Estudio Bíblico

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Módulo 216. El libro de Nehemías y la administración ministerial.



TEMA No. 6.

LA VIDA PERSONAL DEL MINISTRO (3).



NEH 8:6. Bendición, rendición, humillación y adoración.

El primer resultado de escuchar la Palabra de Dios es la necesidad de bendecir al Señor porque El es bueno y Su misericordia es para siempre hacia nosotros.
• De reconocer y agradecer todas Sus obras que ha hecho por nosotros cuando nosotros no lo merecíamos.
• De reconocer que El ha estado con nosotros y por nosotros aún cuando nosotros no hemos estado con El y para El. De reconocer que El ha permanecido fiel a nosotros aún cuando nosotros hemos sido infieles para con El.

Y esa necesidad de bendecirlo deriva del hecho de que la Palabra alumbra nuestros ojos para que nos demos cuenta de nuestra condición delante de El (alzando sus manos), Alto, Grande, Sublime, Santo, de que somos nada delante de El y que El es todo, y entonces, experimentamos un sentimiento de rendición, humillación y adoración al Señor (Neh 8:6).
• Rendición y humillación porque reconocemos Su posición, majestuosidad, grandeza y santidad. Y cuando somos conscientes de ello, no hay ninguna posibilidad para el orgullo, la soberbia, la autovaloración, la vanidad, los méritos propios, etc. Como dijo el profeta Isaías cuando contempló en visión la grandiosidad de Dios: "hay de mí que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, mis ojos han visto al Rey, Jehová de los ejércitos" (Isa 6:5).
• Adoración porque reconocemos Quién es El: Dios, Padre, Salvador, Sanador, Restaurador, Libertador, Roca, Fortaleza, Escudo, Proveedor, etc.



NEH 8:8. Entendimiento de la Palabra.

Siete veces en este pasaje se menciona le entendimiento como una cualidad necesaria para escuchar la Palabra (Neh 8:2, 8:3, 8:7, 8:8, 8:9, 8:12, 8:13).
• El número siete es el número que significa que algo o todo está completo.
• Para que la Palabra haga su obra completa en nosotros necesitamos, además de la atención, el entendimiento de ella.

Y como nos lo explica Neh 8:7, el entendimiento consiste en darle el sentido correcto a las palabras. Otros significados de entender son, ocuparse en:
• Conocer, comprender, obtener idea clara de las cosas.
• Saber con perfección algo, penetrar profundamente, tener amplio conocimiento y experiencia.
• Discurrir, inferir, deducir, pensar, juzgar.
• Concebir las cosas, compararlas, juzgarlas, inducir y deducir otras de las que ya se conocen.
• Creer,

El entendimiento, en este contexto consiste, entonces, en tomar la Palabra que se ha escuchado atentamente, conocerla y comprenderla profundamente para obtener una idea clara de ella y lo que implica, pensando, juzgando nuestra vida a la luz de ella, comparándola con lo que hacemos y decimos, para deducir las formas concretas en que necesitamos aplicarla en nuestra vida de tal manera que nuestro creer en ella no sea un creer teórico, sino práctico, que se manifieste en hechos concretos.
• Por ello la Palabra nos enseña a tener en ella nuestra delicia, para meditar en ella de día y de noche, de tal manera que todo lo que hagamos (aplicándola) nos salga bien (Sal 1.1-3).
• Por otro lado Heb 4.2, nos enseña que a los que oyeron la Palabra no les aprovechó porque ese oír no fué acompañado de fe (atención, entendimiento, meditación y aplicación).
• Pablo instruye a Timoteo de considerar lo que él le está enseñando y que le pida al Señor el entendimiento de ello para que obtenga los frutos que de ello se esperan (2 Tim 2:7). Lo que le invita a considerar es la necesidad que tiene de esforzarse en la gracia de Dios como un soldado, un atleta y un labrador, de tal manera que lo que ha oído lo pueda enseñar a otros para que estos a su vez lo enseñen a otros (2 Tim 2:1-6), lo que reafirma la necesidad de ser esforzados en el entendimiento pleno de la Palabra.

