Estudio Bíblico

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El temor y el amor.



IMPEDIMENTOS PARA CONOCER EL AMOR DEL PADRE.



La idea de Dios que tiene el ser humano.

1 Jn 4:18: el perfecto amor echa fuera el temor. El que teme no ha sido perfeccionado en el amor.

El pecado separó y separa al ser humano de Dios y le impide verlo tal como es en realidad (Gen 3:10).
o El enemigo saca ventaja de esta separación para engañar a las personas respecto a la verdadera naturaleza, carácter y personalidad de Dios y sobre sus intenciones (2 Cor 4:4).
o El diablo nos trata de convencer de que Dios no nos ama cegando nuestra mente a la luz del Evangelio que muestra el infinito amor de El para con nosotros, la humanidad, al punto que ha enviado a Su Hijo Inocente para satisfacer la paga de nuestro pecado (Jn 3:16-18) que es la muerte (Rom 6:23) de tal manera que seamos reconciliados con El (2 Cor 5:17-20).
o Debido a ese engaño, ya no lo vemos como un Padre amoroso sino como alguien al que hay que tenerle terror y alejarnos de Él (Exo 18:19) o alguien indiferente que tolera todo, que solo es un espectador en el teatro de la vida y al que le es indiferente lo que hacemos o dejamos de hacer o al que podemos apaciguar con alguna buena obra cuando lo percibamos enojado.

Otra mentira comúnmente aceptada por los seres humanos, incluidos muchos creyentes, es que Dios se niega a dar, que aunque sea Padre, es un Padre rigoroso que usa el darnos a cuentagotas porque fundamentalmente su objetivo no es amarnos sino castigarnos, disciplinarnos, corregirnos y tenernos “a lazo corto” para que no nos “perdamos” (la pobreza, la enfermedad y las pruebas como instrumentos preferidos de Dios para hacernos “buenos cristianos”).
o Esa mentira es la misma mentira, aunque desarrollada, que el enemigo de nuestras almas usó con Eva: que Dios no quería que comieran del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal porque El les estaba negando algo, que las intenciones de Dios hacia ellos no eran del todo amorosas y que Dios les estaba negando buenas cosas.
o Sin embargo la Biblia nos enseña una perspectiva totalmente diferente: que Dios quiere que tengamos abundancia en todas las cosas y salud, lo que depende en una buena medida que nuestra alma sea transformada por el conocimiento de El y salgamos de ese engaño satánico (3 Jn 2), que tengamos vida y vida en abundancia (Jn 10:10), que Dios da abundantemente (Sant 1:5), que no escatima ningún bien a aquellos que caminan en integridad con El (Sal 84:11), etc.

Dios es un Padre amoroso que creo al ser humano para vivir en amistad con El.
o El miedo, que es el resultado de la caída, distorsiona el concepto de Dios y de sus intenciones.
o Como resultado, quienes en su mente tengan miedo de El, nunca tendrán claro cuáles son Sus intenciones para con ellos.

La necesidad de renovar nuestra mente y corazón.
o De esa cuenta, todas las personas, incluidos los que creemos en El, necesitamos eliminar de nuestras mentes y corazones esas mentiras y algunas otras que apunten en la misma dirección y fijar en su lugar lo que la Palabra de Dios y los hechos nos enseñan:
• que Dios nos ama, aún a pesar de nuestra situación personal en un momento determinado (Rom 8:28-37),
• que no nos niega nada que nos sea conveniente y útil para vivir en una vida plena (Efe 1:3) y
• que se manifestará en nuestra vida en el momento más conveniente para nosotros (Ecle 3:1-11), lo que se demuestra en la prueba eterna y fehaciente de Su generosidad: que envió a Su propio Hijo a morir por nosotros (Rom 5:8, Rom 8:32, Efe 1:7).


La religión y el legalismo: distorsiones acerca de la verdadera naturaleza, carácter y personalidad de Dios.

