Módulo 201. Naturaleza y carácter de la iglesia.
¿POR QUÉ DEBE CAMBIAR LA IGLESIA?
¿Por qué debe cambiar la Iglesia?
Tal como hemos estado viendo, el Señor Jesucristo vino a establecer un tipo específico de iglesia que cumpliera con los propósitos que El le asignaba. Esa iglesia debía tener características específicas que hemos mencionado que no podían ser negociables, para impactar el mundo de la forma que Jesús pretendía. En el transcurrir del tiempo, y ello es claro para todos los que han estudiado la historia de la Iglesia, la Iglesia del Señor Jesucristo, a partir de la Iglesia de la que tenemos conocimiento por el Libro de Hechos, ha incorporado una serie de cuestiones fundamentales en su quehacer cuyo origen no es la Palabra de Dios, sino que el conocimiento, la mente y la sabiduría humana influenciada por el espíritu de Grecia (anticristo, Dan 2:39, Dan 10:20), al punto que algunas de las características de la Iglesia de Hechos están minimizadas en la Iglesia de hoy.
Jer 2:13: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.”
Esa es, entonces, la primera razón por la cual la Iglesia necesita una restauración: la necesidad de volver a la esencia de las sendas antiguas que el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo trazaron para la Iglesia que es columna y baluarte de la Verdad Inconmovible de Dios.
Jer 6:16: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”
1 Tim 3:14-15: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.”
La segunda razón por la cual la iglesia necesita una restauración es una razón natural, normal, esencial, derivada de la naturaleza de la Iglesia: ella no es una institución estática, rígida. Es más bien un organismo vivo, y como tal, adaptativo a las circunstancias, los tiempos, las necesidades y los problemas de la cotidianidad en la que está inmersa, y un organismo vivo del cual la Palabra de Dios dice que la gloria postrera será mayor que la primera, que va de lo poco a lo mucho (Mat 25:21, Mat 25:23) y como la vida del justo va en aumento, por lógica la vida de la iglesia, que es la suma de los justos, también debe ir en aumento constante. Ello implica, según esta lógica implícita en las Escrituras, que la iglesia de hoy debería ser una iglesia superior en todo a la Iglesia del Libro de los Hechos.
Hag 2:9: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.”
Prov 4:18: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”
Una tercera razón es lo relacionado con la esencia y la forma de las cosas. Dios cambia los tiempos (Dan 2:21) y con el cambio de los tiempos, la Iglesia, en su forma aunque no en su esencia, debe adaptarse a ese cambio de tiempos que Dios produce, en los cuales el mover de Su Espíritu Santo también cambia. El problema de la Iglesia en estos casi dos milenios de existencia es que al cambiar los tiempos no solo cambiaron las formas sino también la esencia misma de la iglesia y ella necesita volver a esa esencia.
Dan 2:21: “El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.
Por ello, Jesús nos enseñó que se deben renovar los odres viejos para adaptarlos al vino nuevo del nuevo mover del Espíritu Santo en cada época (la forma pero no la esencia de la Iglesia, los métodos pero no los principios). Y como la Iglesia va a ser restaurada a su forma original, ello implica que van a cambiar formas también y necesitamos renovarnos para seguir al Espíritu Santo en los cambios que desea implementar. A esos cambios de tiempos y mover del Espíritu Santo correspondió, bajo la guianza del Espíritu Santo, cada uno de los Reformadores de la Iglesia en los siglos pasados y debemos corresponder también nosotros en estos tiempos finales.
Mat 9:16-17: “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente”
Una cuarta razón para la Restauración de la Iglesia es la necesidad del mundo de una Iglesia que influya y transforme radicalmente (o al menos actúe con una voz profética resonante) sobre las condiciones morales, sociales, económicas, políticas y generales de la existencia humana, de cara al deterioro de la justicia bíblica en el mundo. Nosotros los creyentes, por mandato de la Palabra de Dios estamos llamados a buscar el Reino de Dios y su justicia (Mat 6:33) y transformar las condiciones del ambiente en el cual vivimos, para hacerlas lo más cercanas posibles al modelo bíblico del Reino de Dios (Mat 6:9-10, Rom 8:19-21).
Mat 6:9-10: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
Rom 8:19-21: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.”
