Módulo 205. El Reino de Dios.
LA EXTENSIÓN DEL REINO.
Jn 3:16: "De tal manera amo Dios al mundo ("cosmos").
"Cosmos" o "Kosmos": mundo, conjunto de la creación, abarca no solamente a las personas, sino todo lo demás creado: organizaciones, actividades, naturaleza, recursos naturales y materiales, etc.
¿Quiere eso decir que Cristo no solo vino por las personas, según la forma como hemos leído por años este versículo? Efectivamente, así es. Esto se reafirma en la Escritura a través de otras varias Escrituras:
Luc 19:10: Jesús vino a rescatar todo lo que se había perdido en la Caída (ver más adelante la descripción de todo lo que se perdió en ese momento).
Rom 8:19-21: los hijos de Dios, la Iglesia, es la llamada a manifestarse para redimir a toda la creación que está esperando dicha manifestación para ser liberada de la esclavitud o corrupción a la que fue sometida por causa del pecado. Por el pecado del ser humano la creación fue corrompida; por la actividad del ser humano la creación debe ser redimida.
Efe 1:9-10: el misterio de la voluntad de Dios es que todas las cosas sean reunidas en Cristo en la dispensación del cumplimiento de los tiempos (este es el tiempo del cumplimiento), en la cual Cristo está esperando que todos sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
Col 1:20: por medio de Jesús Dios quería reconciliar consigo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra.
Dios está interesado tanto en las personas como en el resto de Su creación.
Por todo ello, y más aún, que tiene efecto directo no solo sobre las personas sino sobre la creación entera, Dios envía a Jesucristo (Jn 3:16-17) para abrir la puerta a la solución de esos problemas, cuyo origen es espiritual (el rechazo del ser humano a Dios) y cuya solución también debe ser espiritual (la reconciliación del ser humano con Dios para que este reconcilie a toda la creación, 2 Cor 5:17-19, Rom 8.19-21).
Por ello Dios comienza la redención de la creación con la redención del ser humano, para que este sea un instrumento de la restauración de todo el cosmos al plan original de Dios, y de allí, lo que llamamos la Gran Comisión (Mat 28:18-20) que implica tres mandatos: el cúltico, el evangelístico y el cultural.
El primero se refiere a nuestra relación personal con Dios (oración, adoración), punto de partida ineludible para el cumplimiento de los otros dos.
El segundo se refiere a evangelizar y discipular personas (replicar en ellos la relación personal que tenemos con Dios)..
El tercero se refiere que las personas evangelizadas y discipuladas, apliquen los principios del Reino de Dios a todos los ámbitos de su vida y su actividad, para dar lugar a naciones discipuladas (o cristianizadas) en todos sus aspectos, de tal manera, que al venir el Señor Jesucristo en su segunda venida, le sean presentadas naciones completas salvas (Apo 21:24).
La Gran Comisión es el mandato para poner bajo el Señorío de Cristo no solo a las personas sino a las naciones completas (Rom 8:19-21), abarcando con ello también:
Las organizaciones (familias, empresas, gobierno, ONG, iglesias, colegios, universidades, partidos políticos, etc.),
Las actividades (trabajo, economía, finanzas, política, educación, ciencia, arte, deportes, etc.), cultura y leyes, territorio (recursos naturales), etc.,
Comenzando a partir de la Iglesia (Efe 1:22-23) para que en todas las cosas nuestro Señor Jesucristo tenga la preeminencia (Col 1:16-20, Efe 1:9-10).
Y ello implica establecer el Reino de Dios sobre la tierra, que es justamente lo que el Señor Jesucristo nos enseño a orar en Mat 6:9-10, y nos ordeno buscar en Mat 6:33, y lo que significa la parábola de la levadura en Luc 13:33 y la figura de la sal de la tierra y la luz del mundo en Mat 5:13-16.
Sobre todos los seres humanos.
Dios se propuso desde el principio compartir Su gobierno sobre la tierra con el ser humano (Gen 2:15, Gen 1.28).
Dios creó al ser humano a Su propia imagen y le dotó de facultades para gobernar la tierra (Gen 1:27-28).
Dios, en su Mandato de Creación, comisionó al ser humano a gobernar la tierra y le concedió autoridad delegada para llevar a cabo esta comisión (Gen 2.15, Gen 1.28).
El ser humano, por designio de Dios, fue hecho para ser el ser creado más grande en el universo debido a que es la única criatura que porta la imagen de Dios (Sal 8.4-8).
