Estudio Bíblico

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Temas esenciales del cristianismo verdadero.



LOS TEMAS ESENCIALES DEL CRISTIANISMO VERDADERO.
(Notas de lectura del libro “Un Cristiano de Verdad”, del Dr. Charles Price).



TEMA NO. 1. ¿QUIÉN O QUE ES CRISTO PARA NOSOTROS?

Hay muchos cristianos que circunscriben su vida cristiana al perdón de pecados pasados, la asistencia a la Iglesia y la perspectiva del cielo en un futuro, por lo cual no es sorprendente que vivan sus vidas hoy llenos de frustración.

Para otros Cristo es solamente una cuestión espiritual por quién son salvos, pero no es Su vida. Viven en Su Nombre pero no en Su fuerza.

Otros imaginan que el cielo es como un gran supermercado con las estanterías llenas de regalos (bendiciones). Junto con ello imaginan a otra persona en el papel de repartidor que se llama Espíritu Santo. Todo funciona sencillamente. Leen el catálogo (la Biblia) para descubrir todas las cosas que Dios tiene a su disposición y luego, por medio de la oración, hacen su petición. Es la tarea del Espíritu Santo (o de los ángeles, o de Dios mismo) traerles las respuestas a esas peticiones (bendiciones).

Pero la esencia de la vida cristiana no es ninguna de esas percepciones. La esencia de la vida cristiana es que Dios se da a Si Mismo a nosotros, es Su vida viniendo a establecerse en nosotros (1 Ped 1:23, 2 Ped 1:3-4), la presencia activad de Dios en nosotros, la liberación del Espíritu Santo en nuestro interior (Efe 1:17-23), para que El pueda vivir reflejando Su imagen en todos los detalles terrenales y ordinarios de nuestras vidas.

Lo que es necesario de nuestra parte no es tanto la dedicación de vivir para Dios sino la dedicación a morir a nosotros mismos y a nuestra autosuficiencia, junto con el tener una verdadera confianza en Dios para que nos de "el querer como el hacer según su buena voluntad" (Fil 2:13), para que la vida de Jesús se manifieste en nosotros y a través de nosotros (2 Cor 4:11).




TEMA NO. 2. LA NECESIDAD DE MORIR A NOSOTROS MISMOS.

Cuando recibimos a Jesús en nuestro corazón no es solamente una cuestión simbólica, es una cuestión real. El viene a vivir dentro de nosotros para vivir Su vida a través de nosotros. Es Dios dándose a sí mismo a nosotros, en la vida de Dios estableciéndose dentro de nosotros, es la presencia activa de Dios dentro de nosotros, la liberación del poder del Espíritu Santo dentro de nosotros para que El puede vivir reflejando Su imagen en todos los detalles terrenales y ordinarios de nuestra vida. Lo que necesitamos para que ello se manifieste en nosotros no es tanto la dedicación de vivir para Dios sino el morir a nosotros mismos y a nuestra autosuficiencia, junto con el tener una verdadera confianza en Dios para que El produzca en nosotros tanto "el querer como el hacer según su buena voluntad" (Fil 2:13) para que la vida de Jesús se manifieste en nosotros, a través de nosotros.

Dos ejemplos.
• Cuando Dios puso a prueba a Abraham, le pidió que ofreciera a Isaac como sacrificios. En ese momento Dios hizo referencia Isaac como "tú único hijo" (Gen 22:2). Pero Abraham también había engendrado de Agar a Ismael. Dios no reconoció a Ismael, al igual que no reconocer nuestros esfuerzos aunque sean hechos en Su Nombre (Mat 7:21-23), no importa que tan sinceramente los hayamos efectuado.
➢ El nos invita a ser el canal para Su actividad, no un substituto para ella.
➢ Ismael fue la obra de Abraham, Isaac fue la obra de Dios.
➢ El nacimiento de Ismael puede ser explicado por la idea, la planeación y la obra de Abraham. El nacimiento de Isaac sólo puede ser explicado por la intervención y obra de Dios.
• Cuando Dios llamó a Moisés en la zarza ardiendo, Moisés le cuestiona a Dios su llamamiento diciéndole "¿Quién soy yo?" (Gen 3:11). Pero ese jamás el asunto clave. No es importante quién somos nosotros.
➢ Dios respondió: "Yo estaré contigo (Gen 3:12). ¡¡¡Ese si es el tema clave, el asunto clave!!!
➢ Los recursos necesarios para cumplir la tarea no se hallan en nuestra identidad ni en lo que somos, sino en Quién Es Dios, el "YO SOY EL QUE SOY", el eternamente presente y suficiente.
➢ Su propósito es actuar dentro de nuestra experiencia en el tiempo presente y en todas las áreas de nuestra vida ("Fiel es el que os llama, el cual también lo hará!" --1 Tes 5:24--).

Es una experiencia extraordinariamente liberadora reconocer que solamente Dios es la fuente del cumplimiento de las demandas que Dios nos hace así como de sus promesas. Porque El vive en nosotros recibimos sus bendiciones, y de la misma forma, porque El vive en nosotros, podemos vivir la vida que El nos pide, enseña y manda ("Dios es el que en vosotros produce así el quede como el hacer, por Su buena voluntad", Fil 2:12).
• "Puestos los ojos en Jesús, el AUTOR y CONSUMADOR (perfeccionado y consumidor) de la fe" (Heb 12:2).
• "El que COMENZÓ en vosotros la buena obra, la PERFECCIONARÁ hasta el día de Jesucristo" (Fil 1:6).
• "Por tanto, de la manera que habéis RECIBIDO al Señor Jesucristo, ANDAD EN EL" (Col 2:6).

Esta es la esencia de toda actividad y de la vida cristiana: Cristo en nosotros, dentro de nosotros, viviendo en nosotros y manifestándose a través de nosotros, la vida y fuente de toda verdadera actividad espiritual.





TEMA NO. 3. EL PROPÓSITO DE DIOS PARA CREARNOS.

Cuando Dios creó a Adán (y posteriormente a Eva) lo hizo a Su imagen y a Su semejanza (Gen 1:26). Esa imagen y semejanza no se refiere a la parte física porque si no todos tendríamos que ser iguales entre sí. Se refiere fundamentalmente a la imagen moral (el aliento de vida, no el barro). Es decir, con sus atributos morales, de tal manera que los atributos morales de Dios pudieran ser hallados en la expresión de los atributos morales del ser humano.

Ello implica que el propósito de Dios al crear a Adán y Eva fue que Su carácter, con toda su belleza, bondad, ternura, compasión, misericordia, amor, etc., fuera visible en la vida y la conducta de los que fueron creados para ser Su imagen. Adán y Eva fueron creados para ser una revelación de Dios en lo que eran, decían y hacían. Y para ello fueron llenos del Espíritu Santo (el aliento de vida).

Y el propósito de Dios para con Adán y Eva nunca cambió en relación con los descendientes de ellos (todos nosotros). Sin embargo, algunas otras cosas si cambiaron.


Separación de la vida de Dios.

Dios no nos creó a los seres humanos para funcionar y llevar a cabo nuestras actividades independientemente de El, sino para ser habitados por El, para que Su presencia real pudiera ser la que nos habilitará para cumplir con la expresión de Su imagen y Su semejanza, porque la vida espiritual es realmente la vida de Dios.

Cuando Dios creó a Adán y Eva y les da el mandato de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gen 2:16-17) lo que realmente les estaba diciendo que la consecuencia de su acto de desobediencia sería que la vida de El se retiraría de ellos, de sus vidas. Cuando ellos escogieron la desobediencia a la obediencia, la independencia a la dependencia, realmente escogieron vivir sus vidas sin la presencia de Dios en ellos, por sí mismos.

A partir de allí, el problema de todo ser humano es que ha llegado a estar ajeno a la vida de Dios, y aunque mantiene Su imagen, la voluntad de ser piadoso, no tiene la capacidad de serlo, ha perdido la habilidad de serlo porque separado de la vida de Dios en él ello es imposible (Jn 15:1-5). Ello se nota en su frustración para con la maldad a su alrededor y en su deseo de hacer el bien, pero sin la habilidad de hacerlo, por lo que repetidamente fracasa en cumplir con su deseo de hacer el bien (Rom 7:18-25).

Habiendo sido creados a la imagen y semejanza de Dios, la conciencia de ese propósito se mantiene latente en nosotros (el deseo de hacer el bien, el rechazo a la maldad) pero estando totalmente separados del poder para lograrlo, ello nos resulta, la mayor parte de las veces, imposible, por lo que la condena (o frustración por el fracaso) nos condena por crear en nosotros el conocimiento de fracaso y culpa. Existe el deseo de hacer lo bueno, pero no tenemos la habilidad para hacerlo.


La esencia del pecado y la Gloria de Dios.

Originalmente, la palabra pecado significaba “errar al blanco”. La palabra era usada por los arqueros cuando fallaban en acertar en el blanco cuando disparaban una flecha. Cuando fijaban el destino de la flecha (mira) y lanzaban la flecha hacia ese blanco, y fallaban, ya sea por poco o por mucho, pecaban, era ”pecado”. No era importante si fallaban por un centímetro o un metro o un kilómetro. Si fallaban en atinarle exactamente al blanco en cualquier forma, era pecado.

Por esta razón, nosotros, cuando fallamos a las normas de Dios, por poco o por mucho, es cosa secundaria. Lo que es importante es que hemos fallado: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, será culpable de todos” (Sant 2:10).
• El pecado no nos dice primordialmente que tan malos somos, sino que nos muestra que no somos buenos.
• El blanco al que fallamos cuando pecamos, el patrón con el que se determina lo que es bueno y lo que es malo, es la Gloria de Dios.
➢ La Gloria de Dios, esencialmente significa la “naturaleza y los actos de Dios en su auto-manifestación. Lo que Dios Es y hace”. Así que el blanco, “la gloria de Dios”, es el carácter de Dios.

