Módulo 201. Naturaleza y carácter de la iglesia.
¿QUÉ DEBERÍA CAMBIAR EN LA IGLESIA?
Es de reconocer que la amplitud y el alcance de la Iglesia de hoy en comparación con la Iglesia primera es mucho mayor, así como nuestro manejo de los medios de comunicación y la tecnología, los recursos económicos y materiales a nuestro alcance, los avances éticos, económicos, sociales y políticos que se han producido en el mundo a consecuencia de la influencia del quehacer de la iglesia en medio de la sociedad, etc. Sin embargo, cuando comparamos la iglesia del Libro de Hechos con la iglesia de hoy, también podemos detectar algunas cosas que, si bien están presenten de alguna manera en la iglesia de hoy, no lo están en el nivel en que se manifestaban en la iglesia primera, y que por esa razón limitan el impacto que deberíamos estar teniendo en el mundo actual.
Entre otras, las cosas que hacen falta en la iglesia de hoy son:
a) Sobrenaturalidad: presencia manifiesta de todos los dones sobrenaturales del Espíritu Santo, transformando vidas, sanando enfermos, liberando oprimidos, no sujetos a eventos especiales sino como parte de la vida continua y normal de la iglesia (Luc 4:18-19, Hch 4:29-31, Hch 1:8).
b) Oración perseverante (1 Tes 5:17, 1 Tim 2:8), en todo tiempo y en todo lugar para que el Reino de Dios sea establecido sobre todas las personas (1 Tim 2:4), familias y naciones de la tierra (Mat 28:18-20).
c) Una alabanza y adoración significativa que cumpla verdaderamente su función de tocar, conmover y convocar el corazón de Dios y transforme las vidas de los creyentes (Jn 4:23), dejando de ser, como ahora es mayoritariamente, el espectáculo y la antesala emocional y motivadora que prepara el corazón de los oyentes para el discurso del predicador.
d) Unidad verdadera en la diversidad (Efe 4:14-16, 1 Cor 12:12-27) que implica la unidad de la fe (doctrina básica y fundamental y respeto a las interpretaciones doctrinales no esenciales), apreciando y respetando esa diversidad sin por ello tolerar la herejía doctrinal, el trabajo unido y coordinado con el resto del Cuerpo para la construcción del Reino de Dios, no solo a nivel local sino geográfico, regional y local, y la profundización del amor, característica básica del cristiano (Mat 22:36-40, Jn 13.35). La unidad en la diversidad de la iglesia está ejemplificada o manifestada claramente en el carácter de una familia funcional, y la iglesia debe ser como una familia por cuanto somos los hijos e hijas y la familia de Dios (Jn 1:1, Efe 2:19)
e) Privilegiar la paternidad espiritual responsable al estilo de Jesús (1 Tes 2:7-12, 1 Cor 4:15) que privilegie el discipulado bíblico como método efectivo para alcanzar la madurez de los creyentes y privilegie sus necesidades por encima de las necesidades ministeriales e institucionales, lo que implica un cambio de mentalidad en los ministros y líderes actuales a nivel de las iglesias locales y denominaciones para construir el Reino de Dios y no los reinos personales e institucionales.
f) Una espiritualidad genuina derivada de un verdadero discipulado que forme, modele y desarrollo el carácter del creyente (Rom 8:28-29) que impacte todos los aspectos de la vida de la persona (estilo de vida) y trascienda a la sociedad en la que vive, transformando las estructuras sociales (Mat 6:9-10, Mat 6:33, Hch 17:6, Rom 8:19-21), e impactando a los no creyentes para que por multitudes entreguen su vida a Cristo (Hch 2:41-47).
g) Una predicación transformadora y habilitadora de los creyentes para una vida integral (espíritu, alma y cuerpo, y en todos los ámbitos de la vida diaria) llena del Espíritu que constituya un faro de luz para todos los que están en tinieblas (Hch 4:29-31), que implique, según lo indicado en Efe 4:11-13, la habilitación de todos los creyentes como ministros de la reconciliación (2 Cor 5:17-21) y la edificación (crecimiento, fortalecimiento y madurez o solidez) del Cuerpo de Cristo que implique una verdadera unidad en la diversidad y el crecimiento en la comunión con el Señor en todos los ámbitos de la vida, personal y comunitaria.
h) La formación de obreros, siervos y ministros (reyes y sacerdotes) que asuman la dirección de todos los asuntos de la vida eclesiástica y secular de sus naciones con énfasis en la responsabilidad ética frente a Dios y a los otros, que actúen con desinterés personal y un profundo interés en el Reino de Dios y las personas a las que sirven, eliminando de nuestras iglesias el predominio de líderes que se sirven de las posiciones, los programas y las personas en beneficio propio (Apo 1:5-6, 1 Ped 2:9, Col 3:23, Mar 10:42-45)
i) Acción invasiva, agresiva y contínua contra los dominios del diablo y sus huestes de maldad (Mat 18:18-20, Mar 16:15-18, Hch 1:8, 2 Cor 10:3-6, Efe 3:8-11, Rom 8:19-21, Mat 5:13-16).