La caída del ser humano en el pecado no erradica la imagen de Dios en él (Sal 139.13-16).
La caída no elimina o disminuye la responsabilidad o mandato dado al ser humano de ejercer dominio bajo Dios sobre la tierra (Gen 9:1-3).
La humanidad, los justos o los malos, no dejan jamás de ser responsable de vivir bajo el gobierno de Dios en obediencia agradecida a Él como Señor y Rey (Fil 2;9-11) en todas las áreas de la vida (Deut 4.5-8, Rom 1.18-25, Rom 2:6-12)
El Reino toca todas las esferas de la vida
La Biblia revela las intenciones de Dios de que haya crecimiento de Su Reino en todas las naciones de la tierra durante esta era presente por medio de la proclamación y la aplicación obediente de Su voluntad revelada en la Escritura (Sal 2.1-10, Mat 28.18-20, 2 Cor 5:17-18).
Su intención incluye la manifestación creciente de Su gobierno sobre los individuos, las asociaciones voluntarias, las familias, la iglesia, el estado y todas las esferas de la actividad humana, siendo algunas de ellas la ley, el gobierno, la economía, los negocios, las ocupaciones, la educación, el deporte, la medicina, la ciencia, la tecnología, las artes y los medios de comunicación (Rom 8:19-21, Col 1:18-20, Col 3:22-24).
El gobierno de Dios no está limitado únicamente a la transformación de las vidas privadas de individuos para ser conformados a Su voluntad (Fil 2:9-11, Rom 8.19-21).
La realidad del Reino: espiritual y natural.
Muchos aspectos (no todos) del Reino, para nosotros, son en este tiempo asuntos "en misterio". (Mar 4:11).
Esto es, no se hallan dentro del campo de los poderes de observación naturales, deben discernirse espiritualmente (Luc 17:20-21, Jn 3:3-5, 1 Cor 2:14).
Ello no implica que el Reino de Dios, hoy, no tenga una manifestación visible en el mundo natural (Mat 5:13-16, Mat 13:33, Rom 14:17, Mat 25:31-46):
Tuve hambre y me diste de comer.
Tuve sed y me diste de beber.
Fui forastero, y me recogisteis.
Estuve desnudo, y me cubristeis.
Estuve enfermo y me visitasteis.
Estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.
En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
El Reino de Dios tiene un fuerte contenido e implicación sociales.
Los evangelios, por ningún lado ven el reino aislado, ni geográfica ni socialmente, del resto de la sociedad; del reino se manifiesta dentro del orden social o no es reino en absoluto (Luc 17:21).
Las enseñanzas de Jesús nos llaman a vivir, no solo en relación con Dios sino también en relación con nuestro prójimo (relaciones sociales) (Mat 22:36-40), bajo reglas totalmente diferentes (Rom 12:2, Efe 4:22-24) ya que los hábitos del Reino (fundamentados en el amor) no se mezclan sutilmente ni son sujetos de ningún tipo de transacción para suavizarlos, con las tendencias culturales dominantes (que están fundamentadas en las tendencias del mundo, que en su esencia, responden al egoísmo).
E
l gobierno de Dios tiene como frutos la justicia, la paz y el gozo (Rom 14:17), que son frutos no solo internos sino que tienen también una manifestación en lo externo, en lo social, derivado de relaciones justas con Dios, con los demás, consigo mismo y con la creación entera (Isa 2:4).
El concepto de mayordomía es su expresión más evidente y tiene como objeto la redención de la creación sometida a esclavitud, corrupción y mala utilización como consecuencia del pecado del ser humano -Rom 8:19-23).
El Evangelio del Reino (las buenas noticias de Dios para toda la humanidad (Luc 4:18-19) no solo es un mensaje de salvación personal sino también de un mundo transformado hasta en sus estructuras más básicas mediante un "desarrollo" transformador integral (Luc 1:49-54, Luc 3:4-6).
Nos lleva a vivir no solo procurando la redención de las personas, sino también de los sistemas sociales y el medio que sustenta sus vidas (Efe 1:9-10, Efe 3:8, 2 Cor 10:4).
Tiene como centro a la persona de Jesús y las afirmaciones y promesas del Reino para definir cuál es el futuro humano mejor por el que trabajamos y para elegir los medios lícitos y éticos para llegar allí.
