Estudio Bíblico

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La profecía (1).



ESCUELA PROFÉTICA (7).

LA PROFECÍA (1).



Entendiendo la profecía.

En esencia, la profecía es Dios comunicando sus pensamientos y propósitos a la humanidad.
Para edificar a su pueblo: levantar, fortalecer, animar, exhortar.
Para manifestar lo que Dios quiere hacer, sus propósitos: arrancar, derribar, arruinar, destruír, plantar y edificar.
No conocida por el entendimiento natural, pero si por revelación divina.

Algunas definiciones de profecía en hebreo:
• "Dabar": palabra creativa (Ezeq 37, Gen 1).
• "Nataf": dejar caer (Miq 2:6, ss, Jue 5:4).
• "Naba": llamar o proclamar con autoridad.
• "Massa" y/o "Nasah": una carga.
Definición de profecía en griego. "Propheteu". Dos palabras: "pro" que significa evidencia, predicción, y "phe" que significa decir, hablar, comunicar. En consecuencia, su significado es comunicar una evidencia y/o una predicción.



La forma del mensaje.
Usualmente es verbal pero puede darse por escrito o en un acto simbólico.
Puede llegar directamente, o usar una persona o una manifestación.



La Biblia y la profecía.
2 Tim 3:16, 2 Ped 1:21, Deut 6:32, Apo 1:1: la Palabra de Dios (la Biblia) es la revelación completa de Dios para el ser humano con respecto a su condición, las instrucciones de Dios para él, la restauración y el cumplimiento de la voluntad de Dios.
Cualquier profecía debe ser dada en el contexto de la Biblia.
Jos 1:18: toda profecía, general o específica, es condicional a nuestro vivir dentro de la Palabra de Dios.



Logos (profecía latente) y Rhema (profecía viviente).

Logos: la Palabra de Verdad, viva, revelada y manifestada.
Las Escrituras (2 Tim 2:15, Jn 1:14).
Nunca falla, ni cambia.
Por ejemplo, el mandato de la Gran Comisión (Mat 28.18-20).

Rhema: una Palabra de la Palabra, una Palabra oportuna, inspirada por el Espíritu que trae vida, poder y fe para realizarla.
Una Palabra escuchada, entendida, recibida con fe y aplicada en una situación concreta y específica (Rom 10:17).
Para cada persona la Biblia está llena de Rhemas que no han sido cumplidos porque no supieron entender, interpretar, creer en ellas, obedecer o esperar y actuar de acuerdo con la voluntad de Dios.
La palabra Rhema siempre depende del Logos.
El Rhema nos da la capacidad de entender el corazón y la mente de Dios en un momento y una condición histórica específica.
Por ejemplo, cuando Pedro, habiendo recibido primero el mandato de la Gran Comisión, recibe la revelación de que el Evangelio también era para los gentiles (la visión en la casa de Simón el curtidor, en Jope, y la visita de los enviados de Cornelio, Hch 10).

El Logos, un pozo de agua; el Rhema, un balde de agua sacado del pozo.
El Logos es como el cuerpo humano, el Rhema es como uno de sus miembros, llevando a cabo una función específica en un tiempo específico.



Valor de la profecía.
Provee un mayor conocimiento de Dios (Ezeq 20:44).
Trae una restauración de nuestra identidad verdadera como hijos de Dios (Efe 1.17-19).
Revela el equipamiento de Dios para nosotros, activando los dones, habilidades, capacidades, autoridad, poder y unción (Hch 13.1-3).
Edifica, consuela y exhorta (1 Cor 14:3), aunque primero implique una reprimenda y/o una confrontación (1 Cor 14:24-25) que advierte, corrige y disciplina.
Enseña el propósito de Dios (2 Rey 2:3, 5). y trae dirección, visión, planes, estrategias, objetivos, etc.
Revela las maquinaciones del diablo (Mat 2:12, Mat 2:22), moviliza la intercesión y trae liberación y libertad
Confirmar la Palabra escrita y/o los rhemas de Dios en nuestras vidas (Hch 14:22).
Transformar a la Iglesia en agresiva, ofensiva, transformadora (Mat 28:18-20, Mat 16:18-19) para establecer Su Reino (Efe 1:9-10, Col 1:16-20, Mat 6:9-10, Rom 8:19-21).
Alumbrar los caminos de nuestra vida (Sal 119:105) y echar fuera las tinieblas (Jn 8:31-33).
Crear (Gen 1:1-31), ordenar y traer a existencia el propósito de Dios.
Gen 1:26-28: proveer a la Iglesia del conocimiento sobrenatural que requiere para sojuzgar y señorear, establecer su autoridad y manifestar la gloria de Dios (Col 3:22-24).
Efe 1:3: traer a existencia las bendiciones de Dios (Heb 11:3, 2 Cro 20:20, Apo 22:7).
Establecer el Reino (Mat 6:9-10), restablecer lo que se perdió (Luc 19.10), retomar el plan original de Dios para la Iglesia de establecer Su Reino (Hch 3:21, Gen 1:26-28, Mat 6:9-10, Mat 6:33).
Avisar de un juicio de Dios (Jer 50.1, Ezeq 25.1-7).
Prepara (sensibiliza) para oír más la voz de Dios.


La autoridad de la palabra profética.
El ser humano fue diseñado por Dios a su imagen y semejanza, entre ello, Su carácter profético (Gen 1:26-28, Prov 18:21).
Nuestro Dios es un Dios de propósitos que usa la profecía para darlos a conocer, establecerlos realizarlos (Ose 4:6).



Revelación profética.
Revelación: un mensaje recibido de Dios por medio del cual nos hace saber lo que no sabíamos o lo que no podíamos saber a través de nuestros sentidos naturales.
Si es de Dios, entonces es cierta y se cumplirá (Heb 6:18).



Encarnación de la profecía.
El profeta no solo es el mensajero, es el mensaje, por lo que necesita encarnar la Palabra antes de dar cualquier palabra profética.
El representa el cumplimiento de la Palabra como profecía, por lo que no solo debe recibirla sino hacerla vida (Jn 15:7).
• Si permanecen en mí (salvos).
• Y mis palabras permanecen en ustedes (obediencia, el propósito de Dios para nosotros).
• Pedid todo lo que queréis (profetizar la Palabra).
• Os será hecho (se va a encarnar, Dios se apresura a ponerla por obra).
La responsabilidad del profeta es vivir la Palabra y dar la palabra profética, no ver que se cumpla en los demás o que las personas la pongan en práctica.
Aunque traen la luz, son las personas que reciben la profecía las que van a determinar si siguen viviendo en las tinieblas o se trasladan a vivir a la luz (Jn 3:19-21).
La mayor responsabilidad profética no es traer una palabra específica a las personas sino traer entendimiento de la Palabra al pueblo (Hch 13:1, 1 Cor 12:28), activarla en la vida de las personas y de la iglesia, que se encarne, que se cumpla en ellos (y cosechen los frutos derivados de ella).
Mayor revelación implica, para el profeta, mayor sacrificio y mayor responsabilidad: asumir la Palabra muchas veces implica persecución (crítica, chisme, burla, maldición, etc.) por lo que también necesita preparar a las personas para encarnarla con todas sus consecuencias.


05 Ago 2009