Estudio Bíblico

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Pensamientos acerca del Evangelismo.



No te tienes que preocupar del camino si sigues a Aquel que es el Camino (Jn 14:6). Aún en medio de las tempestades, los problemas y las dificultades, El nos llevará a lugar seguro, de descanso, provisión y victoria (Sal 23). Confiemos en El que El sabe como dirigir nuestras vidas hacia lo mejor (Jer 29.11).

No tienes que saber hacia dónde vas si conoces y estás siguiendo a Aquel que sí lo sabe (Jer 29.11, Efe 2.10). Cuanto más cerca de Dios caminemos, tanto más claramente veremos su guía y nuestro destino.

No hay ninguna llave para la felicidad y el bienestar. La puerta siempre está abierta. Jesús dijo: "Yo Soy la puerta" (Jn 10:7, Jn 10:9).

Cuando te sientes solo y los amigos están tan ocupados que ni siquiera pueden llamarte por teléfono, Dios está a tu lado (Jos 1:5, Heb 13:5). Cuando piensas que lo has intentado todo y no sabes qué dirección tomar, Dios tiene una solución (Jn 16:13). Cuando nada tiene sentido y estás confundido o frustrado, Dios tiene la respuesta (1 Cor 1:18). Cuando estás cansado y desanimado tras esfuerzos infructuosos, Dios sabe cuán duro lo has intentado (Mat 11:28). Cuando has llorado por mucho tiempo y tu corazón está angustiado, Dios ha contado tus lágrimas (Jn 14:26, Jn 15:26). Si sientes que tu vida está estancada y que el tiempo te está pasando de largo, Dios te está esperando (Jer 29:11).

Nuestro pecado es grande, pero la gracia de Dios es mucho más grande. Nadie está más allá del alcance de la gracia de Dios. Y por más que la cruz fue hace 2000 años, los brazos del Señor Jesús no se han cerrado para seguir recibiendo a todos aquellos que arrepentidos venimos a El en busca de misericordia, amor, perdón y una vida nueva (Jn 6:37, Jn 10:9, Jn 10:10).

El evangelismo no es una opción, y es más que un mandamiento (Mar 16:15-18). Es una respuesta de amor a Aquel que nos amó y dio su vida por todos (Mat 10:8), y hacia aquellos que, como nosotros antes de conocer a Cristo, andan en tinieblas, perdidos, sin esperanza y sin Dios por el mundo (Efe 2:12).

Cuando Jesús nos prometió que nos enviaría poder para serle testigos (Hch 1:8) no era solamente el poder para hacer señales y milagros; era, por sobre todo, poder para obedecer Su Palabra y testificar con los hechos de nuestra vida (no solo con palabras) el estilo de vida que El quiere que vivamos para ser plenamente bendecidos (Jn 10:10). Jesús sabía por experiencia propia, el poder del testimonio como respaldo a las palabras (Mat 7:29, Mar 1:22).

Nadie en la tierra tiene autoridad ni derecho de perdonar pecados. Nadie puede perdonarlos salvo Aquel contra quien todos, sin excepción, hemos pecado (Hch 10:43, Hch 4:11-12).

28 Mar 2010
Referencia: 10.011