Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

La necesidad del evangelismo.



EL EVANGELISMO: UN MANDAMIENTO Y UN LLAMADO PARA TODOS.



2 Cor 5:17-20, 1 Ped 2:9: el Evangelismo es una tarea de todos los hijos e hijas de Dios.
Todo nacido de nuevo es, junto con su calidad de hijo e hija de Dios un ministro de la reconciliación.
El ministerio de la reconciliación consiste en llevar a otras personas (las que están a nuestro alrededor por lo menos) a reconciliarse con Dios como lo hemos hecho nosotros.
La reconciliación de las personas con Dios se logra a través de anunciarles las virtudes de El.
Por lo tanto, todos nosotros somos llamados a hacer nuestro mejor esfuerzo para evangelizar a las personas a nuestro alrededor, por lo menos.



Mar 16:15-18, Luc 12:11-12, Hch 1:8, Mar 5:18-20, Jn 4:39: por el hecho de ser hijos e hijas de Dios, todos estamos equipados para el evangelismo. Dios equipa a los llamados.
El llamado a la evangelización es para todos.
El ejercicio de ese llamado cuenta con el pleno respaldo de Dios.
Primero con señales sobrenaturales y milagros.
Segundo. El Espíritu Santo nos enseñará lo que habremos de decir:
No requiere un gran entrenamiento, ni una gran cantidad de estudio, Solo requiere haber nacido de nuevo.
Ni la mujer samaritana ni el endemoniado gadareno tuvieron una gran preparación, ni asistieron a cursos de evangelización, ni conocían ampliamente la Biblia.
Sin embargo fueron evangelizadores exitosos.
Sencillamente, compartieron lo que Jesús había hecho en sus vidas, tal como lo experimentaron: testificaron de lo que les había sucedido.
No necesitamos tener un gran conocimiento para elaborar una gran prédica, sino solo haber experimentado las maravillas de la transformación y la bendición de Dios en nuestras vidas para compartirlas con otras.



Rom 10:14-15. El evangelismo: un asunto de vida o muerte eterna para los que no creen: nuestros familiares, nuestros amigos, nuestros compañeros.
Si las personas no llegan a creer van a ser condenadas.
Ello debería ser para nosotros un llamado a la urgencia de encarar la tarea de la evangelización lo más rápidamente y lo más esforzadamente posible



Prov 11:30, Deut 7:9: la tremenda bendición del evangelismo.
Llevar a otras personas a Cristo también trae gran bendición a nuestras vidas, y por supuesto a las de ellos y a todas sus generaciones (Prov 11:30, Deut 7:9).
A través de la evangelización cambiamos la historia de una persona, su familia y su descendencia hasta la mil generación.



1 Tim 2:3-4, 2 Cor 5:14-16: La evangelización es un testimonio de nuestro amor a Dios y al prójimo.
Constreñir: empujar, forzar, impulsar. No es obligación, es una necesidad de amor, que nos impulsa a hacerlo con prontitud, con nuestro mayor esfuerzo.
A Dios no le podremos pagar nunca nuestra salvación, pero si podemos y necesitamos tener un corazón agradecido para con El, y la manifestación de ese corazón agradecido, entre otras, es hacer lo que a El le agrada, y la evangelización de los que aún no han creído es una de las cosas que a El le agradan.
Nuestra salvación nos hace deudores delante de Dios, y por el amor de Dios derramado en nuestros corazones que nos hace amar al prójimo, somos también deudores de ellos para tesficiarles de la salvación.
Lo que de gracia recibimos, démoslo de gracia (Mat 10:8).
Dios se agrada cuando una persona es salva, y se agrada no solo por el que se salva sino por aquel que le testificó y/o lo evangelizó (Luc 15:10).
El sabernos moralmente deudores de Dios y del prójimo nos tendría que llevar a experimentar premura, urgencia, de compartir de las maravillas de Dios con todos aquellos que aún no le conozcan.
Si no evangelizamos a las personas, la que no crea, le va a alcanzar la ira de Dios tarde o temprano, la va a experimentar de una manera grande, terrible, consumidora, y ello implica lloro, crujir de dientes, sufrimiento.
Para evitarles eso lo único que podemos hacer es testificarles y testificarles y testificarles, para que se conviertan, rogarles (2 Cor 5:20).



Rom 1:14-18: rompiendo con la vergüenza.
Una de las cosas que muchas veces nos impide testificarles a otros y/o evangelizarlos y/o predicarles la Palabra es la vergüenza.
Hemos sido enseñados a ser “diplomáticos”, “correctos”, a “respetar” la forma de pensar del mundo, pero el mundo si nos quiere imponer a toda costa sus pensamientos y sus creencias, ellos no son diplomáticos ni correctos respecto a nosotros.
Nuestra “corrección”, “diplomacia” o “respeto” por no testificarles puede dar lugar a que ellos vayan eternamente al infierno. El diablo si no les va a manifestar ninguna clase de corrección, diplomacia o respeto.



Ezeq 3:17-19: la responsabilidad de no cumplir con el llamado.
Si nosotros no les testificamos y evangelizamos a las personas que no se han convertido a Cristo de todo su corazón, que están a nuestro alrededor, nosotros vamos a ser responsables delante de Dios por la perdición de esa persona (Efe 2:10).



2 Cor 5:17-20. Ser un embajador es ser un misionero.
Todos en el Cuerpo de Cristo somos llamados de Dios a ser misioneros (Mat 28.18-20, 2 Cor 5:17-20, Mar 16:15-18).
Quizá no a otra nación, pero si a nuestra familia, vecindario, lugar de trabajo, etc. (Mat 5:13-16).
Sin nosotros el mundo no tiene respuestas (1 Cro 12:32).
Somos la respuesta de Dios para la transformación del mundo (Mat 13:33, Rom 8.19-21).
Ninguna otra transformación (de carácter humano) puede ser la respuesta del mundo (con tanta tecnología y conocimiento como hay ahora, ya se hubiera tenido de producir).
Cuando el mundo abandona a Dios el resultado es un desastre en todo sentido.
Rom 1:28-32: no tomaron en cuenta a Dios, El los entregó a una mente reprobada.
Prov 33:12: no es bienaventurada la nación cuyo Dios no es Jehová.





10 Mar 2009
Referencia: Ministerio.