Estudio Bíblico

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La amargura.



LA VIDA PLENA Y LA LIBERTAD DE LA AMARGURA.


Heb 12:12-16.

Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.

Manos caídas y rodillas paralizadas: tristeza, dolor, depresión, frustración, desanimo,
Eso necesita ser sanado. Seguir la paz con todos (perdonar) y la santidad (ser libre del pecado).
Si no lo hacemos vamos a dejar de alcanzar la gracia de Dios, sus bendiciones, la vida abundante (Jn 10:10) y la prosperidad (3 Jn 2), porque la amargura se va a apoderar de nuestro corazón (dolor, falta de perdón, resentimiento).

La amargura (veneno del corazón) es el resultado del dolor emocional. Amargura (griego): punzante, veneno, amargura.
Amargura: aflicción o disgusto; guardar resentimiento por frustraciones, disgustos, etc.
La amargura (dolor no sanado que produce ira) nos va a llevar al pecado (Sant 1:20).

Deut 32:32: “Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, y de los campos de Gomorra; las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, racimos muy amargos tienen.”
Hch 8:22-23: “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.”
Efe 4:31-32: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Sant 3:13-16: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.”


Los seres humanos: creados para vivir en un estado de bienestar.

En el principio, Adán y Eva (y por consiguiente cada uno de nosotros), fueron creados, entre otras cosas, para (Gen 2:15, Gen 1:26-28, Gen 2:18, Gen 2:23-25).
Uno. Reflejar la imagen de Dios (carácter bueno).
Dos. Para que les fuera bien en la vida (éxito).
Tres. Cuidar (protección, seguridad).
Cuatro. Para tener control sobre sus circunstancias y ambiente (seguridad).
Cinco. Para ser productivos (utilidad, significado, suplir necesidades físicas).
Seis. Para tener compañía y tener contentamiento en ella (unidad).
Siete. Para el amor (amor, aceptación, pertenencia).

1 Tes 5:23: cada ser humano fuimos creados en espíritu, alma y cuerpo.
En el Edén, todas las necesidades (del ser integral) estaban suplidas.
Ello implica que los seres humanos fuimos creados para vivir en un estado de bienestar: "shalom".

“Shalom”: seguro, bien, feliz, amistoso, bienestar, salud, prosperidad, paz, pacífico. amigo, bien, bueno, completo, dichoso, pasto delicado, propicio, salvo, victorioso.
Uno de sus significados es paz, y la paz es un asunto de relaciones, ausencia de conflictos en las relaciones.
Los problemas de relaciones implican dolor que puede traer falta de perdón cuya persistencia produce amargura.
La amargura, entonces es resultado del dolor producto de la falta de paz y armonia en nuestras relaciones con Dios, con otros, con nosotros mismos.
Por eso (Heb 12:14) la forma de evitar la amargura es seguir la paz con todos y la santidad.

El estado de bienestar, "Shalom", en la parte emocional, implica: amor, aceptación, pertenencia (unidad), seguridad (protección) y significado (utilidad, carácter bueno, exito, prosperidad).


La caida: rompimiento del estado de bienestar.

Gen 3:6-19.
La tentación de la serpiente puso en duda su imagen de Dios, y ello trajo a sus vidas inseguridad y dolor.
Codicia (vio que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos, codiciable para alcanzar sabiduría).
Malicia, lujuria (conocieron que estaban desnudos).
Angustia, temor, miedo (se escondieron de la presencia de Dios).
Relaciones afectadas y/o rotas (echarse culpas, enseñoreamiento, enemistades).
Enemistad entre el ser humano y los animales (enemistad entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer).
Dolor físico (dolores de parto de las mujeres).
Maldición de la tierra (espinos y cardos).
Trabajo: escasez, desigualdad de las relaciones sociales (económicas, políticas, sociales, culturales, etc.).

Por causa del pecado, toda nuestra existencia se convierte en una colección de esas situaciones que producen dolor emocional, y cuando ese dolor emocional permanece sin ser sanado, tarde o temprano va a producir amargura.
Si el dolor no es entregado y sanado en Cristo, nos lleva a utilizar mecanismos de defensa para contrarrestar el dolor (no fuimos creados para el dolor, no podemos manejarlo; por ello necesitamos entregarlo a Cristo).

Prov 16:25  esos mecanismos de defensa son pecado (caminos que nos parecen en nuestra opinión pero que son caminos de muerte, y la paga del pecado es muerte, Rom 6:23) (Gal 5:19-21)
• La ira, el abuso, la violencia (muerte) (Sant 1:20).
• La mentira, el chisme, el juicio, la condenación, la murmuración, la burla.
• El sarcasmo, la ironía, la maledicencia.
• La codicia, la avaricia. robo, estafa, delincuencia, etc.
• La lujuria, la fornicación, el adulterio, la inmoralidad sexual, la pornografía, etc.
• La glotonería, el alcoholismo, el tabaquismo, la drogadicción-
• Toda otra adicción (al sexo, al trabajo, al juego, al dinero, etc.).