Debemos incluir en él y abarcar a las instituciones sociales, por las siguientes razones:
UNO. Todo pecado, en su esencia, no es solamente contra Dios sino que es social porque implica afectar directamente a otros, o bien porque sus consecuencias, tarde o temprano, los van a alcanzar (Gen 3, Mat 22:36-40, Deut 28:15-68)..
DOS. Las instituciones sociales, en cuanto producto de la acción humana, llevan en sí mismas los resultados del pecado del ser humano, y de manera directa o indirecta, expresan ese pecado (Mat 7:16, 7:20).
TRES. Así como el ser humano y su pecaminosidad moldean las instituciones sociales, estas a su vez moldean a las personas, institucionalizando esa misma pecaminosidad (por ejemplo, la codicia en las instituciones económicas, el autoritarismo en las instituciones políticas, la discriminación en las instituciones sociales, etc.).
CUATRO. Como podemos deducir de lo anterior, el alcance del pecado (y por ende, el de los principios del Evangelio que es su antídoto), incluye tanto lo personal como lo social (Gen 3).
Por lo tanto, evadir que el Evangelio debe impactar las instituciones y los sistemas sociales es dejar el orden social en manos del malvado (Mat 25:31-49, Mat 28:18-20, Col 1:16-20).
La perfección del Reino, su realización última, implicará que todas las expresiones humanas de poder, todas las tribus, todas las lenguas, todos los pueblos y naciones de la tierra se pararán frente al Cordero y reconocerán Quién es El y lo que ha hecho (Apo 7:9-10).
Nuestra tarea aquí y ahora es, en consecuencia, ser colaboradores (1 Cor 3:9, 2 Cor 6:1) de Dios en la extensión del Reino y en la preparación de ese momento que concluirá en la Segunda Venida de Cristo, cuando El, por su victoria contra el Anticristo y todas sus fuerzas oscuras, será el Único que quedará en pie al final de los tiempos.
Es en este contexto donde nuestra calidad de "reyes y sacerdotes" (Apo 1:5-6) para Dios nuestro Padre toma su sentido más completo y todo en nuestra vida (actividades, ocupaciones, participaciones, posiciones, posesiones, etc.) cobra sentido y propósito.
Por ello, si queremos ser consecuentes con Jesús y con el Evangelio del Reino, debemos rechazar cualquier limitación del Evangelio que lo quiera restringir a solamente la iglesia y los creyentes, al individuo, al futuro.
La filosofía básica del Reino.
Está contenida en el Sermón del Monte (Mat 5:1-7:29), algunos de cuyos temas tienen una fuerte implicación social.
Hambre y sed de justicia, no humana (inferior, imperfecta, temporal) sino divina (superior, perfecta, permanente). (Mat 5:6).
Pacificación, pero no como ausencia de guerra, sino como un estado interior que nos permite estar en paz con Dios, con nosotros mismos, con nuestros semejantes sin importar ninguna condición humana (raza, nacionalidad, creencias, sexo, cultura, situación socio-económica, etc.). (Mat 5:9).
Persecución por causa de la justicia (Mat 5:10).
Freno a la corrupción social (Mat 5:13).
Testimonio que toda la sociedad pueda ver para seguir (Mat 5.14).
El enojo y las ofensas contra otros es equiparado con el asesinato (Mat 5:21-22).
La necesidad de relaciones sociales reconciliadas (Mat 5:23-24, Mat 6:12, 14-15).
La lujuria es equiparada al adulterio (Mat 5:27-30).
La necesidad de fortalecer el matrimonio y cerrarle las puertas al divorcio como fuentes de bienestar social (Mat 5:27-28).
El amor hacia los enemigos y la no venganza ni violencia contra otros (Mat 5:38-48).
La necesidad de dar y de un espíritu caritativo y compasivo con los pobres (Mat 6:1-4).
La oración como arma para el cambio social (Mat 6:10, 12).
La necesidad de desechar la codicia y la avaricia de nuestras relaciones sociales (Mat 6:19-21, Mat 6:24) y su sustitución por la búsqueda de la justicia de Dios (Mat 6:33).
La eliminación del juicio, la crítica y el chisme contra otros (Mat 7.1-5).
El principio maestro de la "regla de oro" en nuestras relaciones con otros (relaciones sociales) (Mat 7:12).
Todos esos principios y otros más diseminados a lo largo y ancho de todos los evangelios en específico, y de todo el Nuevo Testamento en general, apuntan a un estilo de vida invertido u opuesto al del mundo que trasciende el ámbito de lo eclesiástico y privado y se manifiesta y concreta en nuestras relaciones unos con otros.
