Módulo 203. Espíritu de la religión.
EL ESPÍRITU DE LA RELIGIÓN EN EL CRISTIANISMO: MODUS OPERANDI GENERAL.
En el ámbito cristiano, el espíritu de la religión opera en dos frentes diferentes: el de los y las creyentes individuales, y el de los grupos, organizaciones, instituciones, y/o ministerios cristianos.
Su acción en los y las creyentes va dirigida hacia:
• Promover en las personas la idea de que solamente pertenecer a una iglesia cristiana y/o hacer cosas religiosas (ir a los servicios y/o reuniones de algún tipo religioso, prestar algún servicio, diezmar u ofrendar, o cosas semejantes a estas) es suficiente para traer y/o mantener la salvación, es decir, promover la salvación y/o la santificación por obras, lo que deriva en legalismo.
• Si no puede impedir que la persona crea y sea salva por fe, entonces encamina sus esfuerzos a estorbar su crecimiento en Cristo (Ose 4:6), privándole por todos los medios posibles, como nos enseña la parábola del sembrador (Mar 4:14-20), del entendimiento y la puesta en práctica de la Palabra de Dios, evitando con ello que:
o Se muevan a la llenura del Espíritu Santo y a la plenitud del ejercicio de los dones espirituales (1 Cor 12:1).
o Se involucren activamente en la vida de la iglesia (Heb 10:25) que es el canal primordial que Dios utiliza para impartir Su vida a los creyentes (1 Cor 11:29-30).
o Oigan, lean, entiendan, mediten y apliquen la Palabra de Dios a sus vidas y como consecuencia, reciban bendición, sanidad y prosperidad en todo lo que hagan (Deut 28:1-14, Sal 1:1-3, 3 Jn 2).
o Se muevan de la esclavitud del pecado a la libertad en Cristo, manteniendo ataduras que le impiden alcanzar el propósito de Dios para sus vidas (Jn 8:31-32).
o Se enfoquen en cumplir el propósito de Dios para sus vidas (Mat 5:13-16, Mat 13:33, 2 Cor 5:17-20, Rom 8:19-21, Mat 28:18-20, Gen 1:26-28).
Su acción en las grupos, organizaciones, instituciones y/o ministerios va encaminada a:
• Enfocarse e influir (inconscientemente, en sus pensamientos) en las personas (salvos, buenas personas, con un alto compromiso con la vida cristiana tal como la conocen, bien intencionados) que tienen el poder organizacional.
• Para ello toman como puerta de entrada un área de temor a perder el status organizacional, o sus zonas cómodas y seguras, como sucedió con Pedro en Mat 16:16-23 cuando después de reconocer a Jesús como el Mesías, por el temor a perder su status dentro del grupo de Jesús, incitó al Señor a no permitir ser llevado a la Cruz, cuando esta era la Voluntad de Dios y el motivo por el cual Jesús había venido a la tierra.
• Eso los lleva a:
o Tratar de preservar su status y el de la organización mediante la emisión de normas que institucionalicen las tradiciones de las que emana su posición.
o Equiparar las tradiciones con el propósito de Dios (Mat 15:2-6) de tal manera que la gente se adhiera a esas tradiciones sin resistencia.
o Desanimar a los creyentes para que no se muevan al nuevo odre.
• En estos casos, por lo general, el espíritu de la religión opera mediante la fascinación por lo anterior, por la tradición, por el status (Gal 3:1) y el pensamiento típico que se manifiesta es "lo anterior siempre fué mejor"
• En Apo 2 y 3, que es la última comunicación directa que Jesús hace con congregaciones específicas, les dice a esas iglesias, a cada una específicamente: "el que tiene oídos para oír, que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias", lo que es una indicación clara y repetitiva a que las iglesias y organizaciones cristianas pongan mucha atención al tiempo presente (“kairos”) de Dios, no al tiempo pasado, o lo que es lo mismo, a que se concentren e involucren en el odre nuevo de Dios, no en el viejo.
