Nuestro verdadero hogar.
Los seres humanos nacemos en este mundo, y nunca hemos estado en ningún otro lugar antes.
• Sin embargo, y a pesar de ello, nunca nos sentimos totalmente en casa aquí en la tierra.
• Nunca llegamos a sentirnos plenamente en nuestro hogar.
• Incluso en el mejor de los tiempos y de las circunstancias, siempre sentimos que nos hace falta algo.
• Nunca se llegan a llenar nuestros corazones.
• Y cuanto más tiempo estamos en este mundo, menos nos sentimos como en el hogar en él.
Los israelitas, estando cautivos en Egipto, se criaron allí, era el único hogar que conocían, y sin embargo nunca se sintieron en casa allí.
• ¿Y de que trataba la salvación?
• De salir de Egipto a la Tierra Prometida.
• Ellos nunca habían estado allí, y, sin embargo, era su hogar.
• La salvación se trata de llegar a casa.
• Desde el regreso del pueblo judío a la tierra de Israel hasta el regreso del hijo pródigo a su padre, la salvación se trata de regresar a casa.
• Por eso nunca nos sentimos plenamente en casa en este mundo.
• Siempre anhelamos ser una mejor persona, vivir en un mejor lugar, estar rodeado de mejores personas, etc. (Ecl_3:11).
Nuestros corazones nunca van a poder sentirse en casa en un mundo lleno de pecado e imperfecciones y maldad, de tristeza, de decadencia, de muerte.
• Hay un hogar, pero este mundo no lo es (y los que no creen aunque lo anhelan, no lo pueden ver).
• Solo a través de la salvación en Cristo podemos iniciar el viaje a nuestro verdadero hogar.
• No se trata solamente de ser libre del pecado, se trata de llegar a casa, a Dios, a nuestro verdadero hogar.
El hogar es:
• El lugar para el cual fueron creados nuestros corazones.
• El lugar donde no hay más tristeza ni muerte, maldad o imperfección.
• El lugar donde nada envejece o pasa.
• Lo eterno, la Tierra Prometida, el cielo.
Cuando lleguemos allí, entonces, por primera vez en nuestra vida, estaremos en casa.
• Alejemos nuestro corazón de lo que no es el hogar y dirijámoslo hacia lo que sí lo es (Col_3:1-3).
• Vivamos aquí en la tierra como lo que verdaderamente somos, extranjeros y peregrinos (1Pe_2:11).
• Como ciudadanos del cielo (Fil_3:20).
• Por ello, de aquí, en el viaje final hacia la eternidad, no nos llevamos nada, todo se queda.
• Porque allá nos está esperando nuestro verdadero hogar (Jua_14:2).
• Sin embargo, y a pesar de ello, nunca nos sentimos totalmente en casa aquí en la tierra.
• Nunca llegamos a sentirnos plenamente en nuestro hogar.
• Incluso en el mejor de los tiempos y de las circunstancias, siempre sentimos que nos hace falta algo.
• Nunca se llegan a llenar nuestros corazones.
• Y cuanto más tiempo estamos en este mundo, menos nos sentimos como en el hogar en él.
Los israelitas, estando cautivos en Egipto, se criaron allí, era el único hogar que conocían, y sin embargo nunca se sintieron en casa allí.
• ¿Y de que trataba la salvación?
• De salir de Egipto a la Tierra Prometida.
• Ellos nunca habían estado allí, y, sin embargo, era su hogar.
• La salvación se trata de llegar a casa.
• Desde el regreso del pueblo judío a la tierra de Israel hasta el regreso del hijo pródigo a su padre, la salvación se trata de regresar a casa.
• Por eso nunca nos sentimos plenamente en casa en este mundo.
• Siempre anhelamos ser una mejor persona, vivir en un mejor lugar, estar rodeado de mejores personas, etc. (Ecl_3:11).
Nuestros corazones nunca van a poder sentirse en casa en un mundo lleno de pecado e imperfecciones y maldad, de tristeza, de decadencia, de muerte.
• Hay un hogar, pero este mundo no lo es (y los que no creen aunque lo anhelan, no lo pueden ver).
• Solo a través de la salvación en Cristo podemos iniciar el viaje a nuestro verdadero hogar.
• No se trata solamente de ser libre del pecado, se trata de llegar a casa, a Dios, a nuestro verdadero hogar.
El hogar es:
• El lugar para el cual fueron creados nuestros corazones.
• El lugar donde no hay más tristeza ni muerte, maldad o imperfección.
• El lugar donde nada envejece o pasa.
• Lo eterno, la Tierra Prometida, el cielo.
Cuando lleguemos allí, entonces, por primera vez en nuestra vida, estaremos en casa.
• Alejemos nuestro corazón de lo que no es el hogar y dirijámoslo hacia lo que sí lo es (Col_3:1-3).
• Vivamos aquí en la tierra como lo que verdaderamente somos, extranjeros y peregrinos (1Pe_2:11).
• Como ciudadanos del cielo (Fil_3:20).
• Por ello, de aquí, en el viaje final hacia la eternidad, no nos llevamos nada, todo se queda.
• Porque allá nos está esperando nuestro verdadero hogar (Jua_14:2).
13
Nov
2024