Estudio Bíblico

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La necesidad de la visión de Dios para nosotros.




Introducción.
Dios nos conoció desde antes de la fundación del mundo (Efe 1:4) y concretó nuestro nacimiento en un momento determinado y en un lugar determinado (Hch 17:26) para que cumpliéramos sus propósitos (voluntad) (Efe 2:10), equipándonos con todo lo necesario para ello (Sal 139:13-16) Todo lo anterior es un indicativo claro de que Dios tiene una visión para nuestras vidas (Jer 29:11) que nosotros necesitamos conocer para caminar en ella a fin de alcanzar la plenitud de vida que Dios quiere que vivamos (Prov 29;18).
Para conocer la visión de Dios para cada uno de nosotros necesitamos conocer, en primer lugar, los propósitos generales de Dios para todos los seres humanos (de donde surge la visión para nosotros), y el diseño específico que Dios nos hizo para cumplir con esos propósitos, y por último, tener comunión con El para que El nos dé los detalles específicos de la visión (el qué, cómo, cuando, donde, con qué, con quiénes, para que, etc.) (Hab 2:2-4).



Los propósitos generales de Dios.
Ser salvos (recibir el perdón de nuestros pecados en Cristo y Su Señorío sobre todas las áreas de nuestra vida) (Mat 16:15-16).
Desarrollar nuestra relación con el Padre (la salvación solo es la puerta que nos lleva a un destino mejor, que es el conocimiento del Padre, Jn 14:6).
Adoración (vivir una vida centrada en Dios en todos los aspectos)(Jn 4:23)(Col 3:22-24).
Ser parte activa de la familia de Dios (comunión y participación) (1 Cor 12).
Mayordomía (administrar todo lo que somos, tenemos y podemos para la gloria de Dios) (1 Ped 4:10-11).
Que el carácter de Cristo sea formado en nosotros (fruto) (Rom 8:28-29)(Gal 5:22-23).
Evangelismo (Mat 16:15-18)(1 Tim 2:1-4) Hch 1:8)(2 Tim 4:5).
Discipulado (enseñarles a guardar lo que Dios les ha mandado) (Mat 28:18-20)(2 Tim 2:2).
Servicio (suplir las necesidades del prójimo) (Mar 10:42-45)(Fil 2:1-8)
Transformación (establecer el Reino de Dios en todo lo que hacemos y en donde estamos) (Mat 5:13-16)(Mat 13:33)(Rom 8:19-21)(Col 1:18-20).



El diseño específico de Dios para nosotros (Sal 139:13-16).
Dios nos conoció desde antes de la fundación del mundo (Efe 1:4) y Él nos creó con planes específicos para nuestro bien (Jer 29.11).
En primer lugar, Dios determinó en lugar y el tiempo de nuestro nacimiento (Hch 17:26).
En segundo lugar, Dios nos formó desde el vientre de nuestra madre (Sal 139:13-16, Sal 33.13-15) donde nos formó en las cuestiones más esenciales de nuestro ser (temperamento, habilidades, capacidades, gustos, inclinaciones, etc.) y determinó los aspectos más relevantes de nuestra historia para que todas esas cosas fueran desarrolladas a través de nuestras experiencias de vida (trabajo, familia, estudios, circunstancias, etc.).
Es decir, que Dios determinó todo un diseño específico para cada uno de nosotros para que pudiéramos cumplir Sus propósitos sin ningún inconveniente. Por ello, a algunos, Dios los estableció para cumplir esos propósitos en el campo de la educación, de los negocios, del arte, del trabajo en casa, en fin, dentro del trabajo cotidiano de cada uno, porque la Iglesia no es el único lugar del cumplimiento de los propósitos de Dios (Col 1:18-20, 2 Cor 5:17-20), sino solo uno de los lugares posibles. La Iglesia en el propósito de Dios es el lugar donde somos entrenados para cumplir esos propósitos fuera del ámbito físico de ella.
No todos los vamos a cumplir de la misma manera, sino de acuerdo al diseño específico con que El nos bendijo para bendecir a un grupo de personas específicas (Hch 17.26), porque al cumplir cada uno de nosotros Sus propósitos vamos a bendecir a las personas a nuestro alrededor.
Sin importar nuestra edad ni experiencia, nuestro propósito aún no se ha cumplido completamente; estamos en el proceso de desarrollarlos y cumplirnos, pero no hemos concluido con el cumplimiento de ellos. No hemos llegado aún a lo mejor (Prov 4:18).
Nosotros, los seres humanos, nos fuimos diseñados para estancarnos, sino para desarrollarnos, para progresar (Gen 1:28, Gen 2:15). No fuimos diseñados para la pobreza, la limitación ni la escasez, sino para el desarrollo, para el progreso constante (Deut 28.1-14).



