Estudio Bíblico

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Módulo 105. Discipulado y consejería.



TEMA No. 11. CONSEJERÍA Y DISCIPULADO.

RELACIÓN ADECUADA CONSEJERO-ACONSEJADO.


La consejería bíblica existe para ayudar a las personas a resolver sus problemas. Tiene por fin descubrir las causas de ellos y aplicarles principios bíblicos para resolverlas. El elemento clave del proceso es el involucramiento del consejero con Cristo y con el aconsejado. Solo cuando el consejero tiene una íntima relación con el Señor puede aconsejar de manera eficaz (Mat 7:3-5, Hch 4:13, 1 Cor 11:1) estableciendo, manteniendo y desarrollando una relación fluida con el aconsejado, cuyo fin último es mejorar el compromiso del aconsejado con Cristo.
• El grado de impacto o influencia de un consejero en la vida de un aconsejado está generalmente en relación con cómo los perciben los aconsejados. Por ello la importancia del involucramiento (establecer un nivel aceptable de identificación con el aconsejado).

El método del mecánico. Se deriva de estar orientados exclusiva o casi exclusivamente hacia los problemas en lugar de hacia la persona total.
• Toma el manual.
• Somete al aconsejado a varias pruebas para determinar su problema.
• Solo están interesados en averiguar cuál es el problema y lo que el libro dice acerca de él.
• Luego, inmediatamente, tratan de solucionar el problema sin mayor interés por su relación con el aconsejado. Lo reparan de acuerdo con el manual.
• Tratan al aconsejado como si fuera un mecanismo.

El método correcto.
• Está interesado en la persona total y su futuro, no solo en el problema.
• El tratamiento de los problemas que fluyen de este énfasis se realiza en su contexto adecuado.
• Requiere tiempo para escuchar y simpatizar con el dolor que está experimentando el aconsejado (empatía, Rom 12:15, Prov 27:6, Prov 27:9).
➢ Por lo general, las personas son más receptivas al consejo de alguien que saben que está con y por ellos: pueden hablar con franqueza de sus defectos, y aunque se molesten temporalmente, pronto entienden que el consejero solo ha estado tratando de ayudarlos porque tiene interés en ellos.

Tres formas en que se puede desarrollar involucramiento o identificación con los aconsejados:
• Compasión.
• Respecto.
• Sinceridad.


Compasión.
Isa 9:6. El Señor Jesucristo es el supremo ejemplo de Consejero. Sobre El reposó el espíritu de sabiduría, inteligencia, consejo y poder (Isa 11:2). Una de las constantes como Consejero fue su intensa compasión por las personas (Mat 9:35-38, Mar 3:1-5, Mar 10:21, Luc 7:11-15, Luc 19:41, Jn 11:33-35).
Pablo. Se identificaba a tal punto con los problemas y debilidades de sus aconsejados que parecía que él mismo los sufría (Hch 20:31, Rom 9.1-3, 2 Cor 2:4, 2 Cor 11:28-29, 1 Tes 2:7-8, 2 Cor 6:11).
Como desarrollar una genuina compasión por los aconsejados.
• Pensar como nos sentiríamos si estuviéramos en la situación del aconsejado (Mat 9:36, Luc 7:13, Heb 4:15). En muchos casos, la consejería será estéril hasta que el consejero no demuestre al aconsejado la compasión de Cristo mediante una identificación con sus luchas.
• Pensar en el aconsejado como un miembro de la familia.
• Pensar en nuestra propia pecaminosidad (Gal 6:1). Nadie ha hecho algo que nosotros no podríamos hacer, y que no lo hemos hecho (si ese es el caso) solo por la gracia de Dios (Jn 8:1-11).
• Pensar en formas prácticas de mostrar compasión. La compasión es un acto de la voluntad. Aún cuando no tengamos ganas de mostrarnos amables con alguien, podemos, sin embargo, ser amables (Luc 6:27-28).
➢ Decirles que nos preocupamos por ellos (Fil 1:8).
➢ Orar con y por ellos (Col 4:12-13).
➢ Regocijarse y/o entristecerse con ellos (Rom 12:15).
➢ Tratarlos con gentileza, delicadeza y ternura (Mat 12.20, Prov 15:23).
➢ Hablarles con gracia (Col 4:6).
➢ Defenderlos de aquellos que los maltratan y acusan (Mat 12:1-7).
➢ Perdonarles por cualquier cosa incorrecta que nos hagan (Mat 18:21-22).
➢ Estar dispuestos a suplir cualquier necesidad física y/o material si es necesario (1 Jn 3:17).


