Módulo 220. Señales de la apostasía.
LA APOSTASÍA QUE SE MANIFESTARÁ EN LOS TIEMPOS DEL FIN,
ANTES DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO (1ª. Parte).
INTRODUCCIÓN.
Lo más valioso que un ser humano puede obtener en la vida es el regalo del conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo:
Jn 17:3: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado".
Fil 3:7-8: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
El conocimiento de Dios y de Cristo nos provee en esta vida de un estado de bienestar general (Luc 4:18-19, Sal 1:2-3, Jos 1:8, Deut 28.1-14, 3 Jn 2, Mat 6:33) en todos los aspectos (personal, familiar, laboral, social, ciudadano, eclesiástico), y en la otra vida, vida eterna y plenitud en los cielos nuevos y tierra nueva, en la Nueva Jerusalén (Apo 21.1-2), donde ya no habrá más muerte, ni más llanto, ni clamor, ni dolor (Apo 21:4) y heredaremos todas las cosas (Apo 21:7)
Sin embargo, el diablo, a través de sus ministros (los demonios) y sus aliados que son los enemigos externos y los internos del cristianismo y de la Iglesia verdadera de Cristo, siempre ha tratado por todos los medios de evitar, nublar, y privar a los seres humanos de ese regalo y tesoro, y no cesará en su esfuerzo hasta su derrota total en el final de los tiempos. Ello lo hace de varias maneras: violencia, tiranía, ignorancia, superstición, mentira, ideologías humanas, falsas doctrinas, etc.
En cuanto a los enemigos internos (o domésticos), la historia bíblica desde el principio nos da ejemplos de esas maquinaciones del diablo y de su relativo éxito.
En el Antiguo Testamento.
Caín mató a su propio hermano Abel porque sus obras eran malos en tanto que las de su hermano buenas (Gen 4.1-8).
Esaú pensaba hacer lo mismo con su hermano Jacob porque había recibido la bendición de su padre (Gen 27:41).
Saúl persiguió a David, porque Dios lo había desechado por sus malas obras, en tanto que había escogido a David por ser un varón conforme a Su corazón (1 Sam 16:1-13).
Muchos reyes del pueblo de Israel, dejando la ley y los mandamientos de Dios, condujeron al pueblo, en diversas épocas, a la idolatría y a la desobediencia generalizada de la ley de Dios, incluso matando a los profetas de Dios que se les oponían en su intento, y que Dios había enviado para hacer volver al pueblo hacia El (1 Rey 11:6 y 33, 1 Rey 12:28-33, 2 Rey 3:1-3, etc.).
Falsos profetas y sacerdotes también se pusieron al servicio de los reyes, y conspiraron con estos, para desviar al pueblo del cumplimiento de la verdadera adoración a Dios y del cumplimiento de Su ley (Jer 14:11-18, Jer 27:15, Jer 29:9, Jer 29:21, etc.).
En los tiempos de Jesús.
A los suyos vino y los suyos no le recibieron (Jn 1:11).
Los mayores y más maliciosos adversarios que Jesús tuvo fueron los religiosos que se suponía eran los defensores de la verdadera fe: el Sumo Sacerdote, el Sanedrín (senado de Jerusalén), los fariseos, los escribas y los saduceos, que eran los líderes religiosos de su época (Mat 16:1, Mar 8:11, Mar 10:2, Luc 11:16, Mar 14:1-2, etc.).
Judas, que fue uno de sus discípulos, lo entregó a ellos para que lo crucificaran (Mat 26:14-16).
La dureza, necedad y obstinación de los líderes religiosos de su época fue tanto, que a pesar de todos los milagros que acontecieron en la muerte y resurrección de Cristo (no digamos los que sucedieron antes de su muerte), no dejaron de perseguir a los apóstoles y discípulos, procurando impedirles por todos los medios a su alcance el avance del Evangelio de Dios (Hch 4:10-20, Hch 5:17-33, etc.).
