Módulo 210. La Reforma de la Iglesia y el Ministerio Apostólico.
LAS CONDICIONES PARA UNA REFORMA APOSTÓLICA.
Aparte de las situaciones que constituyen los antecedentes de una reforma apostólica, la condición fundamental para que esta se produzca es que Dios levante hombres y mujeres dispuestos a pagar el precio de llevar adelante la Reforma que Dios tiene en Su agenda.
No hay reforma sin personas reformadoras guiadas por el Espíritu Santo, con un profundo amor por la Verdad y dispuestas a mantener esa Verdad a pesar de todas las circunstancias adversas.
Dios se limito a sí mismo a trabajar en el mundo a través de las personas cuando le entregó a Adán y a Eva el señorío sobre el mundo natural, terrenal. Y Dios no va a hacer nada en la tierra a menos que lo haga a través de personas dispuestas a servir de canales para lo que El quiera hacer.
Así que la condición más importante para una reforma en la iglesia, después de lo que se necesita reformar (los antecedentes de una reforma) son las personas que El va a levantar para llevarla adelante: los y las apóstoles, y las personas que bajo la unción apostólica de los primeros, van a trabajar con ellos para lograrla.
Algunas de las características fundamentales que reúnen los reformadores son las siguientes:
• Son personas que manifiestan un profundo amor por Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo, la Verdad y las personas y que están dispuestas a dar su vida por ello. Recordemos que Jesús nos enseño que no hay un amor más grande que poner su vida por sus amigos, y estas personas son amigas verdaderas de Dios, del Señor Jesucristo, del Espíritu Santo, de la Verdad y de las personas, a las que aman con todo su ser: espíritu, alma y fuerzas.
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mat 22:36-40).
“Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Esto os mando: Que os améis unos a otros.” (Jn 15:12-17).
• Como consecuencia de que sobre todas las cosas aman, anhelan y se apasionan por el Señor, tienen un celo especial por la santidad, y por ello están dispuestas a pagar el precio de rendir totalmente sus vidas a Cristo, amando apasionadamente la rectitud y aborreciendo el pecado y el error. Estas son personas que están dispuestas a ser tachadas de fanáticas y radicales y que perseveran en medio de la polémica, la crítica, el desprecio o menosprecio, la persecución y el rechazo que se puede derivar de ello (Apo 2:9-10)
“Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.”
• Por lo mismo, son personas que están dispuestos a seguir a Cristo hasta las últimas consecuencias, aún cuando ello implique la pérdida de sus vidas.
“Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” (Heb 11:32-36).
• Son personas que están hastiadas y dispuestas a romper con la comodidad de las tradiciones, la religiosidad, el conformismo, las enseñanzas equivocadas presentes en la iglesia y están dispuestas a “traer” y enseñar verdades frescas y renovadas aún cuando estas entren en conflicto con el “status quo” (Mat 11:12-19).
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga. Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.”
• Son personas que no están aferradas a sus conveniencias, sino que tienen un carácter y convicciones sólidas establecidas y arraigadas en la Palabra de Dios, que no las negocian a ningún precio, ni son de doble ánimo (Sant 1:8, Sant 4:8), sino verdaderamente maduras (1 Cor 14:20) y probadas estando bajo presión. El carácter y la convicción firmes que estas personas manifiestan son necesarias, y más que necesarias, esenciales, para traer reformas al Cuerpo (Jesús frente a los fariseos; Lutero y Calvino frente a la estructuras religiosas del papado de su tiempo, etc.).
“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” (Sant 1:6-8).
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” (Sant 4:8-10).
“Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.” (1 Cor 14:20).
Aparte de las situaciones que constituyen los antecedentes de una reforma apostólica, la condición fundamental para que esta se produzca es que Dios levante hombres y mujeres dispuestos a pagar el precio de llevar adelante la Reforma que Dios tiene en Su agenda.
No hay reforma sin personas reformadoras guiadas por el Espíritu Santo, con un profundo amor por la Verdad y dispuestas a mantener esa Verdad a pesar de todas las circunstancias adversas.
Dios se limito a sí mismo a trabajar en el mundo a través de las personas cuando le entregó a Adán y a Eva el señorío sobre el mundo natural, terrenal. Y Dios no va a hacer nada en la tierra a menos que lo haga a través de personas dispuestas a servir de canales para lo que El quiera hacer.
Así que la condición más importante para una reforma en la iglesia, después de lo que se necesita reformar (los antecedentes de una reforma) son las personas que El va a levantar para llevarla adelante: los y las apóstoles, y las personas que bajo la unción apostólica de los primeros, van a trabajar con ellos para lograrla.
Algunas de las características fundamentales que reúnen los reformadores son las siguientes:
• Son personas que manifiestan un profundo amor por Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo, la Verdad y las personas y que están dispuestas a dar su vida por ello. Recordemos que Jesús nos enseño que no hay un amor más grande que poner su vida por sus amigos, y estas personas son amigas verdaderas de Dios, del Señor Jesucristo, del Espíritu Santo, de la Verdad y de las personas, a las que aman con todo su ser: espíritu, alma y fuerzas.
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mat 22:36-40).
“Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Esto os mando: Que os améis unos a otros.” (Jn 15:12-17).
• Como consecuencia de que sobre todas las cosas aman, anhelan y se apasionan por el Señor, tienen un celo especial por la santidad, y por ello están dispuestas a pagar el precio de rendir totalmente sus vidas a Cristo, amando apasionadamente la rectitud y aborreciendo el pecado y el error. Estas son personas que están dispuestas a ser tachadas de fanáticas y radicales y que perseveran en medio de la polémica, la crítica, el desprecio o menosprecio, la persecución y el rechazo que se puede derivar de ello (Apo 2:9-10)
“Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.”
• Por lo mismo, son personas que están dispuestos a seguir a Cristo hasta las últimas consecuencias, aún cuando ello implique la pérdida de sus vidas.
“Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” (Heb 11:32-36).
• Son personas que están hastiadas y dispuestas a romper con la comodidad de las tradiciones, la religiosidad, el conformismo, las enseñanzas equivocadas presentes en la iglesia y están dispuestas a “traer” y enseñar verdades frescas y renovadas aún cuando estas entren en conflicto con el “status quo” (Mat 11:12-19).
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga. Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.”
• Son personas que no están aferradas a sus conveniencias, sino que tienen un carácter y convicciones sólidas establecidas y arraigadas en la Palabra de Dios, que no las negocian a ningún precio, ni son de doble ánimo (Sant 1:8, Sant 4:8), sino verdaderamente maduras (1 Cor 14:20) y probadas estando bajo presión. El carácter y la convicción firmes que estas personas manifiestan son necesarias, y más que necesarias, esenciales, para traer reformas al Cuerpo (Jesús frente a los fariseos; Lutero y Calvino frente a la estructuras religiosas del papado de su tiempo, etc.).
“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” (Sant 1:6-8).
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” (Sant 4:8-10).
“Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.” (1 Cor 14:20).
27
Ene
2012