Estudio Bíblico

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Hechura de Dios (2).



HECHURA DE DIOS (02).


EFE 2:10.
(RV60) Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
(BL95) Lo que somos es obra de Dios: hemos sido creados en Cristo Jesús con miras a las buenas obras que Dios dispuso de antemano para que nos ocupáramos en ellas.

La Palabra de Dios nos enseña que somos hechura de Dios, y esto lo reafirma la Palabra en el Sal 139.13-16:
“Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo,
bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.” Como podemos ver, nuestras entrañas, nuestro cuerpo, nuestro embrión, fueron formados por El en el vientre de nuestra madre, y estaban escritas(en el ADN) todas aquellas cosas (espirituales, emocionales y psicológicas, y físicas) que luego serían formadas, sin que faltara ninguna de ellas. Si bien es cierto, en lo natural esto es algo difícil de entender, no por ello deja de ser verdad. Dios es el Todopoderoso, que todo lo hizo a partir de Su pensamiento y Sus Palabras (Gen 1:1-31). La Palabra también nos enseña en Heb 11:3 que por la fe entendemos que todo el universo fue hecho por la Palabra de Dios, lo que se ve de lo que no se ve.

Ahora bien, ello tiene una serie de implicaciones que pueden liberar nuestras vidas y almas de una serie de problemas que ahora confrontan muchas personas en el mundo. Cientos de miles de personas hoy andan frustradas porque no pueden llegar a la norma del físico “perfecto” que dicta la moda, y la frustración les lleva al afán y este al gasto de muchos de sus recursos en alcanzar esa “figura”, que muchas veces, nuestro mismo diseño corporal hace imposible que la alcancemos: ropa, maquillajes, aparatos de ejercicios, productos para adelgazar, cirugías plásticas, cirugías estéticas, etc., y peor aún, a muchas personas, a la enfermedad, como la bulimia, la anorexia, etc.

Si bien nuestro cuerpo, y Dios así nos lo enseña, debe ser cuidado con algunas dosis de ejercicios, moderación en el comer, comida sana, etc., de ninguna manera el plan de El era que nos afanáramos en ello, ni que gastáramos desmedidamente, ni que nos enfermáramos, para lograrlo. Si El hizo nuestro cuerpo, para El es perfecto, hermoso, maravilloso, una obra de arte, y nuestra función es cuidarlo, apreciarlo y desarrollarlo sin que ello se convierta en una obsesión, y menos en una obsesión dirigida por la moda (Prov 16:25). Los criterios de moda y supuesta perfección física humana son variables de temporada en temporada: hace 30 años el cuerpo ideal era el robusto (sin ser gordo), hoy es el extremadamente flaco, y nuevamente está comenzando a perfilarse que el cuerpo llenito vendrá a ocupar nuevamente el puesto. Sin embargo los criterios de Dios no cambian, permanecen para siempre, y están en Su Palabra (Mat 5:18). El dice que, tal como El nos hizo, para El somos bonitos, atractivos, al punto que El desea que nosotros entremos en Su presencia para deleitarse con nosotros (Cant 2:14): “Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.”

E igual que sucede en lo físico sucede en lo psicológico. El mundo nos quiere imponer un patrón de “ser” que nos lleva a invertir nuestro tiempo y energías en tratar de llegar a ser lo que no fuimos diseñados para ser, y nos distraemos de desarrollar las capacidades y habilidades que ya tenemos. Por ejemplo, alguien con las habilidades y capacidades para ser abogado, por la presión de su entorno se afana por querer ser ingeniero, o médico, y si al fin de muchos esfuerzos luchando contra la corriente lo logran, lo más probable es que en el ejercicio profesional no alcanzarán altos estándares de desempeño y éxito, como los que hubieran alcanzado siendo abogados. Lo que Dios nos llama es a ser fundamentalmente es: bondadosos, amorosos, misericordiosos, como la base a partir de la cual se orienten y expresen todas nuestras demás características psicológicas y emocionales. No hay características psicológicos o emocionales buenas ni malas, deseables ni indeseables. Lo que hay es expresiones equivocadas de esas características porque no se acogen al modelo de expresión de ellas que Dios determinó: el amor, la bondad y la misericordia.

Liberémonos de la esclavitud del “deber ser” que la moda y los demás nos quieren imponer, y vivamos en la libertad de desarrollar lo que somos de acuerdo a lo que Dios nos creo, con los únicos límites que El nos ha determinado en Su Palabra.

28 Ene 2010
Referencia: 10.002.