La religión y el legalismo son conjuntos de ideas sobre Dios formadas más por la tradición que por la Palabra de Dios en la mente y en el corazón de las personas (Prov 16:25).
o Religión: conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.
• Servicios, rituales y reglas por los cuales se expresa la fe en y la devoción a la deidad.
• Se enfoca en la obediencia a los rituales basada en la suposición (equivocada) de que tal obediencia o cumplimiento es un medio para obtener el favor, el amor y la aceptación divinos.
o Legalismo: la actitud que identifica la moralidad con la obediencia estricta de la ley o que ve la adhesión a los códigos morales como la definición de los límites de conducta.
• El legalismo religioso se enfoca en la obediencia a las leyes o códigos morales basada en la suposición (equivocada) de que tal obediencia es un medio para obtener el favor, el amor y la aceptación divinos.

Por ello ambas, religión y legalismo, han sido, son y serán, un instrumento del enemigo para implantar en las mentes y el corazón de las personas una idea incorrecta acerca de Dios: enojado, estricto, austero, vengativo, castigador, en mucha mayor medida que un Padre Amoroso y misericordioso.
o Esta forma de pensar no es nada nuevo. Ya existía en el tiempo de Jesús, en los fariseos y aún en los mismos discípulos de El.
o En Luc 9:52-56 leemos que Juan y Jacobo, quienes todavía estaban influidos por esas ideas, le sugieren a Jesús que pidan que descienda fuego del cielo como una respuesta al rechazo de los samaritanos.
• La respuesta de Jesús ante esa petición se encamina a demostrarles que ellos aún no entendían el corazón del Padre ni de Sus razones para enviar a Jesús al mundo.
• Veían a Dios como se veían a sí mismos (los “hijos del trueno”).
o Y este es un error muy común de las personas que no conocen verdaderamente el corazón de Dios: le atribuyen a Dios las mismas reacciones y pensamientos que ellos tendrían, atribuyéndole a Dios lo que ellos mismos harían si ellos fueran Dios, tal como lo hicieron Juan y Jacobo ignorando lo que dicen las Escrituras: que Sus caminos y sus Pensamientos no son como los nuestros.
• En lugar de buscar en la Palabra como piensa y acciona Dios, presuponen cosas que siempre conducen a concepciones incorrectas respecto a El.

Jesús nos mostró a través de sus palabras y sus hechos, y más allá de cualquier duda, que Dios es un Padre amoroso, compasivo, misericordioso, lleno de gracia.
o Jesús no vino a representar a un Dios furioso, enojado, estricto, austero, vengativo, castigador, listo para condenar y destruir, sino a un Padre que, antes que todo, quería reconciliarnos con El porque nos ama (Jn 3:17).

Grandes sectores de la Iglesia necesitan una revelación del Padre amoroso y misericordioso que es Dios (Mal 4:5-6, Luc 1:17) porque al ignorar el hecho de que Dios les ama de una manera infinitamente incondicional los ha dejado paralizados espiritualmente, amarrados permanentemente al cumplimiento de ritos y obras, incapacitados de moverse con libertad en la vida, viviendo bajo temor porque no se han permitido (o no les han permitido) experimentar el perfecto amor de Dios que hecha fuera el temor (1 Jn 4:18).
o La Biblia claramente nos enseña que no podemos alcanzar completamente todas las cosas que Dios nos ha dado (2 Ped 1:3) para vivir en plenitud de vida hasta que no logramos un conocimiento del amor paternal de Dios (Efe 1:15-23, Efe 3:14-21).
o En estos dos últimos pasajes, Pablo oraba que los efesios fueran capaces de comprender cuanto Dios les amaba, que El es un Padre amoroso y misericordioso, para que pudieran vivir en la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo, porque solamente seremos capaces de apropiarnos completamente de todo lo que el Padre nos ha concedido, cuando logremos un conocimiento completo de Su amor.
o Y ese conocimiento solo puede venir de una revelación sobrenatural del Espíritu Santo que nos la concederá cuando andemos en comunión con El (1 Cor 2:9-12), porque ese Amor que necesitamos reconocer es un Amor que excede a todo conocimiento.