La visión.
Prov 29:18 nos enseña que sin una visión que seguir, sin una dirección a seguir, perecemos, nos desenfrenamos, nos perdemos. Si no tenemos una visión, no vamos a alcanzar la vida plena que Dios tiene para nosotros.
La visión es el propósito de Dios para nuestras vidas que incluye el cómo, el donde, el cuando, el con quienes. El con qué, etc., vamos a cumplir con sus propósitos generales. Las especificaciones de la forma en que Dios me llamó a cumplir Sus diez propósitos generales.
La mayoría de nosotros no tenemos esa visión, vivimos nuestras vidas empujados, no por una visión, sino por las circunstancias diarias de nuestra vida. Cada mañana nos levantamos a vivir el día esperando “ a ver que sale” o “a ver que sucede”. No tenemos una dirección, un rumbo específico, y ello nos hace movernos de un camino a otro, ser inconstantes, y ello nos lleva a ser personas, como dice la Biblia, de doble ánimo, y quienes son así no pueden esperar recibir nada del Señor (Sant 1:6-8).
Evidencia de ello es que el lunes por la mañana muchas personas tienen dificultades de iniciar el día, o lo inician con desánimo porque es el principio de una semana laboral; el miércoles ya están un poco más aliviadas porque ya van por el “ombligo de la semana” y el viernes están más que contentas porque ya es el fin de la semana, como si el objetivo de sus vidas fuera solo llegar al tiempo del descanso o la diversión, y el trabajo solo fuera una actividad para recibir un cheque a fin de semana, quincena o mes, sin entender que el trabajo que hacemos cada día, al igual que todas las circunstancias de nuestra vida, son parte del diseño de Dios para llevarnos a desarrollar todo aquello que necesitamos para alcanzar el cumplimiento de sus propósitos y la plenitud de vida que El tiene para nosotros (Rom 8:28), siendo el trabajo mismo uno de sus propósitos para nosotros (Gen 2:15, Gen 1.28). De esa forma, nuestra vida se va convirtiendo en una rutina que nos lleva al conformismo, la mediocridad, el acomodamiento, etc., en algunas o todas las áreas de nuestra vida, hasta que llega a convertirse en desesperanza y/o caos, y en un campo minado a cada paso, y los fracasos, en lugar de ser momentos de aprendizaje se convierten en monumentos que sepultan nuestras esperanzas y nuestras aspiraciones.
Esa es precisamente la consecuencia de la falta de visión que menciona Prov 29:18.



Enfocarnos en desarrollar lo que somos.
Toda nuestra vida pasada y presente es un indicador de aquello para lo que fuimos diseñados por Dios. Las circunstancias de nuestras vidas, los estudios, los trabajos, las pasiones, los éxitos y los fracasos, etc.
Por ejemplo, los fracasos nos enseñan para que no fuimos diseñados en tanto que los éxitos nos enseñan para que fuimos desarrollados (Rom 8:28-29). La paradoja, y el engaño del enemigo para muchas personas es que se pasan la vida tratando de desarrollar lo que no tienen (para lo que no fueron diseñadas) y no desarrollan lo que si tienen (que es para lo que si fueron diseñadas). Se pasan la vida tratando de ser lo que no son, en lugar de desarrollar lo que ya son.
Y esa confusión está diseñada en el fondo del infierno, por el enemigo de nuestras almas, para robarnos, matarnos y destruirnos (Jn 10.10) el caminar en el propósito de Dios y por ende, en la vida abundante que le acompaña. Cuando caminamos en el diseño de Dios caminamos en plenitud de vida, y esa plenitud de vida atrae todas las bendiciones que necesitamos.
La vida está diseñada para desarrollar aquello que ya somos, aquello para lo que fuimos creados. Miremos los ejemplos que de ello nos puede dar la naturaleza. Un pez no trata de ser vaca, ni trata de volar. El pez sabe que es pez y que fue diseñado para nadar, y es feliz nadando y desarrollando todas sus actividades en el agua. Un árbol de naranja no trata de ser manzano, ¿por qué? Porque fue diseñado para ser naranjal y producir naranjas.
Por ello, necesitamos encontrar para que fuimos diseñados por Dios, cuales son nuestras habilidades y capacidades que Dios nos dio, para vivir en ese diseño y vivir de conformidad con ello. Al respecto, la Palabra nos enseña en Jue 9:8-15: “Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.”