Por el otro lado, esto también nos habla de la necesidad que tienen los predicadores de poner claridad en el sentido de las palabras cuando están predicándo la Palabra de Dios.
• La predicación se trata, entonces, no de dar información a las personas, sino de ayudarlas a conocer, comprender y obtener una idea clara de la Palabra, para que la conozcan profundamente, ayudándolas a pensar, juzgar e inferir sus aplicaciones prácticas en la vida.
• En otras palabras, ayudarlas en el proceso para que la Palabra cumpla su objetivo de enseñarles, redargüirles, corregirles e instruírles, para que sean perfectos, enteramente preparados para toda buena obra (2 Tim 3:16-17). La Palabra de Dios no es para informar, emocionar, ni motivar. Es para formar (Mat 28.18-20, Efe 4:11-16).
• La evaluación de la efectividad de la predicación de la Palabra, entonces, no está en cuantos la oyen ni en cuanto aplauden, ni en cuanto se emocionan, sino en cuanto son trasformados los oyentes, en cuanto sus vidas se van conformando a la estatura del varón perfecto, a la medida de la plenitud de Cristo, y ello no es un asunto de un día, sino de un proceso.



NEH 8:9. La Palabra de Dios y la santidad.

Otro de los resultados esperados de la Palabra en nuestra vida es la santidad. De hecho, el crecimiento en santidad debería ser la medida del fruto que la Palabra está produciendo en nosotros.
• En última instancia no se trata de cuanta Palabra de Dios escuchamos o sabemos, sino de cuanta estamos aplicando en nuestra vida, de cuanta está dando fruto.
• Jesús claramente estableció este principio: por sus frutos los conoceréis (Mat 7.16, Mat 7.20). No por su conocimiento (como los escribas); no por su apariencia externa (como los fariseos), no por su desenvolvimiento ministerial (Mat 7:21-23), sino por su obediencia a la Palabra, a la voluntad de Dios.

La santidad es necesaria para poder ver al Señor (Heb 12:14), para poder estar en Su presencia y experimentar la plenitud de gozo (Sal 16:11), para gozar de su protección (Sal 91), y la santidad está ligada a la obediencia de la Palabra (1 Ped 1.13-16).

La Palabra debe santificarnos (Jn 15:3, Jn 17.17). Si la Palabra no lo está haciendo, si no está aumentando nuestra vida en santidad (Prov 4:18), es un signo de que no estamos teniendo la actitud adecuada hacia ella (atención, entendimiento, meditación, aplicación, obediencia, etc.) y que algo necesitamos cambiar para que lo haga.

Ello también es la medida de la efectividad de la predicación.
• Si la predicación no está santificando a las personas, acercándolas más a Dios, motivándolas más para servir a Dios, rindiéndolas más delante de Dios, creciendo en el carácter de Cristo, sometiéndolas a Su voluntad, entonces la predicación no está siendo efectiva, necesita ser examinada, evaluada, cambiada, transformada, de tal manera que produzca los frutos que se esperan de ella.
• La efectividad de la predicación no se mide por cuantos la escucharon, por cuantos se emocionaron, por cuantos se emocionaron (todas esas cosas son temporales), sino por cuantos fueron transformados por ella (eso es un fruto eterno).



NEH 8:10. La santidad y el gozo.

La santidad no significa "andar casi en el aire"; ser super, hiper, macro, mega, supra místico; poner caras largas y de sufrimiento; vivir en el desierto, la soledad, el aislamiento, las carencias, las limitaciones; auto-flagelación; etc.
• Estas son apariencias de piedad, pero no piedad efectiva; son imitaciones falsas de la santidad.
• La santidad no es una actitud interna, afectada, sino una actitud interna, privada, de consagración, dedicación, rendición y adoración a Dios.
• Es una actitud de cumplimiento en lo secreto, no de anunció en público (Mat 6:1-8, Mat 6:16-18).
• No es una actitud de sufrimiento, sino una vida de gozo, de satisfacción, de plenitud.

