Estudio Bíblico

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Los nombres de Jesús.



Introducción.

En este pasaje se hace una descripción de Cristo haciendo referencia a símbolos tomados del Antiguo Testamento, que en principio, nos hacen recordar la continuidad, unidad, complementariedad y "ligazòn" entre ambos Testamentos.

Este pasaje, como todos los la Palabra de Dios que se refieren a los Nombres y/o calidades de Cristo son importantes en cuanto al conocimiento y la revelación de Jesús que necesitamos en la Iglesia de Cristo, en la que en una buena medida, la imagen que se tiene de Él solo hace énfasis en algunos aspectos (principalmente referidos a Su Gracia y Misericordia) dejando de lado otros muy importantes también como Señor que demanda obediencia y que juzga a sus súbditos en cuanto a ella.



El Hijo del Hombre.

Esta Nominación o Nombre de Cristro fue empleado ampliamente en el Antiguo Testamento, primero para hacer la diferenciación entre una persona terrenal, y la Deidad, los animales y los seres espirituales como por ejemplo, en el Libro de Ezequiel (más de noventa veces), también en Salmos, Isaías y otros libros.

Como una Nominación de Jesús aparece por primera vez en el Libro de Daniel (Dan 7:13, Dan 10:5, Dan 10:16), etc., y posteriormente la usaron frecuentemente los escritores de los tres Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), comenzando en Mat 8:20, cuando Jesús usa esa expresión por primera vez para sí mismo.

Con ella se hace referencia a la humanidad de Cristo, haciendo referencia a que era verdaderamente nacido como hombre mortal, y el representante de todos los seres humanos en lo referente a la salvación ("el Segundo Adán") y a su rol como:
• Sacerdote (primera venida) para morir por nuestros pecados y que pudiéramos alcanzar el perdón de pecados,
• Señor nuestro y de todas las cosas (en este tiempo) y Rey (Milenio).
• Juez que vendrá a juzgar a todos los hombres para condenación (a los que no creyeron en Su Nombre) y para otorgar recompensas eternas (a los que si creyeron en Su Nombre.

Esta nominación nos sitúa en la realidad de que Jesús, si bien es el Hijo de Dios, en Su primera venida vino como un hombre igual a nosotros, solo que sin pecado, para vivir como nosotros, entre nosotros, aprendiendo como nosotros, obedeciendo a Dios como nosotros necesitaríamos hacerlo, dándonos el ejemplo de que como seres humanos, llenos del Espìritu Santo, tenemos el poder para vivir vidas agradables, obedientes y santas delante del Señor, seguir Su ejemplo, tener Su carácter, manifestar el fruto del Espíritu, vencer la tentación y derrotar a nuestros enemigos espirituales, de tal manera que no es válido lo que algunos argumentan de que nosotros no podemos vivir como Cristo vivió en su vida terrenal porque Él es el Hijo de Dios. Como ya vimos, el ser Hijo del Hombre nos recuerda que Él es perfectamente humano, como nosotros, salvo que Él pecado no moró en Él, aunque Él tuvo que enfrentar y vencer la tentación:
• Fil 2:1-8. "Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." 
• Heb 4:15. "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." 
• Heb 5:7-8. "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. 8Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;9y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;"
• Jn 13:15.17. "Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis."

Una variante de esta Nominación es la de Hijo de David, en la cual se enfatiza su humanidad pero en relación específica con el pueblo de Israel, para el cual es su Mesías, el Redentor, Restaurador, Gobernador, Legislador y Juez de Su Pueblo en el Milenio.



Vestiduras largas.

En el primer siglo de esta era, y en los tiempos anteriores, en Israel y todo el mundo oriental, las vestiduras largas eran un símbolo de dignidad, con el que vestían los poderosos, los reyes y los sacerdotes.

