Consideraciones acerca del estudio de las parábolas.
Introducción.
Aunque sean atractivas y sencillas, la mala interpretación de las parábolas en la Iglesia es superada solamente por el Apocalipsis.
La razón para la larga historia de malas interpretaciones se puede extender hasta algo que Jesús mismo dijo. Cuando se le preguntó sobre el propósito de ellas, parece haber sugerido que contenía misterios para los de adentro, mientras endurecían a los de afuera. Como después procedió a “interpretar” la parábola del sembrador de modo medio alegórico, esto pareció dar licencia a la teoría del endurecimiento y a interpretaciones alegóricas sin fin. Las parábolas se consideraban como historias sencillas para los de afuera, para quienes el “verdadero” significado”, los “misterios”, estaban escondidos; estos pertenecían solamente a la Iglesia y se podían descubrir por medio de alegorías.
Una de las claves para entenderlas está en el descubrimiento de los oyentes originales a los cuales fueron dichas.
Las dificultades exegéticas que se encuentran surgen principalmente del vacío cultural que existe entre nosotros y los oyentes originales de Jesús, que pueden hacernos perder algunos de los sentidos más sutiles que componen toda la historia. Es precisamente aquí donde tal vez se necesite la ayuda externa. No desprecie estos asuntos, pues las costumbres culturales son las que ayudan a dar a las historias originales su vitalidad.
Clases de parábolas.
No todos los textos que llamamos parábolas son del mismo tipo. Hay una diferencia fundamental, por ejemplo, entre el buen samaritano (verdadera parábola) por una parte, y la levadura en la masa (símil), por otra, y ambas difieren de los dichos: “vosotros sois la sal de la tierra” (metáfora), o “¿Recoge la gente uvas de los espinos, o higos de los cardos?” (epigrama).
La parábola verdadera es una historia, pura y sencilla, con principio y fin; tiene una especial “trama” que resalta la enseñanza que pretende, mediante la confrontación de las actitudes mencionadas en la parábola con las nuestras.
Un símil es una ilustración de la vida cotidiana que Jesús tomó para hacer entender el significado de algo.
Los dichos se llaman algunas veces dichos parabólicos; en realidad son metáforas y símiles. A veces se refieren a una semejanza, pero su propósito, su razón de ser, es muy diferente a solo hacer notar la semejanza, sino que traen involucrado una actitud, una acción, un comportamiento que se espera de nosotros.
Parábolas y alegorías.
Una verdadera alegoría es una historia en la cual cada uno de los elementos significa algo muy diferente de la historia misma, lo que no sucede con las parábolas.
Una parábola puede asemejarse mucho a la alegoría, cuando muchos detalles de una historia tienen el propósito de representar alguna cosa. Ahora bien, las parábolas no son alegorías, aunque a veces tengan lo que nos parece que son rasgos alegóricos. La razón de que podamos estar seguros de eso está en sus diferentes funciones.
Función de las parábolas.
Funcionan como un medio para obtener una reacción de parte del oyente.
La parábola en sí es el mensaje.
Se dirige a los oyentes y los cautiva, para referirse a sus propias acciones o para hacerlos reaccionar de cierto modo ante Jesús y a su ministerio.
Búsqueda de los puntos de referencia.
Dos cosas que cautivaban la atención de los oyentes de las parábolas de Jesús: su conocimiento de los puntos de referencia y el giro inesperado que toma la historia.
Las claves para su comprensión son los puntos de referencia, es decir, las varias partes de la historia con las que uno se identifica al escucharla. Los puntos de referencia son los que crean las expectativas ordinarias.
El sentido de la parábola no está en los puntos de referencia, como ocurre en las alegorías. Los puntos de referencia son solamente aquellas partes de la historia que atraen al oyente, con las cuales se identifica al progresar la historia. El sentido de la historia se ha de encontrar en la reacción propuesta.
Identificación de los oyentes.
Es importante identificar a los oyentes, porque el significado de la parábola tiene que ver con la manera como fue oída en su origen.
En muchas de las parábolas, por supuesto, se indica quiénes eran los oyentes en el relato de los evangelios.
En tales casos, la tarea de interpretación es una combinación de tres cosas: sentarse a leer o escuchar la parábola una y otra vez; identificar los puntos de referencia propuestos por Jesús, que los oyentes originales habrían identificado; y tratar de determinar como se habrían identificado con la historia los oyentes originales, y por consiguiente que habrían oído.
Las parábolas del Reino.
Todas las parábolas de Jesús son, en cierto modo, vehículos para la proclamación del Reino.
Por lo tanto, es necesario entender bien el significado del Reino dentro del ministerio de Jesús.
Son parábolas que tienen como introducción “el Reino de los cielos es semejante a....” o algo parecido.
En estos casos, toda la parábola nos dice algo sobre las características del Reino, no uno solo de los puntos de referencia, ni uno solo de los detalles de este.
Son en sí mismas vehículos del mensaje que pide una respuesta a la invitación de Jesús y su llamamiento al discipulado.
Proclaman el Reino como “ya/todavía no”, pero su énfasis principal es el “ya”.
El Reino ya ha llegado; la hora de Dios está cerca. Por tanto, el momento presente es de gran urgencia, y requiere una acción.
Su mensaje es la urgencia de la hora. El Reino está cerca.