La santidad es caminar en la obediencia a la Palabra de Dios y ello produce gozo, alegría, generosidad, satisfacción, plenitud, etc.
• Como resultado del día santo, experimentaremos el gozo del Señor que es nuestra fuera (Neh 8:10).
• "Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón" (Jer 15:16).
• "Sin santidad nadie verá (estará en Su presencia) al Señor" (Heb 12:14); y en la presencia del Señor hay plenitud de gozo y delicias a su diestra para siempre (Sal 16:11).

La santidad no excluye el gozo (y la alegría, que es un sub-producto de él), más bien lo produce.
• El gozo es el resultado de la vida, y la vida es resultado de la obediencia a la Palabra de Dios, que es lo mismo que santidad (Deut 30.19-20, Deut 28.1-14). Por lo tanto, en la santidad hay plenitud de vida (Jn 10.10) y gozo.
• En la muerte no hay gozo, y la muerte es el resultado del pecado. Por lo tanto, el pecado produce muerte y falta de gozo (tristeza que puede ser para arrepentimiento o por remordimiento, 2 Cor 7.10).

La vida de santidad es una vida natural, normal, pero en obediencia a la Palabra de Dios, es hacer lo mismo que hacemos todos los días, pero cumpliendo la voluntad de Dios, la Palabra de Dios, en todo lo que hacemos (Col 3:22.24, 1 Ped 1.13-16).
• Como resultado de la santificación, el pueblo se fue a comer y a beber y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido (Neh 8:12).
• El cumplimiento de la Palabra de Dios, el volverse a ella en obediencia, produjo en ellos una alegría muy grande (Neh 8.17).



NEH 8:14. Extranjeros y peregrinos.

Esto no significa necesariamente que no hubieran celebrado la fiesta, sino que posiblemente lo que había sucedido era que no había sido observada en su plena significación, que era doble:
• El gozo y agradecimiento a Dios por haberse completado toda la cosecha (Lev 23:43, Exo 34:22).
• Conmemorar la liberación de Egipto y el cuidado que tuvo Dios de Israel en el desierto (Lev 23:43).
El énfasis en este pasaje está en el hecho de que habitaran en tabernáculos, lo que podría ser un indicativo de que aún cuando hubieran celebrado la fiesta, esta hubiera sido celebrada sólo como festival con motivo de la cosecha.
El aspecto relativo a los tabernáculos, que era un recordatorio de la peregrinación en el desierto, y de que no tenían un lugar fijo donde vivir, porque eran extranjeros (Exo 22:21, 23:29) y peregrinos, ahora adquiría un significado especial para los que habían estado exilados.
Esta fiesta también era un recordatorio de que todo lo que ellos tenían y poseían era un regalo de Dios (Lev 25:23), y que delante de Dios eran forasteros y extranjeros. Igualmente nosotros, los creyentes neotestamentarios debemos recordar que somos extranjeros y peregrinos en este mundo (Heb 11:13, 1 Ped 2:11), que nuestra ciudadanía está en los cielos (Fil 3:20), que vivimos esperando la segunda venida de nuestro Señor y Salvador (2 Tim 4:8), que nuestra función en la tierra es ser Sus embajadores (2 Cor 5:20) para reconciliar a este mundo total (personas, actividades, relaciones, sistemas, estructuras, etc.) con Dios (2 Cor 5:18), que todo lo que podemos, somos y tenemos nos ha sido dado por el Señor (Jn 15:5, Jn 3:27), y que somos mayordomos de todo ello para Su gloria (Col 3.22-24, 1 Ped 4.10).



NEH 9:1. Los pecados más constantes.

