Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Módulo 113. Familia (relacional).



LA CONSTRUCCIÓN DE UNA FAMILIA.



INTRODUCCIÓN.
Antes de entrar en el tema, es importante entender por qué la necesidad de que la Iglesia del Señor Jesucristo, “columna y baluarte de la Verdad” (1 Tim 3:15), necesita involucrarse decididamente en esta tarea.

En primer lugar, como “columna y baluarte de la Verdad” (1 Tim 3:15) solo la Iglesia, los hombres y mujeres espirituales, pueden entender, comprender, aplicar y compartir la verdadera importancia de la familia, de acuerdo con el diseño perfecto de Dios, y de los valores y principios bíblicos que sustentan el ejercicio de su actividad. Este diseño es un diseño espiritual que solo los hombres y mujeres espirituales, en primera instancia, pueden entender y comprender a plenitud:
1 Cor 2:11-14. “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”
Al final, la familia es una creación de Dios y Él tiene una buena voluntad, agradable y perfecta para ella. Cualquier otra fuente del quehacer de la familia se constituye no solo en una rebelión hacia Dios, que trae sus consecuencias negativas, sino caminos que dirigen hacia la destrucción de ella (Prov 16:25).

Y en segundo lugar, por las siguientes razones:
• Para cumplir con el llamado y propósito de Dios para cada creyente en este tiempo (Gen 1:28: “Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra”).
• Para fortalecer a los padres que no han renunciado a su tarea y evitar que padres migren por mejores ingresos descuidando o dejando vulnerables a sus hijos en lo espiritual y emocional (Prov 27:8: “Cual ave que se va de su nido, tal es el hombre que se va de su lugar”).
• Para darles una orientación a las madres de lo que necesitan suplir, con la ayuda y bajo la dirección de Dios, en sus hijos por la ausencia de los padres.
• Para reconocer lo que nos hizo falta en nuestra formación como hijos y buscar su restauración en Dios, llevarnos a perdonar a nuestros padres por sus fallas (nos dieron lo mejor que tuvieron a su alcance) y a honrar a nuestros padres por lo que si nos dieron (Mal 4:5-6: “volver el corazón de los hijos hacia los padres”).
• Para entrenar a la siguiente generación de padres para que se preparen y no cometer los mismos errores de esta generación.
• Para saber y prepararnos todos los pastores y asistentes pastorales y ministeriales, y los hermanos mayores, para ayudar a nuestros hermanos más jóvenes a suplir sus necesidades derivadas de no contar con un padre biológico y dirigirlos hacia el Padre celestial.
• Para prepararnos para ser restauradores de familias arrasadas por el abandono paterno y orientarlas a buscar en Dios la restauración de sus vidas, sean o no sean de la iglesia, sean o no sean cristianas (Luc 4:18-19, Isa 61:1-4).




PRINCIPIO BÁSICO: Sal 127:1-5.

El Sal 127 es un Salmo cuyos principios son aplicables a todas las cosas que conciernen al quehacer del ser humano (vrs. 1 y 2), pero en cuyo contexto inmediato se refiere a la familia (vrs. 3 al 5) y que se complementa y consolida con el Sal 128, que también se refiere a los beneficios de seguir la obediencia a Dios en la construcción de la familia.
Este Salmo nos enseña que el ingrediente básico, el elemento fundamental en la construcción de una familia (casa) y una nación (ciudad), es el Señor, Su Palabra, Su Voluntad, Sus principios y valores. Sin Él, todo esfuerzo es inútil, caminos que nos pueden parecer acertados (derechos) en nuestra propia opinión, o en la opinión del mundo y sus “expertos”, sus conceptos, ideas o filosofías, pero que irremediablemente, más temprano que tarde, nos llevan en una dirección contraria al bienestar (cuyo fin es muerte) que podemos estar buscando (Prov 16:25). Tarde o temprano alejarnos de sus diseños nos va a llevar a la ruina como padres y al fracaso en la vida de nuestros hijos, o por lo menos, a dificultarles más de la cuenta la vida, con el riesgo de no alcanzar sus más altos propósitos y destino.

Las cosas para que puedan funcionar correctamente deben hacerlo siguiendo las especificaciones del fabricante, contenidas en el manual de funcionamiento del producto. Esto también es aplicable al funcionamiento de la familia. El Creador, Diseñador y Fabricante de los seres humanos y de la familia es Dios, no las personas, quienes solo somos los ejecutores de los designios de Él. Por lo tanto, Quién sabe como es que debe funcionar esa maravillosa y hermosa creación llamada familia es Dios.