Respeto.
Las personas también necesitan saber que las respetamos: tener hacia ellas una consideración deferente, considerarlos como dignos de honor (Rom 12.10, Fil 2:3, 1 Ped 2:17).
Como mostrar respeto a un aconsejado:
• Usando una adecuada comunicación verbal (2 Tim 2:24-25, Efe 4:15, Prov 16:21, Prov 16:24).
• Usando una adecuada comunicación no verbal (Lev 19:32): lo que decimos con nuestras bocas y lo que hacemos con el resto del cuerpo.
➢ Mirarlo de manera que mostremos que le estamos prestando toda nuestra atención.
➢ No estar tensos.
➢ Inclinarnos ligeramente hacia delante.
➢ Mantener un volumen de voz que no les resulta irritante ni difícil de oír.
➢ Que nuestra voz denote ternura y compasión más que enojo o irritación.
➢ Tener contacto visual, mirar al aconsejado directamente, especialmente cuando este hablando y mostrando interés en lo que está diciendo.
• Tomar con seriedad los problemas del aconsejado, no minimizándolos. Para él son los peores problemas que puede enfrentar (por eso vinieron a tratarlo con nosotros).
• Confiar en ellos (1 Cor 13:7). El amor todo lo cree. Mientras los hechos no demuestren lo contrario, necesitaríamos creerles en lo que nos dicen, y que han buscado consejo porque desean agradar más a Dios (Fil 2:3).
• Expresarles confianza (2 Cor 7:16, Prov 24:16, Fil 2:13, Jn 10:27). No importa cuantas debilidades tengan, si son creyentes necesitamos mostrarles con nuestras actitudes y hechos y decirles con nuestras palabras que confiamos en que responderán bien a nuestro concejo y crecerán a través de él. Pablo cuando enseñó, reprobó, amonestó y/o corrigió lo hizo acompañando esas cosas con expresiones de confianza y respeto.
• Aceptando las sugerencias de ellos. Recibamos cualquier sugerencia negativa sin ponernos a la defensivo o irritarnos. Necesitamos ver el criticismo y/o las quejas como una oportunidad para crecer y para modelar las respuestas piadosas a esas cuestiones que deseamos que nuestros aconsejados desarrollen en sus vidas.
• Mantener confidencialidad: guardar su reputación tanto como sea posible sin desobedecer a Dios. Lamentablemente, la confidencialidad no es siempre posible (o deseable) a la luz de los mandatos de Jesús (Mat 18.16-17) por lo que nunca podemos ofrecer confidencialidad absoluta a ninguna persona, sino más bien una confidencialidad acorde con los requisitos bíblicos.


Sinceridad.
Sin programas ocultos ni motivos disfrazados, revelándoles claramente la verdad acerca de quienes somos (y aún de lo que pensamos) a quienes aconsejamos. No quiere decir que los pongamos al corriente de todo lo que nos concierte o revelar todo cuanto pensamos en cualquier momento, pero tampoco irnos al otro lado del péndulo. Una reticencia a ser sinceros y transparentes, aún cuando sea valioso y oportuno, puede indicar orgullo o temor a la persona.
Cómo desarrollar sinceridad:
• Ser sinceros en cuanto a nuestras cualidades (no menospreciarlas ni exagerarlas). Una relación de confianza será muy difícil si descubren que les hemos mentido.
• Ser sinceros en cuanto a nuestras propias debilidades (1 Cor 2.1-3, 2 Cor 1:8). Pablo fue capaz de proclamar la verdad firmemente sin dejar a las personas con la impresión de que era perfecto o incapaz (Rom 7:14-25).
• Cuidar que nuestra apertura no resulte inadecuada en naturaleza y duración (no deseamos que nuestros aconsejados piensen que nosotros estamos más necesitados que ellos de consejería).
• Ser sinceros acerca de nuestras metas y programa: hacerles conocer desde el comienzo, lo que estamos tratando de hacer y cómo pensamos hacerlo.
• Establecer firmemente que Dios y Su Palabra son nuestras fuentes de autoridad, haciéndoles saber que ejercemos la consejería de esa manera porque estamos convencidos de que el modo divino de describir los problemas, identificar sus causas y proveer soluciones es superior a cualquier otro.
• Ser sinceros acerca de nuestras limitaciones como consejeros. Admitir cuando cometamos errores o no sepamos como proceder en un caso determinado (Gal 4:20, 2 Cor 4:8, 2 Cor 12.20).

Quienes vienen a consejería están frecuentemente escudriñando al consejero (por lo menos al principio de la relación) para ver si es alguien en quien se pueda confiar. Solo si el consejero demuestra serlo podrán establecerse una relación útil que hará del proceso una experiencia de mutuo beneficio. Dios usualmente cambia vidas en una situación donde existe una relación de interés y confianza entre el ayudador y la persona que necesita ayuda. Por ello necesitamos envolver el contenido de nuestra consejería en compasión, respecto y sinceridad.


Bibliografía.

“Como desarrollar una relación adecuada con los aconsejados”, Capítulo No. 10 del libro “La Consejería”, Biblioteca del Pastor, John MacArthur y la Facultad del Master´s College, Grupo Nelson, 2009.



04 Oct 2012