Los pecados más constantes de Israel a lo largo de su historia, y en este momento no es la excepción, fueron:
• No guardar el día de reposo que era el tiempo diseñado por Dios para re-crear, fortalecer, afirmar, etc., la relación de Su pueblo con El, dedicándolo a sus actividades regulares, con lo cual, por un lado, eran atraídos al mundo, y por el otro, alejados de El.
• Como consecuencia, el segundo pecado era dejar de lado a Dios y Su ley (Ose 4:6).
• Mezclarse con otros pueblos impíos.
• Como consecuencia de ello, adoptar sus dioses paganos y la idolatría.
Esta confesión se centra en la separación de Israel, no por motivo de orgullo, sino más bien con el deseo de volver a establecer la relación con Dios. Como podemos observar en los capítulos 9 y 10, en ese momento, el arrpentimiento del pueblo fue profundo, buscando a Dios, humillándose delante de El, confesando su confesando su pobreza espiritual y reconociendo la magnificencia, fidelidad y misericordia de Dios, separándose de lo que no le agradaba a El.
Sin embargo, en el capítulo trece vamos a ver que nuevamente recaen en un momento en el cual Nehemías regresa a la corte del rey, pasándoles lo mismo que pasaba en el tiempo de los jueces, después de Josué, cuando en una generación se restauraba Israel delante del Señor y a la siguiente generación lo abandonaban (Jue 2:7-13, 2:18-19), yéndose tras dioses ajenos y sirviéndoles.

La vida de los creyentes hoy no está alejada de los mismos peligros y recaídas, que aunque con diferentes formas, en esencia son los mismos que enfrentaron los habitantes de Jerusalén y Judá en el tiempo de Nehemías:
• No tomar el tiempo suficiente para entrar en una relación de intimidad con el Señor (oración, adoración, lectura de la Palabra, etc.) (Sant 4.5).
• No obedecer la plenitud de Su Palabra, considerar y obedecer a Dios en la Iglesia y las actividades eclesiásticas, pero olvidarnos de El y no aplicar Su Palabra en los hechos cotidianos de la vida (trabajo, relaciones, actividades, etc.), adoptando una actitud religiosa (Jn 14:24, Mar 5:20).
• Mezclarnos con el mundo, asumir sus valores (éxito, prosperidad, números, mercadeo, liderazgo, etc.) y hasta su idolatría por el éxito, el materialismo, la comodidad, la seguridad económica, el reconocimiento, etc. (1 Jn 2.16).
Hoy, al igual que en el tiempo de Nehemías, necesitamos confesar nuestros pecados delante de Dios, volvernos a El de todo nuestro corazón y tener una actitud de constante vigilancia para evitar caer en esos pecados. Gracias a Dios hoy tenemos al Espíritu Santo que nos ayuda a redargüirnos (2 Cor 7:9-11) cuando estamos cayendo en ello, pero igual, necesitamos arrepentirnos y obedecerle, para evitar caer en el abismo en el que caían los judíos cada vez que se apartaban del Señor.



NEH 9:4. Arrepentimiento, confesión, reconocimiento y compromiso.