j) La pertinencia (correspondencia, respuesta y actuar efectivo y eficaz) de la iglesia a los tiempos, problemas y necesidades de la modernidad, sin perder la esencia de su carácter, objetivos y formas de trabajo, determinadas por el Señor Jesucristo y establecidas claramente en la Palabra de Dios (1 Cro 12:32).
k) Una extensión continua, urgente y consistente, en amor y solidaria (Hch 2:41-47, Hch 4:32.35), hacia todos los que están en necesidad, los débiles y los marginados del mundo actual, no solo en servicio social (Mat 25:31-46) sino también en acción social (Prov 31:8-9) congruente con el mensaje puro y simple del Evangelio, despojándolo de toda interpretación clasista y mediática que neutraliza su impacto en un mundo concreto y real, alienándose de la realidad en la que fue insertada por el Señor Jesucristo para transformala, actuando como el fermento de la levadura (Mat 13:33).
Tres ejes en la restauración de la iglesia.
Derivado de todo lo anterior, podemos clasificar entonces los cambios que necesita la iglesia, primariamente, en dos ejes, y derivados de ellos, una restauración en la metodología del trabajo que constituye el tercer eje de la restauración. En forma resumida, y como preámbulo para el desarrollo en posteriores capítulos, cada uno de esos ejes y líneas temáticas de la Restauración de la Iglesia serían los siguientes:
• Restauración del objetivo de la iglesia: constructora del Reino.
• La Restauración del carácter de la iglesia (retomar su carácter apostólico).
o Carácter sobrenatural, que implicaría las líneas temáticas correspondientes a:
Sobrenaturalidad.
Oración perseverante.
Alabanza y adoración significativas.
o Carácter unitario en medio de la diversidad (carácter familiar de la Iglesia).
o Carácter paternal (paternidad espiritual responsable).
o Carácter transformador, que implicaría las líneas temáticas correspondientes a:
Verdadero discipulado.
Predicación transformadora y habilitadora de los creyentes.
La formación de obreros, siervos y ministros (reyes y sacerdotes).
o Carácter ofensivo e invasivo.
Acción invasiva, agresiva y contínua contra los dominios del diablo y sus huestes de maldad
La pertinencia (correspondencia, respuesta y actuar efectivo y eficaz) de la iglesia a los tiempos, problemas y necesidades de la modernidad.
El servicio y la acción sociales.
• Restauración de la metodología de la iglesia: la iglesia de la ciudad y la iglesia de dos alas.
Es de reconocer que la amplitud y el alcance de la Iglesia de hoy en comparación con la Iglesia primera es mucho mayor, así como nuestro manejo de los medios de comunicación y la tecnología, los recursos económicos y materiales a nuestro alcance, los avances éticos, económicos, sociales y políticos que se han producido en el mundo a consecuencia de la influencia del quehacer de la iglesia en medio de la sociedad, etc. Sin embargo, cuando comparamos la iglesia del Libro de Hechos con la iglesia de hoy, también podemos detectar algunas cosas que, si bien están presenten de alguna manera en la iglesia de hoy, no lo están en el nivel en que se manifestaban en la iglesia primera, y que por esa razón limitan el impacto que deberíamos estar teniendo en el mundo actual.
Entre otras, las cosas que hacen falta en la iglesia de hoy son:
a) Sobrenaturalidad: presencia manifiesta de todos los dones sobrenaturales del Espíritu Santo, transformando vidas, sanando enfermos, liberando oprimidos, no sujetos a eventos especiales sino como parte de la vida continua y normal de la iglesia (Luc 4:18-19, Hch 4:29-31, Hch 1:8).
b) Oración perseverante (1 Tes 5:17, 1 Tim 2:8), en todo tiempo y en todo lugar para que el Reino de Dios sea establecido sobre todas las personas (1 Tim 2:4), familias y naciones de la tierra (Mat 28:18-20).
c) Una alabanza y adoración significativa que cumpla verdaderamente su función de tocar, conmover y convocar el corazón de Dios y transforme las vidas de los creyentes (Jn 4:23), dejando de ser, como ahora es mayoritariamente, el espectáculo y la antesala emocional y motivadora que prepara el corazón de los oyentes para el discurso del predicador.
d) Unidad verdadera en la diversidad (Efe 4:14-16, 1 Cor 12:12-27) que implica la unidad de la fe (doctrina básica y fundamental y respeto a las interpretaciones doctrinales no esenciales), apreciando y respetando esa diversidad sin por ello tolerar la herejía doctrinal, el trabajo unido y coordinado con el resto del Cuerpo para la construcción del Reino de Dios, no solo a nivel local sino geográfico, regional y local, y la profundización del amor, característica básica del cristiano (Mat 22:36-40, Jn 13.35). La unidad en la diversidad de la iglesia está ejemplificada o manifestada claramente en el carácter de una familia funcional, y la iglesia debe ser como una familia por cuanto somos los hijos e hijas y la familia de Dios (Jn 1:1, Efe 2:19)
e) Privilegiar la paternidad espiritual responsable al estilo de Jesús (1 Tes 2:7-12, 1 Cor 4:15) que privilegie el discipulado bíblico como método efectivo para alcanzar la madurez de los creyentes y privilegie sus necesidades por encima de las necesidades ministeriales e institucionales, lo que implica un cambio de mentalidad en los ministros y líderes actuales a nivel de las iglesias locales y denominaciones para construir el Reino de Dios y no los reinos personales e institucionales.
