Estudio Bíblico

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José, el padre terrenal de Jesús, 2a. parte.



JOSE, EL PADRE TERRENAL DE JESÚS (2ª. Parte).




Lecciones de su vida:
• Dios premia la integridad.
• La posición social tiene poca importancia cuando Dios elige usarnos.
• Si somos obedientes a la dirección de Dios, El nos guiará a una mayor obediencia.
• Los sentimientos no son medidas adecuadas de las acciones buenas o malas.



Opciones.
Quizá José pensó, cuando supo del embarazo de María, que tenía solamente dos opciones: divorciarse de ella silenciosamente o dejar que la apedrearan. Pero el hecho de que él no viera o considerara más opciones no significaba en ningún momento que esas fueran todas las opciones que Dios tenía en mente, porque El tenía otra opción: que se casara con María.
Con ello Dios quiere enseñarnos que en la mayoría de las situaciones tenemos más opciones de las que pensamos, y El nos puede llevar a tomar una mejor decisión. Cuando nuestras decisiones afectan o pueden afecta la vida de otros, necesitamos apelar siempre a la sabiduría de Dios.



José y la verdadera hombría.

José no se ocupó en defender y proteger su calidad de macho, sino actúo como un verdadero hombre, y más aún, como un verdadero hombre de Dios, cuando recibió a María como su esposa, a pesar de estar embarazada y no de él.
Necesitamos aprender del modelo de hombría y paternidad de José, porque es el modelo de Dios para nosotros, los hombres.

Aprender a ser buen esposo y padre es algo que, si bien no es imposible, requiere de esfuerzo, convicción, compromiso y perseverancia: seguir el ejemplo de José y pedirle a Dios sabiduría y fortaleza a diario para realizar unos cuantos cambios positivos en nuestra propia vida, a partir de las siguientes preguntas y sus respectivas respuestas en función del ejemplo de José:
¿Soy amoroso y comprensivo con mi esposa y mis hijos e hijas?
¿Sólo me preocupo de lo mío, o me preocupan las necesidades de mi esposa y de mis hijos e hijas?
¿Soy justo y espiritual?
¿Ando en busca de las cosas de Dios?
¿Soy obediente a Dios, a mis superiores y a las leyes del país?
¿Soy leal? ¿Me mantengo junto a mi familia y a mis amigos cuando llegan los tiempos difíciles?
¿Estoy dispuesto a sufrir el ridículo por mi esposa y mis hijos e hijas?
¿Soy moralmente protector?
¿Los protejo?
¿Vivo de acuerdo a un código moral positivo y firme?
¿Soy responsable con respecto a mi esposa e hijos e hijas?
¿Cumplo con las obligaciones que me corresponden como esposo y como padre?



Mat 1:18-19. José, guardador de María.

El matrimonio judío constaba de tres pasos:
Primero, las dos familias se ponían de acuerdo en la unión (Mat 1:18).
Segundo, se daba a conocer públicamente. En este momento la pareja estaba comprometida oficialmente. El noviazgo (llamado en el texto “desposorio”) era considerado una unión que podía ser disuelta solo por la muerte o el divorcio (también por causa de fornicación).
Tercero, la pareja se casaba y comenzaba a convivir (Mat 1:24-25).

Como pareja, los esposos debían (y deberían seguirlo haciendo hoy), reflejar un orden de responsabilidad en el matrimonio determinado por Dios:
El esposo (José) como la cabeza de la familia; Dios le hablaba a José (no a María, que generalmente se supone más “espiritual” que José, aunque cuando profundizamos en la vida de José podemos ver muchas características de una fuerte espiritualidad).
El esposo, como cabeza de su familia, es decir, como la autoridad delegada de Dios para con ella, debía, en primer lugar, manifestar una especial obediencia a Dios (como lo hace José cuando el ángel de Dios le habla en cada oportunidad).
Derivado de lo anterior, la esposa y los hijos e hijas, deberían manifestar sumisión (respeto, sujeción) al esposo.

Al estar comprometidos María y José, la aparente infidelidad de María conllevaba un estigma social severo ya que de acuerdo a las leyes civiles judías, José tenía el derecho de divorciarse y las autoridades podían apedrear a María hasta darle muerte (Deut 22.23-24).
José, cuando María resulto embarazada de Jesús, no quería exponerla a la vergüenza pública, y ni aún pensando en divorciarse de ella, que aparentemente tenía un motivo válido, no la quería exponer por cuanto había resuelto dejarla en secreto (él estaba dispuesto a asumir la responsabilidad del rompimiento).
A pesar de lo difícil de la situación y de que naturalmente él tenía todos los argumentos y razones en la mano para avergonzarla públicamente, no lo hizo. La intención de su corazón era guardarla. Es lo mismo que Dios esperaría que nosotros hagamos con nuestras esposas, hijos e hijas: guardarlas y guardarlos aún a pesar de sus errores y de que las circunstancias estén a favor nuestro y en contra de ellas.



Aplicación práctica de lo que nos ejemplifica la vida de José:
No importa que tipo ni intensidad de problemas podamos tener con nuestras esposas o con nuestros hijos e hijas; por ninguna causa tenemos derecho a hablar mal de ellas y ellos delante de nadie.
Nuestra función como esposos y padres no es criticarles ni avergonzarles, sino guardarlas y enseñarles de tal manera que superen las circunstancias negativas de sus vidas y sus consecuencias, y estén preparados para no cometer el mismo error.


22 Dic 2009
Referencia: Personajes.