La oración que comienza en este versículo (Neh 9:5-37) es una continuación de la oración de arrepentimiento que habían iniciado en Neh 9.1-3, y constituye un reconocimiento a la fidelidad de Dios a lo largo de toda la historia de la desobediencia de Israel.
La oración tiene dos partes: la primera que es una oración de reconocimiento (Neh 9:5-31), y la segunda que es una de confesión y solicitud de perdón (Neh 9:32-27).
Los temas mas notorios de esta oración son el reconocimiento de:
• La Deidad, Majestad y Gloria de Dios, así como de la propiedad por creación, de todo lo que está en los cielos y en la tierra (Neh 9:4-6).
• La elección de Dios a través de Abraham, del pueblo judio para ser el pueblo de Dios (Neh 9:7-8) y la fidelidad, cumplimiento y justicia de Dios en cuanto a las promesas hechas a Abraham con respecto a Su pueblo. Liberándolos de la opresión de Egipto (Neh 9:9-11). Guiándolos en su peregrinaje (Neh 9:12). Dándoles Su Palabra para que la obedecieran y ser un pueblo bendecido por El (Neh 9:13-15).
• La soberbia, rebelión y desobediencia del pueblo escogido, en lugar del agradecimiento, reconocimiento y rendición a El (Neh 9:16-18).
• El perdón, la clemencia, la piedad, la misericordia de Dios para proporcionar redención y salvación para Su pueblo (Neh 9:17b, 19-25, 27b, 28b, 29a 30a, 31).
• La reacción ingrata (Neh 9:26, 28a, 29b, 30b) de ellos ante ese amor divino a lo largo de su historia, que es una actitud y reacción recurrente del pueblo judío en el Antiguo Testamento (Dan 9:3-19, Amo 2:9-12, Miq 6:1-8).
• Que todo lo que ha venido sobre ellos es justo de parte de Dios por la rebelión de ellos y de sus antepasados (Neh 9:32-33, 36-37) que no guardaron Su ley (Neh 9:34), porque a pesar de Su misericordia contínua no le sirvieron ni se arrepintieron (Neh 9:35)
Una de las obras principales del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento era reprender al pueblo de Dios y poner al descubierto el pecado del pueblo.
• El Espíritu Santo (Neh 9.20) es quien guía a los creyentes a la verdad y a los caminos de Dios (Jn 14:17, Jn 16:13, Rom 8:5-14).
• Y lo hace por sí mismo pero también por medio de sus profetas (Neh 9:30).
• Bajo el Nuevo Pacto el Espíritu Santo sigue convenciendo a las pesonas de pecado (Jn 16:8, Jn 16:13).
Por ello, recurren nuevamente a la misericordia de Dios para volverse a El de todo su corazón, por lo que hacen un pacto con El, firmado por todos los príncipes, levitas y sacerdotes (Neh 9:38), amparados en que:
• Dios es paciente y clemente con las faltas y los defectos de sus hijos, siempre y cuando el deseo manifiesto de ellos sea seguirlo plenamente y obtener absoluta victoria sobre el pecado, satanás yu el mundo.



NEH 13:3. Yugo desigual. Separación del mundo.

Para Dios siempre fué muy importante que Su pueblo se mantuviera apartado de los pueblos extranjeros, principalmente de los que habitaban la tierra antes que El les diera posesión de ella cuando los sacó de Egpto, para preservarlos de que se hicieran a las costumbres de ellos, dejaran a Dios y siguieran a sus ídolos (Exo 34:12-17, Num 33:51-56)
• La clave para comprender por que Dios deseaba eso se encuentra en la intrínseca tendencia de su pueblo a conformarse a las costumbres, los placeres y la manera de vivir del mundo.
• Un requisito esencial para el pueblo de Dios que ha de ser santo es, por lo tanto, el permanecer separado de las costumbres, los métodos y los valores impíos de la sociedad, y oponerse a las predominantes y populares manifestaciones del espíritu de este mundo (Jer 15:19, 1 Ped 1:13-19)
• Los creyentes neotestamentarios, enviados a transformar el mundo (Mat 5:13-16, Mat 13:33, Mat 28.18-20) necesitamos separarnos cada día más de los usos, costumbres y formas de pensar del mundo del que Dios nos sacó (Efe 4:22-24, Rom 12:2a), para comprobar Su buena voluntad, agradable y perfecta (Rom 12:2b) y glorificarlo en todo lo que hagamos (Col 3:22-24) que sea de tal manera excelente, que todos los que lo vean también den gloria a El (Mat 5:16)
• Dejar de hacerlo así dará por resultado la pérdida de la presencia de Dios y de todo lo bueno que El haya determinado para sus hijos.
Por ello, en este avivamiento espiritual que experimentaron, que los llevó a escudriñar las Escrituras que Dios le había dado a Moisés (la Ley), entendieron que debían separarse de los pueblos vecinos. Por ello se excluyó a todos los extranjeros y a todos los mezclados con extranjeros a fin de erigir una barrera entre el pueblo de Dios y las costumbres de ellos.


04 Jul 2012