La vida de fe (2).
FE Y OBEDIENCIA.
MAT 6:33.
La fe no es solamente una búsqueda del cumplimiento de las promesas de Dios, sino principalmente un compromiso con las demandas de Dios.
La fe es un estilo de vida: vivir por la Palabra, aplicarla a todas las circunstancias de nuestra vida, obediencia a ella (Mat 7:24-27).
DIOS NO QUIERE SOLO NUESTRAS PALABRAS. A EL LE INTERESA NUESTRA OBEDIENCIA (Isa 29:13, Mar 7:6, Gen 18:19).
Dios ya nos bendijo con toda bendición espiritual (Efe 1:3) para siempre, con todas. Pero esas bendiciones que ya tenemos en lo espiritual, para que se hagan presentes en la tierra requieren buscar el Reino de Dios y su justicia, nuestra obediencia (Mat 6:33).
Como consecuencia de ello recibiremos las promesas (vendrán las añadiduras).
GAL 3:12-14:
El justo vivirá por la fe, no por la ley. La fe es la llave para obtener todas las promesas del Espíritu (fe en Dios).
Cristo nos redimió de la maldición de la ley para que nos alcanzará la bendición de Abraham. Ahora podemos recibir todas las bendiciones de la ley (Deut 28:1-14).
Pero las bendiciones de la ley implican obediencia. Dios no es solo dador. Dios es Dios y requiere nuestra obediencia.
La fe en las promesas + obediencia = bendición (1 Jn 3:21-22, 1 Jn 5:13-14).
Entonces, las bendiciones (promesas) nos seguirán y nos alcanzarán a donde quiera que vayamos, sin importar que somos o que hacemos.
FE Y ORACIÓN.
IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN.
Jesús oraba constantemente: Mat 14:23, Luc 9:28, Mar 6:46, etc.
Si Jesús necesitaba orar, cuanto más nosotros.
Una de las cosas que los discípulos le pidieron a Jesús desde el principio que anduvieron con El es que les enseñará a orar, y Jesús les concedió su petición (Mat 6:5-15. Luc 11:1-13).
Pablo también oraba frecuentemente (1 Cor 14:15, Col 1:3, 1 Tes 3:9-10).
La Palabra de Dios nos habla de la necesidad de orar constantemente (Rom 15:30, Efe 6:18, 1 Tim 2:8, 1 Tes 5:17).
FE Y ORACIÓN (Jn 14:13).
Hay personas que creen que orar es como tener una máquina a la que se le pide algo y esta lo da.
Hay otros que piensan que la oración es ordenarle a Dios lo que queremos que El haga en determinado asunto.
Gal 2:20: Ya no vivimos nosotros, Cristo vive en nosotros. No le damos órdenes a Dios.
Dentro de nosotros está el poder del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos guía: “hablen esto porque es lo que quiero hacer”. Cuando oramos de esa manera, los ángeles se movilizan ante la oración y se moviliza el mundo espiritual (Heb 1:14).
LA ORACIÓN EFICAZ.
Sant 5:16: la oración eficaz (de fe) del justo puede mucho.
La oración eficaz (1 Jn 3:21-22): guardamos sus mandamientos, hacemos las cosas que son agradables delante de El, nuestro corazón no nos reprende, tenemos confianza, entonces, cualquier cosa que pidiéremos la recibiremos de El.
Oración eficaz: la que surge de un corazón obediente a Dios.
LA ORACIÓN EN EL NOMBRE DE JESUS (1 Jn 5:13-14).
La Palabra nos enseña a orar en el Nombre de Jesús.
Pero pedir en Su Nombre no significa tener un talismán. No es lo que hace que nuestra oración sea respondida.
Creer en el Nombre (en Quién es El) de Jesús.
• El es nuestro Salvador y El es nuestro Señor.
• El manda en nuestras vidas.
• Orar en Su Nombre es creer en Quién El es.
FE Y OBRAS.
LA FE SIN OBRAS ES MUERTA (Sant 2:17-26).
Solo creer mentalmente no hace ninguna diferencia: también los demonios creen, y tiemblan.
