Módulo 205. El Reino de Dios.
EL TIEMPO DEL REINO.
La inauguración del Reino
La fase Nuevo Testamentaria del Reino de Dios fue inaugurada, de hecho y en la historia, en la primera venida de Jesús a la tierra (Isa 9:6-7, Mat 2:2-6, Efe 1:19-23, Apo 1:5).
Ahora opera en realidad y poder entre los hombres en esta era presente (Mat 3:1-3, Mat 4:17, Luc 17:21, Jn 3:3-5).
La Iglesia no debe esperar la segunda venida de Cristo para ver el Reino de Dios inaugurado en la tierra en la realidad de espacio-tiempo y en poder (Mat 6:10, Mat 6:33, Rom 8:19-21).
La consumación del Reino
El Reino de Dios irá en aumento hasta que sea consumado cuando Jesús lo entregue al Padre (Isa 9.6-7, Mat 24:14, 1 Cor 15:23-28, Apo 21).
En el tiempo actual, este Reino ya está presente aunque aún no ha sido consumado (Mat 3.1-3, Mat 4.17, Luc 17:21, Jn 3.3-5, Rom 8:19-21).
El Reino de Dios no será consumado o realizado de manera total, absoluta o de manera perfecta sobre la tierra antes del regreso de Jesús (Apo 19-21)
El dominio restaurado del hombre sobre la tierra
Solamente Cristo, como representante de toda la humanidad y el postrer Adán, por Su vida, muerte, resurrección y ascensión al trono a la diestra de Dios, realizó y llevó a cabo la redención, la derrota de Satanás (Col 2:13-15), y el comienzo de la restauración del dominio piadoso del ser humano sobre la tierra como el vice-regente de Dios (Gen 1.26-28, Mat 28.18-20, Hch 1:8, Col 1.13-20, Col 3:22-24).
La restauración del dominio del ser humano no se halla fuera del ámbito de la obra redentora de Cristo como mediador en la Cruz. La restauración de ese mandato no está sujeta a que se de la presencia física del Cristo retornado para su inauguración y expansión (Mat 16:18-19, Efe 1.17-23, Rom 8.19-21).
La derrota de satanás y el reinado de Cristo
Jesucristo gobierna de manera soberana sobre los reyes de la tierra (Apo 1:5) no solo como Dios eterno sino también como el único mediador entre Dios y los hombres (1 Tim 2.5).
Derrotó a Satanás legalmente, por Su vida victoriosa, su muerte, resurrección y ascensión (Mat 4:1-11, Col 2:13-15).
El diablo no es el gobernador de este mundo en ningún sentido de tal modo que no puede minar de ninguna manera el reconocimiento del reinado legítimo de Cristo sobre la tierra durante esta era presente (Mat 10:1, Hch 1:8, Mar 16:15-18, Mat 16.18-19).
Toda la autoridad le ha sido dada a Cristo
A Jesús, el Hijo del Hombre, el Hijo de David y el Hijo de Dios, le fue dada toda la autoridad en el cielo y en la tierra por parte de Dios el Padre (Sal 2:7-9, Mat 28.18-20, Fil 2:9-11).
Después de Su ascensión se sentó en el trono a la diestra de Dios (1 Ped 3:22, Heb 1:2-5)
Desde esta posición de absoluta autoridad en el universo está poniendo todas las cosas en sumisión bajo Sus pies, ejerciendo Su autoridad de manera cada vez más amplia y plena en la tierra a medida que el evangelio se propaga y las personas se convierten a Él (Heb 10:13, 1 Cor 15:25-28).
Su ejercicio de esa autoridad se hará más plenamente manifiesta después de Su segunda venida (Apo 19:11-21).
A Cristo no se le va a dar jamás más poder y autoridad sobre la tierra de las que recibió en Su primera venida. Ya recibió absolutamente toda.
Toda rodilla se doblará ante Cristo
Ahora, aún antes de la segunda venida de Cristo, toda rodilla en toda nación sobre la tierra debiese doblegarse y toda lengua confesar que Jesucristo es Señor de este universo y el Gobernante legítimo de todas las vidas (Fil 2:9-11).
Solamente aquellos quienes, confiando solo en Su gracia para el perdón de los pecados, se arrepienten de su rebelión pecaminosa y se someten a Cristo como Señor son justificados y declarados aceptos ante el tribunal del juicio de Dios (Rom 10:8-10).
