Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Rom 8:1-13. La vida en el Espíritu.



Vrs 1. "Ninguna condenación hay para los que están en Cristo".
• Ya no pecamos nosotros (el Espíritu) sino la carne que aún mora en nosotros (Rom 7:15-20).
• No es un permiso para pecar.
• Al pecado hay que resistirlo para recibir una corona de vida (Sant 1:12).
• Pero cuando es irremediable haber pecado, tenemos siempre una esperanza (1 Jn 8-10).

Vrs 1. "Los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu".
• Los que estamos en Cristo hemos nacido de nuevo (2 Cor 5:17), tenemos una nueva naturaleza, la naturaleza divina (1 Ped 1:23, 2 Ped 1:4, 1 Pd 1:13-16), que rechaza el pecado.
• Por esa razón ya no somos nosotros los que pecamos, sino la carne que aún queda en nosotros (los restos de la naturaleza pecadora).
• El creyente puede llegar a pecar pero no sin una lucha muy fuerte en su alma (la conciencia del pecado vrs la fuerza de la carne).
○ Por ello, una de las características de un discípulo de Cristo debe ser una constante lucha por hacer morir la carne y sus obras (Mat 16:24, Mar 8:34, Luc 9:23), que Él crezca y que nosotros mengüemos (Jn 3:30).
• Antes de conocer a Cristo éramos guiados por la carne, con una oposición de la conciencia (los restos de la imagen de Dios en nosotros) que la mayoría de las veces era más débil que la carne. Ahora es la carne la que ha pasado a la posición de debilidad y el Espíritu en nosotros se ha renovado y fortalecido cada día (2 Cor 4:16) además que nos ha sido dado el Espíritu Santo para que nos guie (Rom 8:14).

Vrs 2. "La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte".
• La vieja naturaleza, carnal, natural, mundana, funcionaba bajo la ley del pecado y de la muerte.
• Porque teníamos una naturaleza pecadora éramos esclavos del pecado, pero ahora, por la gracia que hemos recibido por medio de la fe en Cristo, la vieja naturaleza ha muerto en nosotros y por ello hemos sido librados de la ley bajo la que ella funcionaba: la ley del pecado y de la muerte.
• Ahora vivimos con una nueva naturaleza que cada día se va desarrollando en nosotros, la naturaleza divina, cuyo principio de funcionamiento es la ley de la vida, vida plena, vida santa, vida abundante.

Vrs 3-4. "Lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu".
• En nuestra pasada manera de vivir, la naturaleza pecadora era más fuerte que la conciencia y el conocimiento de lo bueno y de lo malo.
• Por lo tanto era, y sigue siendo, imposible ser salvos y/o llevar una vida agradable a Dios mediante la vieja naturaleza y los esfuerzos de nuestra propia voluntad, nuestras propias justicias (trapos de inmundicia, Isa 64:6).
• Por ello tuvo que enviar Dios a Su Hijo, a pagar el precio de todos nuestros pecados (pasados, presentes y futuros) y condenar el pecado en la carne (vencerlo).
• Por ello el cristiano debe unirse a Cristo, estar en Cristo, somos su cuerpo (1 Cor 12:13, 1 Cor 12:18, 1 Cor 12:20) y somos la justicia de Dios, no por nosotros mismos sino porque estamos en Aquel que es la justicia de Dios).

