Estudio Bíblico

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La oración.



La oración y la humildad.

La oración no es una iniciativa nuestra, es una iniciativa del Señor, que ha puesto en nuestra nueva naturaleza la necesidad de comunicarnos con Él.

Sant 4:5-10. "¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.  Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.

El Señor nos anhela, anhela la comunión y la intimidad con nosotros, no solo porque Él nos creó para ello, para amarnos y que le amáramos, sino también, como beneficio adicional para nosotros, para que estemos fortalecidos, afirmados, establecidos y perfeccionados para enfrentarnos a todas las batallas cotidianas con Su gozo.

Buscar la comunión con Él es una cuestión de humildad, en tanto que no buscar la comunión es una cuestión de autosuficiencia, de soberbia. Como resultado de ello, cuando oramos Dios, que es galardonador de los que le buscan, nos da mayor gracia para enfrentar cualquier situación, en tanto que si no le buscamos, si decidimos enfrentar la vida con nuestra autosuficiencia y recursos, vamos a carecer de esa gracia que necesitamos para ganar las victorias, superar los obstáculos, ser bendecidos, tener plenitud de vida, etc., y como consecuencias, no nos va a ir bien. Eso es exactamente lo que nos enseña Jer 17:5-8:

"Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.  Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.  Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto."

Sant 4.5-10 nos enseña indirectamente que un beneficio de la oración es que al acercanos a Dios, automáticamente nos alejamos de los enemigos de Dios y Él nos da mayor gracia para mantenernos cercanos a Él.

Cuando estamos espiritualmente cerca del Señor es mucho más fácil someternos a Él y resistir al diablo quién más temprano que tarde se va a alejar porque se dará cuenta que con el Señor de nuestro lado nunca nos va a derrotar.

Cuando nos acercamos al Señor, Él nunca nos va a hacer a un lado, independientemente de nuestra capacidad, habilidad, frecuencia, etc., de oración. El, en este pasaje, promete que si nos acercamos a Él, Él se va a acercar a nosotros (y no hay ningún requisito, fórmula, situación espiritual, merito, obra, etc, que establezca una condicionante). Ello significa sin más ni más que cada vez que dispongamos a poner nuestra mente y corazón en orar y acercarnos a Dios de cualquier manera, Él va a estar allí y se va a acercar a nosotros, inclinando su oído para escucharnos.

Ni aún teniendo pecado es un motivo para no acercarnos a Él, más bien es una motivación adicional para arrepentirnos del pecado, pedir perdón y comprometernos a no seguir pecando porque no solo ofendemos a Dios sino que como resultado obtenemos una mala cosecha. Además, por la oración, nos reconciliamos con el Señor y nos acercamos nuevamente a Él. Limpiar las manos significa pedir perdón y limpiarnos de la inmundicia del pecado que estemos llevando con nosotros. Purificar nuestros corazones se refiere a arrepentirnos de los pecados que hemos cometido y proponernos cambiar, con la ayuda del Espíritu Santo, las actitudes de nuestro corazón que nos enganchan al pecado. La oración, cuando hemos pecado anteriormente, tarde o temprano se convierte en un clamar a Dios Su ayuda para que no solo nos perdone nuestros pecados sino que también nos limpie de toda maldad, qQue produzca en nosotros un arrepentimiento genuino que endereze nuestro caminar con Él y que nuestros pasos estén sujetos a la dirección del Espíritu Santo.

Orar requiere humildad, y humildad es la actitud del corazón que reconoce que todo lo que es, lo que tiene, lo que puede y lo que hace es solamente gracias a Dios; que delante de Él es un necesitado y que depende totalmente de Él. Que separado de El nada podemos hacer.



03 Nov 2014