Estudio Bíblico

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Las actitudes del discípulo (10).



ENSEÑANZA No. 44.

LAS ACTITUDES DEL DISCÍPULO (10).



Objetivos de la enseñanza.
Profundizar el entendimiento de que las actitudes son el resultado de nuestros pensamientos y que los pensamientos derivan del carácter y de los principios que les dan soporte en nuestro corazón.
Profundizar el conocimiento de los principios que enseñó y aplicó Cristo en su vida, para entenderlos y aplicarlos en la nuestra.
Continuar con nuestra preparación para desarrollar y manifestar el fruto del Espíritu en circunstancias específicas, manifestando las mismas actitudes de Cristo.
Profundizar nuestro entendimiento de los principios relacionados con las actitudes de un discípulo, para aplicarlas y desarrollarlas de manera permanente en nuestras vidas.
Conocer, entender y aplicar los principios y las actitudes básicas de la conducta, pensamientos y conversación del discípulo, en nuestro caminar diario.


Conducta.
Nuestra conducta es un reflejo de lo que hay en nuestro corazón (Prov 23:7).
Si en el corazón de un discípulo mora Cristo, lo que nuestra conducta debe reflejar es al Cristo que mora en nosotros (Gal 2:20).
Ello implica abstenernos de los deseos carnales (1 Ped 2:11) y de las obras de la carne (Gal 5.19-21), manifestando una buena, santa, pura, manera de vivir (1 Ped 2:12).
Ello solo puede ocurrir si nos dedicamos diligentemente a despojarnos del hombre viejo que está viciado según los deseos engañosos de la carne y a revestirnos del hombre nuevo creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
En otras palabras, necesitamos hacer una revisión en todas las áreas de nuestra conducta para rectificar todos aquellos patrones de conducta que no estén de acuerdo a los principios de la Palabra de Dios, en la vida personal, familiar, laboral, social, eclesiástica, etc., ajustándolos a esos principios.
La excelencia de nuestra conducta debe comenzar en nuestro hogar, con nuestra familia, y después extenderse a la iglesia (1 Tim 3:1-13) y a todo lo que hagamos (Col 3:23), de tal manera que desarrollemos un buen testimonio frente a todos los que nos observen en cualquier lado (1 Tim 3:7, Mat 5:13-16).


Pensamientos (fil 4:8-9).
Los pensamientos dirigen nuestras acciones. Por ello debemos pensar correctamente, para vivir correctamente (Rom 12.2).
La única fuente de pensamientos correctos que tenemos disponible es la Palabra de Dios, por lo que es necesario disciplinar nuestros pensamientos de tal manera que sean llevados cautivos a la obediencia a Cristo (2 Cor 10:4-6).
Mientras más pensemos, meditemos, entendamos y apliquemos la Palabra de Dios, menos oportunidades vamos a tener de pensar en otras cosas y ello nos va a llevar a alejarnos del pecado, la maldad y las conductas que no son agradables a Dios, además de lograr que cada día las cosas nos salgan de mejor manera en todos los aspectos (Sal 1:1-3, 3 Jn 2).


Conversación (Sal 19.14).
La conversación de una persona es un termómetro exacto de su salud espiritual porque ella refleja su carácter (Prov 23:7, Sant 1.26, Mat 12:34, Luc 6:45).
Dios espera que sus discípulos controlemos nuestra lengua (Sant 3:1-12) porque ella ejerce el control de nuestro ser (la fe viene por el oír, Rom 10.17, y también todo lo demás: la impureza, la amargura, etc.).
De lo que hablamos va a depender si nuestra vida y la de las personas que nos rodean va a estar llena de vida o de muerte, de lo bueno o lo malo, de lo positivo o de lo negativo, etc. (Prov 18:21).


Preguntas para autoevaluación.
¿Qué áreas hay en mi conducta que aún no han sido rendidas al Señor y que están impidiendo que Cristo se manifieste totalmente a través de mí?
¿Por qué esas áreas no las he rendido aún a Cristo?
¿Qué puedo hacer para rendir esas áreas, como y cuando?
¿Qué temas en mis pensamientos no están reflejando los pensamientos de Cristo?
¿Por qué en esos temas mis pensamientos aún no son como los de Cristo?
¿Qué puedo hacer para rendir esos pensamientos, como y cuando?
¿En que cosas o circunstancias mi conversación no refleja una sumisión total a Cristo?
¿Por qué en esas cosas o circunstancias mi conversación no refleja a Cristo?
¿Qué puedo hacer para rendir en esas cosas y circunstancias mi conversación a Cristo, como y cuando?


23 Dic 2008
Referencia: Enseñanza 44.