La Palabra de Dios, con respecto a los últimos tiempos, que cada vez están mas cercanos, nos advierte:
Que muchos falsos ministros vendrán en Su Nombre, se levantarán y engañarán a muchos, y por haberse multiplicado la maldad (Mat 24.11-12) el amor de muchos se enfriará como les sucedió a los de la Iglesia de Efeso (Apo 2:4-5) y si no se arrepienten se perderán.
Que a la venida del Señor le precederá una apostasía muy grande dentro de su Iglesia, causada por el hombre de pecado, el hijo de perdición (2 Tes 2:3), el cual se levantará contra todo lo que se llama Dios (2 Tes 2:4).
Que en los postreros tiempos, debido a ello, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios (1 Tim 4:1)
Que en los postreros días vendrán tiempos peligros porque habrá hombres amadores de sí, avaros, vanagloriosos, soberbios, maldicientes, que teniendo apariencia de piedad, por sus hechos negarán la eficacia de ella (2 Tim 3:1-5).
Que vendrán tiempos cuando las personas no sufrirán la sana doctrina (no querrán pagar el precio de la renuncia y negación de sí mismos que ella implica) sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán alrededor de falsos maestros que les hablarán conforme a sus concupiscencias (pasiones, deseos, metas y propósitos carnales), apartándolos de la verdad (2 Tim 4:3-4).
Que habrá falsos doctores que introducirán encubiertamente sectas de perdición y negarán al Señor que los rescató, haciendo avaricia (aprovechándose de muchas maneras) de los ingenuos con palabras fingidas (2 Ped 2:1-3).
Como podemos ver en todo lo anterior, muchos creyentes verdaderos en Cristo, dentro de los cuales podríamos estar incluidos nosotros, o los cercanos a nosotros, serán engañados por estas cosas, enfriándose el amor de muchos, apostatando, desviándose o apartándose de la verdad otros. Y el problema vendrá de adentro no de afuera, por lo que cualquiera de nosotros puede caer víctima de ello en alguna forma. Por eso necesitamos estar atentos a cuanto oímos y enseñamos y a los verdaderos motivos en nuestro corazón para seguir en pos de Cristo.
ANTES DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO (1ª. Parte).
INTRODUCCIÓN.
Lo más valioso que un ser humano puede obtener en la vida es el regalo del conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo:
Jn 17:3: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado".
Fil 3:7-8: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
El conocimiento de Dios y de Cristo nos provee en esta vida de un estado de bienestar general (Luc 4:18-19, Sal 1:2-3, Jos 1:8, Deut 28.1-14, 3 Jn 2, Mat 6:33) en todos los aspectos (personal, familiar, laboral, social, ciudadano, eclesiástico), y en la otra vida, vida eterna y plenitud en los cielos nuevos y tierra nueva, en la Nueva Jerusalén (Apo 21.1-2), donde ya no habrá más muerte, ni más llanto, ni clamor, ni dolor (Apo 21:4) y heredaremos todas las cosas (Apo 21:7)
Sin embargo, el diablo, a través de sus ministros (los demonios) y sus aliados que son los enemigos externos y los internos del cristianismo y de la Iglesia verdadera de Cristo, siempre ha tratado por todos los medios de evitar, nublar, y privar a los seres humanos de ese regalo y tesoro, y no cesará en su esfuerzo hasta su derrota total en el final de los tiempos. Ello lo hace de varias maneras: violencia, tiranía, ignorancia, superstición, mentira, ideologías humanas, falsas doctrinas, etc.
En cuanto a los enemigos internos (o domésticos), la historia bíblica desde el principio nos da ejemplos de esas maquinaciones del diablo y de su relativo éxito.
En el Antiguo Testamento.
Caín mató a su propio hermano Abel porque sus obras eran malos en tanto que las de su hermano buenas (Gen 4.1-8).
Esaú pensaba hacer lo mismo con su hermano Jacob porque había recibido la bendición de su padre (Gen 27:41).
Saúl persiguió a David, porque Dios lo había desechado por sus malas obras, en tanto que había escogido a David por ser un varón conforme a Su corazón (1 Sam 16:1-13).