La necesidad de encontrar la visión de Dios para nuestra vida.
Encontrar nuestro diseño no es difícil, no está en el cielo ni debajo de la tierra. Ya está en nuestro corazón y solo necesitamos desarrollar nuestra comunión con Dios y preguntarle que nos dirija a ver las evidencias en nuestra vida respecto a Su diseño y cuál es la visión de El para nosotros, y El nos la va a dar, porque El quiere nuestro bien y no es Dios de confusión sino de orden (1 Cor 14.33). En nuestra vida es Su diseño y Su visión la que importa, no nuestros propios planes porque según Isa 46:9-11: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré.”
Es el consejo de Dios el que permanece, Su Plan, no los nuestros (Prov 19:21). Muchos pueden ser nuestros pensamientos y nuestros planes, pero solo los pensamientos y los planes de Dios para nosotros son los que permanecen. Por ello es necesario que busquemos y sigamos los planes de Dios para nosotros y no los nuestros, porque esos planes son los planes para nuestro bien y para nuestro futuro (Jer 29.11).
Muchos de nuestros planes son hechos en función de obtener dinero, ventajas materiales, comodidad, seguridad, etc. Pero la vida no se trata de ello, se trata de plenitud de vida (y ella incluye lo otro) y la plenitud de vida solo la vamos a alcanzar viviendo en el plan de Dios para nosotros.
No importa nuestra edad, porque para Dios la edad no es una limitación. Siempre podemos comenzar por buscar la visión y reencauzar nuestra vida para cumplir con ella. Moisés fue llamado por Dios a los 80 años, y a esa edad terminó la etapa de su preparación para iniciar la etapa del cumplimiento del propósito de Dios para su vida. Aún cuando nuestra vida ya haya avanzado un buen trecho, ahora es el día de empezar si hemos estado viviendo sin una visión clara. Hoy es el tiempo que Dios quiere reafirmar sus propósitos para nosotros. Como nos enseña la Palabra, Él cambia los tiempos y da nuevas oportunidades (Dan 2:21).
Osea 4:6: perecemos por falta del conocimiento de la visión de Dios para nosotros, no alcanzamos la vida abundante por causa del desconocimiento de los propósitos para los cuales El nos creo. Por ello necesitamos conocer Su voluntad específica para nuestras vidas (Mat 7:21). No solo se trata de ser salvos sino de hacer Su voluntad en todas las cosas de nuestra vida. No es difícil. Tenemos al Espíritu Santo para que nos guíe a encontrar ese propósito (Jn 16:13), pero necesitamos tener comunión con El.
Si verdaderamente queremos, anhelamos, conocer el propósito de Dios para nosotros y Su visión para nuestra vida, Dios nos va a hablar, no nos va a dejar a la deriva, no nos va a dejar sin el conocimiento de Su voluntad porque El es un Dios de orden (1 Cor 14:33). El nos va a dar la dirección si la anhelamos sin importar las condiciones particulares de nuestra vida pasada. El tiene un propósito firme para nuestra vida que no cambia de acuerdo a nuestras circunstancias. Su propósito de ayer es el mismo de hoy y el mismo de mañana. Lo único que cambia es que nuestra percepción de ellos se va ensanchando (Isa 54:2-3).
Hab 2:2-3. Necesitamos escribir la visión de Dios para nosotros, para que todo aquel que la lea, comenzando con nosotros, la siga. El primero que la tiene que escribir soy yo a partir del conocimiento de los diez propósitos generales y del diseño específico de Dios para nosotros. Aunque la visión tarde, se cumplirá, sin duda llegará, no tardará. La visión de Dios siempre se va a cumplir aunque requiera esfuerzo, y la visión siginifica plenitud de vida, vida abundante, gozo, paz, abundancia.
Efe 1:4. Necesitamos saber, sin lugar a dudas, que no fuimos lanzados por Dios a la vida como un accidente o para ver que resultaba, sino como parte de un plan específico que El diseñó desde antes de la fundación del mundo para nuestro bien (Jer 29:11), para nuestra bendición y crecimiento (Prov 4:18), para que tuviéramos plenitud de vida (Deut 28:1-14). Cuando fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre, solo uno de los cuatro millones de espermatozoides que podían fecundar el óvulo lo logro. Y ese fue el que nos dio origen, porque fue Dios quién nos escogió. No tenemos derecho a arruinar el plan de Dios ni para oponernos a él. Somos especiales porque Dios nos escogió y pagó el precio para que fuéramos salvos y pudiéramos vivir en Sus propósitos para tener vida plena. Estamos diseñados, no para cualquier cosa, sino para cosas específicas que el diseñó de antemano para que anduviéramos en ellas (Efe 2:10), para el diseño perfecto de Dios. No tenemos que ser perfectos en todo, solo desarrollar aquello que Dios nos diseñó para ser, esforzarnos para ser lo que Dios nos diseño, no para lo que Dios no nos diseñó.



