Estudio Bíblico

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Módulo 216. El libro de Nehemías y la administración ministerial.



TEMA NO: 16.

PROBLEMAS DEL MINISTERIO (3).



NEH 5.1. Ministerio. Problemas internos. Aprovechamiento y división.

El orígen del problema.
A causa de la obra que estaban haciendo, los que estaban participando en la reconstrucción de los muros, que vivián en la jurisdicción de Jerusalén, pero no dentro de la ciudad sino en las tierras circunvecinas (en el campo), habían dejado de cultivar sus tierras, y por lo tanto, habían tenido que pedir prestado para poder comer y vivir, además de que, aunque no trabajaran la tierra, tenían que pagar los impuestos que demandaban los persas. De esa situación estaban sacando provecho las personas que tenían recursos y que habitaban en Jerusalén.

Como consecuencia, se estaba produciendo un conflicto entre pobres y ricos, debido a que los últimos estaban cayendo, por falta de recursos para pagar, en la pérdida de sus tierras que habían dado en prenda por los préstamos (seguramente esas deudas también venían de antes por las condiciones precarias de la tierra en ese tiempo. abandono, sequías, oposición de los persas y los samaritanos, etc., y se habían acrecentado a raíz de su involucramiento en la reconstrucción de los muros) y más aún, en servidumbre de aquellos que les habían prestado, y no solo ellos sino también sus hijos e hijas.

Esto era una clara violación no solo de un principio de conducta que Dios había estipulado que debían mantener los israelitas para con sus hermanos que cayeran en pobreza (Lev 25:35-43), sino también de un principio de justicia humana elemental: los que estaban cayendo en deudas lo estaban porque hacían un trabajo del cual los más favorecidos iban a ser los que vivían en Jerusalén, que eran, precisamente, los que los estaban sometiendo a servidumbre.

Todo esto se venía a sumar a los problemas de la oposición externa, al cansancio, a que todavía no habían visto el cumplimiento de la visión detrás de la cual habían regresado a Jerusalén, ni tampoco la visión que Nehemías les había comunicado.

A la oposición externa, entonces, se estaba sumando la división interna, y este era un problema serio, el más serio de todos los problemas que se estaban presentando y que se pudieran presentar en el cumplimiento de la visión de Dios, al punto que es el único problema al que el libro de Nehemías le dedica un capítulo entero para tratarlo. Esto es una evidencia que el peor problema que podemos afrontar en la consecución de la visión de Dios es la división:
• La división impidió que el pueblo de Israel tomara posesión de la tierra prometida en el tiempo de Moisés.
• La división llevó a Judas a entregar a Jesús.
• La división implicó la derrota de los Israelitas en Hai, cuando acaban de derrotar a Jericó.
• Etc.


Los problemas, aún los más graves, también son oportunidades.
Es en esta crisis, y en este preciso momento, que las circunstancias prevaleciente van a dar lugar a que no solo se restauren los muros sino también se inicie la restauración de los judíos como nación que sigue la Palabra de Dios (Rom 8:28-29).


La solución del problema.

Nehemías, si bien es cierto se indignó mucho por esta situación (Neh 5:6), no reaccionó impulsivamente solo con su indignación, sino que tomó un tiempo para meditar el asunto (Neh 5:7) y buscar la dirección de Dios para encontrar la solución a la situación.

Después de ello reprendió a los que estaban cometiendo esta injusticia (los nobles y los oficiales) no solo con la autoridad de la Palabra (Neh 5:9), sino yendo él adelante y con pérdida para él mismo, al reconocer que él había caído en el mismo vicio que ahora iba a solucionar (Neh 5.10).

Eso le daba autoridad moral frente a los demás para pedirles que hicieran lo mismo (Neh 5:11), la que se veía reforzada con los siguientes hechos:
• Anteriormente, él había usado de sus propios recursos para rescatar a otros que habían sido vendidos en las naciones y que ahora estaban en Jerusalén (Neh 5:8).
• Como gobernador, a pesar de tener derecho a vivir de un tributo especial que debían pagar los habitantes de la ciudad, no había hecho uso de ese derecho y no había cobrado el tributo tampoco (Neh 5:14-15).
• El había reconstruído, junto con todos los habitantes de Jerusalén y sus contornos, la parte del muro que le correspondía a pesar de no tener heredad dentro de Jerusalén, y había gastado de sus propios recursos, para dar de comer a ciento cincuenta judíos y oficiales además de los que venían de las naciones que había alrededor de ellos (Neh 5:16-18).


Consecuencias.

Como resultado de ello, todos los que habían prestado dinero y que tenían como garantías las tierras, las devolvieron a sus dueños y no demandaron nada de ellos. Este hecho constituyó una restauración del jubileo que los israelitas, desde mucho tiempo atrás, habían dejado de practicar (Lev 25.10), lo que constituye otro hito en la restauración del pueblo de Jerusalén como un pueblo obediente a la Palabra de Dios.

Y para continuar con esa restauración, el compromiso adquirido por todos de perdonar las deudas es sellado delante de los sacerdotes (Neh 5:12) y todos alabaron al Señor (Neh 5:13).

Como resultado de esta solución, los muros fueron terminados, y ello en un tiempo record, 52 días (Neh 6:15), y dió inició la restauración de la nación (Neh 7, 8, 9).


Enseñanzas prácticas.
Este problema y su solución, tienen muchas enseñanzas prácticas que nos deben servir para la consecución de la visión que Dios nos dé y para el ministerio.

La división es el peor de los problemas que podemos afrontar, y cuando ella se presente, no hay de demorar en entrarle a resolver el problema.

Sin embargo, la necesidad de resolver rápidamente el problema no significa que lo enfrentemos impulsivamente. Necesitamos, aún en medio de la premura, buscar la dirección de Dios y tomar acciones bajo su dirección. Ello es la garantía del buen éxito en la solución que adoptemos.

Los dirigentes pueden caer en errores, como Nehemías que también prestó dinero en los términos que no estaban bien de acuerdo con la Palabra y la justicia, pero en lugar de ocultar el error necesitan confesarlo públicamente, y tomar las acciones necesarias para redimir el daño. Ello les da autoridad moral para pedir a otros que adopten las mismas acciones de solución. Las personas, más que líderes perfectos, buscan líderes confiables.

El dirigente que no invierte sus propios recursos en su visión, no tiene autoridad moral para pedirle a otros que si lo hagan. La visión, en la mayoría de los casos, va a requerir que el visionario invierta sus recursos de todo tipo en ella, tanto o más que otros (Luc 14:25-33, Mat 19:27-30; Mar 10:28-30; Luc 18:28-30). Eso es una confirmación de que cree en la visión que le esta pidiendo a otros creer también. Y ello imparte confianza en otros para creer en ella.

El liderazgo no es tener privilegios, sino responsabilidades (Mar 10.42-45). El liderazgo que no renuncia a sus privilegios, no tiene autoridad moral para demandar de otros que renuncien a los suyos para alcanzar la visión.

Un dirigente y/o visionario solo puedo requerir de otros lo que esté dispuesto a hacer él mismo. El compromiso de otros no va a ir más allá del compromiso que él asuma.

05 Jul 2012