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La Iglesia, el Cuerpo de Cristo.



LA IGLESIA, EL CUERPO DE CRISTO.



La Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

Jesús usa, entre otras, la figura del Cuerpo para representar Su relación con la Iglesia. Y la usa más que cualquier otra. Ello nos habla de la importancia que esta figura tiene para nosotros, para el entendimiento del rol de la Iglesia, de la cual cada uno de nosotros los creyentes formamos parte. Y el entendimiento de ello lo necesitamos tener todos los ministros de una manera muy clara para poder guiar a las personas que Dios ha puesto en nuestro camino para su eficaz incorporación y funcionamiento al y en el Cuerpo de Cristo.
• 1 Cor 12:27. “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.”
• Efe 1:22-23. “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.”
• Efe 5:23. “porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.”
• Efe 5:29-30. “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.”
• Col 1:24. “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;”

Cuando la Palabra usa la figura del Cuerpo para representar la relación de Cristo con la Iglesia, esa figura es más que un slogan, o una frase bonita. Tiene toda una simbología que necesitamos comprender, entender y poner en práctica, que es la razón por la que el Espíritu Santo, al inspirar las Escrituras, la usó.

El tipo de relación entre la Cabeza y el Cuerpo es, en primer lugar y fundamentalmente, que la Cabeza ordena, y el cuerpo obedece. La Iglesia, entonces, necesita ser obediente a Su Palabra. Por lo tanto, el Cuerpo de Cristo está formado no por aquellos que creen que lo forman, sino por todos aquellos que verdaderamente están comprometidos con el Señorío de Cristo en sus corazones y en sus vidas. Es una cuestión real más que formal, de estilo de vida más de que membresía. Y ello es extremadamente importante para que la Iglesia verdaderamente manifieste la plenitud de Cristo, a lo cual ha sido llamada y empoderada:
• Efe 5:19-23. “ y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos (en el Señorío de Cristo, Rom 10:8-12), según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.”

Hoy, la situación de la Iglesia en general, con excepción de un remanente, y de acuerdo a lo profetizado para estos tiempos previos a la segunda venida de Cristo, es el de una Iglesia nominalmente cristiana, pero funcionalmente mundana (que corre detrás de lo que el mundo también está corriendo: auto-estima, materialismo –dinero y riquezas—y orgullo –vanidad-):
• Apo 3:17-20. “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad (auto-estima, riqueza material, orgullo, comodidad); y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego (fe auténtica para vivir en la obediencia y santidad a Dios, a Su Palabra y a Su Espíritu Santo), para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte (santidad creciente, sin pecado), y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio (entendimiento y revelación auténtica y transformacional del Espíritu Santo), para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete (anhelante de la presencia de Dios, de conocerle a Él, de conocer Su corazón, no sus manos, anhelante de hacer Su voluntad no de que Dios haga la suya). He aquí, yo estoy a la puerta y llamo (Dios y Su Nombre y Su Poder son usados pero sin Su Presencia real –tal vez emoción pero sin adoración,-- y sin transformación interior real, auténtica); si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”

Otra cuestión fundamental en la relación entre la Cabeza y el Cuerpo es que la Cabeza ordena y el cuerpo realiza. Es decir, que la Iglesia es a través de quién Jesús, por la operación del Espíritu Santo obrando a través de creyentes guiados y obedientes a Él, realiza Su obra. La Iglesia debe hacer todo lo que la Palabra de Dios y la enseñanza, dirección y guía del Espíritu Santo dice que es Su obra en el mundo. En este punto necesitamos reconocer que una buena parte de la cristiandad –salvo un “remanente”, una minoría-- está operando totalmente en sentido contrario a ello, pidiéndole a Dios que haga lo que la Palabra de Dios dice que es responsabilidad de la Iglesia hacer. Por ejemplo,
• Dios le ha ordenado a la Iglesia discipular (Mat 28:18-20), pero la Iglesia solo evangeliza (Mar 16:15-18).
• Dios le ha ordenado a la Iglesia ir por los que están perdidos y la Iglesia ora que el Señor se los traiga a los edificios.
• Dios ha ordenado a la Iglesia ir al mundo a ser luz y sal (Mat 5:13-16), y la Iglesia se ha encerrado en sus cuatro paredes.
• Dios le ha ordenado a la Iglesia abrir su boca por el que no tiene voz (la viuda, el huérfano, los pobres, los menesterosos, Prov 31:8-9) y la Iglesia se ha callado frente a los poderes temporales.
• Dios le ha ordenado a la Iglesia transformar el mundo (Mat 13:33, Rom 8:19-21) y la Iglesia se ha encerrado en sus cuatro paredes, y peor aún, en muchos casos se ha dejado transformar por el mundo.
• Dios le ha ordenado a la Iglesia que ore pero que también accione en la dirección de ver respondida su oración (Mat 7:7-12), pero la Iglesia solo ora y le pide a Dios que sea Él el que accione.
• Dios le ha dicho a la Iglesia que se arrepienta de sus malos caminos para que sane su tierra, pero la iglesia ora que Dios transforme su tierra sin pedir perdón por sus malos caminos (2 Cro 7:14).
• Y encima de todo ello, la Iglesia se ha escudado en principios sacados de contexto de la Biblia para justificar Su pasividad, dificultando con ello que examine honestamente sus caminos y se vuelva a la Palabra (Sal 119:59).