Desde el principio, todo ser humano fue creado para expresar el carácter y la imagen de Dios. Nuestro pecado nos indica que no hemos alcanzando el objetivo para el cual fuimos creados, que es demostrar, manifestar la imagen de Dios en todos los hechos de nuestra vida (vida interior, familia, trabajo, iglesia, social, etc.).


Lo que es bueno y lo que es malo.

Jesús declaró lo que es bueno: “Ninguno hay bueno, sino uno solo, Dios” (Mar 10:17-18). Lo bueno es un absoluto, y la bondad es el carácter de Dios. Algo es bueno solamente si es consistente con lo que es Dios, y viceversa, algo es malo cuando está en conflicto con lo que es Dios.







TEMA NO. 4. JESÚS, EL HOMBRE PERFECTO.

El único ser humano que ha dado en el blanco es Jesús, por ello fue llamado el “hombre perfecto”:
• “Y Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos Su gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jn 1:4).
• “A Dios nadie le vio jamás; el Unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer” (Jn 1:18).

En su vida diaria Jesús mostró siempre, en todo, el carácter de Dios, como es Dios; Dios nos mostró a sí mismo como es El en el Hijo (Heb 1:3). Reveló a Dios y expreso Su Gloria por lo que era, lo que decía y lo que hacía. Como hombre exhibió la Gloria de Dios.

Jesús vivió sin pecado no sólo porque pudo evitar hacer lo indebido, (Heb 4:15) sino más bien, porque consistentemente hacia las cosas como Dios.
• Nada hacía por sí mismo (voluntad propia) sino lo que veía hacer el Padre (la Voluntad de Dios): Jn 5:19, Jn 5:30, Jn 8:28, Jn 14:10.
• Cuando Jesús vino a encarnarse, se despojó a sí mismo –se hizo nada--, se hizo semejante a los seres humanos –nada—(Fil 2:6-7). El derecho de Jesús en decir que era hombre descansó en el hecho de que ¡¡¡no servía para nada!!! El mismo lo mencionó constantemente: “nada hago por mi mismo”, “nada digo por mi mismo”, “nada puedo por mi mismo”: no hizo nada ni era nada.

Uno de los momentos más importantes de la vida de un cristiano es cuando reconoce francamente que es “pobre en espíritu” (Mat 5:3), necesitado de Dios para todo y por todo, que reconoce que cuando se esfuerza por su propia naturaleza y por medio de sus propios recursos, no es capaz de llegar a ser la persona que fue creada para ser, ni de hacer las cosas que necesita hacer.

Esto es como si nosotros fuéramos un foco. Aunque el propósito del foco es iluminar, el foco por sí mismo no puede hacer nada. Solamente alumbra cuando se conecta a la corriente eléctrica. De forma semejante, nosotros hemos sido creados de tal manera que nuestra habilidad de ser lo que debemos ser depende de la presencia y del poder de Dios liberado en nuestro interior. No podemos funcionar independientemente de Dios como el foco no puede funcionar independientemente de su conexión a la corriente eléctrica.

Por supuesto que en el ser humano la cuestión es un poco diferente porque puede manipular las cosas en una manera que el foco no puede, pero a fin de cuentas, no logra nada. Al operar por sí mismos, por nuestras propias limitadas habilidades, erramos el blanco porque nos reflejamos a nosotros mismos, no la Gloria de Dios. Por ello la Palabra nos enseña que NUESTRAS OBRAS (ello incluye las buenas) son como trapos de inmundicia (Isa 64:6) y que nuestras buenas obras hechas fuera de Su Voluntad, son obras de maldad (Mat 7:21-23).

Cuando entramos en una relación con Dios y el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, por Su presencia dentro de nosotros, recibimos todo lo que necesitamos para llegar a ser lo que debemos ser. De esa manera somos como los focos conectados a la corriente eléctrica, y así puede ser restaurado el propósito de nuestra creación.

Cuando Dios mora en nosotros y tiene la libertad de obrar en y por medio de nosotros, resulta que “hacer nada” ya es imposible. Antes de ello era imposible hacer algo, ahora es imposible no hacer algo (Jn 5:17, 1 Cor 3:9, 2 Cor 6:1).
• “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4:13).


Creciendo en Cristo.

Los seres humanos fuimos creados para mostrar la imagen de Dios. No hemos alcanzado la Gloria de Dios, pero la restauración de esa gloria es el propósito de la salvación (Luc 19:10) y la marca de un verdadero cristiano. Es la obra de Jesucristo. El Evangelio es “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col 1.27).
• Es la restaurada presencia de Cristo en nosotros la que nos da esperanza de dar en el blanco y cumplir el propósito de nuestra existencia.
• De esa manera seremos una revelación del carácter de Dios.

Ello no sucede de una sola vez, es un proceso que sucede mediante un crecimiento continuo para llegar a ser semejante al Señor Jesucristo (Fil 1:6, Efe 4:11-13) y no estará completo hasta que estemos en su presencia para siempre.
• “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Cor 3:18).

El crecimiento en la vida significa llegar a ser más semejantes a Dios; de este modo, nuestra forma de actuar expresará una mejor armonía y una mejor consistencia con respecto a Dios.




TEMA NO. 5. CRISTIANO SEGÚN LAS CONDICIONES DE DIOS.

Solamente podemos vivir la vida cristiana según las condiciones de Dios.
• Podemos expresar los sentimientos correctos respecto a Dios, cantar las canciones correctas, asistir a la iglesia correcta, conocer el vocabulario y la cultura cristiana, pero si no estamos viviendo según las condiciones de Dios, nuestro “cristianismo” no va a funcionar.
• Solamente El pone las condiciones (Mat 7:21-23).

Y la verdad de Dios, enseñada en Su Palabra es que solo los discípulos son los que verdaderamente pueden ser llamados cristianos (Hch 11:26, Luc 14:25-33).
• Por los versículos anteriores, llegar a ser cristiano y vivir con tal es un proceso y tiene un precio, aunque la salvación es gratuita, es decir, no existe ninguna manera por la cual podamos comprarla o ganarla (Efe 2:8-9, Rom 6:23).

Jesús les enseñó esto a las personas (y junto con ellas a nosotros).
• El nunca trato de minimizar el costo de ser discípulos.
• Es más, aconsejó a las personas a que consideraran lo que les iba a costar y a responder estando dispuestas a “pagar” lo necesario.
• Es solamente sobre esta base, de considerar el costo y estar dispuesto a asumirlo, que podemos llamarnos “cristianos”.
• Solo así podremos disfrutar de una relación con Dios que realmente funcione.


El costo.

Recibir la vida eterna es recibir a una persona: Dios.
• En virtud de que El es Dios, no ocupará una posición en que no pueda ser Dios y actuar como Dios.
• Ello implica sacar de nosotros, no solo en fe y en teoría, sino principalmente en la práctica, a cualquier otro dios que hayamos levantado en nuestro corazón.
• Un dios es todo factor que motive nuestras actividades, inspire nuestras decisiones y/o determine nuestros valores, que no sea Dios mismo.
• Por tanto, es necesario rechazar a esos dioses falsos antes que recibir al verdadero Dios.
• Ejemplo de dioses falsos (Luc 14:25-33).
➢ Comodidad, seguridad, bienestar, felicidad.
➢ Riquezas, propiedades, posiciones, éxito.
➢ Aceptación, auto-estima, auto-realización, auto-satisfacción.
➢ Padres, cónyuge, hijos, familia.
• ¿Cuánto tenemos que entregar para convertirnos en cristianos?
➢ Todo (Jn 14:33).
• Esto no significa que Jesús nos va a quitar todo, sino que todo lo que ahora tenemos necesita funcionar bajo Su autoridad y estar disponible para el logro de Sus propósitos.
• Sin ello, no puedo ser un discípulo.

Jn 6:60-68. Después de que Jesús les presentó a algunas personas lo que ellas consideraron una “enseñanza dura”, muchas de ellas se apartaron.
• Jesús no les dijo que se volvieran, sino que preguntó a los doce que habían quedado, si ellos también querían irse.
• Jesús no sentía ninguna presión de que su ministerio produjera resultado numérico de seguidores.
• Más bien, su ocupación, su meta, su objetivo, su enfoque, era comunicar la Verdad y cumplir con la responsabilidad que su Padre le había encargado.
• Esto de ninguna manera dependía de la forma en que las personas respondieran.
• El amó mucho a las personas, más que los resultados. Las amó tanto como para ser completamente honestas con ellas.

Una de las características interesantes del ministerio de Jesús es que estadísticamente no parecía muy efectivo.
• Esto no era por falta de oportunidades o porque no hablara con muchas personas.
➢ En una ocasión le habló a cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños y los alimentó milagrosamente.
➢ A donde quiera que iba le seguían grandes multitudes para oírle y presenciar los milagros que hacía.
➢ Le traían enfermos y moribundos y los sanaba (Mat 8:16).
• La aparente incongruencia entre esto y los resultados se debió a un factor que la misma Palabra nos aclara como la causa de que lo crucificaran:
➢ La reacción del pueblo fue que no querían que El reinara sobre ellos (Luc 19:14).
• La demanda de reconocerlo como un rey fue la que causo la deserción.
• Las personas querían acercarse a Jesús para recibir los beneficios que creían que les iba a dar, pero no querían tomar la decisión de que fuera el Señor en sus vidas, que era lo que realmente necesitaban decidir.




