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José, el padre terrenal de Jesús (1a. parte).



JOSE, EL PADRE TERRENAL DE JESÚS (1ª. Parte).



Introducción.
Aún cuando José, padre “terrenal” de Jesús no se menciona mucho en la Biblia, lo poco que ella dice acerca de él es suficiente para que podamos extraer una serie de enseñanzas útiles para aquellos que buscamos ser más como Jesús, y cumplir más eficientemente el papel de varones y padres.



Puntos fuertes y logros:
José enfrentó una decisión difícil al descubrir que María estaba embarazada. A pesar de estar consciente de que tomar a María como esposa podía ser humillante, eligió obedecer el mandato de Dios casándose con ella.
Su acción reveló ocho cualidades admirables en él, que cada uno de nosotros, podemos y necesitamos desarrollar para ser más como Jesús (Rom 8:29) que es el propósito de Dios:
UNO. Era poseedor de principios firmes pero no inflexibles (Mat 1.19).
DOS. Amaba a Dios por encima de todo, lo que demostró obedeciéndole, y junto con ello, amaba y tenía misericordia para con los demás, lo que demostró con no querer infamar a María a pesar de saber que estaba embarazada, y antes de saber que había concebido del Espíritu Santo.
TRES. Discreción y sensibilidad (Mat 1.19). Estuvo dispuesto a hacer recaer el oprobio sobre él, huyendo y dejando a María secretamente, en lugar de permitir que cayera sobre ella.
CUATRO. Disponibilidad hacia o para Dios (Mat 1.24). Ello se manifestó en su sensibilidad a oír la voz de los ángeles enviados por Dios para guiarlo en los primeros tiempos de la vida de Jesús y en su obediencia a las instrucciones que ellos le impartieron.
CINCO. Autodisciplina (Mat 1.25). A pesar de vivir con María, ya como esposo y esposa, y asumiendo todos que el hijo que había concebido María era de él, no tuvo relaciones con ella hasta después del nacimiento de Jesús.
SEIS. Hombre de integridad. La firmeza de lo que creemos se mide por el grado de disposición que tengamos para sufrir por dichas creencias. José era un hombre con creencias definidas. Estuvo dispuesto a hacer lo bueno sin importarle el dolor que le causara. Y tenía otra característica adicional: no solo hacía lo bueno, sino que intentaba hacerlo como se debía, bien hecho.
SIETE. Sensible a la dirección de Dios y dispuesto a hacer la voluntad de Dios sin importarle las consecuencias.
OCHO. Responsable por su familia, hasta el sacrificio personal (aceptó como propio a Jesús como hijo, protegió la reputación de María, sacrificó su casa y su situación profesional por la seguridad de su hijo, cumplió fielmente con las responsabilidades paternas).
Si José pudo manifestar esas cualidades, nosotros también podemos. Es un asunto de decisión, convicción y compromiso personal con esas cualidades, más que de poseer una superespiritualidad fuera de lo común. Lo única y principal que requerimos es amar a Dios y quererlo agradar por las maravillas de Su gracia para con nosotros, que nos llamó de las tinieblas (infierno) a su luz admirable (cielo).