Muchos reyes del pueblo de Israel, dejando la ley y los mandamientos de Dios, condujeron al pueblo, en diversas épocas, a la idolatría y a la desobediencia generalizada de la ley de Dios, incluso matando a los profetas de Dios que se les oponían en su intento, y que Dios había enviado para hacer volver al pueblo hacia El (1 Rey 11:6 y 33, 1 Rey 12:28-33, 2 Rey 3:1-3, etc.).
Falsos profetas y sacerdotes también se pusieron al servicio de los reyes, y conspiraron con estos, para desviar al pueblo del cumplimiento de la verdadera adoración a Dios y del cumplimiento de Su ley (Jer 14:11-18, Jer 27:15, Jer 29:9, Jer 29:21, etc.).
En los tiempos de Jesús.
A los suyos vino y los suyos no le recibieron (Jn 1:11).
Los mayores y más maliciosos adversarios que Jesús tuvo fueron los religiosos que se suponía eran los defensores de la verdadera fe: el Sumo Sacerdote, el Sanedrín (senado de Jerusalén), los fariseos, los escribas y los saduceos, que eran los líderes religiosos de su época (Mat 16:1, Mar 8:11, Mar 10:2, Luc 11:16, Mar 14:1-2, etc.).
Judas, que fue uno de sus discípulos, lo entregó a ellos para que lo crucificaran (Mat 26:14-16).
La dureza, necedad y obstinación de los líderes religiosos de su época fue tanto, que a pesar de todos los milagros que acontecieron en la muerte y resurrección de Cristo (no digamos los que sucedieron antes de su muerte), no dejaron de perseguir a los apóstoles y discípulos, procurando impedirles por todos los medios a su alcance el avance del Evangelio de Dios (Hch 4:10-20, Hch 5:17-33, etc.).
La Palabra de Dios, con respecto a los últimos tiempos, que cada vez están mas cercanos, nos advierte:
Que muchos falsos ministros vendrán en Su Nombre, se levantarán y engañarán a muchos, y por haberse multiplicado la maldad (Mat 24.11-12) el amor de muchos se enfriará como les sucedió a los de la Iglesia de Efeso (Apo 2:4-5) y si no se arrepienten se perderán.
Que a la venida del Señor le precederá una apostasía muy grande dentro de su Iglesia, causada por el hombre de pecado, el hijo de perdición (2 Tes 2:3), el cual se levantará contra todo lo que se llama Dios (2 Tes 2:4).
Que en los postreros tiempos, debido a ello, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios (1 Tim 4:1)
Que en los postreros días vendrán tiempos peligros porque habrá hombres amadores de sí, avaros, vanagloriosos, soberbios, maldicientes, que teniendo apariencia de piedad, por sus hechos negarán la eficacia de ella (2 Tim 3:1-5).
Que vendrán tiempos cuando las personas no sufrirán la sana doctrina (no querrán pagar el precio de la renuncia y negación de sí mismos que ella implica) sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán alrededor de falsos maestros que les hablarán conforme a sus concupiscencias (pasiones, deseos, metas y propósitos carnales), apartándolos de la verdad (2 Tim 4:3-4).
Que habrá falsos doctores que introducirán encubiertamente sectas de perdición y negarán al Señor que los rescató, haciendo avaricia (aprovechándose de muchas maneras) de los ingenuos con palabras fingidas (2 Ped 2:1-3).
Como podemos ver en todo lo anterior, muchos creyentes verdaderos en Cristo, dentro de los cuales podríamos estar incluidos nosotros, o los cercanos a nosotros, serán engañados por estas cosas, enfriándose el amor de muchos, apostatando, desviándose o apartándose de la verdad otros. Y el problema vendrá de adentro no de afuera, por lo que cualquiera de nosotros puede caer víctima de ello en alguna forma. Por eso necesitamos estar atentos a cuanto oímos y enseñamos y a los verdaderos motivos en nuestro corazón para seguir en pos de Cristo.
29
Jun
2012