TEMA NO. 6. ENTREGA TOTAL AL SEÑORÍO DE CRISTO.

La vida cristiana empieza con una entrega total al Señorío de Cristo (Rom 10:8-10, Rom 14:9, 2 Cor 5:15).
• Hay personas que quieren a Cristo en sus vidas como Salvador, pero no como el Señor; como siervo, como maestro, como respuesta a sus problemas, como medio para alcanzar sus aspiraciones, pero no como Señor, como Quién les dice lo que tienen que hacer.
• Sin embargo, la Salvación es un resultado del Señorío, y no algo independiente de él.

Hch 2:36 nos enseña que Jesús ES el SEÑOR, no porque nosotros lo hayamos hecho Señor sino porque Dios lo ha hecho Señor.
• El resultado de Su vida, Su obra, Su muerte, Su resurrección y Su exaltación a la diestra de Dios es que ha sido hecho Señor.
• Y es como Señor que necesitamos relacionarnos con El.
• De tal manera que el único asunto de importancia en cuanto a nuestra relación con El es si estamos dispuestos a someternos a Su autoridad o no (Mat 6:33).

Fil 2:9-11 nos enseña que toda la historia va a terminar a los pies de Jesucristo y todos tendremos que responder ante El.
• Todas las personas, todas las rodillas y todas las lenguas tendrán que reconocer que Cristo ES el SEÑOR.
• El tema es cuando: o lo hacemos ya, y con ello obtenemos la vida eterna, o lo tendremos que hacer delante de El en el juicio del Gran Trono Blanco cuando ya sea muy tarde y solo nos quede el tormento eterno.
• Puede que nos rehusemos a someternos a la autoridad de Jesucristo, pero de todos modos quedamos sujetos a El, junto con toda la humanidad y toda la creación.

Una persona necesita convertirse en cristiano, someterse al Señorío de Cristo, no porque tenga necesidades en su vida, sino porque Jesucristo es verdadero y El es Señor.
• El asunto no es hacer Señor a Cristo, sino someternos a El como el Señor que es.


Conocimiento y actitud.

Reconocer a Cristo es tener una actitud correcta hacia El.
• Aceptar Su derecho exclusivo de gobernar nuestras vidas y apartarnos para El, con el deseo y el compromiso de que Sus propósitos, Sus planes y Sus placeres puedan llegar a ser las ocupaciones nuestras.
• Otorgarle el derecho exclusivo de ser la autoridad sobre nuestras vidas sobre todas las cosas (ya sean las buenas o las malas).
➢ Lo anterior no implica que no habrá tensiones, malentendidos, luchas, fracasos, tentaciones y pecados.
• Habrá momentos cuando será necesario pedir perdón y derribar las barrares (1 Jn 1:8) pero el compromiso y la relación seguirán siendo las mismas.


Las consecuencias de seguir a Cristo.

La salvación es por gracia, no nos cuesta nada a nosotros, pero tiene consecuencias muy relevantes.

Jn 14:25-33. Jesús nunca lo hizo fácil para que la gente lo siguiera. El les explicó bien las consecuencias del discipulado a todas las personas que se mostraban interesadas en seguirlo.

Jn 6:60-69. Después de haber presentado lo que algunas personas consideraron una “enseñanza dura”, muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no anduvieron con El. Jesús no les dijo que se volvieran, sino que les preguntó a los que se quedaron con El si no se iban a ir también ellos, lo que es un indicador de que Jesús no sentía ningún tipo de presión por presentar resultados numéricos, aunque estaba interesado en las multitudes. Más bien El quería presentar la Verdad y cumplir con la responsabilidad que el Padre le había asignado de presentarla.

Aún cuando Jesús le presentó el Evangelio a multitudes, alimentó a multitudes, sanó y liberó a muchos, las personas no respondieron adecuadamente al Evangelio. ¿Por qué? La respuesta se encuentra en la parábola de las diez minas, especialmente en Luc 19.14: las personas buscaban los beneficios que Jesús podía darles, pero no querían que El fuera rey sobre ellos, lo que se evidencia también en la protesta airada que los del Sanedrín pusieron con Herodes cuando esté ordenó que en la parte superior de la Cruz de Cristo se pusiera en tres idiomas: “Jesús, rey de los judíos” (Jn 19:19-22).

Así como en aquel tiempo, también hoy las personas son capaces de acercarse a Cristo para recibir Sus beneficios, pero cuando tienen que decidir reconocerlo como Rey absoluto de sus vidas, allí comienzan los problemas. Y ese es precisamente el meollo del asunto que separa a los discípulos de los simpatizantes (Mat 6:33, Luc 6:46, Mat 6:10).

TEMA NO. 7 LA RAZÓN DEL RECHAZO AL SEÑORÍO DE CRISTO.

Cuando le tememos al Señorío de Cristo es por una sencilla razón: porque no le conocemos. En la seguridad de la fe de Pablo encontramos dos cuestiones importantes (2 Tim 1:12).
• El sabía a Quién le había creído.
• Estaba seguro de que era más que suficiente para guardar lo que le había confiado. Esta convicción se basaba en la primera. Es cuando conocemos a Dios que llegamos a confiar en El.

Efe 1:15-23, Jn 17:3: Cada faceta de la vida cristiana es el resultado del conocimiento de Dios, así como cada doctrina errada es el resultado de la falta de conocimiento de El. La vida eterna es una persona, y es un gozo conocerla; tal como Jesús nos enseña es conocer al Padre y conocerle a El, que es la Puerta, el Camino y la Verdad que nos lleva al Padre (Jn 10:7, Jn 14:6).

Lo que le confiamos al Señor y dejamos en Sus manos es lo que El cuidará, lo que está comprometido a cuidar. Lo que no dejamos en sus manos lo tendremos que cuidar nosotros mismos. En consecuencia, si tenemos miedo de dejar que Cristo cuide las cosas de nuestra vida ello se puede deber solo a dos razones:
• O no le conozco verdaderamente, como Job (Job 42:5-6).
• O le conozco bien y no quiero porque no quiero experimentar un dejar atrás lo pasado y permitirme vivir en lo nuevo (Jn 3:19-20).


Los planes de Dios siempre son buenos, los mejores, para nosotros.

Cuando verdaderamente le conocemos y reconocemos Su Señorío sobre nosotros, la esperanza se convierte en fe, en convicción, en certeza:
Jer 29.11: El tiene planes de bien para nosotros, para darnos un futuro y una esperanza.
Mat 6:25-34: El tendrá cuidado de nosotros, nada nos faltará (Sal 23).
Rom 8:28-29: todas las cosas obraran para nuestro bien.
Efe 2:10: fuimos diseñados en El para buenas obras que El preparó de antemano.
Prov 4:18: la vida del justo es como la luz de la aurora, va en aumento hasta que sea perfecta (Fil 1:6).

Es posible que Sus planes no siempre nos complazcan o nos parezcan agradables, ¡¡¡Pero siempre son buenos!!! (Rom 12:2).
A veces Dios permite que pasemos por algunas experiencias desagradables y/o dolorosas (Mat 26:38-39), pero siempre es porque Su resultado será mucho mejor (1 Ped 5:8-10, 1 Ped 1:6): que nuestra fe sea afirmada y perfeccionada para que sea hallada aceptable cuando venga Jesucristo (que partamos con El en el arrebatamiento y seamos la Novia de Cristo).

Aunque también necesitamos ser realistas: hay consecuencias que necesitamos enfrentar cuando decidimos obedecer al Señor si queremos vivir en Sus maravillosos planes para nosotros, maravillosos no según nuestros criterios (relativos y carnales muchas veces) sino en los de El, que son la Verdad y el Bien para nosotros (Isa 53:10-11): más allá del sufrimiento momentáneo, más allá de las preguntas sin respuestas, más allá del dolor de la batalla, aparecerá el bien que Dios está realizando y que es perfecto para nosotros (José, Job, Jesús, David, Moisés, etc.).

La palabra “bueno”, bíblicamente hablando, no se refiere a nuestro concepto ordinario de bueno. Dios ve lo bueno en una perspectiva más amplia de lo que lo vemos nosotros (comodidad, seguridad, éxito, bienestar). Lo que para Dios es bueno puede ser para el bien de otras personas y principalmente para el bien de El mismo. Esto, por supuesto, al final, es bueno también para nosotros, cuando nuestra ocupación principal es vivir para la Gloria de El y el servicio de otros.

Ser cristiano no es vivir libres de problemas. Es estar equipado para enfrentarlos, para ser efectivos y significativos en el propósito total de Dios (Heb 11:36-40), y ello será el bien supremo para nosotros.


La voluntad de Dios.

Cuatro cosas nos dice la Biblia directamente que son la voluntad general de Dios para nosotros, Sus hijos e hijas:
• 1 Tes 4:3, 7. Que seamos santificados, que seamos liberados de los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida (1 Jn 2:16). Que crucifiquemos nuestra carne (Rom 12:1) y renovemos nuestra forma de pensar, principalmente en lo referente a lo bueno conforme lo piensa el mundo y con respecto al Señor (Rom 12:2).
• 1 Tes 5:18. Que seamos agradecidos en todas las circunstancias.
• 1 Ped 2:13-15. Que seamos buenos, que hagamos el bien conforme los criterios de Dios en Su Palabra.
• 1 Ped 4:19. Que suframos cuando ello nos toque (1 Ped 5:8-10, 1 Ped 1:6-9).

Es dentro de estas cuatro cosas que podemos descubrir la voluntad particular de Dios para nuestra vida. La voluntad de El para nosotros es una promesa que nos ha hecho. Nuestra parte es llenar las condiciones que Dios nos establece. La parte de El es llevarla a cumplimiento (Prov 3:6).