Abraham creyó pero también estuvo dispuesto a ofrecer por fe a Isaac en el altar.
Rahab creyó a Dios y en Dios: recibió a los mensajeros de Josué, los ocultó y los ayudó a escapar.
Moisés: le creyó a Dios y levantó su vara y el Mar Rojo se abrió.
Tanto en Abraham como en Moisés y en Rahab: la fe se manifestó en obras.
Como el cuerpo sin espíritu está muerto así también la fe sin obras está muerta.
LA FE VERDADERA NO ES INACTIVIDAD NI PASIVIDAD.
La fe verdadera no se queda esperando (de brazos cruzados, inactiva) que algo suceda.
Activa para que ese algo suceda (Mat 7:7-8) pide y recibe (por fe), busca y halla, toca y se le abre.
La fe obedece y la obediencia es una acción (Mat 7:24-27).
Obedecer y recibir son los dos lados de una misma moneda. No pueden separarse el uno del otro.
FE Y FRUTOS.
La fe verdadera produce frutos santos: nuevo nacimiento, el fruto del Espíritu, la desaparición o disminución significativa de las obras de la carne, servir a los demás, etc..
El solo asentimiento mental, aunque en algunos casos procure hacer cosas buenas, no sirve para nada: los demonios también tienen un asentimiento mental sobre la existencia de Dios y un conocimiento mental de la Palabra pero no les sirve de nada porque no dejan de ser demonios, no se sujetan a Dios, no se arrepienten de sus malas obras, no es Jesús su Señor y Salvador, etc.
No hay manera de mostrar que creemos realmente en Cristo sino a través de nuestras acciones por motivo del evangelio y para propósitos del evangelio.
Así como la fe sin obras es una fe muerta, así las obras sin fe (sin creer en Jesús como Señor y Salvador, sin obediencia a la Palabra de Dios) son obras muertas, carentes de raíz, de sustancia (Mat 7:21-23).
La fe es la raíz y las obras son el fruto. Necesitamos ocuparnos en tener ambas.
La fe verdadera, que justifica y salva, nos obliga a no hacer nada sin Dios: hacer todo por El y para El.
MAT 6:33.
La fe no es solamente una búsqueda del cumplimiento de las promesas de Dios, sino principalmente un compromiso con las demandas de Dios.
La fe es un estilo de vida: vivir por la Palabra, aplicarla a todas las circunstancias de nuestra vida, obediencia a ella (Mat 7:24-27).
DIOS NO QUIERE SOLO NUESTRAS PALABRAS. A EL LE INTERESA NUESTRA OBEDIENCIA (Isa 29:13, Mar 7:6, Gen 18:19).
Dios ya nos bendijo con toda bendición espiritual (Efe 1:3) para siempre, con todas. Pero esas bendiciones que ya tenemos en lo espiritual, para que se hagan presentes en la tierra requieren buscar el Reino de Dios y su justicia, nuestra obediencia (Mat 6:33).
Como consecuencia de ello recibiremos las promesas (vendrán las añadiduras).
GAL 3:12-14:
El justo vivirá por la fe, no por la ley. La fe es la llave para obtener todas las promesas del Espíritu (fe en Dios).
Cristo nos redimió de la maldición de la ley para que nos alcanzará la bendición de Abraham. Ahora podemos recibir todas las bendiciones de la ley (Deut 28:1-14).
Pero las bendiciones de la ley implican obediencia. Dios no es solo dador. Dios es Dios y requiere nuestra obediencia.
La fe en las promesas + obediencia = bendición (1 Jn 3:21-22, 1 Jn 5:13-14).
Entonces, las bendiciones (promesas) nos seguirán y nos alcanzarán a donde quiera que vayamos, sin importar que somos o que hacemos.
FE Y ORACIÓN.
IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN.
Jesús oraba constantemente: Mat 14:23, Luc 9:28, Mar 6:46, etc.
Si Jesús necesitaba orar, cuanto más nosotros.
Una de las cosas que los discípulos le pidieron a Jesús desde el principio que anduvieron con El es que les enseñará a orar, y Jesús les concedió su petición (Mat 6:5-15. Luc 11:1-13).
