Módulo 201. Naturaleza y carácter de la iglesia.
CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA EN RELACIÓN A LAS PERSONAS (2).
Los creyentes deben vivir una vida en comunidad.
La iglesia fue concebida por Dios (y El no ha cambiado su diseño) como una comunidad de personas que profesan y ponen en práctica una misma fe. Todas las figuras que la Palabra de Dios utiliza para referirse a la Iglesia así lo manifiestan: rebaño, cuerpo, matrimonio, vid, iglesia, etc. Ellas implican una vida compartida, interrelacionada, en comunidad, no simplemente un estar juntos para ciertos eventos y separados para el resto de la vida.
Y por otra parte, implican procesos (secuencia de eventos, etapas, compromisos), no simplemente eventos.
Hch 1:12-14: “Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.”
Hch 2:1-4: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”
Hch 2:41-47: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Hch 4:31-35: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
La iglesia está diseñada por Dios para desarrollar precisamente esa vida comunitaria de tal manera que se produzca una sinergia entre todos los miembros de la misma que potencialice el logro de los resultados que Dios espera de la fundación, actividad y desarrollo de la iglesia.
1 Cor 12:12-14: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
1 Cor 12:18-21: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
La Iglesia Neotestamentaria responde al diseño original de Dios respecto a la creación del hombre y la mujer, de vivir en comunidad en todo sentido: física, emocional y espiritual, y de compartir la visión y los frutos del trabajo de todos, así como la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) viven en comunidad y en unidad de visión, esfuerzo y frutos:
Gen 2:18: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.”
Gen 1:26-28: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
Este diseño, a pesar de la caída, nunca cambio de parte de Dios como lo demuestra Ecle 4:9-12, pasaje en el que también se esboza la futura creación de la Iglesia, cuando en el vrs. 12 manifiesta que cordón de tres dobleces no se rompe pronto, donde el tercer doblez es la presencia de Dios en medio de dos, que es la mínima expresión numérica de la Iglesia neotestamentaria, como lo manifiesta Jesús en Mat 18:18-20
Ecl 4:9-12: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.”
Mat 18:18-20: “ De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Cualquier cambio en el diseño y funcionamiento de la iglesia puede atentar en contra de ese tipo de vida, y por ende, de los resultados que Dios espera de la Iglesia. Y obviamente, el diablo, sabedor del poder de la vida en comunidad y de la unidad, que es la base del poder de la Iglesia, desde el principio de la vida de la Iglesia, como lo podemos notar en el Libro de Hechos y en las Epístolas Pastorales, ha atentado (y para ser sinceros debemos reconocer que lo ha logrado con un éxito relativamente alto) contra la unidad tanto de la iglesia local mediante la adopción de estilos de vivir la iglesia altamente individualistas, como de la unidad de la Iglesia Universal presente en la tierra en un momento histórico determinado, mediante el denominacionalismo, los celos, la envidia, la competencia, etc., entre Iglesias locales.
Esas batallas (no la guerra) que el diablo le ha ganado a la Iglesia en los casi dos mil años de su historia, se reflejan en:
• El cambio de la vida comunitaria de los primeros años por un estilo de vida eclesiástico institucional (importa más la institución que las personas),
• El servicio y la participación de todos los creyentes en la vida eclesiástica (todos ministros -2 Cor 5:17-21- y todos reyes y sacerdotes –Apo 1:5-6, 1 Ped 2:9-), de los orígenes, por la elitización y profesionalización del servicio al que se hado en la actualidad (los cinco oficios fundacionales o de gobierno de la Iglesia de Efe 4:11 se convierten en los únicos ministerios reconocidos como tales dentro de la Iglesia).
• La transformación de la Iglesia como una forma de vida, en los primeros años, a una actividad o evento al que se asiste periódicamente y a la que se pertenece por membresía y asistencia más que por participación plena en la vida de la misma, como es ahora.
Si bien la Reforma del siglo XVI encabezada por Lutero, Calvino, Fox, etc., significó un rompimiento con la obra del diablo de quince siglos dentro de la Iglesia en el aspecto doctrinal (la Reforma debía comenzar por allí), esta no tocó más que levemente los aspectos institucionales de la vida de la iglesia, que prácticamente quedaron igual (el estilo de vida eclesiástico institucional, la elitización y profesionalización del ministerio, la participación pasiva dasistencia y la membresía, etc.).