El Amor de Dios va, por mucho, más allá de nuestra experiencia, emoción y razón humanas.
Dios nos ha dado la prueba necesario como demostración de la grandeza, eternidad, infinitud e incondicionalidad de Su Amor enviando a Su Hijo Unigénito, Jesús, al mundo para morir por nuestros pecados y reconciliarnos con El, viéndolo morir colgado en una cruz, para que pudiera redimirnos a El, pero las profundidades de ese Amor maravilloso solo las vamos a descubrir cuando meditemos sobre la revelación del nuevo pacto y sobre todo lo que El ha hecho, hace y hará por nosotros y las razones de por qué lo hace (Efe 2:4-7).



LA NECESIDAD DE RENOVAR NUESTRA MENTE (Rom 12:2).

La Palabra nos enseña la necesidad de renovar nuestra mente para que podamos experimentar la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, y por ende, la magnificencia de Su Amor, y parte de ello es reconocer Su Amor incondicional y eterno para con nosotros, tal como somos hoy, y despojarnos de toda idea que pretenda limitar ese hecho y meternos en sentimientos de inferioridad, inseguridad, impotencia, etc., que no son más que formas de pensar del mundo. A medida que nuestras mentes sean renovadas, el amor de Dios se convertirá en una realidad para nosotros y comenzaremos a experimentar nuevas y mayores dimensiones de Su amor para con nosotros.
En Heb 11:6 la Palabra nos enseña que es necesario que nos acerquemos a Dios con fe en que El es galardonador de los que le buscan (no vengativo, furioso, austero, estricto, castigador). Ello implica que no es posible que tengamos una fe madura en Dios, sin creer en que El es un Padre amoroso que galardona a sus hijos por el solo hecho de que son sus hijos, por pura gracia, no por obras, a pesar de que le agradan y nos diseñó para buenas obras (Efe 2:10).
En 1 Jn 4:16, el apóstol Juan nos enseña que no es suficiente conocer acerca del amor de Dios (Jn 3:16), sino que también es necesario creer en ese amor, buscar y recibir la revelación de ese amor. El conocer, reconocer y creer en el amor de Dios a pesar de nuestras imperfecciones que no van a cesar sino hasta el día que estemos delante de El (Fil 1:6). Cuando alguien puede decir desde lo profundo de su corazón (no desde su mente) que Dios es Amor porque ha buscado y recibido esa revelación, no es concebible que se asuste ante El (a pesar de sus faltas e imperfecciones, que sabe que Dios las reconoce, y que aunque no le agraden, con todo El le ama) y tener confianza en El se convierte en algo muy natural. Y nadie comenzará a sentir esa liberación y confianza hasta que no ponga su fe en el hecho de que Dios lo ama (Heb 11:1) y esa fe es certeza, convicción, no asentimiento mental ni esperanza, y mantenerse firme en ello a pesar de todas las acechanzas del enemigo para amoldarnos a la forma de pensar del mundo (Heb 3:14).


CONCLUSIÓN.

La naturaleza de Dios es amor. Siempre lo ha sido y siempre lo será porque El no cambia (Mal 3:6). El mundo que está bajo el maligno (1 Jn 5:19) quiere imponernos sus propias ideas mentirosas acerca de Dios para que no nos acerquemos a El, y si nos acerquemos, que no sea lo suficiente como para que podamos vivir en Su plenitud.
La iglesia posterior a la del Libro de los Hechos, paulatinamente se ha ido paralizando por un miedo innecesario hacia Dios, y por lo mismo, le ha faltado la confianza necesaria para moverse en libertad en las áreas en las que Dios la ha llamado a operar.
En contraste, la Iglesia del Libro de los Hechos, armada con la revelación del amor de Dios (“el amor de Cristo nos constriñe”, 2 Cor 5:14) y con la confianza que de ello deriva, fue capacitada para hacer las obras prodigiosas que hizo aún en medio de las condiciones más adversas posibles.
A medida que la iglesia de hoy comience a estar arraigada y cimentada en la revelación del amor de Dios (Efe 3:17) más que en sus doctrinas, recursos, conocimientos, cumplimiento de normas y disciplinas, etc., en esa misma medida empezará a moverse con la autoridad y audacia requerida para realizar las obras de Jesús, las del Libro de Hechos, y aún mayores (Jn 14:12).



08 Ago 2012