• Por el contrario, el espíritu de la religión nos lleva a concentrarnos en el pasado, en los logros, métodos, procedimientos, formas, organización, etc., que existían cuando se alcanzaron esos logros, como si ello fuera la garantía de alcanzar los mismos resultados nuevamente, sin entender que no son esas cosas las que los produjeron, sino estar en el “kairos”, en el tiempo y en la voluntad de Dios, en el odre nuevo de Dios para cada tiempo, lugar y circunstancias. El espíritu de la religión nos lleva a concentrarnos en el pasado que él quiere mantener, no en el presente que Dios está desarrollando.
• Estas personas influyentes en las organizaciones, e influídos por el espíritu de la religión son engañados para creer que la preservación del status que ellos promueven es el cumplimiento de la voluntad de Dios para sus vidas, sus organizaciones y las vidas de las personas sobre las cuales ejercen alguna influencia, y que por lo tanto le hacen un servicio a Dios y un favor a la Iglesia al apartarla de caminos que ellos consideran no divinos.
El espíritu de la religión en el cristianismo hoy: objetivos.
• Dadas las características del nuevo mover de Dios para esta época (Reforma Apostólica y Nueva Era apostólica), podemos ver claramente que el diablo, a través de la operación del espíritu de la religión y todos sus demonios subalternos, dentro del ámbito del cristianismo, ejecuta las siguientes tareas:
o Tratar de sostener, mantener y apuntalar el status de la autoridad y el liderazgo denominacional para evitar que los apóstoles (el nuevo odre del gobierno de la iglesia que debe ser instalado para dar lugar a la reforma y a la nueva era apostólicas) tomen su lugar en el gobierno de la iglesia, lo que implica apuntalar los sistemas de gobierno “democrático”, minimizar la autoridad y rango de acción de los pastores, menospreciar y denigrar la autoridad individual concedida por Dios a los apóstoles, y rechazar el ministerio apostólico como fundamentador de la iglesia (Efe 2.20, 1 Cor 12:28).
o Oponerse a la definición ampliada de iglesia que considera tanto la iglesia nuclear (en el templo) y la iglesia extendida (los creyentes en el campo laboral), satanizando todo lo “secular” y rechazando la enseñanza bíblica de que todos los creyentes somos “ministros de la reconciliación” (2 Cor 5.17-21) y “ministros competentes de un nuevo pacto” (2 Cor 3:6).
o Por la misma acción opositora a la iglesia extendida, trata de bloquear por todos los medios el surgimiento de los oficios u oficinas ministeriales (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) en el campo laboral o de trabajo.
o Sabedor del poder, eficiencia y eficacia de la unidad en todos los ámbitos, pero principalmente en el ámbito de la lucha contra él y sus huestes de maldad (Ecle 4:9-12, Mat 16.18-19), el diablo, a través del espíritu de la religión, intenta por todos los medios a su alcance, mantener la separación del Cuerpo de Cristo enfatizando las divisiones inter-denominacionales mediante la defensa y preservación de postulados doctrinales que son deducciones, interpretaciones y/o suposiciones elevados a la categoría de absolutos.
o Sabedor que en la tradición eclesiástica denominacional, la ordenación y el conocimiento teológico son puntos fundamentales de la construcción de la identidad ministerial de los ministros, y situaciones que operan como ataduras al odre viejo, tratando de evitar el movimiento de ministros y congregaciones al nuevo odre, el espíritu de la religión opera para:
Elevar las tradiciones, interpretaciones, deducciones y suposiciones teológicas denominacionales a absolutos doctrinales.
Elevar el conocimiento y adecuada defensa y argumentación de esos absolutos doctrinales denominacionales a la categoría de requisitos esenciales para la ordenación.
Elevar la ordenación denominacional a una categoría superior que el llamado de Dios y Su impartición, activación y equipamiento en los dones espirituales, como fuente de autorización para el ejercicio ministerial.