Con ello, la Escritura está haciendo alusión a esas cualidades de Cristo:
• El Todopoderoso: 2 Cor 6:18, Apo 1:8, Apo 15:3, Apo 19:6, Apo 19:15, Apo 21:22.
○ Con esta nominación, que salvo la cita de 2 Cor 6:18, solo en Apocalípsis se usa para Cristo se hace una equivalencia total, en cuanto al poder de ordenar, juzgar, gobernar, etc., entre Cristo y el Padre. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que con ella se refiere a que Cristo es exactamente como Dios, el Padre, sin más y sin menos, con la totalidad de las características, cualidades, prerrogativas, naturaleza, esencia, poder, autoridad, etc.
○ Aunque son dos Personas diferentes, y desarrollan roles ligeramente diferentes, son exactamente iguales --igual que el Espíritu Santo--, no como una buena parte de los cristianos en el tiempo actual consideran: que no solo son Personas diferentes, sino que tienen diferentes cualidades y/o características (el Padre, bonachon; Jesús, el buen amigo; el Espíritu Santo, una fuerza, un poder; o cosas por el estilo).
• El Rey de reyes y Señor de Señores: 1 Tim 6:15, Apo 17:14, Apo 19:16.
○ Esta es una nominación que en la Palabra de Dios se aplica exclusivamente a Jesús, a pesar de que Dios es el que pone y quita reyes, pero refiriéndose a Jehová o el Padre nunca se usa esta expresión.
○ Las tres veces que se usa esta expresión en el Nuevo Testamento es en relación a la soberanía, gobierno y juicio que ejerce el Señor Jesucristo, derivado de toda la autoridad que ha recibido del Padre en el cielo y en la tierra.
• El Sumo Sacerdote que vive para interceder por nosotros todo el tiempo: Heb 4:15, Rom 8:34.

Estas vestiduras largas ya no son las del Hijo del Hombre que se despojó de Su Gloria (Fil 2:7-8) que en Su Primera Venida a la tierra vino en humildad, como un siervo y Cordero para ser inmolado, lo que incluía quedarse callado cuando era vituperado, insultado, menospreciado, burlado, condenado, cruficicado, etc. No, estas son las Vestiduras del Hijo de Dios, lleno de toda Su Gloria, que está sentado a la diestra del Padre en los lugares celestiales, reinando sobre toda autoridad y potestad, preparándose para Su Segunda Venida para juzgar la impiedad en la tierra (Hch 1:11, Hch 2:20-21, Heb 10:12-13, Apo 19:11-21).



Ceñido por el pecho con un cinto de oro.

En la Palabra de Dios cuando se hace referencia al cinto, generalmente se aplica al cinturon ceremonial, especialmente el que llevaba el sumo sacerdotes y sus asociados, que era de lino bordado en azúl, púrpura y escarlata (Exo 28:4). Desde esta perspectiva, el cinto hace referencia a la calidad de Jesús como nuestro Sumo Sacerdote.

Pero al ser el cinto en esta descripción de oro, el oro era símbolo de realeza, entonces está haciendo reafirmación a la doble calidad de Cristo en este tiempo para nosotros: Sumo Sacerdote (misericordia y gracia) y Rey (obediencia), y a su calidad de Juez en el presente y en el futuro, respecto a nuestra obediencia. En consecuencia, el cinto de oro es un recordatorio de Su Soberanía y reino sobre todas las cosas en el cielo y en la tierra (Mat 28.18), como Rey de reyes y Señor de señores. El reina sobre todo.

Al encontrarse de pie entre los siete candeleros, también nos recuerda el hecho de que ha derrotado a sus enemigos, y los ha exhibido públicamente, despojándoles no solo de los derechos que tenían sobre nosotros, los hijos e hijas de Dios por el acta de decretos que nos era contraria --que Él clavó en la Cruz como símbolo de que había sido cancelada por Su Muerte expiatoria--, sino de cualquier otro derecho que hubieran podido tener hasta ese momento sobre la Creación (Col 2:13-15, Col 1:18-20).



Su cabeza como blanca lana.

