Estudio Bíblico

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Pensamientos acerca de la oración.



Para un hijo de Dios la oración es como llamar a casa. Llama todos los días (Mat 6:9).

Si te preocupas es porque no oraste (Fil 4:6). Y si oraste, entonces no te preocupes porque ya Dios tomó nota (Mat 6:32) y El hará lo mejor para ti en el tiempo preciso (Ecle 3:11).

Cuando tengas problemas y parece que todo lo que haces en lugar de arreglarlos los complica (Jer 17:5-6), al punto que te sientes enredado en ellos, ora al Padre y quédate quieto. Dios quiere deshacer el nudo (Jer 17:7-8).

Dios le habla a aquellos que se toman el tiempo para escuchar y escucha a aquellos que se toman el tiempo para orar (Jer 33.3). Tomémonos el tiempo para orar y escucharle porque El tiene secretos muy guardados y tesoros escondidos que quiere revelarnos para bendecir nuestras vidas (Isa 45.3).

Si piensas que Dios no te ama, no te escucha, no responde tus oraciones, no se agrada de ti, o cualquier cosa similar, haz los cálculos, cuenta tus bendiciones (todo lo que eres, puedes y tienes, Sal 103:1-4, Fil 4:9). Nada nos es dado que no venga del cielo (Jn 3:27).

El propósito de la oración no es obtener lo que queremos, sino llegar a ser lo que Dios quiere que seamos, y en el camino, El nos va a regalar los deseos de nuestro corazón (Mat 6:33, Sal 37:4). La oración no es para “hágase mi voluntad” sino para “hágase Tu voluntad” (Mat 6:9-10, Mat 26:42-44).

El propósito de la oración no es obtener lo que queremos, sino llegar a ser lo que Dios quiere que seamos, y en el camino, El nos va a regalar los deseos de nuestro corazón (Mat 6:33, Sal 37:4). La oración no es para “hágase mi voluntad” sino para “hágase Tu voluntad” (Mat 6:9-10, Mat 26:42-44).

No podemos conocer el corazón de Dios a menos que tengamos un corazón para Dios. Y nada manifiesta más el corazón que tenemos para con Dios que la oración genuina. La oración genuina es anhelo, la oración es humildad, la oración es reconocimiento de nuestra debilidad y de nuestra necesidad, la oración es clamor (Jer 33:3) y el clamor es la suma de todo ello.

Un cristiano quejoso es una contradicción. Nadie está sin esperanzas si su esperanza está en Dios. Nadie que ora, que constantemente está en comunión con el Padre puede ser quejoso. Puede enfrentar contradicciones, problemas, circunstancias difíciles, pero lo hará sin quejas, porque diariamente está recibiendo de Su Padre que El tiene todo bajo control y que está obrando para que todas las cosas sean hermosas en su tiempo (Ecle 3.11), para que cambien los tiempos (Dan 2:21), para que todas las cosas obren para bien (Rom 8.28), y para cumplir Sus planes de bien y no de mal en su vida (Jer 29.11).

A orar no se aprende en los libros, ni oyendo a los demás. A orar solo se aprende orando. Así que manos a la obra. Aprende constantemente.

La oración no es una tarjeta de crédito que metemos en el cajero automático, marcamos la opción que queremos, y recibimos la respuesta. Ni la oración es tarjeta de crédito ni Dios es cajero automático. El es nuestro Padre, que nos anhela celosamente (Sant 4:5), que quiere tener con nosotros una comunión y una relación más allá de nuestras peticiones y deseos. La oración es una aventura diaria. Dios siempre nos tiene preparadas sorpresas que nos quiere compartir (Jer 33:3). La respuesta a nuestras peticiones es la añadidura de buscarlo a El (Mat 6:33).


25 Mar 2010
Referencia: 10.010