• Defender, preservar y fortalecer las doctrinas siguientes:
o La relacionada con que en los últimos tiempos las cosas en el mundo no van a mejorar sino a empeorar (premileniarismo), de tal manera que se desestimule en los y las creyentes el propósito de Dios asignado a cada uno de transformarse en sal, luz y levadura de Dios en el mundo para transformarlo, satanizando todo lo que no sea “eclesiástico”.
o La doctrina de la contaminación, atemorizando a los creyentes con la fuerza que va a cobrar la impiedad en los últimos tiempos, para que los y las creyentes, como forma de protección, se encierren en las cuatro paredes de la iglesia y eviten influír y transformar el mundo a su alrededor.
o La doctrina de que el Reino de Dios es imposible en las condiciones pecaminosas de la tierra actual, y que solo será posible en la segunda venida de Cristo y en la eternidad futura, desviando los esfuerzos del creyente para colaborar con Dios en establecer el Reino aquí en la tierra, hacia una “supuesta” preparación necesaria para disfrutar del Reino en la eternidad. Con ello pretende evitar la transformación social y el cumplimiento de la voluntad de Dios de que el Reino sea traído a la tierra y se haga en ella Su voluntad como en el Cielo (Mat 6:9-10).
o Fortalecer los diversos niveles del movimientos anti-guerra espiritual dentro del Cuerpo de Cristo, fortaleciendo la ignorancia y/o el temor a lo espiritual demoníaco, con el objeto de suprimirla o por lo menos, limitarla al nivel de la guerra de carácter personal y/o familiar, ignorando los niveles corporativos (contra las falsas creencias) y estratégicos (para liberar las naciones) de tal manera que los mayores niveles de poder y autoridad usurpada que detenta el diablo no sean afectados.
o El fortalecimiento de la enseñanza sobre temas de menor importancia en las Escrituras, de tal manera que no se disponga de recursos para la predicación de los temas fundamentales de las Escrituras como la santidad, la identidad, el poder y la autoridad delegadas del creyente y de la iglesia, el propósito de Dios para la Iglesia y los y las creyentes, la formación del carácter, la oración, la adoración y la intercesión, la guerra espiritual, etc.
En el ámbito cristiano, el espíritu de la religión opera en dos frentes diferentes: el de los y las creyentes individuales, y el de los grupos, organizaciones, instituciones, y/o ministerios cristianos.
Su acción en los y las creyentes va dirigida hacia:
• Promover en las personas la idea de que solamente pertenecer a una iglesia cristiana y/o hacer cosas religiosas (ir a los servicios y/o reuniones de algún tipo religioso, prestar algún servicio, diezmar u ofrendar, o cosas semejantes a estas) es suficiente para traer y/o mantener la salvación, es decir, promover la salvación y/o la santificación por obras, lo que deriva en legalismo.
• Si no puede impedir que la persona crea y sea salva por fe, entonces encamina sus esfuerzos a estorbar su crecimiento en Cristo (Ose 4:6), privándole por todos los medios posibles, como nos enseña la parábola del sembrador (Mar 4:14-20), del entendimiento y la puesta en práctica de la Palabra de Dios, evitando con ello que:
o Se muevan a la llenura del Espíritu Santo y a la plenitud del ejercicio de los dones espirituales (1 Cor 12:1).
o Se involucren activamente en la vida de la iglesia (Heb 10:25) que es el canal primordial que Dios utiliza para impartir Su vida a los creyentes (1 Cor 11:29-30).
o Oigan, lean, entiendan, mediten y apliquen la Palabra de Dios a sus vidas y como consecuencia, reciban bendición, sanidad y prosperidad en todo lo que hagan (Deut 28:1-14, Sal 1:1-3, 3 Jn 2).
o Se muevan de la esclavitud del pecado a la libertad en Cristo, manteniendo ataduras que le impiden alcanzar el propósito de Dios para sus vidas (Jn 8:31-32).
o Se enfoquen en cumplir el propósito de Dios para sus vidas (Mat 5:13-16, Mat 13:33, 2 Cor 5:17-20, Rom 8:19-21, Mat 28:18-20, Gen 1:26-28).
