Estudio Bíblico

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Sanidad de la paternidad (conociendo al Padre).



SANIDAD DE LA PATERNIDAD.



Cuando Dios creó a Adán y Eva (Gen 1:26-28), como Padre El les proveyó de identidad, bendición, propósito y visión.
Identidad: quiénes eran (Prov 23:7).
Bendición: la habilitación para que les fuera bien en la vida (aceptación y activación); lo que podían hacer (Gen 12:1-3, la bendición de Jacob, la bendición de los hijos de Jacob).
Propósito y visión: para qué nacieron y adonde iban a llegar (Prov 29.18).


El propósito de Dios era que ellos, y a través de ellos, nosotros, aprendiéramos los fundamentos de la paternidad, para poder perpetuar su plan para la humanidad y para que los hijos pudieran acercarse con confianza al Padre Dios:
El propósito de Dios es que nos fuera bien en la vida (3 Jn 2, Jn 10.10, Sal 127:3-4).
Deut 6:1-10, 6:20-24, Deut 4:9: que los padres enseñaran a sus hijos e hijas los fundamentos del plan de Dios para que les fuera bien en la vida.


Con la caída, el diablo encontró una puerta para torcer el plan de Dios: la maldición (la habilitación para que nos fuera mal en la vida; rechazo y anulación) que se traduzca en “no puedo, no soy, no tengo, no lo voy a lograr” y alejarnos de Dios como Padre (al alejarnos de El como Padre, nos alejamos de sus bendiciones, su herencia).
Los mismos mensajeros que Dios había destinado para bendición, ahora el diablo los iba a utilizar para maldición.
Lo que Dios había creado para bendición, el diablo lo corrompió para maldición.
Los padres comenzaron a incumplir con el propósito de Dios para su paternidad por ignorancia, por falta de visión, por negligencia, por mal aprendizaje, por falta de claridad en sus prioridades, etc.
Y ello sucedió desde el principio de la historia humana después de la caída: Adán no lo logró con Caín. Noe no lo logró con Cam. Abraham no lo logró con Isaac, ni Isaac con Jacob, ni Jacob con sus hijos. Lot no lo logró con sus hijas. El sumo sacerdote Elí no lo logró con sus hijos (Ofni y Finess). Saúl no lo logró con Jonatán. David no lo logró con sus hijos (Tamar, Absalón).


Pero los últimos tiempos: la situación se corrompió totalmente:
Padres proveedores materiales pero ausentes emocional y espiritualmente.
Inmigración, separación, divorcio.
Madres solteras y madres adolescentes.
Aborto, abuso físico, emocional, sexual, etc.
El dejar hacer y el dejar pasar: falta de disciplina, falta de amor.
Un completo desconocimiento acerca de la importancia y los requerimientos de la paternidad.
Nunca en el mundo ha habido mayor confusión respecto a lo que significa ser padre como ahora.
Y ello es así porque esta es la última más grande generación de personas que va a existir sobre la faz de la tierra: el diablo la quiere como trofeo.

Los objetivos del diablo:
Rebelión a la autoridad: acarrea maldición sobre sí (Rom 13).
Falta de confianza en Dios y en Su Palabra: desconfianza (nuestros padres nos prometieron y no cumplieron).
Falta de comunicación: lejanos para formar en nosotros una idea de un Dios lejano (no acudimos a El, no le amamos, no recibimos lo que como herencia nos corresponde y el poder que tenemos para ejercer contra el diablo y todas sus obras).
Minimización de nuestros problemas, poca atención a ellos: para no buscar la ayuda de Dios.


Pero Dios, nunca ha estado inactivo ni impávido en esta situación:
En Israel: les dio instrucciones claras para los padres (Deut 6:1-6, Sal 1.1-3, Prov 1-31).
Mal 4:5-6: El prometió que antes del día grande del Señor enviaría el Espíritu del profeta Elías para volver el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto (sano, con una paternidad correcta, que permitiera conocer al Padre).
Cristo (Luc 19.10) vino a restaurar lo que se había perdido, y entre ello, la importancia de la paternidad.
Jesús vino a rebelarnos al Padre de los padres, al Padre perfecto, al dador de toda buena dádiva y de todo don perfecto (Sant 1.17).
Jesús vino a rebelarnos la necesidad e importancia del perdón para alcanzar la Gracia completa de Dios (Heb 12:14-15).


La necesidad de perdonar a nuestros padres no importa lo duro que sea:
Nuestros padres no son los verdaderos culpables: fué el diablo.
Ellos fueron el resultado como padres, de modelos incorrectos y deterioraros que sus propios padres aplicaron con ellos.
Ellos, aunque hayan hecho lo malo, en el fondo de su corazón no querían hacerlo, sino todo lo contrario.
• Exceso de dureza, palabras inadecuadas, rechazo.
• Concentrarse en las necesidades materiales, no en las emocionales y espirituales.
• Incumplimiento de promesas: frustración, decepción, desconfianza.
• Minimización de nuestros problemas: perdida de valor, falta de aceptación, rechazo.
• Falta de reconocimiento, de estímulo: rechazo, baja autoestima, etc.

Sin ese perdón y esa sanidad no vamos a poder conocer al Padre Dios.
Si no perdonamos, no podemos ser perdonados.
Vamos a repetir los errores que nuestros padres cometieron con nosotros (Mat 7:1-2, Luc 6:37).
Con la misma vara que medimos, vamos a ser medidos.
De lo mismo que los juzgamos vamos a ser juzgados (vamos a cometer los mismos errores).
No vamos a poder alcanzar la plenitudad de la Gracia de Dios ( Mat 7:7-8, Luc 6:38, Heb 12:15).

Efe 1:17-19:
• Conocer al Padre Dios con libertad, en verdad, sin modelos erróneos preconcebidos:
• Conocer nuestra herencia.
• Conocer nuestro destino.
• Conocer el poder que opera en nosotros.
• Vivir en la plenitud de hijos de Dios.



22 Nov 2008
Referencia: Fundamentos.