Hoy, de cara a la pronta segunda venida de Cristo (con todas sus presiones y problemas para los creyentes, que solo podrán ser soportados mediante un estilo de vida comunitario y el apoyo de unos a otros, unos con otros y unos por otros), previo a lo cual se producirá la restauración de todas las cosas (Hch 3:21) incluída la Iglesia, nos enfrentamos a la necesidad de preparar eficiente y eficazmente las condiciones institucionales de las redes que contengan la gran pesca del último gran avivamiento y del instrumento escogido por Dios, la Iglesia, para la preparación de las condiciones para que Su Reino sea establecido.
Por ello, la necesidad de hoy, y lo que Dios está develando y preparando, es la Segunda Reforma de la Iglesia, complemento de la primera, que fortalecida en los conceptos doctrinales recuperados por la primera Reforma, proceda a la restauración y transformación de los aspectos institucionales de la vida de la Iglesia, amoldándolos al modelo de Dios indicado en el Libro de los Hechos y en las Epístolas Pastorales. Nuestro reto, entonces, es prepararnos bajo la dirección del Espíritu Santo y mediante la iluminación de la Palabra en nuestros corazones, una vez despojados de nuestros viejos paradigmas teológicos, para ser participantes activos en esa Reforma y facilitar en nuestro entorno, las condiciones para que tal reforma se de.
Y parte de ello es facilitar que en la iglesia local en la cual somos participantes se comience a fomentar entre sus miembros todas las formas posibles de interrelación y de trabajo en equipo y servicio mutuo para lograr precisamente esa vida comunitaria que fortalecerá el trabajo de la iglesia, que redundará en un mayor compromiso de todos hacia el fortalecimiento y cumplimiento de las metas de Dios para nuestra Iglesia Local en este tiempo y lugar específicos esperando que Dios bendiga nuestro compromiso y quehacer, tal como lo hizo con la Iglesia de Hechos:
Hch 2:41-47: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
La Iglesia es un estilo de vida.
En el pasaje de Hch 2:38-47 que citamos anteriormente no se menciona un edificio, una organización, un programa, diversos ministerios, etc. Lo que se menciona profusamente es un estilo de vida seguido por todos los miembros de la iglesia:
• Fueron bautizados.
• Se añadieron a la iglesia.
• Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
• Todos los que habían creído estaban juntos.
• Tenían en común todas las cosas.
• Suplían las necesidades de cada uno.
• Perseveraban unánimes cada día en el templo y en las casas.
• Comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios.
En términos generales, todo ello conformó la forma de vivir de la iglesia en los primeros años, tal como lo evidencia también:
Hch 4:29-35: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
Todas las situaciones que acabamos de mencionar son parte de un estilo de vida, una forma de enfrentar la vida diaria, y como muy bien nos lo dice la Palabra, “perseveraban todos los días” en ello. No era solo cuando se reunían como Iglesia, no solo era en los servicios y actividades de la Iglesia, era todo el tiempo. La iglesia es un estilo de vida en obediencia a la Palabra de Dios, guardando y aplicando lo que Jesús nos enseñó (ser discípulos, Mat 28:18-20).
La Iglesia está diseñada para suplir todas las necesidades del ser humano.
En los dos pasajes que mencionamos anteriormente del libro de Hechos se evidencia que la Iglesia suplía las necesidades de todos sus miembros. Sus necesidades espirituales de relación con Dios y conocimiento de los principios de la vida espiritual que traerán bendición a su vida terrenal y le abrirán las puertas de la vida celestial. Sus necesidades emocionales de relación, seguridad, aceptación, participación, pertenencia, etc., y sus relaciones materiales de comida, techo y abrigo. La Iglesia está capacitada para todo ello con la unción del Señor:
Luc 4:18-19: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres (necesidades materiales); me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón (necesidades emocionales); a pregonar libertad a los cautivos (necesidades emocionales, mentales y espirituales), y vista a los ciegos (necesidades físicas); a poner en libertad a los oprimidos (necesidades emocionales); a predicar el año agradable del Señor (necesidades espirituales).
Muchos más pasajes en la Biblia reafirman este diseño de Dios, y no solo para sus miembros sino más aún, para todos los miembros de la comunidad y/o nación donde está ubicada esa congregación de vida: Mat 25:31-46, 1 Tim 5:8, Luc 14:13-14, Luc 14:21, Mar 14:4-7, etc.
Dios es un Dios que hizo al ser humano espíritu, alma y cuerpo, y como un Creador responsable, está interesado, y no solo interesado sino que lo hace, en suplir todas las necesidades de su creación (Mat 6:25-30), cuánto más con sus hijos e hijas que forman la Iglesia (Mat 6:31-33).
La Iglesia no es solo la creación de Dios para suplir las necesidades espirituales de los creyentes, sino que todas las necesidades de los miembros y de todas las personas a su alrededor.