Su acción en las grupos, organizaciones, instituciones y/o ministerios va encaminada a:
• Enfocarse e influir (inconscientemente, en sus pensamientos) en las personas (salvos, buenas personas, con un alto compromiso con la vida cristiana tal como la conocen, bien intencionados) que tienen el poder organizacional.
• Para ello toman como puerta de entrada un área de temor a perder el status organizacional, o sus zonas cómodas y seguras, como sucedió con Pedro en Mat 16:16-23 cuando después de reconocer a Jesús como el Mesías, por el temor a perder su status dentro del grupo de Jesús, incitó al Señor a no permitir ser llevado a la Cruz, cuando esta era la Voluntad de Dios y el motivo por el cual Jesús había venido a la tierra.
• Eso los lleva a:
o Tratar de preservar su status y el de la organización mediante la emisión de normas que institucionalicen las tradiciones de las que emana su posición.
o Equiparar las tradiciones con el propósito de Dios (Mat 15:2-6) de tal manera que la gente se adhiera a esas tradiciones sin resistencia.
o Desanimar a los creyentes para que no se muevan al nuevo odre.
• En estos casos, por lo general, el espíritu de la religión opera mediante la fascinación por lo anterior, por la tradición, por el status (Gal 3:1) y el pensamiento típico que se manifiesta es "lo anterior siempre fué mejor"
• En Apo 2 y 3, que es la última comunicación directa que Jesús hace con congregaciones específicas, les dice a esas iglesias, a cada una específicamente: "el que tiene oídos para oír, que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias", lo que es una indicación clara y repetitiva a que las iglesias y organizaciones cristianas pongan mucha atención al tiempo presente (“kairos”) de Dios, no al tiempo pasado, o lo que es lo mismo, a que se concentren e involucren en el odre nuevo de Dios, no en el viejo.
• Por el contrario, el espíritu de la religión nos lleva a concentrarnos en el pasado, en los logros, métodos, procedimientos, formas, organización, etc., que existían cuando se alcanzaron esos logros, como si ello fuera la garantía de alcanzar los mismos resultados nuevamente, sin entender que no son esas cosas las que los produjeron, sino estar en el “kairos”, en el tiempo y en la voluntad de Dios, en el odre nuevo de Dios para cada tiempo, lugar y circunstancias. El espíritu de la religión nos lleva a concentrarnos en el pasado que él quiere mantener, no en el presente que Dios está desarrollando.
• Estas personas influyentes en las organizaciones, e influídos por el espíritu de la religión son engañados para creer que la preservación del status que ellos promueven es el cumplimiento de la voluntad de Dios para sus vidas, sus organizaciones y las vidas de las personas sobre las cuales ejercen alguna influencia, y que por lo tanto le hacen un servicio a Dios y un favor a la Iglesia al apartarla de caminos que ellos consideran no divinos.
El espíritu de la religión en el cristianismo hoy: objetivos.
• Dadas las características del nuevo mover de Dios para esta época (Reforma Apostólica y Nueva Era apostólica), podemos ver claramente que el diablo, a través de la operación del espíritu de la religión y todos sus demonios subalternos, dentro del ámbito del cristianismo, ejecuta las siguientes tareas:
o Tratar de sostener, mantener y apuntalar el status de la autoridad y el liderazgo denominacional para evitar que los apóstoles (el nuevo odre del gobierno de la iglesia que debe ser instalado para dar lugar a la reforma y a la nueva era apostólicas) tomen su lugar en el gobierno de la iglesia, lo que implica apuntalar los sistemas de gobierno “democrático”, minimizar la autoridad y rango de acción de los pastores, menospreciar y denigrar la autoridad individual concedida por Dios a los apóstoles, y rechazar el ministerio apostólico como fundamentador de la iglesia (Efe 2.20, 1 Cor 12:28).
