemos permitirles a los demás ser lo que son.
La gracia no es simplemente algo para ser anunciado.
Debe ser demostrada, compartida, usada como base de la amistad y de toda relación perdurable.
Conclusiones:
Venimos al Reino de Dios por gracia.
Estamos siendo santificados por gracia.
Recibimos bendiciones tanto temporales como espirituales por gracia.
Somos motivados a la obediencia a Dios por gracia.
Somos llamados y capacitados para servir por gracia.
Recibimos fortaleza para soportar las pruebas por gracia.
Y por último, seremos glorificados por gracia.
Antes de conocer a Cristo estábamos en una total bancarrota espiritual (Sal 3:10-12, Rom 3:10-12).
Después de recibir a Cristo, por nosotros mismos, seguimos en una total bancarrota espiritual.
La diferencia después de recibir a Cristo no la hacemos nosotros, ni es algo que dependa de nosotros; la diferencia es que la vida de Cristo se manifiesta a través de nosotros.
El es la vid, nosotros los pámpanos (Jn 15:1-10), separados de El nada podemos hacer.
Ya no vivimos nosotros, Cristo vive en nosotros (Gal 2:20).
Cristo en nosotros, la esperanza de gloria (Col 1:27).
Si estamos en Cristo somos nuevas criaturas (2 Cor 5:17) aún cuando nuestra alma necesite ser renovada, transformada.
Dios preparo de antemano las buenas obras para que anduviéramos en ellas (Efe 2:10).
El es el que pone el querer como el hacer (Fil 2:13) de tal manera que las buenas obras que hacemos no las hacemos por nosotros mismos sino porque El puso no solo el querer hacerlas sino el hacerlas realidad.
No depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia (Rom 9:16).
Nuestro problema es que después de recibir a Cristo vemos ciertos cambios "positivos" en nuestro estilo de vida y comenzamos a sentirnos muy bien en cuanto a nosotros; entonces estamos listos para "costearnos" nuestra vida cristiana:
"Costearnos" implica que aparece ya sea el legalismo o el egocentrismo de la carne o ambas, dando lugar a que crezca nuestra autoestima, y busquemos nuestra autorealización.
La cultura cristiana llena de legalismo humano o de egocentrismo y aferrada a la ley más que a Cristo (o el hermano del hijo pródigo –meritocracia—o el hijo pródigo –exigencia--).
Nuestras expectativas en cuanto a las bendiciones de Dios pasan a depender, no ya de la gracia de Dios sino de cuan bien parece que estamos viviendo la vida cristiana.
Pensamos que podemos y tenemos que pagarle a Dios o que Dios nos tiene que bendecir ("pagarnos")
Todo ello implica que aunque fuimos salvos por la gracia estamos viviendo nuestra vida cristiana y nuestra relación con el Señor por las obras.
Uno de los secretos mejor guardados hoy entre los cristianos es que Jesús lo pagó todo, absolutamente todo.
El no solo compro nuestro perdón en cuanto a los pecados y también nuestra entrada al cielo, sino que además, sin excepción alguna, compró toda bendición y toda respuesta positiva a nuestras oraciones:
Consumado es (Jn 19:30).
Por sus llagas fuimos curados (Isa 53:4-5).
Se hizo pobre para que fuésemos enriquecidos (2 Cor 8:9).
El castigo de nuestra paz fu sobre El (Isa 53:5).
Nos hizo co-herederos con El (Rom 8:17).
Bendecidos con toda bendición espiritual (Efe 1:3).
El verdadero meollo del asunto es que no creemos realmente que seguimos todavía en bancarrota y entonces la vida cristiana es vista como una combinación de buenas obras personales y de la gracia de Dios.
1 Corintios 15:9-11: Indigno y sin embargo, amado incondicionalmente.
Dios hace lo que hace por su gracia
Pablo, igual que cada uno de nosotros, como perseguidor de la Iglesia y como autor intelectual y material de la muerte de muchos cristianos de su tiempo, merecía la más severa de las condenas, pero en cambio, Dios le extendió su gracia.
Debía haber sido sometido a enormes sufrimientos por todo el dolor y angustias que había causado a otros, pero no fue así, porque Dios le mostró su gracia.
Somos lo que somos por la gracia de Dios
Si hay algo bueno en mi, no merezco mérito alguno; el mérito pertenece a la gracia.
En nuestra época, en que se enfatizan los logros personales (auto-estima y auto-realización), se recalca en exceso la importancia de lograr las cosas por s! mismo y construir el propio reino centrado en uno mismo, esta idea de dar todo el crédito a la gracia es un mensaje indispensable.
Igualmente, por la gracia de Dios, debemos permitirles a los demás ser lo que son.
La gracia no es simplemente algo para ser anunciado.
Debe ser demostrada, compartida, usada como base de la amistad y de toda relación perdurable.
Conclusiones:
Venimos al Reino de Dios por gracia.
Estamos siendo santificados por gracia.
Recibimos bendiciones tanto temporales como espirituales por gracia.
Somos motivados a la obediencia a Dios por gracia.
Somos llamados y capacitados para servir por gracia.
Recibimos fortaleza para soportar las pruebas por gracia.
Y por último, seremos glorificados por gracia.
20
Abr
2012