La Palabra de Dios claramente nos informa en Hch 17:6, que los primeros cristianos andaban “trastornando” el mundo conocido, y ello implicaba, volver el mundo (todo el mundo, no solo lo religioso) al revés, perturbar el problema, volverlo al revés, de acuerdo al significado de la palabra griega “anastatoó”, que en este pasaje se tradujo “trastornar”. Y es evidente que la iglesia hoy no está trastornando el mundo, más bien, escondida en las cuatro paredes de sus edificios, está alienándose de la realidad que le rodea sin hacer nada al respecto:
Mat 25:42-45: “Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
Hoy aún persisten los problemas de hambre, inmigración, miseria, enfermedad, cárceles y otros más como aborto, violación de los derechos humanos, violencia, crimen, drogadicción, etc., y la Iglesia, salvo casos muy aislados, no está actuando como Cuerpo frente a esas necesidades. Ello es una clara violación a lo que Dios nos mandó de ser luz y sal para las naciones (Mat 5:13-16) y a arrepentirnos de nuestros malos caminos para que El sanara nuestra tierra, lo que implica que si no está sana la tierra es que la iglesia no se ha arrepentido de sus malos caminos (las nuevas sendas que sustituyeron a las antiguas).
2 Cro 7:14: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
La quinta razón para la restauración de la Iglesia está en Hch 3:21, que nos informa que antes de la segunda venida de Cristo (ya inminente), todas las cosas van a ser restauradas, y todas las cosas, obviamente, incluyen a la Iglesia, que el Señor Jesús sabía que en esta época iba a necesitar una restauración tal como lo evidencian, desde cualquier perspectiva interpretativa que se utilice, las cartas a las siete iglesias de los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis. Si esas cartas se refieren a los tipos de iglesias que iban a existir simultáneamente en cada época, ello implica que hay, por lo menos, 5 buenas razones para tal restauración (las Iglesias del tipo de Efeso, Pérgamo, Tiátira, Sardis y Laodicea). Si esas cartas se refieren a las siete épocas por las que la iglesia debe atravesar, y las evidencias apuntarían a que estamos en la época de la iglesia de Laodicea, resulta aún más obvia la necesidad de la restauración de la iglesia.
Una sexta razón, también fundamental para el cambio de la Iglesia, es que a partir de los últimos cien años, debido a los ataques que la Iglesia estaba sufriendo por el Modernismo y el Liberalismo Teológico (basados en argumentaciones derivadas de los descubrimientos científicos) y las corrientes del Evangelio Social (basadas en argumentaciones derivadas de las ideologías políticas prevalencientes en la época, tales como el socialismo y el comunismo), y al surgimiento de las corrientes interpretativas del dispensacionalismo, principalmente la premileniarista, la Iglesia dejó de lado el concepto del Reino de Dios y su realidad presente creciente, conceptos básicos en la predicación de Juan el Bautista, Jesús y la Iglesia de Hechos, y que le dieron a la Iglesia de Cristo su objetivo para la época de la Iglesia (entre la muerte de Cristo en la Cruz y Su Segunda Venida).
¿Por qué debe cambiar la Iglesia?
Tal como hemos estado viendo, el Señor Jesucristo vino a establecer un tipo específico de iglesia que cumpliera con los propósitos que El le asignaba. Esa iglesia debía tener características específicas que hemos mencionado que no podían ser negociables, para impactar el mundo de la forma que Jesús pretendía. En el transcurrir del tiempo, y ello es claro para todos los que han estudiado la historia de la Iglesia, la Iglesia del Señor Jesucristo, a partir de la Iglesia de la que tenemos conocimiento por el Libro de Hechos, ha incorporado una serie de cuestiones fundamentales en su quehacer cuyo origen no es la Palabra de Dios, sino que el conocimiento, la mente y la sabiduría humana influenciada por el espíritu de Grecia (anticristo, Dan 2:39, Dan 10:20), al punto que algunas de las características de la Iglesia de Hechos están minimizadas en la Iglesia de hoy.
Jer 2:13: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.”
Esa es, entonces, la primera razón por la cual la Iglesia necesita una restauración: la necesidad de volver a la esencia de las sendas antiguas que el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo trazaron para la Iglesia que es columna y baluarte de la Verdad Inconmovible de Dios.
Jer 6:16: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”
1 Tim 3:14-15: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.”
La segunda razón por la cual la iglesia necesita una restauración es una razón natural, normal, esencial, derivada de la naturaleza de la Iglesia: ella no es una institución estática, rígida. Es más bien un organismo vivo, y como tal, adaptativo a las circunstancias, los tiempos, las necesidades y los problemas de la cotidianidad en la que está inmersa, y un organismo vivo del cual la Palabra de Dios dice que la gloria postrera será mayor que la primera, que va de lo poco a lo mucho (Mat 25:21, Mat 25:23) y como la vida del justo va en aumento, por lógica la vida de la iglesia, que es la suma de los justos, también debe ir en aumento constante. Ello implica, según esta lógica implícita en las Escrituras, que la iglesia de hoy debería ser una iglesia superior en todo a la Iglesia del Libro de los Hechos.
Hag 2:9: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.”