f) Una espiritualidad genuina derivada de un verdadero discipulado que forme, modele y desarrollo el carácter del creyente (Rom 8:28-29) que impacte todos los aspectos de la vida de la persona (estilo de vida) y trascienda a la sociedad en la que vive, transformando las estructuras sociales (Mat 6:9-10, Mat 6:33, Hch 17:6, Rom 8:19-21), e impactando a los no creyentes para que por multitudes entreguen su vida a Cristo (Hch 2:41-47).
g) Una predicación transformadora y habilitadora de los creyentes para una vida integral (espíritu, alma y cuerpo, y en todos los ámbitos de la vida diaria) llena del Espíritu que constituya un faro de luz para todos los que están en tinieblas (Hch 4:29-31), que implique, según lo indicado en Efe 4:11-13, la habilitación de todos los creyentes como ministros de la reconciliación (2 Cor 5:17-21) y la edificación (crecimiento, fortalecimiento y madurez o solidez) del Cuerpo de Cristo que implique una verdadera unidad en la diversidad y el crecimiento en la comunión con el Señor en todos los ámbitos de la vida, personal y comunitaria.
h) La formación de obreros, siervos y ministros (reyes y sacerdotes) que asuman la dirección de todos los asuntos de la vida eclesiástica y secular de sus naciones con énfasis en la responsabilidad ética frente a Dios y a los otros, que actúen con desinterés personal y un profundo interés en el Reino de Dios y las personas a las que sirven, eliminando de nuestras iglesias el predominio de líderes que se sirven de las posiciones, los programas y las personas en beneficio propio (Apo 1:5-6, 1 Ped 2:9, Col 3:23, Mar 10:42-45)
i) Acción invasiva, agresiva y contínua contra los dominios del diablo y sus huestes de maldad (Mat 18:18-20, Mar 16:15-18, Hch 1:8, 2 Cor 10:3-6, Efe 3:8-11, Rom 8:19-21, Mat 5:13-16).
j) La pertinencia (correspondencia, respuesta y actuar efectivo y eficaz) de la iglesia a los tiempos, problemas y necesidades de la modernidad, sin perder la esencia de su carácter, objetivos y formas de trabajo, determinadas por el Señor Jesucristo y establecidas claramente en la Palabra de Dios (1 Cro 12:32).
k) Una extensión continua, urgente y consistente, en amor y solidaria (Hch 2:41-47, Hch 4:32.35), hacia todos los que están en necesidad, los débiles y los marginados del mundo actual, no solo en servicio social (Mat 25:31-46) sino también en acción social (Prov 31:8-9) congruente con el mensaje puro y simple del Evangelio, despojándolo de toda interpretación clasista y mediática que neutraliza su impacto en un mundo concreto y real, alienándose de la realidad en la que fue insertada por el Señor Jesucristo para transformala, actuando como el fermento de la levadura (Mat 13:33).
Tres ejes en la restauración de la iglesia.
Derivado de todo lo anterior, podemos clasificar entonces los cambios que necesita la iglesia, primariamente, en dos ejes, y derivados de ellos, una restauración en la metodología del trabajo que constituye el tercer eje de la restauración. En forma resumida, y como preámbulo para el desarrollo en posteriores capítulos, cada uno de esos ejes y líneas temáticas de la Restauración de la Iglesia serían los siguientes:
• Restauración del objetivo de la iglesia: constructora del Reino.
• La Restauración del carácter de la iglesia (retomar su carácter apostólico).
o Carácter sobrenatural, que implicaría las líneas temáticas correspondientes a:
Sobrenaturalidad.
Oración perseverante.
Alabanza y adoración significativas.
o Carácter unitario en medio de la diversidad (carácter familiar de la Iglesia).
o Carácter paternal (paternidad espiritual responsable).
o Carácter transformador, que implicaría las líneas temáticas correspondientes a:
Verdadero discipulado.
Predicación transformadora y habilitadora de los creyentes.
La formación de obreros, siervos y ministros (reyes y sacerdotes).
o Carácter ofensivo e invasivo.
Acción invasiva, agresiva y contínua contra los dominios del diablo y sus huestes de maldad
La pertinencia (correspondencia, respuesta y actuar efectivo y eficaz) de la iglesia a los tiempos, problemas y necesidades de la modernidad.
El servicio y la acción sociales.
• Restauración de la metodología de la iglesia: la iglesia de la ciudad y la iglesia de dos alas.
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Ene
2012