Muchas veces la razón de lo desagradable o incómodo de las situaciones que nos tocan vivir se originan en las idolatrías que hemos levantado dentro de nuestro corazón (comodidad, seguridad, éxito, bienestar, orgullo, prejuicios, etc.) y Dios las permite porque El quiere liberarnos de esas idolatrías que provocarán, de mantenerlas, que nuestras vidas estén muy por debajo de las expectativas y la plenitud que Dios desea para nosotros (Jer 17:5-9).




TEMA NO. 8. LA CONCIENCIA DE NUESTRO PECADO.

Solamente cuando reconocemos a Jesucristo como Señor que nos hacemos conscientes de la magnitud de nuestra necesidad en la verdadera perspectiva, cuando reconocemos que no alcanzamos la gloria de Dios, cuando entendemos la verdadera naturaleza de nuestro pecado y nuestra necesidad. Solo reconociendo el contrasta entre la vida de Cristo y nuestras propias vidas, reconocemos nuestro pecado.

Por ello, cuando hablamos a las personas acerca del Evangelio, necesitamos comenzar con enseñarles acerca de la vida de Cristo para confrontarlos con sus pecados. Como ese es su problema principal, no podemos esperar alcanzar algo hasta que no lo reconozcan.

Esto es parte de la obra del Espíritu Santo en nosotros, que nos hace reconocer nuestro pecado, enfocando nuestra atención en el Señor Jesús. La calidad de nuestra vida se ve muy baja comparada a la suya.

El trabajo del Espíritu Santo en nosotros es, en primer lugar, convencernos de pecado (Jn 16:8). Cuando el Espíritu Santo nos expone a nuestros propios pecados no lo hace para avergonzarnos, humillarnos o envilecernos, ni para dejarnos con culpabilidad y condenación. Lo hace para que lo podamos reconocer, rechazar y llegar a ser limpios. Es una introducción y preparación para un nuevo estilo de vida (Hch 2:38).


Arrepentimiento.

La predicación de Juan el Bautista (Mat 3:1-2), la de Jesús (Mat 4:17), la de Pedro (Hch 2:38) y la de Pablo (Hch 17:30) siempre comenzó con el arrepentimiento. Dios ha mandado el arrepentimiento para todas las personas en todo lugar.

Cuando hay un problema en nuestra relación con Dios, este problema nunca es responsabilidad de Dios. Siempre es responsabilidad nuestra. Existen cosas que han creado una barrera para mantener fuera de nuestras vidas a Cristo y que necesitan ser tratadas. Esas cosas pueden ser nuestros pecados, nuestra autosuficiencia, nuestra independencia. El tratamiento de esas cosas comienza por el arrepentimiento, que es nuestra respuesta que le permite a Dios tomar las riendas en nuestras vidas.

La palabra que se traduce arrepentimiento, en griego es “metanoeo” que significa “cambiar la mente”. Por lo tanto el arrepentimiento no es un sentimiento sino una actitud de la mente, un proceso de pensamiento (Rom 12.2, Prov 23:7). Somos el resultado de nuestros pensamientos. El arrepentimiento es un cambio de nuestros pensamientos.

La tentación, por definición, es atractiva. Si no lo fuera no sería tentación. Si no nos gustara el pecado no tendríamos ningún problema con él, pero es porque nos atrae y nos gusta que caemos en pecado. Caemos en pecado porque queremos o porque no ofrece una salida momentánea de alguna situación desagradable. Pecamos porque queremos, porque nos parece bien y/o porque nos sentimos bien. Por esa razón necesitamos el poder de Dios para el arrepentimiento. Por ello el arrepentimiento no es un cambio de sentimiento hacia el pecado (el pecado seguirá siendo atractivo) sino de pensamiento.


Confesión de pecados.

El arrepentimiento implica la confesión de los pecados, que consiste en nombrarlos, identificarlos y ser específicos en rechazarlos. Aún cuando el arrepentimiento es una actitud general de la mente en cuanto a Dios, uno mismo y el pecado, necesita ser aplicado específicamente.

Existen enfermedades físicas, mentales y espirituales que son el producto del pecado que no ha sido identificado y confesado (Sant 5:16). La confesión no solo es necesaria para el perdón, sino que también tiene un efecto terapéutico, en cualquiera de esos tres ámbitos por separado y/o en cualquier forma de combinación posible entre lo físico, lo mental y lo espiritual.


Frutos de arrepentimiento.

Luc 3:8: el arrepentimiento tiene que expresarse en un cambio de nuestra manera de vivir. Es el comportamiento producido por el arrepentimiento lo que a Dios le interesa.
• Y uno de esos cambios ocurre en el ámbito de nuestras relaciones (Mat 25:31-46, el juicio de las naciones o la parábola de las ovejas y las cabritas). Nuestra verdadera actitud hacia Jesucristo, la realidad o falta de arrepentimiento, se muestra por nuestra actitud hacia otras personas.

• Luc 3:12-13: el arrepentimiento también se expresa por la integridad y honestidad en nuestros trabajos (Luc 19:8, Efe 6:7).
• Otra área de expresión del arrepentimiento es la de nuestra actitud hacia el dinero (Luc 3:14). El arrepentimiento deriva en toda una nueva perspectiva respecto al dinero, los bienes y las riquezas (1 Tim 6:10-11). Hay un maravilloso y auténtico contentamiento en saber que todo lo que necesitamos para hacer todo lo que Dios quiere de nosotros, será provisto (Sal 23, Fil 4:19)





TEMA NO 9. CONDENACIÓN Y CULPA.

Sal 32:3-4 nos enseña que la culpabilidad es potencialmente destructiva (nos agota y nos hace gemir) y necesitamos aprender a resolverla.
• Un alto porcentaje de las enfermedades mentales son el resultado de un sentimiento de culpa que las personas no han podido resolver.

Existen dos técnicas, una para manejar y otra para resolver la culpabilidad.
• La primera es la técnica psicológica, que la redefine situándola no en nosotros mismos sino en la familia, el ambiente, las circunstancias, los otros (tiene su origen en el Edén, en la caída, cuando Adán, a la pregunta de Dios si había comido del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal le contesta: “la mujer que me diste”).
• La segunda es reconocer la culpabilidad como una realidad, aceptar la responsabilidad que impone y resolverla desde una posición de responsabilidad: el método de Dios, el arrepentimiento.
➢ Nos lleva a la confesión y el perdón. Este perdón es la primera consecuencia del arrepentimiento (Hch 2:38).
• El perdón bajo estas condiciones significa que nuestra culpa ha quedado totalmente borrada.
• Ahora ya no somos considerados culpables de los pecados del pasado y jamás serán recordados en nuestra contra, ni usados como evidencia para condenarnos.

La doctrina bíblica del perdón es una doctrina fácil de creer pero difícil de asimilarla en forma práctica. Es fácil como posibilidad de perdón para otros pero no para sí mismos. Por ello es que debajo de la calma externa de muchos cristianos existe un problema de culpa que no ha sido resuelto.


Convicción o condenación.

Siempre hay dos personas que desean hablar con nosotros acerca de nuestros pecados: el Espíritu Santo y el diablo.
• El Espíritu Santo (Jn 16:8) quiere hablar con nosotros al respecto para traernos la convicción del pecado de tal manera que nos arrepintamos, lo confesemos delante de Dios y quedemos limpios y libres de él.
➢ Nos enseña que hay una salida y nos recuerda que existe una salida, un perdón y una limpieza.
• El diablo, por el contrario, quiere hablar con nosotros al respecto para acusarnos, condenarnos, culparnos y cargarnos (Apo 12:10) de tal manera que nos imposibilite alcanzar la obra perdonadora, liberadora y limpiadora de Dios al respecto. Su objetivo es acusarnos para ensuciar nuestros motivos y envilecer nuestro carácter (Jos 1:9-11), y dejarnos aplastados.
El problema de por qué el diablo llega a ser efectivo en la vida de las personas es porque mantenemos una actitud intrínseca acerca de nosotros mismos que es negativa y demasiado presta a suponer mal, aceptar la culpa y sentirnos condenados, en vez de aceptar el perdón, aceptar la rectitud y gozar de la libertad, y todo ello deriva de la caída en el Edén. Adán y Eva en lugar de acudir al perdón de Dios, se sintieron culpables, se escondieron y se cubrieron, guardándose la culpa dentro de sí mismos, en lugar de aceptar la convicción del pecado, arrepentirse y confesarlo delante de Dios cuando El se acercó a ellos (Gen 3).

El pecado de todos nosotros, la humanidad entera, ha sido tratado, limpiado, perdonado y olvidado a través de la sangre de Cristo (Jn 3:16, Isa 53:6).
• Al momento que venimos a Cristo y somos perdonados, es la naturaleza engañosa de satanás la que desentierra lo que Dios ha olvidado y lo usa como arma para destruir nuestra libertad y el gozo que tenemos de haber sido perdonados.

Misericordia, justicia y perdón.

La base que le permite a un Dios santo, justo y recto perdonar nuestros pecados, y por supuesto, perdonarnos a nosotros es Su JUSTICIA (1 Jn 1:9).
• Si Dios nos perdonara solo en base a su misericordia, la Cruz de Cristo hubiera sido innecesaria.
• Es la muerte de Cristo en la Cruz, que satisface la JUSTICIA de Dios (la paga del pecado es muerte, Rom 6:23), la que hace que el perdón de Dios sea un acto justo.

