Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Rom 6:1-14. Muertos al pecado.



Vrs. 1-4.
"¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva."
• Este argumento apunta a aclarar el argumento más recurrente de aquellos que le temen a la gracia: si el hecho de que la justificación y la vida del creyente sea por gracia, sin ningún mérito de su parte, no va a determinar que este siga pecando.
○ El argumento para rebatir ese temor es que el creyente ha nacido de nuevo, por lo tanto ya no tiene una naturaleza pecadora, inclinada al pecado, donde el pecado es su actividad diaria y constante y no puede dejar de pecar; más bien, tiene una nueva naturaleza que al ser la naturaleza divina (1 Ped 1:23, 2 Ped 1:4) aborrece el pecado, de ninguna manera está inclinada al pecado, y el pecado ya no es su actividad diaria y constante.
• Para reforzar este argumento usa el bautismo como un tipo de esa muerte a la vieja naturaleza, cuando somos sepultados por el agua, y la salida del agua como un tipo de la nueva naturaleza (2 Cor 5:17).
○ Esa muerte a la vieja naturaleza y el nuevo nacimiento determinan en el creyente una vida nueva, un nuevo caminar, que cada vez más se va ajustando al propósito de Dios, siendo transformado cada creyente, por la obra del Espíritu Santo morando en él, al carácter de Cristo (2 Cor 3:17-18). Hemos sido liberados de la esclavitud del pecado por el Espíritu, hemos sido hechos libres de la esclavitud del pecado para andar en novedad de vida.
• Quienes atienden a ese argumento temeroso en realidad posiblemente están manifestando una de tres cosas:
○ Que el Espíritu Santo no es lo suficientemente poderoso para preservar al creyente de recaer en la vida pecaminosa, siendo que el Espíritu Santo nos fue dado para garantizar nuestra redención final.
○ O bien no han entendido que la gracia va acompañada de un nuevo nacimiento que implica una transformación total de la vida de la persona.
○ O bien, se están dejando llevar por lo que ven en lugar de por la Palabra de Dios, en cuanto a que en la Iglesia pueden haber visto a algunas personas que asistían seguir pecando como si nada, olvidándose de que en la Iglesia crecen juntos la cizaña y el trigo, es decir, conviven personas creyentes con personas no creyentes. El hecho de que alguna persona asista a una iglesia no implica que ella sea salva: puede ser solo un asistente, un simpatizante, un invitado, no un creyente genuino.

Vrs. 5-10.
"Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. "
• En este pasaje encontramos una reiteración y ampliación de los argumentos indicados en los vrs. 1-4:
○ Que el viejo hombre fue crucificado, murió.
○ Que por lo mismo, ya no servimos más al pecado.
○ Que hemos sido justificados del pecado (declarado inocentes con respecto a él).
○ Si morimos con Cristo, es decir, verdaderamente hemos muerto al viejo hombre y hemos nacido de nuevo, viviremos con Cristo (de hecho, tal como lo enseñan otros pasajes de la Escritura, si hemos muerto al viejo hombre ahora estamos en Cristo, somos parte de Su Cuerpo) y por lo tanto hemos muerto al pecado como práctica de vida y hemos nacido para Dios como práctica de vida.


Vrs 11-14.
"Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. "
• Este pasaje es la conclusión lógica y práctica de lo que se ha mencionado en los dos pasajes anteriores:
○ Considerarnos muertos al pecado pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
§ Ello significa que no consideremos el pecado como una opción "normal" o "común" en nuestra vida.
§ Que más bien consideremos vivir bajo los principios, preceptos y mandamientos de la Palabra como personas que han nacido de nuevo.
§ Nuestro nuevo nacimiento implica que ahora estamos en Cristo Jesús, no en la carne. Somos parte de Su Cuerpo, no solamente como un decir, sino como una realidad.
§ Por ser parte de Su Cuerpo, y porque el nuevo nacimiento viene determinado por ello, necesitamos vivir haciendo real en nuestras vidas de una manera creciente el Señorío de Cristo, nuestra obediencia a Él.
○ Como tenemos un nuevo Señor, el Señor Jesucristo, el pecado ya no puede ni debe enseñorearse (reinar) de nosotros.
§ Por Cristo y en Cristo Hemos sido hechos libres del pecado.
§ Esa libertad necesita concretarse en nuestras acciones, para ello, ya no necesitamos obedecer a sus concupiscencias, es decir, las pasiones de la vieja naturaleza que están anidadas en la carne.
§ Y como resultado de ese cambio interior en nuestro corazón, no tenemos porque presentar nuestros miembros (nuestro cuerpo) al pecado como instrumentos de iniquidad.
○ Lo que necesitamos ahora, como resultado de esa nueva realidad de la nueva naturaleza, es invertir la situación:
§ Presentarnos nosotros mismos a Dios, y nuestro cuerpo, como instrumentos de justicia.
§ Ello implica cambiar nuestra manera de pensar, para que cambie nuestra manera de vivir (Rom 12:2, Efe 4:22-24, Prov 23:7).
§ En lugar de pensar en el pecado necesitamos pensar en las cosas que Dios requiere de nosotros; en lugar de poner nuestra mirada en las cosas temporales, del mundo, necesitamos fijar nuestra mirada en las cosas eternas, del cielo; en lugar de poner nuestra mirada en el pecado, necesitamos ponerla en Jesús, en suma, CONSIDERARNOS MUERTOS AL PECADO Y VIVOS PARA DIOS (para Su Gloria, Col 3:22-25).

02 Jun 2017
Referencia: Romanos.16.