Estudio Bíblico

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Hablar y pensar bien.



LA IMPORTANCIA DE HABLAR Y PENSAR BIEN (SALVANDO NUESTRAS ALMAS).
Sal 103.1-2.



Bendice.
• Decir bien. Lo contrario a decir mal (Mal_3:13-15)
• Alabar, engrandecer, ensalzar al Señor.
• Es una expresión de gratitud y adoración (Sal 67; 100; 103).
• Entonces, bendecir al Señor no es una opción, es una necesidad.



Los beneficios de bendecir al Señor (Mal_3:16-18).
• Dios escucha y oye con atención lo que decimos.
• El se recordará de nosotros, los que le honramos (reverenciamos) y lo tomamos en cuenta (estiamos Su Nombre).
• Seremos su especial tesoro, Su propiedad exclusiva.
• El tendrá compasión de nosotros, nos perdonará.
• Sabremos la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.



El Alma:

El asiento del apetito físico (Sal_78:18, Sal_107:18).
La fuente de las emociones (Sal_86:4, Sal_107:26, 1Ts_5:23).
La fuente del deseo (Efe_6:6, Flp_1:27, Col_3:23).
Asociada con la voluntad y la acción moral (Sal_24:4, Sal_119:129).
El ser interior, la esencia de quienes somos.
La parte de nuestro ser donde se procesan pensamientos, sentimientos y emociones y decisiones, todo lo cual se traduce en palabras y acciones.
• Por eso es la progresión:
• Primero: bendice alma mía.
• Segundo: bendiga todo mi ser.



La importancia del alma.
• El ser sigue al alma.
• El alma no tiene vida propia, es esclava ( Rom_8:5).
• No puede mandar, tiene que sujetarse, y de hecho lo hace: se sujeta a la carne o al espíritu.
• De quién controle el alma (la carne o el Espíritu, va a depender que tengamos vida o muerte (Jua_6:63, Rom_8:5-13, Gál_6:8).
• La carne no pide permiso, impone, esclaviza (Rom_7:5, Efe_2:3).
• Cuando estamos siendo controlados por las circunstancias, las personas, los hechos, etc., quién realmente está mandando es la carne, que le está diciendo a nuestra alma que pensar, sentir y decidir.
• Cuando la Palabra manda, es el Espíritu el que está mandando al alma y sujetándola.
• Pero el Espíritu no impone: nos da la opción y nos enseña que escoger (Deu_30:19-20), pero nosotros tenemos que hacer la elección.
• Por ello el salmista, guiado por el Espíritu, está instruyendo al alma lo que debe hacer.
Por la importancia del alma, la Palabra nos dice, entre otras, tres cosas al respecto:
• Que por sobre toda cosa guardada, guardemos el corazón porque de él se produce vida (o muerte) (Pro_4:23).
• Que cada uno de nosotros somos lo que hay en nuestro corazón (Pro_23:7).
• Que de la abundancia de lo que hay en el corazón, habla la boca (Mat_12:34, Luc_6:45).
• Por ello el salmista le ordena a su alma bendecir a Jehová:
• Del reconocimiento de sus beneficios, deviene el agradecimiento.
• El agradecimiento es un sentimiento del corazón.
• De la abundancia del corazón habla nuestra boca.
• Por lo tanto expresamos palabras de reconocimiento, engrandecimiento, gratitud y adoración a El.



La importancia de nuestros pensamientos y el alma.
• De allí la necesidad de que en nuestros pensamientos esté de contínuo la Palabra, para que seamos guiados por el Espíritu (vida, bendición, prosperidad, abundancia), no por la carne (muerte, maldición, pobreza, escasez).
• Nuestras almas necesitan ser salvadas de la influencia de la carne (ello no sucede utomáticamente).
• El alma, por el hecho de la salvación, no se vuelve automáticamente un alma espiritual:
• Por ello el salmista le está ordenando al alma, derivado de la guianza del Espíritu en él, lo que debe pensar (Sal 103.1-2).
• Ello solo puede ser por la Palabra (Stg_1:21-25).
• Recibirla con mansedumbre (no con crítica, duda, incredulidad, etc.).
• Meditar en ella para determinar en que nos instruye, corrige, enseña y redarguye (2 Tim 3.16).
• Ponerla por obra.
• Necesitamos salvarlas, mediante la renovación de nuestro entendimiento (Rom_12:2): pensar y hablar la Palabra.
• Que ella nos guíe, dirija (Sal_1:1-3, 3Jn_1:2, Jos_1:8).



Beneficios adicionales de ordenarles a nuestras almas bendecir al Señor:
• Nos concentramos en lo que Dios ya ha hecho en nuestra vida (bendición, fe) (Rom_4:17, 2Co_4:13).
• En lugar de concentrarnos en lo que nos falta, los problemas, las aflicciones, que provoca:
• Que maldigamos --decimos mal-- (Stg_3:9-12)
• Duda, temor, doble ánimo --no recibiremos nada del Señor-- (Stg_1:6-8).
• La fe en las cosas del diablo en lugar de las de Dios (Job_3:25).
• Todo lo cual nos hace quejosos, y entonces comenzamos a hablar del Señor (el pueblo de Israel en el desierto).
• Todo ello alimenta la situación de la que quisiéramos salir (Pro_18:21).



Una enseñanza adicional respecto a la oración.
• Al bendecir al Señor, el salmista se está ministrando a sí mismo con la Palabra de Dios.
• No ora problemas, ora soluciones, recordando lo que Dios ha hecho por él en el pasado y recordando las promesas de la Palabra de Dios para el futuro.


07 Dic 2009