Estudio Bíblico

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La permanencia de la ley y el discípulo.



Objetivos de la enseñanza.
Ampliar y mejorar nuestro entendimiento acerca de dos temas claves en las Escrituras y de nuestra relación con Dios: la Ley y la Gracia.
Aclarar más ampliamente conceptos equivocados que se manejan dentro de algunos sectores del Cuerpo de Cristo respecto a ambos conceptos.
Mejorar nuestra utilización y aplicación de ambos conceptos adecuadamente en nuestra vida personal y hacia las demás personas.


La permanencia de la ley.
La Ley como sistema moral permanecerá vigente “hasta que pasen el cielo y la tierra”, lo que probablemente signifique hasta que el presente sistema cósmico deje de existir, aunque podría significar también que este sistema moral será eterno, porque el cielo y la tierra no pasarán, solo serán transformados en el inicio de la eternidad futura (Isa 66:22, 2 Ped 3:13).
Nuestro equivalente de la jota y de la tilde sería el punto de una “i” o la barra de la “t”, por lo que probablemente lo que Jesús quiso decir es que ni el más ínfimo elemento del espíritu y de la enseñanza de las Escrituras sería abrogado mientras dure este tiempo cósmico (Mat 5:17-19).
La palabra “cumplir” en el contexto del versículo 18 conlleva el significado de permanencia hasta que el propósito completo se haya cumplido.
En el versículo 19 Jesús advierte a sus oyentes acerca del peligro de anular aún el aparente menos importante mandamiento de Dios, sea doctrinal o práctico.
La palabra “quebrante” se refiere aquí no tanto a las transgresiones en la práctica de una ley reconocida, sino a enseñar que ciertas porciones de las Escrituras no deben ser consideradas válidas.


Justicia superior (vrs. 20).
Los fariseos super escrupulosos habían reducido su justicia a una conformidad exterior no espiritual, a la Ley, que pasaba totalmente por alto el Espíritu de la Ley.
Lo más importante era la observancia exacta de las ceremonias, no el amor a Dios ni el mostrar misericordia para con las personas.
Era un cumplimiento externo pero sin un cambio genuino en su corazón.
Por lo tanto, aparentaban no tener pecado, pero el pecado estaba acomodado en su corazón.
Por ello había hipocresía, falta de misericordia, juicio, y tantas otras cosas que se constituyen en los reclamos de Jesús a los fariseos.
Todo ello invalidaba el espíritu detrás de la Ley.
Como consecuencia, toda su vida religiosa se había vuelto artificial y superficial.
En este pasaje, Jesús está enfatizando la necesidad de lo genuino, de lo real, de lo interno, de un cambio real en el corazón (Prov 23:7, Prov 4:23) en contra de lo artificial, lo hipócrita, lo externo. Y la necesidad de ese énfasis sigue siendo tan actual hoy como en el tiempo de Jesús.
Jesús demanda de sus discípulos que su justicia (cumplimiento de Su Voluntad –y la Ley es parte de ella, Mat 7:21-23) sea mayor que la de los fariseos, es decir, no solo externa, sino interna; no solo formal, sino real; no solo aparente, sino sincera, genuina, del corazón.
La demanda de Jesús va hacia lograr en sus discípulos que su corazón se amolde al corazón de Dios (por ello es necesario negarnos, morir, a nosotros mismos), porque es el corazón la fuente de las acciones, de la conducta, del estilo de vida.
Que sus pensamientos, sentimientos, emociones, voluntad, etc., sean una expresión genuina de Su corazón, que la motivación detrás del estilo de vida conformado por nuestra adaptación a la voluntad santa de Dios no se limite al cumplimiento de los reglamentos sino sea el resultado de la misericordia que nos gobierna, no la legislación sino el amor.


Preguntas para autoevaluación.
¿Cuándo hablamos de permanencia de la ley a que nos referimos exactamente? ¿Por qué? ¿Qué bases bíblicas hay para esos argumentos?
¿Por qué nuestra justicia debe ser mayor que la de los fariseos?
¿Cuál debe ser la característica primordial de esa justicia mayor?
¿De donde debe emanar la justicia que caracterice nuestro caminar en el Señor?



23 Dic 2008
Referencia: Enseñanza 16.