Prov 4:18: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”
Una tercera razón es lo relacionado con la esencia y la forma de las cosas. Dios cambia los tiempos (Dan 2:21) y con el cambio de los tiempos, la Iglesia, en su forma aunque no en su esencia, debe adaptarse a ese cambio de tiempos que Dios produce, en los cuales el mover de Su Espíritu Santo también cambia. El problema de la Iglesia en estos casi dos milenios de existencia es que al cambiar los tiempos no solo cambiaron las formas sino también la esencia misma de la iglesia y ella necesita volver a esa esencia.
Dan 2:21: “El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.
Por ello, Jesús nos enseñó que se deben renovar los odres viejos para adaptarlos al vino nuevo del nuevo mover del Espíritu Santo en cada época (la forma pero no la esencia de la Iglesia, los métodos pero no los principios). Y como la Iglesia va a ser restaurada a su forma original, ello implica que van a cambiar formas también y necesitamos renovarnos para seguir al Espíritu Santo en los cambios que desea implementar. A esos cambios de tiempos y mover del Espíritu Santo correspondió, bajo la guianza del Espíritu Santo, cada uno de los Reformadores de la Iglesia en los siglos pasados y debemos corresponder también nosotros en estos tiempos finales.
Mat 9:16-17: “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente”
Una cuarta razón para la Restauración de la Iglesia es la necesidad del mundo de una Iglesia que influya y transforme radicalmente (o al menos actúe con una voz profética resonante) sobre las condiciones morales, sociales, económicas, políticas y generales de la existencia humana, de cara al deterioro de la justicia bíblica en el mundo. Nosotros los creyentes, por mandato de la Palabra de Dios estamos llamados a buscar el Reino de Dios y su justicia (Mat 6:33) y transformar las condiciones del ambiente en el cual vivimos, para hacerlas lo más cercanas posibles al modelo bíblico del Reino de Dios (Mat 6:9-10, Rom 8:19-21).
Mat 6:9-10: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
Rom 8:19-21: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.”
La Palabra de Dios claramente nos informa en Hch 17:6, que los primeros cristianos andaban “trastornando” el mundo conocido, y ello implicaba, volver el mundo (todo el mundo, no solo lo religioso) al revés, perturbar el problema, volverlo al revés, de acuerdo al significado de la palabra griega “anastatoó”, que en este pasaje se tradujo “trastornar”. Y es evidente que la iglesia hoy no está trastornando el mundo, más bien, escondida en las cuatro paredes de sus edificios, está alienándose de la realidad que le rodea sin hacer nada al respecto:
Mat 25:42-45: “Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
Hoy aún persisten los problemas de hambre, inmigración, miseria, enfermedad, cárceles y otros más como aborto, violación de los derechos humanos, violencia, crimen, drogadicción, etc., y la Iglesia, salvo casos muy aislados, no está actuando como Cuerpo frente a esas necesidades. Ello es una clara violación a lo que Dios nos mandó de ser luz y sal para las naciones (Mat 5:13-16) y a arrepentirnos de nuestros malos caminos para que El sanara nuestra tierra, lo que implica que si no está sana la tierra es que la iglesia no se ha arrepentido de sus malos caminos (las nuevas sendas que sustituyeron a las antiguas).
2 Cro 7:14: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
La quinta razón para la restauración de la Iglesia está en Hch 3:21, que nos informa que antes de la segunda venida de Cristo (ya inminente), todas las cosas van a ser restauradas, y todas las cosas, obviamente, incluyen a la Iglesia, que el Señor Jesús sabía que en esta época iba a necesitar una restauración tal como lo evidencian, desde cualquier perspectiva interpretativa que se utilice, las cartas a las siete iglesias de los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis. Si esas cartas se refieren a los tipos de iglesias que iban a existir simultáneamente en cada época, ello implica que hay, por lo menos, 5 buenas razones para tal restauración (las Iglesias del tipo de Efeso, Pérgamo, Tiátira, Sardis y Laodicea). Si esas cartas se refieren a las siete épocas por las que la iglesia debe atravesar, y las evidencias apuntarían a que estamos en la época de la iglesia de Laodicea, resulta aún más obvia la necesidad de la restauración de la iglesia.
Una sexta razón, también fundamental para el cambio de la Iglesia, es que a partir de los últimos cien años, debido a los ataques que la Iglesia estaba sufriendo por el Modernismo y el Liberalismo Teológico (basados en argumentaciones derivadas de los descubrimientos científicos) y las corrientes del Evangelio Social (basadas en argumentaciones derivadas de las ideologías políticas prevalencientes en la época, tales como el socialismo y el comunismo), y al surgimiento de las corrientes interpretativas del dispensacionalismo, principalmente la premileniarista, la Iglesia dejó de lado el concepto del Reino de Dios y su realidad presente creciente, conceptos básicos en la predicación de Juan el Bautista, Jesús y la Iglesia de Hechos, y que le dieron a la Iglesia de Cristo su objetivo para la época de la Iglesia (entre la muerte de Cristo en la Cruz y Su Segunda Venida).
27
Ene
2012