Ningún judío o gentil, creyente o no creyente, ya sea persona privada u oficial público, está exento de la obligación moral y judicial delante de Dios de someterse al señorío de Cristo sobre todos los aspectos de esta vida en pensamiento, palabra y acción (Mat 4.17, Rom 1:18-31m Mat 28.18-20, Hch 1:8).
La sumisión al señorío de Cristo es esencial para la salvación
Debido a que el Rey demanda obediencia de parte de Sus súbditos e hijos, el arrepentimiento es necesario para la ciudadanía en el Reino de Dios (Mat 4:17-23). El arrepentimiento genuino se evidencia por la decisión deliberada y continua de someterse obedientemente al señorío de Cristo (Mat 7:21-23, Rom 10:8-10). Nadie puede afirmar legítimamente que Cristo es su Salvador si no se somete a Él como Señor (Rom 10:8-10). Cristo no va a salvar a alguien que rehúse someterse en obediencia agradecida a Él como Señor y Rey (Mat 7:21-23).
Ello no implica, de ninguna manera, la idea de salvación por medio de las obras; más bien es el resultado verdadero de la fe por medio de la gracia (Efe 2:9-10).
Tampoco implica que los cristianos lleguen a ser impecables o a sobrepasar la necesidad de arrepentimiento en esta vida (Fil 1.6, 1 Jn 1:9).
El tiempo del Reino ¿Presente o futuro?.
Algunos estudiosos de la Biblia dicen: "que Cristo vino para establecer el tipo de reino que los judíos esperaban (un reino político) y lo pospuso porque lo rechazaron . entonces el reino es una realidad futura (escatológica, después de su segunda venida, el reino milenial). Si ello fuera así, entonces, una de dos conclusiones: Cristo pensaba que el reino se había acercado y que los judíos lo aceptarían en cuanto predicase el mensaje, pero se equivocó, o sabía que los judíos iban a rechazarlo, que el reino sería pospuesto y que en realidad el reino no se había acercado, pero siguió predicando este mensaje a pesar de esto.
Las dos conclusiones son absurdas. Si Cristo se hubiera equivocado no podría ser el Hijo de Dios (omnisciente). ¿Cómo podríamos saber, entonces, que no se equivocó acerca de otras cosas?
Si El sabía que el reino no sería establecido por más de dos mil años, pero predicó que se había acercado, entonces estaba predicando una mentira. Implicaría que su muerte en el Calvario fue un plan alternativo
Isaías 53 decretó que El iba a morir (por lo tanto, no podía ser plan alternativo; revela que la muerte de Jesucristo había sido predeterminada y era parte de los planes de Dios (Mat 26:54, Hch 2:22-23, Hch 4:28). Si hubiese establecido el Reino: no hubiera muerto, no se hubiesen cumplido las Escrituras.
Por lo tanto el Reino del cual hablaba Jesús estaba en medio de ellos en la persona del Rey y sus discípulos (Luc 17:21). Los judíos, por estar esperando equivocadamente solamente un reino político-militar y presente, no entendieron el misterio de la nueva realidad: un reino espiritual que daría como resultado natural un reino en lo natural. Rechazaron al Rey que les fue enviado. No era un reino terrenal primariamente sino celestial y espiritual (Jn 18:36) que posteriormente, por la transformación de los individuos, las familias, las organizaciones, etc., daría como resultado un nuevo orden terrenal. Entonces el Reino fue dado a los que le recibieron, a sus seguidores (Luc 12:32). El Reino es una realidad presente (de construcción gradual) y también una realidad futura.
El Reino: ya pero aún no.
Las referencias al reino caen en dos categorías.
La primera: presente en plena expansión y desarrollo. Mar 4:26-29: se siembra la semilla, brota y crece, primero hierba, luego espiga, después grano y cuando esta maduro, se siega. Mar 4:30-32: es como el grano de mostaza, la más pequeña de las semillas pero al crecer es la mayor de las hortalizas. Mat 6:33: buscarlo y vivir bajo su justicia.
La segunda: futuro y asociado con recompensas. Mat 13:47-50: el reino de Dios al final de los tiempos, como una red en la que se recogen todos los peces de la cual los ángeles apartarán a los malos de entre los justos. Apo 12:10-11: al final de los tiempos, tres cosas: vendrá la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo: la plenitud de la soberanía de Dios; será lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche: el final de la soberanía usurpada del diablo; y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte: la renuncia del ser humano a ejercer algún tipo de soberanía por sí mismo, sometiéndose completa, total y perfectamente a la soberanía única de Dios.