El ejemplo de Nehemías (Neh 1:1-11).
Nehemías estaba a 1600 kms de Jerusalen. No la conocía, ni había vivido nunca en ella. Pero a pesar de la distancia, de haber nacido en un lugar tan lejano, Dios preparó todo para que Él fuera el reconstructor de sus muros. Nació en una familia judía en Persia, que le enseñó la Palabra de Dios y el amor a Dios y a Jerusalén. A cierta altura de su vida, recibe una noticia acerca del problema de Jerusalén que estaba sin muros y a merced de las bandas de ladrones y saqueadores que merodeaban por las ciudades buscando la oportunidad para cometer sus fechorías. Y esa noticia impacta su corazón y es movido a orar y ayunar por la solución del problema, oportunidad que Dios aprovecha para poner en su corazón Su diseño para El de reconstruir los muros.
Y a pesar de muchos imposibles que parecían haber en la vida de Nehemías (su trabajo, la posición social, la carencia de experiencia en la construcción, la carencia de materiales para la reconstrucción, el trabajar para el mismo rey que podía dar la autorización para reconstruir los muros, etc.), Dios superó esos imposibles y lo hizo posible.
Y porque Nehemías siguió la visión de Dios aparece en la Biblia y el libro que habla de él es un libro necesario para el estudio del liderazgo y la administración en el Cuerpo de Cristo.
Porque siguió la visión de Dios es conocido en todas las generaciones.



El ejemplo de Isaías (Isa 6:1-8)
Al principio Isaías dice que por ser inmundo y parte de un pueblo inmundo, es inútil.
Pero la presencia de Dios lo santificó e inmediatamente Dios le preguntó si iría por El a donde El lo enviara.
Y por haber sido santificado y amado por Dios Isaías respondió que él iría, y Dios inmediatamente le dio una visión, y lo equipó para cumplir esa visión.



El ejemplo de Jeremías (Isa 1:4-10).
Dios diseñó y conoció a Jeremías desde el vientre de su madre para una misión específica.
A pesar de la excusa de Jeremías de que era muy joven, Dios le dijo que esa no era una excusa. Que él iría a donde Dios le mandara y El le equiparía con las palabras que habría de decir. No dependía de él, sino de Dios.



Conclusión.
Dios diseñó Su propósito para nosotros y El va a hacer todo para que lo cumplamos. Si Dios invita, El paga. Si Dios nos invitó a cumplir una visión y un propósito y Dios diseñó nuestra vida para algo, El lo va a hacer. El no nos diseñó para fallar, para fracasar, para la conformidad, para la mediocridad. El tiene la habilidad para llevarnos al cumplimiento de ella. Lo único que necesitamos es decirle “Heme aquí”.











18 Jun 2012