Jn 3:16: "De tal manera amo Dios al mundo ("cosmos").
"Cosmos" o "Kosmos": mundo, conjunto de la creación, abarca no solamente a las personas, sino todo lo demás creado: organizaciones, actividades, naturaleza, recursos naturales y materiales, etc.
¿Quiere eso decir que Cristo no solo vino por las personas, según la forma como hemos leído por años este versículo? Efectivamente, así es. Esto se reafirma en la Escritura a través de otras varias Escrituras:
Luc 19:10: Jesús vino a rescatar todo lo que se había perdido en la Caída (ver más adelante la descripción de todo lo que se perdió en ese momento).
Rom 8:19-21: los hijos de Dios, la Iglesia, es la llamada a manifestarse para redimir a toda la creación que está esperando dicha manifestación para ser liberada de la esclavitud o corrupción a la que fue sometida por causa del pecado. Por el pecado del ser humano la creación fue corrompida; por la actividad del ser humano la creación debe ser redimida.
Efe 1:9-10: el misterio de la voluntad de Dios es que todas las cosas sean reunidas en Cristo en la dispensación del cumplimiento de los tiempos (este es el tiempo del cumplimiento), en la cual Cristo está esperando que todos sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
Col 1:20: por medio de Jesús Dios quería reconciliar consigo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra.
Dios está interesado tanto en las personas como en el resto de Su creación.
Por todo ello, y más aún, que tiene efecto directo no solo sobre las personas sino sobre la creación entera, Dios envía a Jesucristo (Jn 3:16-17) para abrir la puerta a la solución de esos problemas, cuyo origen es espiritual (el rechazo del ser humano a Dios) y cuya solución también debe ser espiritual (la reconciliación del ser humano con Dios para que este reconcilie a toda la creación, 2 Cor 5:17-19, Rom 8.19-21).
Por ello Dios comienza la redención de la creación con la redención del ser humano, para que este sea un instrumento de la restauración de todo el cosmos al plan original de Dios, y de allí, lo que llamamos la Gran Comisión (Mat 28:18-20) que implica tres mandatos: el cúltico, el evangelístico y el cultural.
El primero se refiere a nuestra relación personal con Dios (oración, adoración), punto de partida ineludible para el cumplimiento de los otros dos.
El segundo se refiere a evangelizar y discipular personas (replicar en ellos la relación personal que tenemos con Dios)..
El tercero se refiere que las personas evangelizadas y discipuladas, apliquen los principios del Reino de Dios a todos los ámbitos de su vida y su actividad, para dar lugar a naciones discipuladas (o cristianizadas) en todos sus aspectos, de tal manera, que al venir el Señor Jesucristo en su segunda venida, le sean presentadas naciones completas salvas (Apo 21:24).
La Gran Comisión es el mandato para poner bajo el Señorío de Cristo no solo a las personas sino a las naciones completas (Rom 8:19-21), abarcando con ello también:
Las organizaciones (familias, empresas, gobierno, ONG, iglesias, colegios, universidades, partidos políticos, etc.),
Las actividades (trabajo, economía, finanzas, política, educación, ciencia, arte, deportes, etc.), cultura y leyes, territorio (recursos naturales), etc.,
Comenzando a partir de la Iglesia (Efe 1:22-23) para que en todas las cosas nuestro Señor Jesucristo tenga la preeminencia (Col 1:16-20, Efe 1:9-10).
Y ello implica establecer el Reino de Dios sobre la tierra, que es justamente lo que el Señor Jesucristo nos enseño a orar en Mat 6:9-10, y nos ordeno buscar en Mat 6:33, y lo que significa la parábola de la levadura en Luc 13:33 y la figura de la sal de la tierra y la luz del mundo en Mat 5:13-16.
Sobre todos los seres humanos.
Dios se propuso desde el principio compartir Su gobierno sobre la tierra con el ser humano (Gen 2:15, Gen 1.28).
Dios creó al ser humano a Su propia imagen y le dotó de facultades para gobernar la tierra (Gen 1:27-28).
Dios, en su Mandato de Creación, comisionó al ser humano a gobernar la tierra y le concedió autoridad delegada para llevar a cabo esta comisión (Gen 2.15, Gen 1.28).
El ser humano, por designio de Dios, fue hecho para ser el ser creado más grande en el universo debido a que es la única criatura que porta la imagen de Dios (Sal 8.4-8).