La inauguración del Reino
La fase Nuevo Testamentaria del Reino de Dios fue inaugurada, de hecho y en la historia, en la primera venida de Jesús a la tierra (Isa 9:6-7, Mat 2:2-6, Efe 1:19-23, Apo 1:5).
Ahora opera en realidad y poder entre los hombres en esta era presente (Mat 3:1-3, Mat 4:17, Luc 17:21, Jn 3:3-5).
La Iglesia no debe esperar la segunda venida de Cristo para ver el Reino de Dios inaugurado en la tierra en la realidad de espacio-tiempo y en poder (Mat 6:10, Mat 6:33, Rom 8:19-21).
La consumación del Reino
El Reino de Dios irá en aumento hasta que sea consumado cuando Jesús lo entregue al Padre (Isa 9.6-7, Mat 24:14, 1 Cor 15:23-28, Apo 21).
En el tiempo actual, este Reino ya está presente aunque aún no ha sido consumado (Mat 3.1-3, Mat 4.17, Luc 17:21, Jn 3.3-5, Rom 8:19-21).
El Reino de Dios no será consumado o realizado de manera total, absoluta o de manera perfecta sobre la tierra antes del regreso de Jesús (Apo 19-21)
El dominio restaurado del hombre sobre la tierra
Solamente Cristo, como representante de toda la humanidad y el postrer Adán, por Su vida, muerte, resurrección y ascensión al trono a la diestra de Dios, realizó y llevó a cabo la redención, la derrota de Satanás (Col 2:13-15), y el comienzo de la restauración del dominio piadoso del ser humano sobre la tierra como el vice-regente de Dios (Gen 1.26-28, Mat 28.18-20, Hch 1:8, Col 1.13-20, Col 3:22-24).
La restauración del dominio del ser humano no se halla fuera del ámbito de la obra redentora de Cristo como mediador en la Cruz. La restauración de ese mandato no está sujeta a que se de la presencia física del Cristo retornado para su inauguración y expansión (Mat 16:18-19, Efe 1.17-23, Rom 8.19-21).
La derrota de satanás y el reinado de Cristo
Jesucristo gobierna de manera soberana sobre los reyes de la tierra (Apo 1:5) no solo como Dios eterno sino también como el único mediador entre Dios y los hombres (1 Tim 2.5).
Derrotó a Satanás legalmente, por Su vida victoriosa, su muerte, resurrección y ascensión (Mat 4:1-11, Col 2:13-15).
El diablo no es el gobernador de este mundo en ningún sentido de tal modo que no puede minar de ninguna manera el reconocimiento del reinado legítimo de Cristo sobre la tierra durante esta era presente (Mat 10:1, Hch 1:8, Mar 16:15-18, Mat 16.18-19).
Toda la autoridad le ha sido dada a Cristo
A Jesús, el Hijo del Hombre, el Hijo de David y el Hijo de Dios, le fue dada toda la autoridad en el cielo y en la tierra por parte de Dios el Padre (Sal 2:7-9, Mat 28.18-20, Fil 2:9-11).
Después de Su ascensión se sentó en el trono a la diestra de Dios (1 Ped 3:22, Heb 1:2-5)
Desde esta posición de absoluta autoridad en el universo está poniendo todas las cosas en sumisión bajo Sus pies, ejerciendo Su autoridad de manera cada vez más amplia y plena en la tierra a medida que el evangelio se propaga y las personas se convierten a Él (Heb 10:13, 1 Cor 15:25-28).
Su ejercicio de esa autoridad se hará más plenamente manifiesta después de Su segunda venida (Apo 19:11-21).
A Cristo no se le va a dar jamás más poder y autoridad sobre la tierra de las que recibió en Su primera venida. Ya recibió absolutamente toda.
Toda rodilla se doblará ante Cristo
Ahora, aún antes de la segunda venida de Cristo, toda rodilla en toda nación sobre la tierra debiese doblegarse y toda lengua confesar que Jesucristo es Señor de este universo y el Gobernante legítimo de todas las vidas (Fil 2:9-11).
Solamente aquellos quienes, confiando solo en Su gracia para el perdón de los pecados, se arrepienten de su rebelión pecaminosa y se someten a Cristo como Señor son justificados y declarados aceptos ante el tribunal del juicio de Dios (Rom 10:8-10).