Aún cuando la justicia y la misericordia pareciera ser, en sí mismas, incompatibles desde la perspectiva humana (no es posible ejercer justicia y misericordia hacia una persona al mismo tiempo y por la misma ofensa), desde la perspectiva de Dios no lo son (Isa 55:8-9).
• En el corazón de Dios fue Su Amor y Misericordia hacia nosotros lo que hizo que la Cruz fuera un hecho real en la historia (Jn 3:16).
• Pero habiendo enviado a Cristo a morir en la Cruz como nuestro sustituto, y habiéndose cumplido la Justicia de Dios, ahora es en base a Su Justicia que El perdona nuestros pecados (1 Ped 3:18).
• No es una suposición creer que nuestro pecado ha sido perdonado, sino que es sobre la base de la justicia e integridad de Dios que podemos insistir que ello es cierto.

Insistir en alguna forma de penitencia es socavar la suficiencia de la obra de Cristo. No podemos contribuir de ninguna manera al pago del castigo por nuestros pecados, ni es necesaria, porque ya Cristo lo hizo completamente.
• Mientras sigamos pensando en que el perdón es el resultado de la misericordia de Dios solamente, permaneceremos con la culpabilidad y la condenación, porque pensaremos que Dios no tiene ninguna obligación de perdonarnos, pensaremos que el perdón es un acto posible y factible de Dios hacia nosotros, pero no un acto definitivo.
• Así que podemos concluir, entonces, que hemos pecado demasiado y que hemos agotado la misericordia de Dios; que si bien fuimos perdonados por nuestros pecados anteriormente, no es probable que lo haga de nuevo.
• Es en este sentimiento, o en argumentos y sentimientos parecidos, que se sostiene el sentimiento continuo de culpa que experimentan tantas personas.

Sin embargo, aún a riesgo de parecer demasiado atrevidos, es necesario declarar que Dios, por cuanto en Su Misericordia envió a Cristo a la Cruz a morir por nuestros pecados y satisfacer de esa manera Su Justicia, precisamente porque Su Justicia ha sido satisfecha, por ser un Dios Santo, Recto y Justo, tiene ahora la obligación moral (que para El no es una obligación sino un acto de Amor) de perdonarnos.
• Dios nos perdona de todos nuestros pecados (pasados, presentes y futuros) porque es Justo.
• Dudar del perdón de Dios es dudar de Su integridad moral.

Sin embargo, también es necesario tomar en cuenta que existen algunas condiciones para experimentar el perdón:
• Hch 2:38: arrepentimiento.
• 1 Jn 1:9: confesión.
• Mat 6:12, 14-15: perdonar a los demás sus ofensas contra nosotros (en realidad, nuestra capacidad de perdonar a otros forma parte de nuestro arrepentimiento).









TEMA NO. 10. EL PECADO IMPERDONABLE (MAR 3:29).

El contexto de esta declaración que se encuentra en los tres Evangelios Sinópticos, es la persistente negación de los escribas en reconocer la obra del Espíritu Santo en la vida de Jesús. Atribuían Sus poderes para hacer milagros al diablo en lugar de al Espíritu Santo.
• Ahora bien, la Biblia dice que el perdón abarca a todos nuestros pecados (Jn 1:7, 1 Jn 1:9, Rom 8:1) y no existen frases detallando las excepciones en esos versículos. Veamos.
➢ El único medio para alcanzar el perdón es aplicar la muerte de Cristo como respuesta a la obra de convicción del Espíritu Santo que es el que nos hace conscientes y nos muestra como salir de ellos por medio de Cristo.
➢ Resistir al Espíritu Santo es terminar con la única manera de obtener el perdón, y eso era exactamente lo que hacían los escribas cuando Jesús les habló de la posibilidad de no ser perdonados.
➢ Así, el pecado imperdonable no es un acto que uno puede cometer en un momento y así quedarse sin posibilidades de que sea borrado, sino que es rechazar la única fuente de obtener perdón y quedarse en su pecado, sin perdón y sin la posibilidad de limpieza.


Lo que Dios hace con nuestros pecados.

Sal 103:12: los aleja de nosotros tan lejos como el oriente del occidente.
• El norte y sur son puntos fijos (existen localizados específicamente en un mapa del mundo), pero el este y el oeste no lo son (si viajamos alrededor del mundo, ¿en donde dejamos de ir al este o al oeste?). Este y oeste son puntos que no existen definidos concretamente. Están en el infinito, donde nadie los puede alcanzar.

Isa 38:17: Dios echó sobre Sus espaldas todos nuestros pecados.
• Si Dios es omnipresente (presente en todo lugar), ¿dónde estarán sus espaldas? Dondequiera que sea, es tan lejos, que tiene que estar fuera del espacio y ¡más allá de todo lo que existe! Ello nos muestra la distancia a la que Dios ha separado nuestros pecados de nosotros.

Isa 43:25. El borra nuestras rebeliones por amor de sí mismo y no se acordará de nuestros pecados.
• El Dios que sabe todas las cosas jamás recordará lo que sabe en cuanto a nuestra vida, jamás nos llamará a cuentas por los pecados que cometimos, jamás lo usará en nuestra contra ni nos condenará por ellos. Nos tratará como si nunca hubieran ocurrido.
• Nosotros, aunque tenemos la capacidad de perdonar, no tenemos la capacidad de olvidar. Dios si la tiene; no nos trata como los fracasados o pecadores que éramos. El pasado que ha sido limpiado, no tiene ningún significado para El ahora. Ya desapareció, y nos trata como si nuestros pecados jamás hubieran ocurrido. Esto es el alcance del perdón divino.

Rom 8.1: gracias a la acción de que El no recuerda nuestros pecados, este versículo está en tiempo presente, siempre: no hay ninguna condenación.
• Dios no tiene nada en contra nuestra, el conflicto ya terminó, la culpa ha sido quitada y ya no estamos condenados.

1 Jn 4:17: la plenitud del amor de Dios que ha alcanzado nuestras vidas es tal que en el día del juicio no tendremos que llegar a la presencia de Dios agachados y llenos de temor, pavorosos ante el encuentro con El, su Magnificencia, Su Santidad, Su Poder.
• Más bien entraremos con humildad y confianza ¿por qué? Porque la plenitud del amor de Dios hacia nosotros es expresada en el hecho de que “somos en este mundo como El Es”. Nos pondremos de pie en Su presencia tan puros y rectos como el Señor Jesucristo y así como el Padre dio la bienvenida a Su Hijo, así nos dará la bienvenida a nosotros.

2 Cor 5:21: El tomó nuestros pecados y nosotros recibimos Su rectitud.
• Toda nuestra inmundicia, fracaso y pecado fueron derramados sobre el Señor Jesús, y a cambio, toda Su bondad y pureza fueron derramados sobre nosotros cuando nos convertimos en pecadores perdonados por el reconocimiento del Señorío de Cristo en nuestras vidas.





TEMA NO. 11. EL ESPÍRITU SANTO.

Cristo perdona nuestros pecados para crear las condiciones para que el mismo pueda venir a vivir en nosotros mediante el Espíritu Santo. Es la llegada del Espíritu Santo (no una confesión ni una participación en las cosas eclesiásticas) la que nos hace cristianos (convicción de pecado, arrepentimiento, nuevo nacimiento y crecimiento en Cristo) (Rom 8:9).

El perdón de pecados es el medio que hace posible la entrada del Espíritu Santo en nuestras vidas para vivir la vida de Jesucristo y producir Su carácter desde nuestro interior.

En el Calvario Jesús trató con nuestra necesidad de perdón, pero en Pentecostés con nuestra necesidad de poder para vivir vidas piadosas (serle testigo con los hechos de nuestra vida más que con las palabras). En Pentecostés el acceso al Espíritu Santo fue hecho accesible para todas aquellas personas que estuvieran dispuestas a cumplir las condiciones necesarias para recibirlo.

No podemos ni debemos considerar al Espíritu Santo en términos impersonales porque entonces seremos tentados a considerarlo como algo que se puede usar, de la misma forma que usamos la electricidad, o el agua, o el vehículo, generalmente solo a nuestro favor y en nuestro beneficio. Al considerarlo impersonalmente puede ser usado y aprovechado en nuestro beneficio, no para la Gloria de Aquel que nos lo envió para ayudarnos a manifestarla (Col 3:22-24).


El Espíritu Santo y Cristo.

Jn 14:16-17. Jesús dijo que nos enviaría “otro Consolador”; ello implica que Jesús era Consolador y el Espíritu Santo cumpliría la misma función, lo que significa que la naturaleza del Hijo y la naturaleza del Espíritu es la misma, que Su identidad y Su ministerio son iguales a la de Jesucristo y entre ellos no hay discrepancia, conflicto ni competencia. Tan es así que en las Escrituras a veces son intercambiables las expresiones “Cristo en nosotros” y “el Espíritu en nosotros”.

El Espíritu Santo vive la vida de Jesucristo en nosotros y desea expresar el carácter de Jesucristo por medio de nosotros (Gal 5:22-23). Su obra es totalmente Cristocéntrica: está relacionada con Cristo, nos enseña la misma Verdad de Cristo (Jn 16:13-14), Su obra es hacernos conscientes de Cristo y la evidencia de Su obra no es tanto ser conscientes de El mismo sino de Cristo. Su propósito es exaltar a Cristo y convencernos de llevar vidas Cristocéntricas no vidas centradas en El.

Dentro de la Trinidad es el Hijo el que nos lleva al Padre (Jn 14:6) y es el Espíritu el que nos da la capacidad para conocer al Hijo (1 Cor 12:3). El nos revela a Cristo y es conociendo a Cristo que llegamos al Padre y nos gozamos en El.