La caída del ser humano en el pecado no erradica la imagen de Dios en él (Sal 139.13-16).
La caída no elimina o disminuye la responsabilidad o mandato dado al ser humano de ejercer dominio bajo Dios sobre la tierra (Gen 9:1-3).
La humanidad, los justos o los malos, no dejan jamás de ser responsable de vivir bajo el gobierno de Dios en obediencia agradecida a Él como Señor y Rey (Fil 2;9-11) en todas las áreas de la vida (Deut 4.5-8, Rom 1.18-25, Rom 2:6-12)
El Reino toca todas las esferas de la vida
La Biblia revela las intenciones de Dios de que haya crecimiento de Su Reino en todas las naciones de la tierra durante esta era presente por medio de la proclamación y la aplicación obediente de Su voluntad revelada en la Escritura (Sal 2.1-10, Mat 28.18-20, 2 Cor 5:17-18).
Su intención incluye la manifestación creciente de Su gobierno sobre los individuos, las asociaciones voluntarias, las familias, la iglesia, el estado y todas las esferas de la actividad humana, siendo algunas de ellas la ley, el gobierno, la economía, los negocios, las ocupaciones, la educación, el deporte, la medicina, la ciencia, la tecnología, las artes y los medios de comunicación (Rom 8:19-21, Col 1:18-20, Col 3:22-24).
El gobierno de Dios no está limitado únicamente a la transformación de las vidas privadas de individuos para ser conformados a Su voluntad (Fil 2:9-11, Rom 8.19-21).
La realidad del Reino: espiritual y natural.
Muchos aspectos (no todos) del Reino, para nosotros, son en este tiempo asuntos "en misterio". (Mar 4:11).
Esto es, no se hallan dentro del campo de los poderes de observación naturales, deben discernirse espiritualmente (Luc 17:20-21, Jn 3:3-5, 1 Cor 2:14).
Ello no implica que el Reino de Dios, hoy, no tenga una manifestación visible en el mundo natural (Mat 5:13-16, Mat 13:33, Rom 14:17, Mat 25:31-46):
Tuve hambre y me diste de comer.
Tuve sed y me diste de beber.
Fui forastero, y me recogisteis.
Estuve desnudo, y me cubristeis.
Estuve enfermo y me visitasteis.
Estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.
En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
El Reino de Dios tiene un fuerte contenido e implicación sociales.
Los evangelios, por ningún lado ven el reino aislado, ni geográfica ni socialmente, del resto de la sociedad; del reino se manifiesta dentro del orden social o no es reino en absoluto (Luc 17:21).
Las enseñanzas de Jesús nos llaman a vivir, no solo en relación con Dios sino también en relación con nuestro prójimo (relaciones sociales) (Mat 22:36-40), bajo reglas totalmente diferentes (Rom 12:2, Efe 4:22-24) ya que los hábitos del Reino (fundamentados en el amor) no se mezclan sutilmente ni son sujetos de ningún tipo de transacción para suavizarlos, con las tendencias culturales dominantes (que están fundamentadas en las tendencias del mundo, que en su esencia, responden al egoísmo).
E
l gobierno de Dios tiene como frutos la justicia, la paz y el gozo (Rom 14:17), que son frutos no solo internos sino que tienen también una manifestación en lo externo, en lo social, derivado de relaciones justas con Dios, con los demás, consigo mismo y con la creación entera (Isa 2:4).
El concepto de mayordomía es su expresión más evidente y tiene como objeto la redención de la creación sometida a esclavitud, corrupción y mala utilización como consecuencia del pecado del ser humano -Rom 8:19-23).
El Evangelio del Reino (las buenas noticias de Dios para toda la humanidad (Luc 4:18-19) no solo es un mensaje de salvación personal sino también de un mundo transformado hasta en sus estructuras más básicas mediante un "desarrollo" transformador integral (Luc 1:49-54, Luc 3:4-6).
Nos lleva a vivir no solo procurando la redención de las personas, sino también de los sistemas sociales y el medio que sustenta sus vidas (Efe 1:9-10, Efe 3:8, 2 Cor 10:4).
Tiene como centro a la persona de Jesús y las afirmaciones y promesas del Reino para definir cuál es el futuro humano mejor por el que trabajamos y para elegir los medios lícitos y éticos para llegar allí.
Debemos incluir en él y abarcar a las instituciones sociales, por las siguientes razones:
UNO. Todo pecado, en su esencia, no es solamente contra Dios sino que es social porque implica afectar directamente a otros, o bien porque sus consecuencias, tarde o temprano, los van a alcanzar (Gen 3, Mat 22:36-40, Deut 28:15-68)..