El blanco, en la Palabra de Dios, significa santidad. Con ello se nos está indicando la naturaleza divina de Cristo. Sin embargo, esta referencia es en alusión a lo que dice la Palabra de Dios en Dan 7:9-10, en donde la Persona de "cabeza como lana limpia" está asociado con un trono y con fuego, que es símbolo de autoridad y juicio, y donde de hecho, esa persona es descrita como "el Juez", lo que nos indicaría que está alusión está en relación con el juicio que Cristo, como Rey de reyes y Señor de señores hace sobre toda la creación, incluida los hijos e hijas de Dios --los salvos--:
• "Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos."
• En este pasaje observamos cosas que nos recuerdan no solo la realeza de Cristo sino también su rol de Juez sobre todos los seres humanos y la Creación:
○ Estaba sentado en un trono.
○ Su trono era llama de fuego.
○ Las ruedas del trono fuego ardiente.
○ Un río de fuego procedía y salía delante de Él.
○ El Juez se sentó y los libros fueron abiertos (el libro de la Vida para los que no son salvos, y el libro de Memorias, para juzgar a los creyentes, Apo 20:12).
• El fuego en la Biblia, entre otros, es un símbolo de juicio que para unos casos trae purificación (en el caso de la disciplina a los hijos y el juicio para el pueblo) o destrucción (para los impíos). Recordemos lo que dice la Palabra en relación a ambos aspectos relacionados con la proximidad de la Segunda Venida de Cristo:
○ 1 Ped 4:12-13 (en cuanto a los hijos e hijas de Dios). "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría." (Ver también 1 Ped 1:3-8, 1 Ped 5:8-10, Heb 12:3-11). 
○ Mal 3:1-3 (en cuanto a Israel). "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia."
○ Apo 21:8 (en cuanto a los impíos, incrédulos). "Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda." (Ver también Apo 20:14-15).

La cabeza también en la Escritura es un símbolo de sabiduría además que como ya lo dijimos, que sea como blanca lana indica santidad, lo que nos parece indicar, por la alusión en Dan 7:9-10, al trono y al juicio, que el juicio será efectuado con santidad y sabiduría, donde la misericordia y gracia, habiendo ya tenido su lugar anteriormente para que los seres humanos --salvos y no salvos-- se acogieran a ella, ya no tendrán cabida sino solo la Verdad y la Justicia (2 Ped 3:9-10). Recordemos que la Escritura dice que Dios en grande en misericordia y lento para la ira (Sal 86:15, Sal 103:8, Sal 145:8), o sea, que nos habla de dos momentos: un momento para la misericordia y otro momento para la ira, si no nos acogemos a Su bendita, infinita e ilimitada misericordia.

Antes de que llegue el momento de la ira aún hay tiempo para la misericordia (2 Cro 15:2, Sal 32:6, Isa 55:6)y no debemos desaprovechar ese tiempo para prepararnos para Su Segunda Venida (Mat 24:42-51, Luc 12:40) o el día en que seamos llevados a Su Presencia, para que lo hagamos para obtener las mejores recompensas posibles (Fil 3:12-14).

La "cabeza como blanca lana", también es un recordatorio para nosotros de:
• La santidad de Cristo, sin mancha, que es la fuente de nuestra propia limpieza inmerecida.
• Su benignidad pura.
• El indescriptible resplandor de Su Gloria, que recuperó al vencer al diablo en la Cruz y resucitar. La corona de espinas que recibió en la tierra por sus crucificadores fue cambiada en la Corona de Gloria de Su Deidad, Majestad, Autoridad, Poder, Señorío, señalándonos Su Victoria, y recordándonos que por cuanto Él venció, nosotros también venceremos:
○ 1 Cor 15:55-58. "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano."


Sus ojos como llama de fuego.

Los ojos son los órganos de ver. Esto nos recuerda que Cristo (Dios) todo lo ve, nuestras obras y aún lo profundo de nuestros pensamientos, de nuestras intenciones y de nuestro corazón. Pero no solo lo ve superficial o descuidadamente. Sus ojos tienen la capacidad de penetración hasta lo más recóndito. Nada hay oculto que no lo conozca.
• Prov 20:27. "Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón."
• Sal 139:7-12. "¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz."

El fuego también nos habla de la purificación. Sus ojos de fuego, para nosotros los que creemos, no son motivo de temor sino más bien de esperanza de purificación y perfeccionamiento día a día, pues Él por el Espíritu que habita en nosotros, nos escudriña cada día perfeccionarnos y santificarnos (1 Tes 5:23, Fil 1:6), para presentarnos perfectos delante de Él.

Pero para los que no se dejan guiar por Él y para los inconversos, si es motivo de temor porque significa la disciplina (para los hijos e hijas) o el juicio que Él hará venir contra toda impiedad.
• En cuanto a nosotros sus hijos e hijas, no solo ve lo que hacemos y experimentamos en lo profundo de nuestro ser, sino que por Su Espìritu que habita en nosotros lo sopesa y lo juzga, y juzgándolo, o nos arrepentimos o sufriremos el castigo de lo malo (consecuencias), porque Él, tarde o temprano, castiga lo malo (Apo 2 y 3: las cartas a las siete Iglesias, Mal 3:1-3).
• En cuanto a los no creyentes, por la conciencia de que están dotados, son advertidos de su condición de pecado y rebelión contra Dios, de tal manera que si no se arrepienten, saben que tarde o temprano serán juzgados (aunque quieran ignorarlo por la dureza de su corazón). La idea del fuego consumidor que se menciona en Heb 12.29 es contínua (directa o sobreentendida) para describir, en este caso, el juicio de Dios.

