Estudio Bíblico

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Planeando bien nuestro año (2a. parte).



PLANEANDO NUESTRO AÑO (segunda parte).



Al iniciar el año es bueno hacer planes, es bíblico, pero no hay que hacer solo los planes:
Hay que definirlos de acuerdo con Dios (El hombre propone y Dios dispone, Prov 16:1 NVI).
Conectar nuestro plan con el plan de Dios: El nos creo y nos equipó para aquello para lo cual nos estaba creando (Sal 139.13-16, Hch 17.26-28, Efe 2:10).
El diseño ya mi año para que yo camine en él y me equipo para caminarlo.
Lo que necesito hacer es buscar Su plan para mi vida este año (Jer 29.11). Es el único plan que va a tener éxito (Jer 17:7-8). Mis propios planes no (Prov 16:25, Jer 17:5-6).
Solo conectando mi plan con el plan de Dios voy a tener éxito, voy a estar en el "allí" de Dios, donde está toda la provisión y la satisfacción (Efe 1:3, Gen 2:15-17).
Cuando cumplimos el plan de Dios para ella, hacemos historia, trascendemos (Ester, Ruth, Timoteo, Pablo, etc.).

Hay que ponerlos en práctica: hacemos un trabajo conjunto con Dios, somos colaboradores de Dios (1 Cor 3:1, 2 Cor 6:1). Nosotros tenemos que hacer nuestra parte y Dios va a hacer el resto.
Los planes son acciones que vamos a tomar y metas que queremos lograr, no solo metas que queremos lograr. Una meta sin un plan, es solo una intención, y la intención, generalmente se queda solo en ello: intención, no hechos concretos.

Dios quiere que seamos sus agentes de cambio (Mat 5:13-16, Mat 13:33, Jer 15:19)., pero primero necesitamos cambiar nosotros.
No podemos cambiar lo de afuera, si no podemos cambiar nosotros mismos.
La principal y más importante batalla que necesito librar es la de conquistarme, cambiarme, a mi mismo (Prov 16:32).
No se trata de cambiar a los otros (padres, hijos, esposos, jefes, empleados, etc.).
Los que tenemos que cambiar, en principio, somos nosotros.
¿Que es lo que necesito cambiar en mí para poder ser lo que Cristo quiere que sea según Rom 8.29)?
¿Que es lo que necesito cambiar en mí para que se manifieste el fruto del Espíritu (Gal 5:22-23): amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio?
El mayor reto que puedo asumir: es el reto de cambiar yo.

Cuando pensamos en los planes para el año, generalmente cometemos un tremendo error:
Nos proponemos cuanto queremos ganar, que cosas queremos comprar, adonde queremos ir de vacaciones, el trabajo y el carro que queremos, la casa que queremos, etc.
Solo nos planteamos lo que queremos que Dios haga por nosotros, pero generalmente no le preguntamos a Dios que es lo que El quiere que nosotros hagamos por El.
Solo nos planteamos lo que queremos que Dios cambie por nosotros en nuestra vida, pero generalmente no le preguntamos a Dios que es lo que El quiere que nosotros cambiemos.

Otro error que cometemos es que le pedimos a Dios las añadiduras, pero no nos proponemos buscar más el Reino de Dios que es lo que trae las añadiduras, y por ello nuestros planes no se cumplen (Mat 6:33). Generalmente no nos proponemos:
Buscar más de Dios en oración (Mar 14:37).
Buscar más de Dios en Su Palabra (3 Jn 2).
Ayunar más para tener más tiempo para buscar a Dios.
Ofrendar más (Luc 6:38)
Congregarme más (Heb 10:25).

Queremos que Dios nos ponga atención, que Dios atienda nuestras peticiones, que Dios esté allí cuando lo necesitemos, pero ¿estamos nosotros poniendole atención a El, atendiendo Sus peticiones, haciendo aquello para lo cual El nos necesita? Recordemos que lo que sembramos, cosechamos (Gal 6:7).
Entonces, si nosotros le dedicamos atención a El, El nos pondrá atención.
Si nosotros atendemos Sus peticiones, El atenderá las nuestras.
Si nosotros atendemos Sus necesidades, El atenderá las nuestras.
Si nosotros atendemos Su agenda, El atenderá nuestra agenda.
Si nos dedicamos a El las 24 horas del día, El se dedicará a nosotros las 24 horas del día.
No nos tenemos que preocupar de lo nuestro, sino de lo de El, para que El se ocupe de lo nuestro.

Si queremos tener un año perfecto, necesitamos dejar que El nos lo diseñe. El es el único que hace años perfectos, nosotros no.
Necesitamos vivir para El, pero no en el sentido religioso de estar metidos en la Iglesia, y solo orando, o solo predicando.
Vivir para Dios en el sentido bíblico es vivir haciendo todo lo que hagamos (familia, matrimonio, trabajo, relaciones, actividades, etc., para El, para Su gloria, Col 3.22-24).

Si seguimos sembrando lo mismo, vamos a seguir cosechando lo mismo. Si queremos cambiar los resultados de nuestra vida tenemos que cambiar lo que estamos haciendo.
Solo cambiando, vamos a tener resultados diferentes.
Solo preguntándole al Señor Sus planes para nosotros, vamos a tener éxito en la vida, porque El se va a comprometer a realizar nuestros planes (Num 23:19). Como El no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse, El los va a hacer, si yo me convengo con El.
Todo aquello en lo que nosotros nos convengamos con El se va a cumplir, porque si dos o más nos convenimos en la tierra sobre cualquier cosa que le pidiéramos, El la hará (Mat 18.19). Y si estamos convenidos con El, con mucho mayor razón.



10 Ene 2010
Referencia: Propósito.