La realidad de la vida espiritual de uno se halla en nuestro conocimiento de Cristo y la evidencia de ella es nuestra semejanza a Cristo. Necesitamos tener sumo cuidado en que nuestro cristianismo no esté centrado en el poder del Espíritu desconectado del carácter de Cristo, porque la función primordial del poder del Espíritu es que forme el carácter de Cristo en nosotros para que las personas que nos rodean puedan ser conscientes de El (Hch 1:8).


El Espíritu Santo es una persona.
El Espíritu Santo no es una fuerza, ni un viento, ni una presencia, ni un poder. Es antes que nada una persona, y una persona Divina.
• Una persona que posee una mente, emociones y voluntad, que es capaz de pensar y actuar independientemente.
➢ El Espíritu Santo piensa (1 Cor 2:9-12).
➢ El Espíritu Santo siente (Rom 15:30). Produce emociones positivas tales como amor, gozo, paz, paciencia (Gal 5:22-23), y se entristece (Efe 6:30) cuando no le permitimos hacer en nosotros aquello para lo que nos fue dado.
➢ El Espíritu Santo decide (1 Cor 12:11).
• El Espíritu Santo desarrolla actividades propias de una persona y es capaz de experimentar tanto alegría como dolor.
➢ El Espíritu Santo habla (Hch 13:2).
➢ El Espíritu Santo enseña (Jn 14:26).
➢ El Espíritu Santo intercede (Rom 8:26-27).
➢ El Espíritu Santo guía (Jn 16:13).
➢ El Espíritu Santo da órdenes (Hch 16:6-7).
➢ El Espíritu Santo puede ser insultado (Heb 10:29).
➢ Al Espíritu Santo se le puede mentir (Hch 5:3-4).
• El Espíritu Santo es Dios. No es solo un siervo o un agente de Dios, sino Dios mismo.
➢ El Espíritu Santo recibe conocimiento que es exclusivamente divino (Hch 5:3-4, Heb 10:15 –Jer 31:33-- Heb 28:25-27 –Isa 6.8-10--).
➢ El Espíritu Santo posee atributos divinos:
• Es Todopoderoso (Omnipotente)(Luc 1:35-37).
• Sabe todo (Omnisciente) (1 Cor 2:10-11).
• Está en todos los lugares (Omnipresente)(Sal 139:7-10).
• Es eterno (Heb 9:14).
• Es soberano (1 Cor 12:11).
➢ El Espíritu Santo realiza actividades divinas.
• Crea (Gen 1:2, Gen 1:27, Sal 104:30).
• Regenera (Jn 3.5, Rom 8:11). Su trabajo es mostrarnos claramente a Cristo y luego hace la obra de convertirnos y regenerarnos a Su imagen (Rom 8:29).
• Es el autor de la profecía (2 Ped 1:21).
• Participa en la autoridad divina, igual con el Padre y con el Hijo (Mat 28:19, 2 Cor 13:14)
• Designa a los ministros (Hch 20:28).
• Su tarea en este mundo es:
• La revelación (2 Ped 1:21).
• Convencernos de pecado, de justicia y de juicio (Jn 16:8).
• Llevarnos al arrepentimiento y al reconocimiento del Señorío de Cristo en nuestras vidas (1 Cor 12:3).
• Proveernos de poder para vivir una vida conforme al propósito de Dios y ser testigos de la obra de Cristo en nosotros (Hch 1:8).
• Proveernos de sabiduría, inteligencia, consejo, conocimiento y temor de Jehová (Isa 11:5).





TEMA NO. 12. EL ESPÍRITU SANTO EN NOSOTROS.


El Espíritu Santo viene a nosotros no para simplemente habitar, sino para producir la vida de Cristo en nosotros (Hch 19:2, Rom 8:16, 1 Jn 3:24, 1 Jn 4:3, Rom 8:9, Jn 7:38). Sabemos que somos cristianos por el Espíritu Santo que mora en nosotros. No es el ser cristianos lo que nos da el derecho de tener el Espíritu Santo (por cierto, no es un derecho tenerlo sino una necesidad), sino que es el tener al Espíritu Santo lo que nos da el derecho de ser cristianos.


La prueba de la presencia del Espíritu Santo en nosotros.
Tres características que debemos esperar que se hallen en una persona en la que habita el Espíritu Santo y le ha dado la libertad de operar en su vida:
• Hambre de conocer a Jesucristo.
• Hambre de ser como Jesucristo.
• Hambre de servir a Jesucristo.

Hambre = necesitarlo y anhelarlo.


Hambre de conocer a Jesucristo.

Las tareas del Espíritu Santo para con nosotros son, entre otras:
• Revelarnos a Cristo (1 Cor 12:3).
• Recordarnos todo lo que Cristo ha dicho (Jn 14:26).
• Testificar acerca de Cristo (Jn 15:26).
• Glorificar a Cristo (Jn 16:14).
• Tomar lo que es de Cristo y hacérnoslo conocer (Jn 16:15).

Derivado de lo anterior, Jesucristo deja de resultarnos alguien lejano y místico, y se convierte en alguien muy atractivo. Entonces, podemos concluir que donde no hay un hambre de Cristo y el anhelo de una buena y más profunda relación con El, lo más probable es que esté ausente el Espíritu Santo o esté apagado o contristado (entristecido). Entonces también, desear conocerle mejor es una expresión de la vida del Espíritu dentro de nosotros.

El anhelo de conocerle mejor implica un apetito por la Biblia que es la revelación suprema de El (Jn 5:39-40). Estudiar las Escrituras solo por la satisfacción de conocerlas no ayuda en absolutamente nada. El propósito de estudiarlas es hallar a Cristo porque son la revelación de El. La Biblia solo tiene sentido a la luz de Jesucristo.

El amor al Señor Jesucristo siempre nos llevará a Su Palabra para que por medio de ella pueda haber una revelación de la Palabra Viva, el Señor Jesús.


Hambre de ser como Jesucristo.

La persona que tiene al Espíritu Santo morando en ella no solo va a experimentar hambre de conocer a Jesucristo sino también de ser como El, de experimentar el fruto del Espíritu (el carácter de Cristo, Gal 5:22-23). Este cambio de carácter se manifiesta de tres maneras:
• Un cambio de actitud hacia las otras personas.
➢ Amor, benignidad, bondad, fidelidad y humildad (Jn 13:35, 1 Jn 4:16, Fil 2:3-4, Mat 5:46-47): un cambio de actitud hacia aquellos con los que por naturaleza no nos llevamos bien.
• Un cambio de actitud hacia nuestras circunstancias. Cada uno de nosotros somos vulnerables a circunstancias que nos afectan. Dios nunca nos prometió que no viviríamos circunstancias que nos afectaran pero si nos prometió que por la presencia del Espíritu Santo en nosotros, tendríamos una nueva actitud hacia ellas.
➢ Gozo: confianza en Dios por encima de las circunstancias, en su suficiencia (Fil 4.4, Neh 8:10).
➢ Paz: saber que estamos en más grandes y poderosas que las de las circunstancias (Fil 4:6-7).
➢ Paciencia: ver más allá del presente y esperar Su manifestación (Rom 5:3).
• Un cambio de actitud haca nosotros mismos.
➢ Dominio propio: el poder de controlarnos a nosotros mismos (Prov 25:28). El Espíritu Santo crea en nosotros un deseo y nos da el poder para ello, pero esto no excluye la necesidad de la disciplina en todas las áreas de nuestra vida (2 Ped 1:3-7).
• Parte de la obra del Espíritu Santo en nosotros es crear un hambre de ser como Cristo, para que las características que lo hicieron tan atractivo para las personas durante su ministerio terrenal, sean visibles en este tiempo a través de nuestras vidas.
• Notemos que la Palabra les llama el fruto del Espíritu y no las flores del Espíritu. Esto implica que no son para adorno ni para contemplación, sino para que otros se beneficien de ellos, para que otros “coman” de ellos y se beneficien de ellos.


Hambre de servir a Jesucristo.

El Espíritu Santo viene a nosotros para fluir a través de nosotros (Jn 7:37-39). El Espíritu Santo nos es dado en nuestras vidas como río para que pase a través de nosotros, de tal manera que podamos ser una bendición para el enriquecimiento de las vidas de otros. Buscar primeramente nuestro bien no tiene nada que ver con la vida cristiana ni con la obra del Espíritu Santo en nosotros.

El Espíritu Santo está en nuestra vida para que tengamos un nuevo deseo y poder para servir (Luc 4:18-19): los dones (1 Ped 4.10).
• Son habilidades valiosas para la edificación y crecimiento de la Iglesia, no nuestro.
• Son dados como herramientas para servir al Señor Jesucristo efectivamente, no para servirnos a nosotros.
• Por ello, es un error centrarnos en los dones; más bien necesitamos centrarnos en el servicio.
➢ Servir efectivamente dondequiera que podamos y hacer lo que Dios nos ha dado para hacer.
➢ Descubrir prácticamente como ser útiles y para qué.
➢ Anhelar unirnos al programa de Dios y adelantar Su obra.





TEMA NO. 13. LA FE.


Es un factor clave de la vida cristiana, porque es debido a ella que la Verdad se convierte en experiencia, en vida (Heb 4:2), que la Verdad funciona y es efectiva en nuestras vidas.
• Somos salvados, justificados, limpiados y tenemos acceso a Dios por la fe.
• Necesitamos vivir por fe, tomar el escudo de la fe y vencer al mundo por la fe.
• Sin fe es imposible agradar a Dios.
• Lo que no es de fe es pecado.

Si nos cuesta trabajo vivir la vida cristiana es muy probable que nuestra dificultad esté relacionada con ejercitar la fe, o la falta de la misma.