Aunque sean atractivas y sencillas, la mala interpretación de las parábolas en la Iglesia es superada solamente por el Apocalipsis.
La razón para la larga historia de malas interpretaciones se puede extender hasta algo que Jesús mismo dijo. Cuando se le preguntó sobre el propósito de ellas, parece haber sugerido que contenía misterios para los de adentro, mientras endurecían a los de afuera. Como después procedió a “interpretar” la parábola del sembrador de modo medio alegórico, esto pareció dar licencia a la teoría del endurecimiento y a interpretaciones alegóricas sin fin. Las parábolas se consideraban como historias sencillas para los de afuera, para quienes el “verdadero” significado”, los “misterios”, estaban escondidos; estos pertenecían solamente a la Iglesia y se podían descubrir por medio de alegorías.
Una de las claves para entenderlas está en el descubrimiento de los oyentes originales a los cuales fueron dichas.
Las dificultades exegéticas que se encuentran surgen principalmente del vacío cultural que existe entre nosotros y los oyentes originales de Jesús, que pueden hacernos perder algunos de los sentidos más sutiles que componen toda la historia. Es precisamente aquí donde tal vez se necesite la ayuda externa. No desprecie estos asuntos, pues las costumbres culturales son las que ayudan a dar a las historias originales su vitalidad.
Clases de parábolas.
No todos los textos que llamamos parábolas son del mismo tipo. Hay una diferencia fundamental, por ejemplo, entre el buen samaritano (verdadera parábola) por una parte, y la levadura en la masa (símil), por otra, y ambas difieren de los dichos: “vosotros sois la sal de la tierra” (metáfora), o “¿Recoge la gente uvas de los espinos, o higos de los cardos?” (epigrama).
La parábola verdadera es una historia, pura y sencilla, con principio y fin; tiene una especial “trama” que resalta la enseñanza que pretende, mediante la confrontación de las actitudes mencionadas en la parábola con las nuestras.
Un símil es una ilustración de la vida cotidiana que Jesús tomó para hacer entender el significado de algo.
Los dichos se llaman algunas veces dichos parabólicos; en realidad son metáforas y símiles. A veces se refieren a una semejanza, pero su propósito, su razón de ser, es muy diferente a solo hacer notar la semejanza, sino que traen involucrado una actitud, una acción, un comportamiento que se espera de nosotros.
Parábolas y alegorías.
Una verdadera alegoría es una historia en la cual cada uno de los elementos significa algo muy diferente de la historia misma, lo que no sucede con las parábolas.
Una parábola puede asemejarse mucho a la alegoría, cuando muchos detalles de una historia tienen el propósito de representar alguna cosa. Ahora bien, las parábolas no son alegorías, aunque a veces tengan lo que nos parece que son rasgos alegóricos. La razón de que podamos estar seguros de eso está en sus diferentes funciones.
Función de las parábolas.
Funcionan como un medio para obtener una reacción de parte del oyente.
La parábola en sí es el mensaje.
Se dirige a los oyentes y los cautiva, para referirse a sus propias acciones o para hacerlos reaccionar de cierto modo ante Jesús y a su ministerio.
Búsqueda de los puntos de referencia.
Dos cosas que cautivaban la atención de los oyentes de las parábolas de Jesús: su conocimiento de los puntos de referencia y el giro inesperado que toma la historia.
Las claves para su comprensión son los puntos de referencia, es decir, las varias partes de la historia con las que uno se identifica al escucharla. Los puntos de referencia son los que crean las expectativas ordinarias.
El sentido de la parábola no está en los puntos de referencia, como ocurre en las alegorías. Los puntos de referencia son solamente aquellas partes de la historia que atraen al oyente, con las cuales se identifica al progresar la historia. El sentido de la historia se ha de encontrar en la reacción propuesta.
Identificación de los oyentes.
Es importante identificar a los oyentes, porque el significado de la parábola tiene que ver con la manera como fue oída en su origen.
En muchas de las parábolas, por supuesto, se indica quiénes eran los oyentes en el relato de los evangelios.
En tales casos, la tarea de interpretación es una combinación de tres cosas: sentarse a leer o escuchar la parábola una y otra vez; identificar los puntos de referencia propuestos por Jesús, que los oyentes originales habrían identificado; y tratar de determinar como se habrían identificado con la historia los oyentes originales, y por consiguiente que habrían oído.
Las parábolas del Reino.
Todas las parábolas de Jesús son, en cierto modo, vehículos para la proclamación del Reino.
Por lo tanto, es necesario entender bien el significado del Reino dentro del ministerio de Jesús.
Son parábolas que tienen como introducción “el Reino de los cielos es semejante a....” o algo parecido.
En estos casos, toda la parábola nos dice algo sobre las características del Reino, no uno solo de los puntos de referencia, ni uno solo de los detalles de este.
Son en sí mismas vehículos del mensaje que pide una respuesta a la invitación de Jesús y su llamamiento al discipulado.
Proclaman el Reino como “ya/todavía no”, pero su énfasis principal es el “ya”.
El Reino ya ha llegado; la hora de Dios está cerca. Por tanto, el momento presente es de gran urgencia, y requiere una acción.
Su mensaje es la urgencia de la hora. El Reino está cerca.
14
Nov
2011