Si la Iglesia en su conjunto, y no solo un remanente estuviera llena del Espíritu Santo tal como debería estarlo, y si estuviera caminando en los caminos que le traza la Palabra y el Espíritu Santo, el mundo sería un mundo totalmente diferente, donde el Reino de Dios estaría establecido en su gran mayoría y habría justicia, paz y gozo en el mundo, que hoy definitivamente no lo hay.
• Mat 6:33. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
• Rom 14:17. ”porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.”

La tercera cuestión fundamental en la relación entre el Cuerpo y la Cabeza es que el cuerpo es uno solo aunque esté formado por muchos miembros diferentes en apariencia, constitución, color y función, y funciona en una misma dirección. Es inconcebible que en un cuerpo un miembro deseche a otro, o que un miembro menosprecie a otro, o que en un cuerpo un miembro, por ejemplo, un pie, camine en una dirección, y otro miembro, el otro pie, camine en otra dirección. Si así sucediera todo el cuerpo se caería y golpearía. La figura de Cuerpo habla entonces de colaboración (no competencia), de ayuda mutua (no esfuerzos individuales), de un todo armónico caminando en una misma dirección (no de división, celos, envidias, contiendas, etc.). El concepto unificador de esa tarea es la búsqueda del Reino de Dios y su justicia (y no de nuestros propios reinos ministeriales y/o denominacionales). Por ello, el Espíritu Santo a través de Pablo amonesta fuertemente a la Iglesia de Corinto y le insiste sobre la necesidad de la unidad:
• 1 Cor 1:10-13. “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; (Bautistas, Centroamericanos, del Evangelio Completo, Pentecostales, etc.) y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?.”
• 1 Cor 3:1-6. “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, (o yo sigo a Carlos ZZ, o a Sergio VV o a Jorge XX) ¿no sois carnales?¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.”
• 1 Cor 3:16-17. “¿No sabéis que sois templo de Dios (todos un templo; cada uno en particular, pero también todos en general), y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (si todos fuéramos espirituales y guiados por el Espíritu Santo estaríamos unidos, no separados). Si alguno destruyere el templo de Dios (el cuerpo de uno, pero también la Iglesia mediante la división), Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”
• 1 Cor 11:17-18. “Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.”
• 1 Cor 11:27-30. “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor (la Iglesia tanto como el Cuerpo físico de Cristo) juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.”
• 1 Cor 12:12-26. “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo (en uno solo, no en muchos) sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.”

Una iglesia con una unidad “formal” pero no real, como la que tenemos actualmente, es una iglesia con división, y una iglesia dividida es una iglesia sin poder espiritual.
• Luc 11:17. “Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae.”
• Mat 16:18. “...edificaré mi iglesia (una sola, unida); y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”

En cuarto lugar, el cuerpo está organizado por la proximidad de sus miembros, por lo que la unidad de la Iglesia comienza, por lógica y proximidad, por las iglesias situadas en una misma localidad sin importar la denominación a la que pertenecen. La prioridad de la “organización” de la iglesia (que es un cuerpo, un organismo y no una organización, pero que ello no implica que no tenga por lo menos una organización básica) debe ser a nivel local tal como es el modelo bíblico expuesto en las Escrituras, y en segundo lugar, si se quiere, denominacional.