Lo que no es la fe.
• No es un poder místico, una fuerza, un fenómeno por el que la mente domina la materia.
• No es una fuerza por la cual al creer en algo ello se vuelva realidad; no es un poder místico que hace suceder las cosas por la mera fuerza de haber creído.
• No es un substituto de los hechos (ciega): está fundada sobre la base de los hechos.
• No puede existir sola; siempre es una actitud hacia algo o alguien.
• No es cerrar los ojos y los puños y, a fuerza de creer, hacer que algo exista.


Lo que es la fe.
Es el objeto en el cual depositamos nuestra fe lo que determina si la fe es efectiva o no.
• Si depositamos nuestra fe en una silla débil y decidimos sentarnos en ella, inmediatamente nos encontraremos sentados en el piso. Nuestro problema no sería en ese caso la falta de fe sino la debilidad del objeto en el cual depositamos nuestra fe (Jer 17:5-8).
• Lo más importante acerca de la fe, entonces, no es la fe como tal, sino el objeto en el cual estamos dispuestos a colocarla. Es así porque la fe perite que el objeto actúe en beneficio nuestro.
➢ Por supuesto que cuando colocamos la fe en un objeto, este tiene que tener las características para desarrollar o realizar aquello que nuestra fe requiere.
Es una actitud de confianza hacia Alguien que permite que ese Alguien funcione para nosotros.
• En la vida cristiana, el objeto de nuestra fe es Dios (Mar 11:22, 2 Tim 1:12).
• La práctica de la fe es tener una actitud de confianza hacia El, que le permita ser lo que es y hacer lo que hace dentro de nuestra experiencia.
• El resultado de ejercer la fe es que Dios puede trabajar en nosotros, por nosotros y a través de nosotros, lo que constituye la primera evidencia de la verdadera fe.
➢ La fe es una idea básica y fundamental para muchas personas que reconocen que necesitan que Cristo les salve.
➢ El problema empieza cuando no reconocen que tienen la misma necesidad de vivir cada día por la fe, de la misma manera que cuando fueron salvos (Gal 3:1-3).
• Reconocen su necesidad de recibir el Espíritu por la fe, pero habiéndolo hecho, están tratando de vivir sus vidas mediante sus propias habilidades, como si Dios se hubiese quedado a un lado a mirar pero sin participar.

La vida cristiana no es un sistema en el que vivimos para Dios sino que Dios vive en nosotros de tal manera que la vida se viva en la fe en la capacidad de Dios para hacer Su obra en nosotros, por nosotros y a través de nosotros. Es una vida de total y absoluta dependencia en Dios para todo asunto, en todo momento.
• En todo y por todo, no solo para lo que no podemos sino también para lo que podemos.
• Involucra toda nuestra actitud hacia Dios (no tiene que ver solo con como conseguir el dinero o cualquier otra bendición). Tampoco es solo tener fe en su existencia (los demonios también creen de esta forma, Sant 2:19) sino tener el tipo de creencia que permite que El haga su obra, vivir bajo Su Señorío (Luc 6:46, Heb 11.6).
• Vivir por fe es mantener la disposición de reconocer la autoridad de Jesús como Señor sobre nosotros, y la aplicación del poder de Su vida en nosotros.
• Vivir por fe es la única base sobre la cual todos los cristianos somos llamados a vivir porque la única otra alternativa que nos queda es vivir independientemente de Dios.
➢ Y esa actitud de independencia es la esencia del pecado, porque el pecado es todo aquello que no proviene de la fe en Jesucristo (Rom 14:23).
➢ Es el fracaso en creer integralmente (vivir bajo el Señorío de Cristo) y no dejarle obrar lo que es la esencia del pecado.
➢ Cuando actuamos independientemente de Dios en vez de depender de El, aunque la actividad que realicemos en sí es buena y legítima, en realidad estamos pecando.
• No es el no creer en Cristo el pecado más grande (el Espíritu convence de culpa al mundo porque no creen en El), sino el hecho que cualquier cosa que no proviene de una dependencia en Dios (estar bajo Su señorío) es pecado.
• Lo que le agrada a Dios es una disposición hacia El que le permite ser nuestro Dios y obrar dentro de nosotros y por medio de nosotros (Heb 11:6).


Auméntanos la fe (Luc 17:5-6).
• La respuesta de Jesús a la petición de sus discípulos de aumento de la fe fue que la cantidad de su fe no era el asunto primario, sino que lo era el objeto en el cual estaban poniendo su fe.
• Es legítimo buscar un aumento de fe, pero la única forma en que sucede es por conocer mejor el objeto de nuestra fe: la fe en Dios crece al conocer mejor a Dios (Rom 10:17).
• Por el contacto con la Palabra de Dios, Cristo es revelado a nosotros, y de esa manera, adquirimos mayor conocimiento y confianza en El. Así podemos confiar y poner nuestra fe en El más fácilmente.
• No hay ningún sustituto al conocimiento de Cristo. Es la mayor necesidad de nuestras vidas (Jn 17:3, Jn 14:6, Efe 1:15-23, Efe 3:14-19) para permitirle la libertad de ser lo que El es en nuestras vidas y en nuestras experiencias.


Fe = obediencia y confianza.
El resultado de tener fe es que el poder de Dios es liberado para funcionar en nuestro beneficio.
• La fe no se expresa por lo que nosotros hacemos, sino en lo que confiamos, en Dios (Mar 11:22, Heb 11:6), para que el obre en favor de nosotros.
• La fe en Dios es una actitud de confianza en El, que le honra y permite que obre.


¿Cómo funciona en la práctica?
• Dos ingredientes vitales:
➢ Obediencia a lo que Dios dice.
➢ Confianza en lo que Dios es.
• No pueden estar separados el uno del otro.
➢ Intentar obedecer los mandamientos del Señor Jesucristo sin confiar en El para la fuerza y habilidad necesaria para hacerlo, solo nos llevará a la frustración y a la hipocresía. Sus mandamientos son humanamente imposibles de cumplir.
• Rara vez veremos obrar a Dios a menos que estemos preparados a arriesgar algo: el riesgo de la obediencia absoluta.
• Si estamos preparados para encontrar la correcta y luego hacerlo, aunque encontremos una oposición extremadamente fuere, veremos como Dios actúa haciendo milagros que nos dejarán asombrados y humillados.
• Una de las cosas que más nos puede animar cuando permitimos que Dios obre en nuestra vida es que vamos a tener la experiencia de Su fidelidad, y ello nos va a hacer más fácil la próxima vez que El quiera obrar en nosotros.
➢ Por otro lado, confiar en Cristo sin obediencia activa y voluntaria de nuestra parte no hace honor a Quién El es ni demuestra confianza en Su plan de vida para nosotros.
• La vida cristiana, y ello incluye la fe verdadera, empieza con un rendimiento a Cristo y con un reconocimiento de Su autoridad.
➢ Esa rendición inicial necesita ser seguida por una obediencia activa a las instrucciones generales de la Escritura y a la dirección particular de Dios para nuestras vidas personales (si no, no hay tal rendición).
➢ Nuestra experiencia plena del poder y la suficiencia de Dios se dará solo en el contexto de la obediencia.
➢ El poder de Dios está disponible solo para cumplir los propósitos de Dios (no los nuestros).
• Lo que creemos en cuanto a la disposición de Dios de obrar en y a través de otras personas jamás es una prueba de lo que creemos acerca de Dios.
➢ Todos creemos en el Todopoderoso Dios que obra en las vidas de los demás.
➢ La pregunta es: ¿creemos en la suficiencia de El para obrar en nosotros, manifestada a través de nuestra obediencia?
• David, cuando se enfrentó a Goliat y experimentó la victoria, hizo las cosas que cualquier otro soldado, antes que él, hubiera podido haber hecho.
• Conocía la voluntad de Dios.
• Entro en escena (obedeció) tomando lo que parecía un enorme riesgo en términos humanos, aunque significaba actuar solo.
• Acompañó su obediencia con la confianza. Confió en que Dios era plenamente suficiente para darle la victoria.
• Comprobó la suficiencia de Dios en el contexto de su obediencia a El.


Fe y promesas.
• Las promesas de Dios son efectivas sólo cuando las condiciones de ellas se cumplen, y el hecho de que El haya prometido algo no cambia nuestra responsabilidad hacia El. Las promesas de El no pueden separarse de nuestra responsabilidad.
• Las promesas de Dios casi siempre vienen con condiciones, y es al cumplir estas condiciones que nos aseguramos del cumplimiento de las promesas.
• El fundamento de la vida de fe es la obediencia. Si nos salimos de la obediencia a la voluntad de Dios quedamos fuera de Sus recursos (Deut 28:1-14).
➢ La provisión de Dios solo está disponible para Sus planes (no para los nuestros, aunque a veces parezca que si).
➢ Cuando nos salimos del plan de Dios no experimentaremos la suficiencia de Dios.


Fe y persecución.
• La obediencia y fe de David le significó que el hombre más poderoso del reino en su tiempo, el rey Saúl, a quién había servido, sintió celos terribles y durante años lo persiguió. Ese fue el precio de su obediencia y confianza en Dios (fe).
➢ Cuando una persona que se dice cristiana no deja que Dios sea Dios en su experiencia cotidiana (obediencia y promesas), empieza a disgustarse con los que si lo viven.
➢ No les gusta para nada ver a alguien cuya piedad y actividad expone su propia falta de tomar en serio a Dios y dejarle ser Dios.
➢ A menudo se ponen celosas cuando otras personas están creciendo en Dios, especialmente, aunque no exclusivamente, si aquellas personas son más jóvenes en edad o en la iglesia.