El diseño de Dios para el ser humano nunca fue el de que funcionara en todos o en algunos de los aspectos de su vida independientemente de Dios. De hecho, en el momento mismo de la creación del primer ser humano, Dios le impartió las instrucciones para que su vida funcionara correctamente y tuviera bendición (le fuera bien en la vida, Gen 2:15-17, Gen 1:28), y advirtiéndole al mismo tiempo de los resultados de no cumplir con el diseño establecido por Dios, quién en Su infinita sabiduría conoce (Él las estableció) las bendiciones de funcionar bajo Su Plan, pero también conoce los resultados negativos del funcionamiento de sus diseño fuera de Su plan.

Así como Dios diseñó al ser humano (varón y mujer), diseñó la familia, que en Sus planes, tiene el propósito de proporcionar una atmósfera de amor y orientación para los hijos que han de venir como resultado de la relación matrimonial de los padres (Gen 2:28, Gen 2:21-25, Mal 2:14-16), la que a su vez, necesita contar con el Señor como centro, tal como nos lo enseña la Palabra de Dios en Ecle 4:9-12. Dios nunca tuvo la intención de que la persona, el matrimonio y/o la familia funcionaran sin Él (Mat 7:24-25, 1 Cor 3:11).

Si la familia hoy está en crisis, si la educación y formación de los hijos está en crisis, si la paternidad y la maternidad están en crisis, no es por culpa de Dios que diseñó la familia. Es por culpa de nosotros los seres humanos que no hemos obedecido los principios de Dios para el funcionamiento de la familia. En lugar de prevalecer el amor auténtico que solo puede surgir de Su presencia en nosotros y que deriva en el cumplimiento de Sus propósitos (Jn 14:15, Jn 14:21, Jn 14:23, Rom 12:2), ha prevalecido el egoísmo de nuestros propios caminos que ha destruido los fundamentos de la familia y la ha dejado incapaz de resistir las tormentas que se levantan contra ella en nuestros días.

Las necesidades básicas de nuestros hijos derivan de la naturaleza de su ser. La Palabra de Dios nos enseña claramente que ellos, como nosotros, son espíritu, alma y cuerpo (1 Tes 5:23). Por lo tanto, su necesidad básica, primaria, es espiritual: reconocer al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador, y al Padre (Efe 1:15-19), porque separados de Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo), nada van a poder hacer (Jn 15:5). Esta es otra razón por la cual Dios necesita ser el centro de las familias. Si Dios no es el centro de la vida de sus padres, no va a ser el centro de sus propias vidas. Son los padres, no la escuela, ni el gobierno, ni la televisión ni el internet, los que deben enseñar a los hijos el conocimiento de Dios (Deut 6:1-10, Efe 6:4). Somos los padres los que deberíamos ser los instrumentos de Dios para conducir a nuestros hijos a la salvación, al bautismo en agua, al bautismo en el Espíritu Santo y a sus primeras experiencias en la vida cristiana, no los pastores ni los maestros, ni ninguna otra persona (1 Tim 3:1-5).

Después de su necesidad espiritual fundamental, que Dios sea el Centro y el fundamento de sus vidas, la necesidad siguiente en importancia es que aprendan a vivir una vida de bendición, de plenitud. Y ello solo es posible si disciplinan sus mentes y sus corazones a seguir los caminos de Dios (Deut 28.1-14, Jos 1:8, Sal 1:1-3). Ello implica el discipulado, enseñarles a mandar lo que Dios establece en Su Palabra. De esa manera verán suplidas todas sus necesidades, incluidas las materiales y físicas (Sal 23:1, Fil 4.19). Nuestros hijos, para tener una vida que avance y crezca por encima de lo que nosotros hemos alcanzado, necesitan de nosotros como sus padres y primeros discipuladores. Ellos van a partir de donde nosotros, sus padres, alcancemos en el Señor, ellos van a aprender mejor que de cualquier otra persona, de sus padres que somos portadores de una herencia gloriosa para ellos que es necesario que les transmitamos:
Isa 59:21. “Y éste será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.”



EL SEGUNDO ELEMENTO BÁSICO EN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS FAMILIAS.

