Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Las manifestaciones de lo profético.



ESCUELA PROFÉTICA (4).

LAS MANIFESTACIONES DE LO PROFÉTICO.



Manifestaciones de lo profético.
Se refiere a las diferentes formas de manifestación de lo profético en la vida espiritual.
Las diferentes formas (no los canales por los que viene) en que se pueden manifestar los pensamientos, sentimientos, palabras, corazón y voluntad de Dios.
Los más frecuentes, entre otros, son:
• La profecía personal.
• La oración y la intercesión proféticas.
• La proclamación (decreto) profética.
• La alabanza y la adoración profética.
• La predicación profética.
• Los actos proféticos.
• Visiones y sueños proféticos.



Profecía personal.
Parcial: Dios no revela toda la vida de una persona, solo las partes de ella que requieren ser corregidas o fortalecidas para que camine y actúe en fe (1 Cor 13:9).
Progresiva: se va cumpliendo poco a poco a través del tiempo.
Condicional expresa o implícitamente (la misma Palabra establece las condiciones) a la obediencia de la persona que la recibe. Si la recibe y no se conforma a las condiciones que la Palabra de Dios establece, y cambia su manera de pensar (si es necesario para cumplir esa condición) o sigue actuando como si no la hubiera recibido, no se cumplirá. El mismo Dios que escribió la Palabra es el mismo Dios que manifiesta la profecía, y no se puede contradecir una con la otra, más bien, se complementan.
Sin embargo hay profecías personales incondicionales que se cumplirán en algún momento y cuyo cumplimiento no depende de una persona. Nadie las puede detener porque tienen que ver con el propósito y el plan general y universal de Dios para la humanidad.



La oración y la intercesión profética.
Se refiere a confesar y declarar la voluntad y el deseo de Dios manifestados en Su Palabra para una persona, una familia, Su pueblo, una nación y todas las demás cosas (orar e interceder con la Palabra).



Decreto profético.
Es diferente a la confesión o deseo de que suceda algo.
Es una orden que se manifiesta de acuerdo con la Palabra de Dios, la dirección del Espíritu Santo y conforme a las circunstancias por las cuales se está orando. El decreto se origina en el rhema de la autoridad que tenemos como reyes y sacerdotes hechos por Jesús para Dios (Jer 1.10) y tiene por objeto destruír las obras del diablo, y establecer la voluntad de Dios respecto a aquello sobre lo cual se está decretando.



La alabanza y la adoración profética.
Se refiere al profeta sintiendo el corazón del pueblo llevándolo delante de Dios y luego recibir de Dios, respondiendo al pueblo y manifestándole Su deseo.
Lo que El dice para Su pueblo: manifestar la voluntad de Dios y el deseo de Dios.



La predicación y/o la enseñanza profética.
1 Cor 13:9: en parte conocemos, en parte profetizamos.
El tiempo de Dios es la eternidad y lo que es (o será) ya fue (Ecle 1:10).
Como la Palabra de Dios es eterna y permanece para siempre (pasado, presente y futuro), cuando se predica la Palabra aún cuando nos estemos refiriendo al pasado y/o al presente, también podemos estar manifestando el propósito de Dios para el futuro.
Ninguna predicación o enseñanza deja de ser, por lo menos en alguna de sus partes, una enseñanza respecto al diseño de lo que Dios trae para nosotros en el futuro.
De hecho, para algunos un mismo pasaje de una enseñanza y/o predicación puede ser profético, mientras que para otros, ese mismo pasaje no lo será. Ello dependerá del nivel en el cual el Reino de Dios se ha ido estableciendo o no en esa persona.
Con mucho mayor razón son proféticas aquellas enseñanzas y/o predicaciones que manifiestan el diseño de Dios para cualquier área de la vida que no hemos alcanzado.



Los actos proféticos.
Son representaciones visuales de la palabra profética que se está impartiendo que pueden adoptar la forma de parábolas, alegorías y/o actos dramatizados (Isa 5:1–7; 2 Sam 12:1–7; Ezeq 16 y 23).
Aún cuando son ayudas visuales didácticas, su eficacia es que agregan potencia al impacto de la palabra (no solo se oye, sino que se ve representada).
Hay un buen ejemplo de esto en la entrevista que se verificó entre el rey Joás y el profeta Eliseo, ya moribundo (2 Rey 13:14-19). El profeta introdujo al rey en la esfera de las acciones simbólicas, pasando luego a averiguar hasta qué punto la fe del rey podía aprovechar la promesa señalada. El rey hirió la tierra tres veces, limitando en esa medida la acción eficaz de la palabra de Dios, que se cumplirá hasta ese punto, sin volver a Dios vacía. Hay una relación exacta entre el símbolo y la palabra y un enlace de ambos en relación con el desarrollo de los acontecimientos proféticos.
Otros ejemplos: cuando Isaías caminó desnudo y descalzo (Isa 20), y Jeremías desmenuzó el vaso del alfarero (Jer. 19). De igual forma Ahías rompió su capa nueva en doce pedazos, entregando diez a Jeroboam (1 Rey 11.29-39), y Ezequiel puso sitio a una ciudad modelo (Ezeq 4.1–3).
El acto profético tiene su origen en Dios, con efectos sobre los hombres; por su medio se declara la Palabra de El. La iniciativa le corresponde únicamente a El.



Las visiones y los sueños proféticos.
Es muy difícil, si no imposible, determinar la línea divisoria entre una visión y un sueno o un trance. Esto se refleja en el vocabulario bíblico (hebreo) para “visión”. La palabra que se traduce visión unas veces se refiere a la experiencia del que tiene una visión encontrándose en estado extático (Isa 1:1; Ezeq 12:27); mientras que otras veces significa visión como medio de revelación (Num 12:6; 1 Sam 3:15). El Nuevo Testamento (griego) usa dos palabras: horama (Hch 9:10, 12; 10:3, 17, 19) y optasia (Luc 1:22; Hch 26:19; 2 Cor 12:1) que significan “aparición” o “visión”.
El énfasis en ambas (visión y sueño) parece recaer en la naturaleza extática de la experiencia, y el carácter revelador del conocimiento. La experiencia apunta a una sensibilidad especial en cuanto a lo que Dios quiere manifestar y la disposición de El de revelarse a las personas (Sal 89:19; Hch 10:3).
Podríamos decir, en términos generales, que la visión es una imagen vívida que recibe una persona en su mente cuando está despierta, en tanto que un sueño es igualmente una imagen vívida pero que la persona la recibe en su mente cuando está dormida.
Las circunstancias en las que pueden llegar las visiones y sueños reveladores son variadas en la Biblia. Llegaban estando despiertos los protagonistas (Dan 10:7; Hch 9:7); de día (Hch 10:3) o de noche (Gen 46:2).
Las visiones bíblicas se relacionan con situaciones del momento (Gen15:1-2; Hch 12:7) y el reino de Dios, como lo atestiguan los escritos de Isaías, Daniel, y Juan.
En tiempos de sequedad espiritual escasean (1 Sam 3:1) aunque son especialmente necesarias siempre (Prov 29.18).

05 Ago 2009