Vivir por fe.
• Tiene que ver con nuestra obediencia y confianza en Dios (las dos inseparablemente unidas).
• Tiene que ver con reconocer a Cristo como el Señor de nuestras vidas a fin de experimentarlo.
➢ Sea lo que sea que El nos haya encargado hacer, El es completamente capaz de hacerlo.
➢ No lo vamos a experimentar sentados, estudiando o leyendo.
➢ El laboratorio en el que tiene que ser hecho realidad es en nuestra experiencia cotidiana.
• Nuestra vida cotidiana y, en ella, los momentos en que obedecer no sea cómodo, o las circunstancias no sean adversas, serán nuestro valle personal de Ela y esas cosas, el Goliat contra el cual no tendremos ninguna esperanza de victoria si lo enfrentamos solos.
• Pero con la promesa de Dios respaldándonos y la vida de Dios dentro de nosotros, avanzaremos para gozar de una demostración de Su gloria y bondad, y aunque tengamos que pagar un costo, habrá valido la pena.





TEMA NO. 14. VIDA CRISTIANA Y SERVICIO.


Los planes de Dios y las personas.
• Dios no solo tiene planes para este mundo. También tiene planes en este mundo.
• Dios cumple sus planes en este mundo a través de personas normales, comunes, ordinarias.
➢ La intención de Dios es que toda personas sea el vehículo de Su obra.
➢ El ha decidido que el medio de expresión de El mismo a las personas sean otras personas (Gen 1:26-28, Gen 12:1-3).
➢ Dios está dispuesto a trabajar por medio de cualquier persona que se lo permita.


El plan de Dios: Cristo.
• Aunque es cierto que los planes de Dios son las personas, una declaración más precisa es que Su plan que es Cristo, se exprese, se manifieste, a través de las personas.
➢ Dios no tiene ningún plan fuera de Jesucristo (Cristo en nosotros, la esperanza de Gloria, Col 1:27).
➢ Es nuestra unión con El, Su vida vivida a través de nosotros, lo que nos capacita y califica para participar en Su plan.
➢ Cuando verdaderamente nos convertimos en cristianos, hay dos cosas que ocurren en nuestra experiencia: Cristo viene a vivir en nosotros (Gal 2:20) y nosotros venimos a vivir en El (1 Cor 2:17, Jn 15:1-5).
• La entrada de Cristo para vivir en nosotros y nuestra entrega para estar en El y hacer Su obra a través de nosotros son eventos simultáneos.
• La impartición de Su vida a nosotros es simultánea con la incorporación de nuestra vida a Su cuerpo. Nos convertimos en Su cuerpo al mismo tiempo que El se convierte en nuestra vida.


El cuerpo de Cristo.
• La persona no es el cuerpo (2 Cor 5:1) y tampoco el cuerpo es la persona. El cuerpo es solo el lugar en el que habitamos y el vehículo a través del cual nos expresamos en la vida física.
• Esto es cierto con respecto a cada uno de nosotros y también con respecto a Cristo.
➢ La Iglesia, como Su cuerpo, es el ser físico por el cual Su vida y Sus propósitos se expresan y cumplen en este mundo.
➢ La Iglesia es la casa del Señor Jesucristo pero no es El mismo; sin embargo, todo lo que hace lo hace con Su cuerpo. Es el medio por el cual El se expresa prioritariamente, mediante el cual Sus pensamientos son hablados, Sus planes son cumplidos y Su trabajo hecho.
• Cuando Jesús estuvo en Su ministerio terrenal recibió un cuerpo físico igual al nuestro. Pero cuando El murió y resucitó y partió a la presencia del Padre, El recibió un cuerpo físico para que continuara haciendo Su obra por medio de él; ese cuerpo físico es la Iglesia.
➢ El es la cabeza y la vida, pero el medio físico para hacer Su obra son las vidas y los cuerpos de los miembros disponibles a El para el logro de ese propósito.
➢ El libro de Hechos es el registro de todo lo que el Señor Jesucristo continuo haciendo y enseñando, ya no por medio de Su cuerpo físico limitado, sino por medio de Su nuevo cuerpo, la Iglesia.


Servir al Señor (1 Cor 12, 1 Cor 14, Rom 12:3-21).
• No es un extra opcional de la vida cristiana, sino parte indivisible e inevitable de ella.
➢ No ocuparnos en servirle, en la práctica, es una desobediencia deliberada hacia El, bajo cuya autoridad nos hemos colocado voluntariamente.
• Una de las mentiras del diablo implica establecer en las mentes de muchos cristianos la idea de que Dios no los puede usar.
➢ Reconocen Su habilidad para usar a otros, pero no lo esperan pasa ellos mismos.
➢ De esa manera entristecen al Espíritu Santo y se pierden lo que podría ser la aventura más grande de sus vidas.
• No importa lo que creamos de nosotros mismos y de nuestras propias habilidades. El Señor Jesucristo nos ha invitado para ser parte activa y efectiva de Su cuerpo que es el medio por el cual El lleva a cabo Su obra, y nos ha habilitado y capacitado con Su vida dentro de nosotros, para hacerlo.


Servicio, estrategias y causas.
• En el libro de Hechos, los apóstoles y los discípulos no estaban entregados a una estrategia o causa específica, sino a Cristo.
➢ Cualquier estrategia o causa derivada del Señor (no de nuestras ideas) es buena, pero nuestra entrega es a El no a las estrategias y causas.
➢ Necesitamos mantenernos en contacto con El para que El nos diga y dirija a cualquier cosa que El escoja en todo momento. El es el Estratega, de El son las causas y solamente El sabe dónde quiere que estemos y lo que quiere que hagamos.
➢ Dios no quiere que estemos entregados (aunque sea parcialmente) a estrategias y causas (si nos entregamos a ellas se convierten en nuestros ídolos, Jer 17:5-9). El quiere que estemos entregados y disponibles para Cristo.
• Es posible que nos llame a dar nuestras vidas para el avance de alguna estrategia o causa, pero nuestra entrega debe ser únicamente a Cristo, y consecuentemente, estar disponibles a cualquier otra cosa que El nos dé para hacer.
• Necesitamos vivir con la actitud de que cada día el Señor Jesucristo tenga la libertad de expresarse por medio de nosotros para llevar a cabo algún aspecto de Su obra, aunque ello implique dejar de seguir una causa o estrategia que seguíamos ayer.


Servicio y Cristo en nosotros.
• Tener a Cristo en nosotros nos da:
➢ Poder: podemos vivir efectivamente sólo gracias a la fuerza que se deriva de Su vida en nosotros (Jn 15:1-5).
➢ Propósito: no es un propósito para vivir para nosotros mismos, sino uno que nos motiva a llevar a cabo Sus planes.
➢ Recursos: todo lo que necesitamos es fe en el Señor Jesucristo y nos vendrán.
➢ Responsabilidades: como parte de Su cuerpo el asunto más importante que necesitamos resolver cada día es “¿Qué quieres Tú que haga?”
➢ Dinamismo: nos energiza.
➢ Demandas: El tiene algo que hacer y tiene el derecho de usarnos para llevarlo a cabo. Por cada demanda que El hace nos provee el poder de Su Espíritu dentro de nosotros para llevarla a cabo.


La vida cristiana.
Esta es la vida cristiana:
• Habiendo reconocido nuestro fracaso en expresar la imagen y semejanza de Dios en el mundo, acudimos a la Cruz para ser perdonados.
• El Espíritu Santo viene a morar en nosotros.
• Somos incorporados al Cuerpo de Cristo para llegar a ser los vehículos de la expresión de Su vida y Su propósito.
Primero nosotros, y después el mundo, necesitamos desesperadamente saber esto.
• No tendremos una base sólida para creer sino hasta ver la vida y el carácter de Jesucristo siendo mostrado en nuestras vidas. Este es Su propósito para con nosotros.
➢ 1 Tes 4:3, 7: Su voluntad es nuestra santificación (vivir de acuerdo a Su vida en nosotros).
➢ Rom 8:28-29: Su voluntad es que el carácter de Cristo sea formado y manifestado en nosotros (Gal 5:22-23).
➢ Mat 5:16: que vean nuestras buenas obras y lo glorifiquen a El.
➢ Jn 13:35: en el amor que manifestemos conoceremos y conocerán que somos Sus discípulos.


Iglesia, servicio y fallas.
Así como nuestro brazo no es nosotros ni nosotros somos el brazo, Cristo no es nosotros ni nosotros somos El.
• El obra en nosotros y a través de nosotros pero El no es nosotros ni nosotros somos El. Somos Sus canales de expresión en el mundo cuando estamos en El y obedeciéndole y siguiendo Su dirección.
• Por lo tanto, si alguno de nosotros falla, no es Cristo el que falló, fuimos nosotros y solo nosotros somos los responsables de ello.
➢ No podemos ni debemos menospreciar a la Iglesia entera, ni a Cristo, por una falla de alguno de nosotros, así como no podemos menospreciar a un pie porque se tropieza.







TEMA NO. 15. OTRAS NOTAS.


Hch 2:22: la actividad de Dios dentro de nosotros tiene que ser la fuente de la calidad de vida que hemos sido llamados a vivir y manifestar.


Necesitamos tener mucho cuidado con las experiencias con Dios que NO nos dejan con una actitud de HUMILDAD y DEPENDENCIA.
• Cuando las victorias de Dios provocan en nosotros autoconfianza, esas pueden llegar a ser peligrosas.
• Muchos personajes de la Biblia y a través de la historia han quedado en el olvido después de grandes bendiciones, porque se hicieron autosuficientes y equivocadamente interpretaron las victorias de Dios como suyas.
➢ Ejemplo de ello: Aarón y María cuando se rebelaron contra Moisés; Sansón; Saúl; el rey Uzías (2 Cro 25:15-16, 2 Cro 26:5).

02 Abr 2013
Referencia: Vida cristiana.