Estos ojos de fuego no nos hablan de mansedumbre, misericordia, gracia, encanto, ternura, bondad, etc. Más bien nos recuerdan otra faceta de Cristo: Su poder para juzgar y su firmeza ante el pecado y la desobediencia (el ejercicio de la voluntad propia).



Sus pies semejantes al bronce bruñido.

El bronce es un metal que resulta básicamente de la aleación del cobre con el estaño, aunque puede incluír algún otro metal. Es de color amarillento rojizo, muy fuerte y sonoro. Antes de la invención del acero con todas sus variantes modernas, el bronce era el material más consistente, firme y fuerte que se conocía y en la Palabra de Dios es utilizado como símbolo de fuerza, resistencia, poder (Job 6:12, Sal 107:16, Jer 1:18). Que este bronce sea bruñido significa que tiene lustre o brillo, lo cual se reafirma en esta descripción cuando menciona que es refulgente como en un horno. Es decir, como fuego, ardiente, como se pone el metal cuando está siendo forjado en el fuego del herrero.

En la Palabra de Dios, principalmente en lo relacionado con la serpiente de bronce que Dios le manda a construir a Moisés en el desierto (Num 21:8-9, Exo 30:18-21) y en el Altar de bronce en el Tabernáculo de Reunión donde se hacían los sacrificios por el pecado, el bronce está relacionado con la expiación y la purificación del pecado de los seres humanos, que se mide o cuyo parámetro es la Palabra de Dios.

Por su uso en la serpiente y en el Altar, el bronce nos recuerda la misericordia de Dios, que mediante el sacrificio de Cristo en la Cruz, perdona nuestros pecados y nos limpia de toda maldad, mediante el reconocimiento de Su Señorío (Rom 10:8-12), y que está disponible para todas las personas, todo el tiempo.

Ahora bien, si se menosprecia esa misericordia, entonces la persona se queda sola, sin excusa y sin sacrificio expiatorio posible, frente a la Justicia de Dios. De tal manera que el bronce también dirige nuestra mirada a la Justicia de Dios, en la que el bronce manifiesta sus características:
• Es consistente (no es una hoy y mañana otra). Permanece siempre la misma.
• Que es una justicia firme e irrevocable. Ante ella las personas solo tienen dos opciones:
○ Es declarada culpable pero por haber reconocido el Señorío de Cristo es perdonada (porque Él pago la condena que ella debía pagar).
○ Es declarada culpable y por el no reconocimiento del Señorío de Cristo es condenada a la paga del pecado: la muerte eterna.
• Todas las personas necesitan ser conscientes de estos hechos porque:
○ Rom 2:5. "Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,"
○ Mat 5:17-20. "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos."

En relación con la justicia de Dios, expresada en la Palabra, y que el bronce la tipifica, al ser el bronce bruñido, refulgente como un horno, apunta nuestra mirada a la luz que emana de la Palabra de Dios y de la justicia en ella expresada, para dirigir nuestros pasos:
• Sal 119:59. "Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios."
• Sal 119:105. "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino."

El bronce y las características de la Persona de Cristo.
• Fuerza: nos refiere al poder y la autoridad de Jesús.
○ Toda autoridad le ha sido dada (Mat 28:18) y a su debido tiempo, todos sus enemigos serán puestos por estrado de sus pies (Heb 10:13).
○ Él todo lo puede, nada hay imposible para Él, es el Todopoderoso, y obviamente, ello apunta también a su calidad de Juez, y de un juicio justo y fuerte contra la maldad, como lo evidencia el hecho de que sea "refulgente como en un horno".
• Firmeza y consistencia: nos refiere a la inmutabilidad de Jesús y de Su Palabra.
○ Jesús es consistente (no dice una cosa hoy y otra mañana), que permanece siendo el mismo siempre.
§ Heb 13:8. "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos."
○ Por ende, el juicio que el Juez justo hace es consistente con Su Justicia y firme, irrevocable. Su veredicto es además de justo, inapelable.
§ Num 23:19. "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?

01 Nov 2014