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Principios generales de la guerra espiritual.



PRINCIPIOS GENERALES DE LA GUERRA ESPIRITUAL.



Definición.
Se refiere al conflicto que los cristianos en lo individual, como Iglesia local y/o como Cuerpo de Cristo sostenemos en contra de la oposición manifestada por las obras y fuerzas de las tinieblas (la carne, el mundo, los demonios), para que el Reino de Dios se establezca y se desarrolle sobre nosotros (1 Tim 6:12, 2 Tim 4:7, 1 Ped 2:11, 1 Cor 9:24-27), las personas, la Iglesia (2 Cor 10:3-5) y la nación (Efe 6:10-20).
El objetivo general de la guerra espiritual: arrancar al mundo, comenzando con las personas y las familias, todas las cosas (relaciones, organizaciones, sistemas, estructuras, actividades), de las garras del maligno (2 Cor 5:18-20, Rom 8:19-21, Efe 1:9-10, Col 1:15-20).



Propósitos de la guerra espiritual.
Romper yugos y ataduras para traer sanidad física, emocional y liberación (calidad de vida) a los individuos, las familias, las iglesias y las naciones (Jn 8:31-32, Luc 4:18-19, 3 Jn 2, Deut 28.1-14).
Destruir fortalezas que el enemigo ha plantado en la mente de las personas para evitar el conocimiento de Dios (2 Cor 10:3-6, Rom 1:18-23).
Proteger, cubrir y fortalecer a la iglesia local, nacional y universal, y a los ministros y obreros contra los ataques del maligno, y remover todos los obstáculos que el diablo quiera poner en su camino para evitar el desarrollo de la obra del ministerio (Mat 16:18-19, Rom 15:30-33, Efe 6:18-20, Col 4:3-4)
Producir una cosecha de evangelismo masivo y de poder para alcanzar a los perdidos (2 Cor 4:3-4, Mar 16:15-18, Hch 4:29-35)
Producir una cosecha de discipulado masivo y de poder para transformar nuestras familias, comunidades y naciones (Mat 28:18-20, 2 Tim 2:2, Rom 8:19-21).
Consolidar, desarrollar y fortalecer los logros (Efe 4:11-16).
Institucionalizar los cambios mediante la transformación de las relaciones, sistemas y estructuras, a través de transformación de las leyes e instituciones sociales (Jer 15.19, Mat 13.33, Deut 17:14-20).



Características generales.
Es integral, abarcando todos los aspectos del ser (1 Tes 5:23) y la vida de las personas (Col 3:22-24).
Es la forma de lograr cambios positivos en las circunstancias (Heb 11:3, Mat 16:18-19) personales, familiares y organizacionales. Cualquier cambio en nuestras circunstancias naturales y sociales, para que se produzca, primero debe suceder en el mundo espiritual, derrotando todas las oposiciones que se dan en ese nivel para que el cambio se produzca.
No es un hecho esporádico. Vivimos en una situación constante de guerra espiritual. Los demonios están en guerra continua contra nosotros (1 Ped 5:8-10, Apo 2.10).
Nos hace conscientes de la realidad espiritual que nos rodea (Rom 1:20, Heb 11:3). Nuestra forma de ver el mundo, que nos viene del mundo a través de la educación, nos priva de reconocer el efecto del mundo espiritual sobre nuestras vidas y la vida de la sociedad en la cual vivimos y que nos rodea.
Es una herramienta eficaz para la conquista de los pueblos y naciones para Jesucristo porque tiene el potencial de producir un efecto en los cielos que sea palpable y visible en la tierra (Mat 16.18-19) en conversiones de personas y transformaciones en sus vidas, que sumadas, ejercen una fuerza dinámica para la transformación de sus comunidades y naciones.
La raíz de muchos (sino de todos) nuestros problemas sociales es esencialmente espiritual (Deut 28:15-68; Rom 1:18-32).
El mensaje de la guerra espiritual incluye la responsabilidad que tenemos todos, como parte del Cuerpo de Cristo en la tierra, en la solución de los problemas de nuestras comunidades (Rom 8:19-21, Prov 11:10-11, Prov 29:2, 2 Cro 7:14).



Los resultados de una batalla bien peleada:
El diablo y los demonios, a pesar de que son seres mañoso y perseverante, no son seres todopoderosos ni invencibles (2 Cor 2:13-15, Apo 12:11).
Solo pueden operar porque Dios se lo permite, pero con limitaciones que no puede transgredir (1 Cor 10:13, Job 1:6-12, Job 2:1-6, Luc 22:31-32)
El está con nosotros, y si él está con nosotros ¿quién contra nosotros? (1 Jn 4:4, Rom 8:31).
Dios pone a nuestra disposición Su sabiduría para que podamos reconocer sus artimañas y maquinaciones (2 Cor 2:11), y Su poder (Hch 1:8, Mar 16:17-18) para que lo podamos vencer, por lo que no tenemos porque temerle (2 Tim 1:7).
Nada nos podrá separar de El y en todas las cosas, entre ellas nuestros enfrentamientos contra el diablo y sus demonios, seremos más que vencedores.
Mayor es el que está en nosotros (1 Jn 4:4, Rom 8:31).
En Cristo somos más que vencedores (Rom 8:37).


08 Jun 2009