Esos “mecanismos de defensa” (pecados) producen adicción.
Como el dolor no pasa definitivamente, sino solo recibe un alivio parcial y temporal, necesitamos recurrir constantemente a esos mecanismos
Ello implica que se convierten en una adicción (pecado repetitivo, constante), aún en los creyentes.
Los pecados repetitivos que no hemos dejado, aún habiendo sido liberados de la ley del pecado y la muerte (Rom 6:11-14, Rom 6:17-18, Rom 6:22) son repetitivos no porque no podamos dejarlos (todo lo podemos en Cristo) sino porque siguen cumpliendo el papel de aliviarnos del dolor que no hemos entregado a Cristo.


La base del Shalom (estado de bienestar): unidad con Dios (ausencia de pecado).
Un estado de bienestar es un estado libre de pecados.
Para ser libres del pecado, necesitamos reconocer su origen (Jn 8:32): conocer la verdad nos hace libres.

El origen del pecado (Gen 3:1-6).
Una tentación del diablo es una mentira que aceptamos como verdad (Gen 3:4-5, Sant 1:13-15) y que al aceptarla y apropiarnos de ella produce dolor y amargura en nuestro corazón.
Como resultado de ello, buscamos la sanidad del dolor por caminos equivocados, y ello nos lleva a otro pecado (David por el adulterio con Betsabé y sus consecuencias, para evitar el dolor de la puesta en evidencia de su pecado –protección—mandó a matar a Urías).

Entonces, para poder vivir en la plenitud de la vida en Cristo, necesitamos la sanidad del dolor de nuestras experiencias pasadas, presentes y futuras.
Una de las condiciones es salir de la amargura (Heb 12:14-15)
La amargura nos hace personas negativas, imbendecibles.
La buena noticia es que en Cristo podemos ser libres del dolor pasado, presente y futuro.


En Jesus hay redención total (Jn 3:16, Col 1:15-16, Luc 19.10).
Jesús vino para que tuviéramos vida y vida en abundancia (Jn 10:10).
3 Jn 2. Dios desea que seamos prosperados en todas las cosas y tengamos salud, así como prospera nuestra alma.

El propósito de Dios para todo creyente es que entremos a vivir en el Reino de Dios (Jn 3:5, Mat 6:33).
Prosperidad (vida abundante): un estado de bienestar, “shalom” (Luc 4:18-19, Isa 61:1-7).
Vivir en el “shalom” es vivir en un estado de justicia.
La justicia tiene que ver con relaciones sanas.

Para vivir en la vida abundante, hay que salir de esos pecados que se volvieron adicción.
Para salir de esos pecados que se convirtieron en adicción hay que sanar el dolor.
Para sanar el dolor hay que perdonar a las personas y/o circunstancias que nos ofendieron, lastimaron, etc.
Si no perdonamos, no sanamos el dolor.
Si no sanamos el dolor, seguiremos adictos a los mecanismos de defensa que nos llevan al pecado.
Si seguimos adictos al pecado, no entraremos en la vida abundante de Cristo para nosotros.


Resumen y conclusiones.
Dios nos determinó para vivir en un estado de plenitud (Gen 1 y 2, 3 Jn 2, Sal 1:1-3, Jer 29:11, etc.).
Para vivir en la plenitud de la vida en Cristo, una de las condiciones es salir de la amargura (Heb 12:14-15)
La amargura (veneno del corazón) es el resultado del dolor emocional. Amargura (griego): punzante, veneno, amargura (Deut 32:32, Hch 8:22-23, Efe 4:31-32, Sant 3:13-16). Amargura: aflicción o disgusto; guardar resentimiento por frustraciones, disgustos, etc.
Si el dolor no es entregado y sanado en Cristo, nos lleva a utilizar mecanismos de defensa (caminos que nos parecen en nuestra opinión pero que son caminos de muerte, pecados, Prov 16:25, obras de la carne, Gal 5:19-21).
Esos mecanismos de defensa producen adicción.
Esa adicción se convierte en pecado repetitivo (un patrón de conducta carnal).
Para vivir en la vida abundante, hay que salir de esos pecados que se volvieron adicción.
Para salir de esos pecados que se convirtieron en adicción hay que sanar el dolor.
Para sanar el dolor hay que perdonar a las personas que nos ofendieron, lastimaron, etc.





05 Ene 2009
Referencia: Problemas.