De acuerdo al Sal 127, después de Dios, las personas fundamentales para el desarrollo integral de los niños y niñas, son los padres, comenzando con el padre varón de acuerdo al diseño de Dios y como nos lo enseña la Palabra.
• Cuando Dios creó al ser humano, al primero que creó fue al varón (Gen 2:7-8). A Él le dio la autoridad y las instrucciones para guiar, proteger y proveer a la familia (Gen 2:15-17). Una vez que él había desarrollados sus habilidades y capacidades para cumplir con esas tareas para con su esposa y sus hijos, Dios le proveyó una esposa para que fructificarán, se multiplicaran y llenaran la tierra (Gen 2:18, Gen 2:21-25, Gen 1:27-28). Ello indica que Dios le estaba dando a él la prioridad en la responsabilidad de ver por su familia para que ella alcanzara la plenitud de la vida que Dios había diseñado para ellos.
• En esta Salmo específicamente, el Señor compara a los hijos con flechas, y al padre con el arquero. En la arquería, el arquero es el que le marca el destino a la flecha, el que envía la flecha al cumplimiento de su dirección. Igualmente los padres marcamos de alguna manera el futuro de nuestros hijos, que si es el que coincide con el plan de Dios, va a traer bendición sin detrimento a sus vidas, pero si no coincide con el plan de Dios, aunque finalmente se enderece, va a traer penas, dolor y sufrimiento innecesarios.
➢ 2 Rey 18:3: “Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre.”
➢ 2 Rey 21:20-22. “E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre. Y anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y sirvió a los ídolos a los cuales había servido su padre, y los adoró; y dejó a Jehová el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino de Jehová.”

Dios nuestro Padre le impartió a Adán lo necesario para que le fuera bien en la vida:
• Le dio una identidad (“a nuestra imagen y semejanza”, Gen 1:26-27).
• Lo bendijo (lo habilitó para que le fuera bien en la vida, Gen 1:28).
• Lo instruyó y le impartió una visión y un propósito (“fructificad, multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, señoread”, Gen 1:28).
Así nosotros, los padres, necesitamos impartirles lo mismo a nuestros hijos e hijas: una identidad, habilitarlos para que les vaya bien en la vida, instruirlos e impartirles una visión (lanzarlos como flechas), dirigirlos a la conquista de su propósito en Dios. Y en esa tarea, las madres son nuestra ayuda idónea y colaboradores eficaces para reforzar la tarea que Dios nos ha encomendado a nosotros, los padres, tal como nos lo enseña la Palabra de Dios:
Amós 3:3: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”
Prov 1:8: “ Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;”
Prov 6:20. “Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre;”
Prov 15:20: “El hijo sabio alegra al padre; Mas el hombre necio menosprecia a su madre.
Prov 29:15: “La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.”



CONCLUSIONES.
Otra forma de explicar el significado de este salmo en relación con la paternidad sería la siguiente: "Si los cimientos de nuestra paternidad no están puestos sobre el Señor, si El no es la roca en nuestra familia, nuestros hijos, nuestro linaje, nuestro trabajo como padres será inútil, falso, engañoso, ilusorio, y los resultados producirán en nosotros y nuestros hijos desolación, destrucción, calamidad, ruina, idolatría. Si el Señor no protege, cuida, atesora, preserva a nuestros hijos –y lo hace si ellos están edificados sobre la Roca que es Cristo, Su Palabra, Su Voluntad, nuestro trabajo será inútil, falso, engañoso, ilusorio, y los resultados producirán desolación, destrucción, calamidad, ruina, idolatría en nosotros y en nuestros hijos. Si nuestra paternidad está fundamentada sobre diferentes bases a las establecidas por Dios, de balde es que trabajemos, nos esforcemos, hagamos, ejecutemos, mantengamos nuestra paternidad. Solo el que opera bajo los principios de la Palabra de Dios obtendrá la mejor meta, el mejor premio.
Miren bien, pongan mucha atención. Nuestros hijos tienen una doble calidad de propiedad: son de Dios y Él nos los ha dado a nosotros en una propiedad condicional de la que daremos cuentas delante de Él. Son una reliquia de la familia de Dios, patrimonio y posesión valiosa de Él que hemos heredado y que necesitamos amar y valorar como tales. Cuando Dios nos da nuestros hijos no solo los considera valiosos a ellos, sino que nos los da confiando en que nosotros los estimaremos y valoraremos como Él lo hace. El está confiando en nosotros para que en Su Nombre los cuidemos, los formemos, los guiemos a Él. Los hijos son como flechas. que nosotros tenemos en nuestro poder, y contamos con los medios necesarios para darles la dirección y el cuidado que ellos necesitan para lo cual necesitaos tener la actitud de valerosos y esforzados guerreros bajos las órdenes de nuestro Comandante (el Señor de los Ejércitos) porque en una buena medida nosotros somos los responsables de dirigir sus destinos.
Si así lo hacemos seremos inmensamente dichosos y estaremos llenos de hijos edificados sobre el fundamento de Cristo.




11 Ago 2014