Estudio Bíblico

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Módulo 218. El Espíritu de Elías.



EL ESPÍRITU DE ELÍAS.


Introducción.

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos. Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” (Mal 4:1-6).

• El día de la Segunda Venida de Cristo a la tierra será un día ardiente como un horno.
• Pero antes de ello será la tribulación y la gran tribulación (Mat 24:9, Mat 24:21), 19 juicios de Dios (los siete sellos, las siete trompetas y las siete copas de la ira de Dios: el séptimo sello y la primera trompeta son un mismo juicio y la séptima trompeta y la séptima copa también son el mismo).
• Pero para los hijos e hijas de Dios, El ha hecho provisión para estar a cubierto de esas cosas.
• La primera provisión es el temor de Jehová: “A los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación”.
• Una vez recibida la primera provisión, la segunda provisión es la creciente obediencia a la Palabra de Dios (Antiguo y Nuevo Testamento): “Acordaos de la ley de Moisés”
• Y la tercera provisión, una vez estemos viviendo las dos primeras, es que El enviará al profeta Elías.



¿A qué se refiere el Señor cuando dice que El enviará al profeta Elías?

“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.” (Mat 11:11-14).

• Juan es el Elías profetizado en el Libro de Malaquías, o sea que Juan el Bautista es el primer cumplimiento de esa profecía del Libro de Malaquías.
• Pero la Palabra también nos enseña en ese mismo pasaje de Malaquías que esa Palabra Profética tendrá un cumplimiento antes de la Segunda Venida de Cristo: “Antes que venga el día de Jehová grande y terrible”.



¿El profeta Elías vendrá físicamente?

Por la Escritura en Mat 11:11-14 vemos que Elías no vino físicamente sino fue Juan el Bautista, un reflejo de él, una persona con la unción de Elías.

“Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” (Luc 1:16-17).

• Jesús nos enseña que Juan el Bautista fue un cumplimiento profético del Elías profetizado .
• No era Elías en persona, sino el espíritu y el poder que estaba sobre Elías (la unción).
• Por lo tanto, independientemente de que Elías en persona pudiera regresar a la tierra en los tiempos del fin (uno de los dos testigos), también es cierto que la unción de Elías va a estar disponible para otros en el cuerpo de Cristo que lo anhelen, que lo deseen.



¿Entonces, a que se refiere?

Es una manifestación del Espíritu Santo, una unción específica para el tiempo antes de la segunda venida de Cristo, profetizada en la Biblia, con características y resultados específicos, necesarios para ese tiempo (ya).

Joel 2:28-31: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestro jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramará mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová”.

Hch 2: 17-20. “Yen los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto.”

Solo en la última semana han sucedido dos hechos que indudablemente representan señales que apuntan hacia la cercanía de los últimos tiempos, de la segunda venida de Cristo.
• En primer lugar, el lunes 11 de febrero, por primera vez en seiscientos años, renuncia un papá católico, evidenciando en su renuncia las intrigas, las luchas de poder, la hipocresía, etc., dentro de esa organización, lo cual puede ser un indicativo de que hay una debilidad institucional que podría derivar en un cisma, resquebrajamiento, o rompimiento dentro de esa religión (una nueva reforma o una nueva religión que por el carácter ecuménico de la iglesia católica bien podría ser la religión universal que pretenderá implementar el anticristo).
• En segundo lugar, el viernes 15 de febrero por primera vez en mucho tiempo, sobre una región de Rusia, en los Urales, se precipitó a tierra un meteorito fuera de lo común, que al pasar sobre una ciudad a una gran velocidad y emanando una luz enceguecedora produjo la ruptura de una gran cantidad de vidrios de ventanas, que dejó heridas a más de mil personas, daños por más de 33 millones de dólares, y un agujero de alrededor de cinco metros de diámetro en el lugar donde finalmente tocó tierra.
• En tercer lugar, ese mismo viernes 15 de febrero, a una distancia mínima de la tierra (más o menos 27,000 kms, que en distancias espaciales es casi nada), pasó un meteorito del tamaño de una cancha de futbol, con un peso de 135 mil toneladas, que si hubiera impactado la tierra hubiera producido el efecto equivalente al estallido de 150 bombas atómicas, cada una como la que destruyó a Hiroshima en la segunda guerra mundial.
• Nunca antes en la historia de la humanidad había habido tanta información como en los últimos años, de muchos meteoritos que pasan a una distancia muy cercana de la tierra con la potencialidad de que alguno podría estrellarse contra ella y producir una hecatombe de alcance mundial.
• Todo ello, principalmente la cuestión referente a los meteoritos, ¿No será un aviso del Señor de la cercanía del arrebatamiento de la Iglesia y su Segunda Venida?
• Independientemente de cualquier cosa, las profecías bíblicas referentes a las señales antes del arrebatamiento de la Iglesia ya todas se cumplieron, de tal forma que ya no es necesario que suceda nada más antes de que el Señor arrebate a Su iglesia de la tierra. Pero el tema relevante aquí es que de acuerdo a lo que nos enseña la parábola de las diez vírgenes en Mat 25.1-13, no toda la Iglesia (de hecho según esa parábola, la mitad) se va a ir en el arrebatamiento, y para los que queden, los tiempos serán muy difíciles (día ardiente, día grande y terrible, día espantoso, etc., según la calificación que muchos pasajes de la Biblia hacen de él). Si no queremos enfrentarnos a esos días terribles, necesitamos estar preparados para irnos con el Señor. Y ello requiere que caminemos en el espíritu, la unción de Elías que el Señor ya está mandando sobre aquellos que están anhelando esa unción y dispuestos a todo lo que sea necesario para “tenerlo”. Dios quiere que todos los tengamos pero no será para todos sino solo para aquellos que estén dispuestos a dejarse “poseer” por El, a morir lo más completamente posible a sus deseos, sus pensamientos, sus agendas, sus planes, sus metas, su propia vida (Jn 3.30, Gal 2.20, Rom 12.1-3) para abrazar los de Dios, la voluntad de Dios (Mat 7:21).



Conclusión.

El tema, entonces, no es si Dios quiere. El quiere y El puede. El tema es si nosotros queremos. Dios no hace acepción de personas, pero tampoco obliga. Es una decisión voluntaria que tendrá sus consecuencias profundas en nuestra manera de vivir como lo veremos en los próximos domingos.

El Espíritu de Elías sobre nosotros no es una unción para lucirla, ni para hacer gala de ella, ni para disfrutarla. Es una NECESIDAD para poder enfrentar la preparación para el arrebatamiento de la Iglesia gloriosa, santa, sin mancha, sin arruga; para podernos mantener firmes en medio de los tiempos peligrosos (2 Tim 3:1-5, 12, 14; 2 Tim 4:3-5).

¿Estamos dispuestos a ser esos vasos en los cuales nuestro Padre derrame el Espíritu de Elías, con todas sus consecuencias e implicaciones?





17 Feb 2013