Ningún judío o gentil, creyente o no creyente, ya sea persona privada u oficial público, está exento de la obligación moral y judicial delante de Dios de someterse al señorío de Cristo sobre todos los aspectos de esta vida en pensamiento, palabra y acción (Mat 4.17, Rom 1:18-31m Mat 28.18-20, Hch 1:8).
La sumisión al señorío de Cristo es esencial para la salvación
Debido a que el Rey demanda obediencia de parte de Sus súbditos e hijos, el arrepentimiento es necesario para la ciudadanía en el Reino de Dios (Mat 4:17-23). El arrepentimiento genuino se evidencia por la decisión deliberada y continua de someterse obedientemente al señorío de Cristo (Mat 7:21-23, Rom 10:8-10). Nadie puede afirmar legítimamente que Cristo es su Salvador si no se somete a Él como Señor (Rom 10:8-10). Cristo no va a salvar a alguien que rehúse someterse en obediencia agradecida a Él como Señor y Rey (Mat 7:21-23).
Ello no implica, de ninguna manera, la idea de salvación por medio de las obras; más bien es el resultado verdadero de la fe por medio de la gracia (Efe 2:9-10).
Tampoco implica que los cristianos lleguen a ser impecables o a sobrepasar la necesidad de arrepentimiento en esta vida (Fil 1.6, 1 Jn 1:9).
El tiempo del Reino ¿Presente o futuro?.
Algunos estudiosos de la Biblia dicen: "que Cristo vino para establecer el tipo de reino que los judíos esperaban (un reino político) y lo pospuso porque lo rechazaron . entonces el reino es una realidad futura (escatológica, después de su segunda venida, el reino milenial). Si ello fuera así, entonces, una de dos conclusiones: Cristo pensaba que el reino se había acercado y que los judíos lo aceptarían en cuanto predicase el mensaje, pero se equivocó, o sabía que los judíos iban a rechazarlo, que el reino sería pospuesto y que en realidad el reino no se había acercado, pero siguió predicando este mensaje a pesar de esto.
Las dos conclusiones son absurdas. Si Cristo se hubiera equivocado no podría ser el Hijo de Dios (omnisciente). ¿Cómo podríamos saber, entonces, que no se equivocó acerca de otras cosas?
Si El sabía que el reino no sería establecido por más de dos mil años, pero predicó que se había acercado, entonces estaba predicando una mentira. Implicaría que su muerte en el Calvario fue un plan alternativo
Isaías 53 decretó que El iba a morir (por lo tanto, no podía ser plan alternativo; revela que la muerte de Jesucristo había sido predeterminada y era parte de los planes de Dios (Mat 26:54, Hch 2:22-23, Hch 4:28). Si hubiese establecido el Reino: no hubiera muerto, no se hubiesen cumplido las Escrituras.
Por lo tanto el Reino del cual hablaba Jesús estaba en medio de ellos en la persona del Rey y sus discípulos (Luc 17:21). Los judíos, por estar esperando equivocadamente solamente un reino político-militar y presente, no entendieron el misterio de la nueva realidad: un reino espiritual que daría como resultado natural un reino en lo natural. Rechazaron al Rey que les fue enviado. No era un reino terrenal primariamente sino celestial y espiritual (Jn 18:36) que posteriormente, por la transformación de los individuos, las familias, las organizaciones, etc., daría como resultado un nuevo orden terrenal. Entonces el Reino fue dado a los que le recibieron, a sus seguidores (Luc 12:32). El Reino es una realidad presente (de construcción gradual) y también una realidad futura.
El Reino: ya pero aún no.
Las referencias al reino caen en dos categorías.
La primera: presente en plena expansión y desarrollo. Mar 4:26-29: se siembra la semilla, brota y crece, primero hierba, luego espiga, después grano y cuando esta maduro, se siega. Mar 4:30-32: es como el grano de mostaza, la más pequeña de las semillas pero al crecer es la mayor de las hortalizas. Mat 6:33: buscarlo y vivir bajo su justicia.
La segunda: futuro y asociado con recompensas. Mat 13:47-50: el reino de Dios al final de los tiempos, como una red en la que se recogen todos los peces de la cual los ángeles apartarán a los malos de entre los justos. Apo 12:10-11: al final de los tiempos, tres cosas: vendrá la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo: la plenitud de la soberanía de Dios; será lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche: el final de la soberanía usurpada del diablo; y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte: la renuncia del ser humano a ejercer algún tipo de soberanía por sí mismo, sometiéndose completa, total y perfectamente a la soberanía única de Dios.
31
Ene
2012