DOS. Las instituciones sociales, en cuanto producto de la acción humana, llevan en sí mismas los resultados del pecado del ser humano, y de manera directa o indirecta, expresan ese pecado (Mat 7:16, 7:20).
TRES. Así como el ser humano y su pecaminosidad moldean las instituciones sociales, estas a su vez moldean a las personas, institucionalizando esa misma pecaminosidad (por ejemplo, la codicia en las instituciones económicas, el autoritarismo en las instituciones políticas, la discriminación en las instituciones sociales, etc.).
CUATRO. Como podemos deducir de lo anterior, el alcance del pecado (y por ende, el de los principios del Evangelio que es su antídoto), incluye tanto lo personal como lo social (Gen 3).
Por lo tanto, evadir que el Evangelio debe impactar las instituciones y los sistemas sociales es dejar el orden social en manos del malvado (Mat 25:31-49, Mat 28:18-20, Col 1:16-20).
La perfección del Reino, su realización última, implicará que todas las expresiones humanas de poder, todas las tribus, todas las lenguas, todos los pueblos y naciones de la tierra se pararán frente al Cordero y reconocerán Quién es El y lo que ha hecho (Apo 7:9-10).
Nuestra tarea aquí y ahora es, en consecuencia, ser colaboradores (1 Cor 3:9, 2 Cor 6:1) de Dios en la extensión del Reino y en la preparación de ese momento que concluirá en la Segunda Venida de Cristo, cuando El, por su victoria contra el Anticristo y todas sus fuerzas oscuras, será el Único que quedará en pie al final de los tiempos.
Es en este contexto donde nuestra calidad de "reyes y sacerdotes" (Apo 1:5-6) para Dios nuestro Padre toma su sentido más completo y todo en nuestra vida (actividades, ocupaciones, participaciones, posiciones, posesiones, etc.) cobra sentido y propósito.
Por ello, si queremos ser consecuentes con Jesús y con el Evangelio del Reino, debemos rechazar cualquier limitación del Evangelio que lo quiera restringir a solamente la iglesia y los creyentes, al individuo, al futuro.
La filosofía básica del Reino.
Está contenida en el Sermón del Monte (Mat 5:1-7:29), algunos de cuyos temas tienen una fuerte implicación social.
Hambre y sed de justicia, no humana (inferior, imperfecta, temporal) sino divina (superior, perfecta, permanente). (Mat 5:6).
Pacificación, pero no como ausencia de guerra, sino como un estado interior que nos permite estar en paz con Dios, con nosotros mismos, con nuestros semejantes sin importar ninguna condición humana (raza, nacionalidad, creencias, sexo, cultura, situación socio-económica, etc.). (Mat 5:9).
Persecución por causa de la justicia (Mat 5:10).
Freno a la corrupción social (Mat 5:13).
Testimonio que toda la sociedad pueda ver para seguir (Mat 5.14).
El enojo y las ofensas contra otros es equiparado con el asesinato (Mat 5:21-22).
La necesidad de relaciones sociales reconciliadas (Mat 5:23-24, Mat 6:12, 14-15).
La lujuria es equiparada al adulterio (Mat 5:27-30).
La necesidad de fortalecer el matrimonio y cerrarle las puertas al divorcio como fuentes de bienestar social (Mat 5:27-28).
El amor hacia los enemigos y la no venganza ni violencia contra otros (Mat 5:38-48).
La necesidad de dar y de un espíritu caritativo y compasivo con los pobres (Mat 6:1-4).
La oración como arma para el cambio social (Mat 6:10, 12).
La necesidad de desechar la codicia y la avaricia de nuestras relaciones sociales (Mat 6:19-21, Mat 6:24) y su sustitución por la búsqueda de la justicia de Dios (Mat 6:33).
La eliminación del juicio, la crítica y el chisme contra otros (Mat 7.1-5).
El principio maestro de la "regla de oro" en nuestras relaciones con otros (relaciones sociales) (Mat 7:12).
Todos esos principios y otros más diseminados a lo largo y ancho de todos los evangelios en específico, y de todo el Nuevo Testamento en general, apuntan a un estilo de vida invertido u opuesto al del mundo que trasciende el ámbito de lo eclesiástico y privado y se manifiesta y concreta en nuestras relaciones unos con otros.
31
Ene
2012