El propósito de Dios comenzando con Israel, era una sola fe, una sola “Iglesia”, con un solo templo a donde acudieran todos los creyentes a adorar a Dios, aún cuando tuvieran sus diferencias doctrinales en ciertos puntos (como los fariseos, los saduceos, los levitas, etc.) y vivieran en diferentes ciudades. Para cada ciudad habían organizadas “escuelas” o “sinagogas” donde las personas se reunían a nivel local.
• Luc 4:43-44. Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado. Y predicaba en las sinagogas de Galilea.”

No queremos decir con ello que debiéramos tener un solo templo en cada ciudad, ya que ello, con la población actual, sería prácticamente imposible, pero el hecho de muchos templos por ciudad no implica que el modelo de unidad debiera cambiar. Con respecto a los principios de Dios, la Palabra nos enseña claramente que las estrategias pueden cambiar, sin embargo el principio no.
• Mat 5:18. “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.”
• Luc 16:16-17. La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.”

Si notamos bien en la Palabra de Dios, cuando Pablo dirige sus cartas a la Iglesia de Corintios, la Iglesia de Galacia, la Iglesia de Efeso, la Iglesia de Tesalónica, la Iglesia de Roma, no lo hace a una iglesia específica establecida en alguna ubicación específica de esas ciudades, sino a todas las iglesias (cada una de las cuales estaba ubicada en una casa) establecidas en la misma ciudad, indicándonos con ello que la unidad de la iglesia comienza en el ámbito local.
• Rom 1:7. “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
• 1 Cor 1:1-2. “Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:”
• 2 Cor 1:1. “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya:”
• Gal 1:1. “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), 2y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:”
• Efe 1:1. “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:”

Igualmente, cuando Jesús dirige sus cartas a las siete iglesias en el Libro de Apocalipsis, caps. 2 y 3, no lo hace a una iglesia específica sino a todas las iglesias ubicadas en la misma ciudad.
• Apo 2:1. “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso”.
• Apo 2:7. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (¿si era una carta para la Iglesia en Efeso --en el caso de las otras cartas, a una iglesia específica-- por qué al final de cada carta dice, “las iglesias”? Lo más probable es que en cada ciudad había varias iglesias).”
• Apo 2:8. “Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna:”
• Apo 2:12. “Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo”
• Apo 2:18. “Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira:”
• Apo 3:1. “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis:”
• Apo 3:7. “Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia:”
• Apo 3:14. “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea:”

En el Libro de Hechos también se repite el mismo patrón; cuando se refiere a las iglesias, se refiere a las iglesias de una ciudad:
• Hch 15:41. y pasó por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias.
• Hch 16:1-5. Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego. Y al pasar por las ciudades, les entregaban las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las guardasen. Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día.
• Hch 11:22. Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía.
• Hch 14:21-23. Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.

El entendimiento de la unidad de la Iglesia, independientemente de diferencias doctrinales no esenciales (la doctrina esencial que une a la Iglesia es que Jesús es el Hijo de Dios que se hizo hombre, se encarnó de María, la Virgen, murió por nuestros pecados en la Cruz por lo cual se constituyó en nuestro Salvador, resucitó al tercer día, está sentado a la diestra del Padre quién le hizo Señor en el cielo y en la tierra, y vendrá por segunda vez a establecer Su Reino Milenial), es de suma importancia en este tiempo en que Jesús está en el tiempo final de la preparación de Su Iglesia para el arrebatamiento, el viene por una Iglesia Gloriosa y Santa (no carnal –y entre ello sin divisiones--), y una Iglesia, no varias.




Conclusión.

Sin demeritar la organización denominacional, la unidad de la Iglesia comienza con la unidad de las iglesias ubicadas en una localidad, y de allí con las de las localidades vecinas a fin de constituir una sola iglesia.

La unidad que Dios busca comienza en el nivel local, con todas las iglesias de una misma jurisdicción geográfica unidas (barrio, aldea, municipio, provincia, nación, organizándose de lo poco a lo mucho, del nivel geográfico menor al mayor). Y sin esa unidad no hay cuerpo, sino miembros aislados, y tampoco hay plenitud de poder y autoridad.

17 Abr 2014