o Oponerse a la definición ampliada de iglesia que considera tanto la iglesia nuclear (en el templo) y la iglesia extendida (los creyentes en el campo laboral), satanizando todo lo “secular” y rechazando la enseñanza bíblica de que todos los creyentes somos “ministros de la reconciliación” (2 Cor 5.17-21) y “ministros competentes de un nuevo pacto” (2 Cor 3:6).
o Por la misma acción opositora a la iglesia extendida, trata de bloquear por todos los medios el surgimiento de los oficios u oficinas ministeriales (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) en el campo laboral o de trabajo.
o Sabedor del poder, eficiencia y eficacia de la unidad en todos los ámbitos, pero principalmente en el ámbito de la lucha contra él y sus huestes de maldad (Ecle 4:9-12, Mat 16.18-19), el diablo, a través del espíritu de la religión, intenta por todos los medios a su alcance, mantener la separación del Cuerpo de Cristo enfatizando las divisiones inter-denominacionales mediante la defensa y preservación de postulados doctrinales que son deducciones, interpretaciones y/o suposiciones elevados a la categoría de absolutos.
o Sabedor que en la tradición eclesiástica denominacional, la ordenación y el conocimiento teológico son puntos fundamentales de la construcción de la identidad ministerial de los ministros, y situaciones que operan como ataduras al odre viejo, tratando de evitar el movimiento de ministros y congregaciones al nuevo odre, el espíritu de la religión opera para:
Elevar las tradiciones, interpretaciones, deducciones y suposiciones teológicas denominacionales a absolutos doctrinales.
Elevar el conocimiento y adecuada defensa y argumentación de esos absolutos doctrinales denominacionales a la categoría de requisitos esenciales para la ordenación.
Elevar la ordenación denominacional a una categoría superior que el llamado de Dios y Su impartición, activación y equipamiento en los dones espirituales, como fuente de autorización para el ejercicio ministerial.
• Defender, preservar y fortalecer las doctrinas siguientes:
o La relacionada con que en los últimos tiempos las cosas en el mundo no van a mejorar sino a empeorar (premileniarismo), de tal manera que se desestimule en los y las creyentes el propósito de Dios asignado a cada uno de transformarse en sal, luz y levadura de Dios en el mundo para transformarlo, satanizando todo lo que no sea “eclesiástico”.
o La doctrina de la contaminación, atemorizando a los creyentes con la fuerza que va a cobrar la impiedad en los últimos tiempos, para que los y las creyentes, como forma de protección, se encierren en las cuatro paredes de la iglesia y eviten influír y transformar el mundo a su alrededor.
o La doctrina de que el Reino de Dios es imposible en las condiciones pecaminosas de la tierra actual, y que solo será posible en la segunda venida de Cristo y en la eternidad futura, desviando los esfuerzos del creyente para colaborar con Dios en establecer el Reino aquí en la tierra, hacia una “supuesta” preparación necesaria para disfrutar del Reino en la eternidad. Con ello pretende evitar la transformación social y el cumplimiento de la voluntad de Dios de que el Reino sea traído a la tierra y se haga en ella Su voluntad como en el Cielo (Mat 6:9-10).
o Fortalecer los diversos niveles del movimientos anti-guerra espiritual dentro del Cuerpo de Cristo, fortaleciendo la ignorancia y/o el temor a lo espiritual demoníaco, con el objeto de suprimirla o por lo menos, limitarla al nivel de la guerra de carácter personal y/o familiar, ignorando los niveles corporativos (contra las falsas creencias) y estratégicos (para liberar las naciones) de tal manera que los mayores niveles de poder y autoridad usurpada que detenta el diablo no sean afectados.
o El fortalecimiento de la enseñanza sobre temas de menor importancia en las Escrituras, de tal manera que no se disponga de recursos para la predicación de los temas fundamentales de las Escrituras como la santidad, la identidad, el poder y la autoridad delegadas del creyente y de la iglesia, el propósito de Dios para la Iglesia y los y las creyentes, la formación del carácter, la oración, la adoración y la intercesión, la guerra espiritual, etc.
04
Feb
2012