Buen esposo y padre.
Encontramos también algunas cualidades que lo destacan como un buen ejemplo a seguir como esposo y padre.
UNO. Amoroso y comprensivo. Cuando descubrió que María estaba encinta antes de que se hubieran casado, la habría podido exponer a la ignominia pública a ella y a toda su familia de acuerdo con la ley mosaica. Hasta habría podido hacer que la apedrearan por el pecado de adulterio. El niño que llevaba en el seno era toda la evidencia que necesitaba para demostrar que María había actuado con promiscuidad. Sin embargo, decidió no ejercer aquellos derechos. Amaba profundamente a María y quería protegerla de la vergüenza y no quería infamarla (Mat 1:19).
DOS. Justo y espiritual. Se había dedicado a guardar las leyes de Dios (Mat 1.19). Cuando se le apareció un ángel para decirle que el niño que María llevaba en su seno había sido concebido por el Espíritu Santo, respondió con fe, aceptó el mensaje del ángel y recibió a su mujer (Mat 1.24).
TRES. Leal. Cuando tomó la decisión de casarse con María, sabía que tendría que enfrentarse al ridículo público. No obstante, estuvo dispuesto a enfrentarse a las críticas. Si la gente condenaba a María, tendría que condenarlo a él también.
CUATRO. Protector. Aunque era el esposo legal de María, no tuvo relaciones íntimas con ella, sino hasta después de haber nacido Jesús (Mat 1.25). Aunque hubiera podido tener esas relaciones con ella, parece como si no hubiera querido arriesgarse a interferir en aspecto alguno en aquel embarazo santo y sobrenatural. También tuvo el cuidado de llevarse a María consigo cuando se marchó a Belén para inscribirse y pagar sus impuestos (Luc 2.5). Habría podido irse solo ya que la presencia de ella no era obligatoria. Sin embargo, sabía que si la dejaba sola no la iba a poder proteger cuando trataran de burlarse de ella.
CINCO. Responsable. Conocía las exigencias de la ley mosaica con respeto al primogénito varón. Se aseguró de que fuera circuncidado y se le pusiera el nombre de Jesús tal como el ángel le había indicado. También fue él quien decidió hacer el viaje a Jerusalén para presentarlo ante Dios y hacer un sacrificio por El (Luc 2.21-24).
SEIS. Obediente. Cada vez que discernía cuál era la voluntad de Dios, respondía de manera positiva ante ella. La obediencia a las órdenes de Dios era todo un estilo de vida para él. “Y se fue”. Estas tres cortas palabras son en realidad todo un discurso acerca de la personalidad de José, el padre terrenal de Jesús. Cuando recibió el mandato de Dios relacionado con la protección de su familia, lo obedeció de inmediato. No discutió, no se retrasó, solo obedeció enseguida y al pie de la letra. ¿Le iba a acarrear sufrimientos a José su obediencia? Es probable. ¿Peligros? Sin duda. No obstante, obedeció.



José, el padre.
No sabemos por cuánto tiempo José vivió como padre terrenal de Jesús. Se le menciona por última vez cuando Jesús tenía doce años. Sin embargo si sabemos que durante el tiempo que vivió, entrenó a su hijo en el arte de la carpintería, se aseguró que tuviera una buena educación espiritual en Nazaret, y estuvo llevando a toda la familia en el viaje anual a Jerusalén para celebrar la Pascua.
Ello nos recuerda la responsabilidad que tenemos los padres de enseñar a nuestros hijos dos cosas: a ser personas trabajadoras, productivas, responsables. A darles un oficio que les garantice su sustento y el de su familia, y la responsabilidad de formarlos espiritualmente. Ninguna de las dos cosas son responsabilidades que podemos dejar en manos de la escuela ni de la iglesia (ellas dan información, datos). Somos los padres los responsables de formarlos para que les vaya bien en la vida (identidad, propósito y destino, Gen 1:27-28); el futuro de nuestros hijos depende de que cumplamos ambas tareas eficientemente (Sal 127:3).
La vida de José nos indica que su mayor logro no fue el mismo: fue haber sido el padre terrenal de Jesús. Quizá para esto mismo llegamos nosotros al Reino (Est 4:14): no para hacernos un nombre, prestigio y posición nosotros mismos, sino para allanarles el camino a nuestros hijos para ser los siervos de Dios que impactarán el mundo para El.
La tarea más titánica de los padres no es alcanzar nuestras metas. Es formar hijos e hijas que estén totalmente entregados a Dios y a Su obra, como lo hicieron, Ana, la madre de Samuel; Zacarías y Elizabeth, los padres de Juan el Bautista; Loida y Eunice, abuela y madre de Timoteo; Taré, el padre de Abraham.


22 Dic 2009
Referencia: Personajes