Los creyentes deben vivir una vida en comunidad.
La iglesia fue concebida por Dios (y El no ha cambiado su diseño) como una comunidad de personas que profesan y ponen en práctica una misma fe. Todas las figuras que la Palabra de Dios utiliza para referirse a la Iglesia así lo manifiestan: rebaño, cuerpo, matrimonio, vid, iglesia, etc. Ellas implican una vida compartida, interrelacionada, en comunidad, no simplemente un estar juntos para ciertos eventos y separados para el resto de la vida.
Y por otra parte, implican procesos (secuencia de eventos, etapas, compromisos), no simplemente eventos.
Hch 1:12-14: “Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.”
Hch 2:1-4: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”
Hch 2:41-47: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Hch 4:31-35: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
La iglesia está diseñada por Dios para desarrollar precisamente esa vida comunitaria de tal manera que se produzca una sinergia entre todos los miembros de la misma que potencialice el logro de los resultados que Dios espera de la fundación, actividad y desarrollo de la iglesia.
1 Cor 12:12-14: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
1 Cor 12:18-21: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
La Iglesia Neotestamentaria responde al diseño original de Dios respecto a la creación del hombre y la mujer, de vivir en comunidad en todo sentido: física, emocional y espiritual, y de compartir la visión y los frutos del trabajo de todos, así como la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) viven en comunidad y en unidad de visión, esfuerzo y frutos:
Gen 2:18: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.”
Gen 1:26-28: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
Este diseño, a pesar de la caída, nunca cambio de parte de Dios como lo demuestra Ecle 4:9-12, pasaje en el que también se esboza la futura creación de la Iglesia, cuando en el vrs. 12 manifiesta que cordón de tres dobleces no se rompe pronto, donde el tercer doblez es la presencia de Dios en medio de dos, que es la mínima expresión numérica de la Iglesia neotestamentaria, como lo manifiesta Jesús en Mat 18:18-20
Ecl 4:9-12: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.”
Mat 18:18-20: “ De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Cualquier cambio en el diseño y funcionamiento de la iglesia puede atentar en contra de ese tipo de vida, y por ende, de los resultados que Dios espera de la Iglesia. Y obviamente, el diablo, sabedor del poder de la vida en comunidad y de la unidad, que es la base del poder de la Iglesia, desde el principio de la vida de la Iglesia, como lo podemos notar en el Libro de Hechos y en las Epístolas Pastorales, ha atentado (y para ser sinceros debemos reconocer que lo ha logrado con un éxito relativamente alto) contra la unidad tanto de la iglesia local mediante la adopción de estilos de vivir la iglesia altamente individualistas, como de la unidad de la Iglesia Universal presente en la tierra en un momento histórico determinado, mediante el denominacionalismo, los celos, la envidia, la competencia, etc., entre Iglesias locales.
Esas batallas (no la guerra) que el diablo le ha ganado a la Iglesia en los casi dos mil años de su historia, se reflejan en:
• El cambio de la vida comunitaria de los primeros años por un estilo de vida eclesiástico institucional (importa más la institución que las personas),
• El servicio y la participación de todos los creyentes en la vida eclesiástica (todos ministros -2 Cor 5:17-21- y todos reyes y sacerdotes –Apo 1:5-6, 1 Ped 2:9-), de los orígenes, por la elitización y profesionalización del servicio al que se hado en la actualidad (los cinco oficios fundacionales o de gobierno de la Iglesia de Efe 4:11 se convierten en los únicos ministerios reconocidos como tales dentro de la Iglesia).
• La transformación de la Iglesia como una forma de vida, en los primeros años, a una actividad o evento al que se asiste periódicamente y a la que se pertenece por membresía y asistencia más que por participación plena en la vida de la misma, como es ahora.
Si bien la Reforma del siglo XVI encabezada por Lutero, Calvino, Fox, etc., significó un rompimiento con la obra del diablo de quince siglos dentro de la Iglesia en el aspecto doctrinal (la Reforma debía comenzar por allí), esta no tocó más que levemente los aspectos institucionales de la vida de la iglesia, que prácticamente quedaron igual (el estilo de vida eclesiástico institucional, la elitización y profesionalización del ministerio, la participación pasiva dasistencia y la membresía, etc.).
