Estudio Bíblico

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Gracia.



Las necesidades del hombre jamás agotarán los recursos de la gracia de Dios.
 
"La Voluntad de Dios no te llevará donde la Gracia de Dios no te proteja".
 
Seas quién seas, Dios se fija en ti a título individual. Te llama por tu nombre. Te ve y te comprende tal como te hizo. Sabe lo que hay en ti, conoce todos los pensamientos y sentimientos que te son propios, todas tus disposiciones y gustos, tu fuerza y tu debilidad. Te ve en tus días de alegría y también en los de tristeza. Se solidariza con tus esperanzas y tus tentaciones. Se interesa por todas tus ansiedades y recuerdos, por todos los altibajos de tú espíritu. Ha contado hasta los cabellos de tú cabeza y ha medido los codos de tú estatura. Te rodea con sus cuidados y te lleva en sus brazos; te alza y te deposita en el suelo. Ve tu auténtico semblante, ya esté sonriente o cubierto de lágrimas, sano o enfermo. Vigila con ternura tus manos y tus pies; oye tu voz, el latido de tu corazón y hasta tu respiración. Tu no te amas a ti mismo más de lo que El te ama. (John Henry Newman).
 
La mirada de Dios. Yo he tenido con el Señor unas relaciones bastante buenas. Le he pedio cosas, he conversado con El, he cantado sus alabanzas, le he dado gracias…. Pero siempre tuve la sensación incómoda de que El deseaba que le mirara a los ojos…cosa que yo no hacia. Yo le hablaba, pero desviaba mi mirada cuando sentía que El me estaba mirando. Yo miraba siempre a otra parte. Y sabía por qué: tenía miedo. Pensaba que en sus ojos iba a encontrar una mirada de reproche por algún pecado del que aún no me hubiera arrepentido. Pensaba que en sus ojos iba a descubrir una exigencia; que había algo que El deseaba de mí. Al fin, un día, reuní el suficiente valor y miré. No había en sus ojos reproche ni exigencia. Sus ojos se limitaban a decir: “Te quiero”. Me quede mirando fijamente durante largo tiempo. Y allí seguía el mismo mensaje: “Te quiero”. Y, al igual que Pedro, salí fuera y lloré. (Antonio de Mello).
 
Soy por Ti, ante Ti y para Ti. Me recibo continuamente de tus manos. Esa es mi verdad y mi alegría. Tus ojos me miran constantemente y yo vivo de tu mirada. Mi Creador y mi Salvación, enséñame en el silencio de tu presencia a captar el misterio que soy. Y que soy por Ti, ante Ti y para Ti. (Romano Guardini).

Si la gracia que predico no provoca que algunos quieran seguir el camino del hijo pródigo, quizá no estoy predicando la gracia bíblica.

Si la gracia que predico no provoca que algunos digan que sigamos pecando para que la gracia abunde, entonces quizá no estoy predicando la gracia bíblica.

La predicación de la gracia provocó que a Jesús lo crucificarán. ¿Y a ti, te están persiguiendo?

La predicación de la gracia, aunque algunos quieran seguir el camino del hijo pródigo, provoca en la mayoría --los verdaderamente nacidos de nuevo-- un corazón agradecido, enamorado, rendido, quebrantado delante de Dios y una mayor responsabilidad en amor y por amor, en vivir la vida que agrada a Dios..

Si me da temor predicar de la gracia porque algunos la pueden tergiversar y seguir pecando, entonces ni estoy creyendo en la gracia ni estoy confiando verdaderamente en el Señor que ha dicho que ninguno de los que creen verdaderamente en Él se perderá, salvo el hijo de perdición.

La gracia es el pan de los hijos. La ley es para los pecadores (1 Tim 1:9). Pero hoy en la iglesia, desgraciadamente, estamos al revés: a los pecadores los queremos meter a la gracia, y a los hijos los queremos meter bajo la ley (debes, tienes).

23 Jun 2017
Referencia: Gracia.