Vrs. 5-8. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
• Este pasaje vuelve a hacer un contraste entre la ley y la gracia, la carne y el Espíritu, el legalismo y la gracia.
• La persona que vive en la carne es aquella que vive en el viejo régimen, donde reinan el pecado y la muerte, no la vida.
○ Tiene la mente dominada por impulsos que no son de Dios (vrs. 5).
○ No su sujeta a la ley de Dios ni pueden hacerlo (vrs. 7), porque carecen del poder del Espíritu Santo que es el que nos da el poder para vivir conforme a los mandamientos de Dios (Jn 14:15-17, Ezeq 36:27).
○ No pueden agradar a Dios (vrs 8).
○ Están bajo sentencia de muerte (vrs 6).
• Por otra parte, el creyente en Cristo, que está “en el Espíritu”:
○ Ha sido transferido al nuevo régimen donde reinan la gracia y la justicia.
○ Recibe no solo una nueva naturaleza (2 Cor 5:17) semejante a la naturaleza divina (2 Ped 1:4), sino también una nueva mente centrada en el Espíritu.
○ Disfruta de vida y paz (vrs 6).
• En los que son de la carne, Dios no está en ninguno de sus pensamientos (Sal 10:4).
○ En cambio, los que estamos en Cristo, si bien es cierto que no todos nuestros pensamientos son en Dios, una buena cantidad de ellos, sino la gran mayoría, si son en Dios.
○ Una de las pruebas de que una persona está en Cristo, es verdaderamente salva, es que sus pensamientos son dirigidos por el Espíritu Santo, hacia Dios.
• Este pasaje es consistente con lo que enseña Juan en 1 Jn 2:15-17: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
○ En este pasaje se nos detalla que significa pensar en la carne. Es pensar en:
§ Los deseos de la carne (placer, hedonismo, lujuria).
§ Los deseos de los ojos (materialismo, avaricia, codicia).
§ La vanagloria de la vida (arrogancia, egocentrismo, orgullo, vanidad, etc.).

Vrs 9-13. "Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. "
• Este pasaje nos da las conclusiones de las enseñanzas de los vrs. 1-8:
○ Si el Espíritu de Dios mora en nosotros, no vivimos según la carne, sino según el Espíritu.
§ Ello implica que nuestra inclinación ya no es hacia la vida en pecado, sino el anhelo de nuestro ser es la vida de acuerdo a los principios, preceptos y mandamientos de Dios.
§ Ya no nos inclinamos a la vida egoísta de satisfacer los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida (1 Jn 2:15-17), sino a los deseos de la nueva naturaleza, los deseos del Espíritu, que son vivir conforme a la voluntad del Padre.
§ La conclusión lógica de si alguien sigue viviendo una vida de práctica constante del pecado (no del pecado ocasional), es que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él (es cizaña en medio del trigo).
• Si Cristo está en nosotros, el cuerpo está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia.
○ Esta conclusión es una redundancia de la anterior.
○ Si hemos nacido de nuevo, Cristo está en nosotros por el Espíritu Santo que habita en nosotros, somos de Cristo (somos Su Cuerpo), y por ende, tenemos Su Naturaleza, y por ella aborrecemos el pecado (estamos muertos a él) y deseamos, anhelamos y crecemos cada día (Fil 1:6) en la vida dentro de los preceptos de la justicia de Dios (Su Palabra).
• Si el Espíritu de Aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en nosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también nuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en nosotros.
○ Como consecuencia de que Su Espíritu vive en nosotros, somos liberados de la esclavitud a los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida (1 Jn 2:15-17) y vamos ganando en sometimiento a la dirección del Espíritu Santo (Rom 8:14).
○ Igualmente, el Espíritu Santo irá minimizando los deseos pecaminosos de la carne hasta que finalmente, en la resurrección, nos dará un cuerpo glorificado como el que le dio a Jesús en Su Resurrección (Efe 1:19-20).
• Como consecuencia de que la carne es la causante directa del pecado en nosotros y que persigue llevarnos de nuevo cautivos al pecado, siendo que Dios por Su Gracia y por medio de la fe nos salvó de la esclavitud del pecado, dándonos una nueva naturaleza, y por el Espíritu Santo que mora en nosotros nos ha liberado del poder del pecado, ahora ya no necesitamos vivir conforme a la carne sino que necesitamos vivir conforme al Espíritu, liberándonos de la vieja manera de vivir y revistiéndonos de la nueva mediante la renovación de nuestro entendimiento con la Palabra de Dios para que comprobemos cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Rom 12:2).
○ Si vivimos por la carne no hemos sido salvos ni hemos nacido de nuevo.
○ Si vivimos por la carne entonces no tenemos vida eterna, moriremos eternamente.
○ El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, haciendo morir las obras de la carne en nosotros.
○ Hacer morir las obras de la carne es vivir cada vez más en la plenitud de Dios.



08 Jun 2017
Referencia: Romanos.20.