Hoy, de cara a la pronta segunda venida de Cristo (con todas sus presiones y problemas para los creyentes, que solo podrán ser soportados mediante un estilo de vida comunitario y el apoyo de unos a otros, unos con otros y unos por otros), previo a lo cual se producirá la restauración de todas las cosas (Hch 3:21) incluída la Iglesia, nos enfrentamos a la necesidad de preparar eficiente y eficazmente las condiciones institucionales de las redes que contengan la gran pesca del último gran avivamiento y del instrumento escogido por Dios, la Iglesia, para la preparación de las condiciones para que Su Reino sea establecido.
Por ello, la necesidad de hoy, y lo que Dios está develando y preparando, es la Segunda Reforma de la Iglesia, complemento de la primera, que fortalecida en los conceptos doctrinales recuperados por la primera Reforma, proceda a la restauración y transformación de los aspectos institucionales de la vida de la Iglesia, amoldándolos al modelo de Dios indicado en el Libro de los Hechos y en las Epístolas Pastorales. Nuestro reto, entonces, es prepararnos bajo la dirección del Espíritu Santo y mediante la iluminación de la Palabra en nuestros corazones, una vez despojados de nuestros viejos paradigmas teológicos, para ser participantes activos en esa Reforma y facilitar en nuestro entorno, las condiciones para que tal reforma se de.
Y parte de ello es facilitar que en la iglesia local en la cual somos participantes se comience a fomentar entre sus miembros todas las formas posibles de interrelación y de trabajo en equipo y servicio mutuo para lograr precisamente esa vida comunitaria que fortalecerá el trabajo de la iglesia, que redundará en un mayor compromiso de todos hacia el fortalecimiento y cumplimiento de las metas de Dios para nuestra Iglesia Local en este tiempo y lugar específicos esperando que Dios bendiga nuestro compromiso y quehacer, tal como lo hizo con la Iglesia de Hechos:
Hch 2:41-47: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
La Iglesia es un estilo de vida.
En el pasaje de Hch 2:38-47 que citamos anteriormente no se menciona un edificio, una organización, un programa, diversos ministerios, etc. Lo que se menciona profusamente es un estilo de vida seguido por todos los miembros de la iglesia:
• Fueron bautizados.
• Se añadieron a la iglesia.
• Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
• Todos los que habían creído estaban juntos.
• Tenían en común todas las cosas.
• Suplían las necesidades de cada uno.
• Perseveraban unánimes cada día en el templo y en las casas.
• Comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios.
En términos generales, todo ello conformó la forma de vivir de la iglesia en los primeros años, tal como lo evidencia también:
Hch 4:29-35: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
Todas las situaciones que acabamos de mencionar son parte de un estilo de vida, una forma de enfrentar la vida diaria, y como muy bien nos lo dice la Palabra, “perseveraban todos los días” en ello. No era solo cuando se reunían como Iglesia, no solo era en los servicios y actividades de la Iglesia, era todo el tiempo. La iglesia es un estilo de vida en obediencia a la Palabra de Dios, guardando y aplicando lo que Jesús nos enseñó (ser discípulos, Mat 28:18-20).
La Iglesia está diseñada para suplir todas las necesidades del ser humano.
En los dos pasajes que mencionamos anteriormente del libro de Hechos se evidencia que la Iglesia suplía las necesidades de todos sus miembros. Sus necesidades espirituales de relación con Dios y conocimiento de los principios de la vida espiritual que traerán bendición a su vida terrenal y le abrirán las puertas de la vida celestial. Sus necesidades emocionales de relación, seguridad, aceptación, participación, pertenencia, etc., y sus relaciones materiales de comida, techo y abrigo. La Iglesia está capacitada para todo ello con la unción del Señor:
Luc 4:18-19: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres (necesidades materiales); me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón (necesidades emocionales); a pregonar libertad a los cautivos (necesidades emocionales, mentales y espirituales), y vista a los ciegos (necesidades físicas); a poner en libertad a los oprimidos (necesidades emocionales); a predicar el año agradable del Señor (necesidades espirituales).
Muchos más pasajes en la Biblia reafirman este diseño de Dios, y no solo para sus miembros sino más aún, para todos los miembros de la comunidad y/o nación donde está ubicada esa congregación de vida: Mat 25:31-46, 1 Tim 5:8, Luc 14:13-14, Luc 14:21, Mar 14:4-7, etc.
Dios es un Dios que hizo al ser humano espíritu, alma y cuerpo, y como un Creador responsable, está interesado, y no solo interesado sino que lo hace, en suplir todas las necesidades de su creación (Mat 6:25-30), cuánto más con sus hijos e hijas que forman la Iglesia (Mat 6:31-33).
La Iglesia no es solo la creación de Dios para suplir las necesidades espirituales de los creyentes, sino que todas las necesidades de los miembros y de todas las personas a su alrededor.
27
Ene
2012