Pablo también oraba frecuentemente (1 Cor 14:15, Col 1:3, 1 Tes 3:9-10).
La Palabra de Dios nos habla de la necesidad de orar constantemente (Rom 15:30, Efe 6:18, 1 Tim 2:8, 1 Tes 5:17).
FE Y ORACIÓN (Jn 14:13).
Hay personas que creen que orar es como tener una máquina a la que se le pide algo y esta lo da.
Hay otros que piensan que la oración es ordenarle a Dios lo que queremos que El haga en determinado asunto.
Gal 2:20: Ya no vivimos nosotros, Cristo vive en nosotros. No le damos órdenes a Dios.
Dentro de nosotros está el poder del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos guía: “hablen esto porque es lo que quiero hacer”. Cuando oramos de esa manera, los ángeles se movilizan ante la oración y se moviliza el mundo espiritual (Heb 1:14).
LA ORACIÓN EFICAZ.
Sant 5:16: la oración eficaz (de fe) del justo puede mucho.
La oración eficaz (1 Jn 3:21-22): guardamos sus mandamientos, hacemos las cosas que son agradables delante de El, nuestro corazón no nos reprende, tenemos confianza, entonces, cualquier cosa que pidiéremos la recibiremos de El.
Oración eficaz: la que surge de un corazón obediente a Dios.
LA ORACIÓN EN EL NOMBRE DE JESUS (1 Jn 5:13-14).
La Palabra nos enseña a orar en el Nombre de Jesús.
Pero pedir en Su Nombre no significa tener un talismán. No es lo que hace que nuestra oración sea respondida.
Creer en el Nombre (en Quién es El) de Jesús.
• El es nuestro Salvador y El es nuestro Señor.
• El manda en nuestras vidas.
• Orar en Su Nombre es creer en Quién El es.
FE Y OBRAS.
LA FE SIN OBRAS ES MUERTA (Sant 2:17-26).
Solo creer mentalmente no hace ninguna diferencia: también los demonios creen, y tiemblan.
Abraham creyó pero también estuvo dispuesto a ofrecer por fe a Isaac en el altar.
Rahab creyó a Dios y en Dios: recibió a los mensajeros de Josué, los ocultó y los ayudó a escapar.
Moisés: le creyó a Dios y levantó su vara y el Mar Rojo se abrió.
Tanto en Abraham como en Moisés y en Rahab: la fe se manifestó en obras.
Como el cuerpo sin espíritu está muerto así también la fe sin obras está muerta.
LA FE VERDADERA NO ES INACTIVIDAD NI PASIVIDAD.
La fe verdadera no se queda esperando (de brazos cruzados, inactiva) que algo suceda.
Activa para que ese algo suceda (Mat 7:7-8) pide y recibe (por fe), busca y halla, toca y se le abre.
La fe obedece y la obediencia es una acción (Mat 7:24-27).
Obedecer y recibir son los dos lados de una misma moneda. No pueden separarse el uno del otro.
FE Y FRUTOS.
La fe verdadera produce frutos santos: nuevo nacimiento, el fruto del Espíritu, la desaparición o disminución significativa de las obras de la carne, servir a los demás, etc..
El solo asentimiento mental, aunque en algunos casos procure hacer cosas buenas, no sirve para nada: los demonios también tienen un asentimiento mental sobre la existencia de Dios y un conocimiento mental de la Palabra pero no les sirve de nada porque no dejan de ser demonios, no se sujetan a Dios, no se arrepienten de sus malas obras, no es Jesús su Señor y Salvador, etc.
No hay manera de mostrar que creemos realmente en Cristo sino a través de nuestras acciones por motivo del evangelio y para propósitos del evangelio.
Así como la fe sin obras es una fe muerta, así las obras sin fe (sin creer en Jesús como Señor y Salvador, sin obediencia a la Palabra de Dios) son obras muertas, carentes de raíz, de sustancia (Mat 7:21-23).
La fe es la raíz y las obras son el fruto. Necesitamos ocuparnos en tener ambas.
La fe verdadera, que justifica y salva, nos obliga a no hacer nada sin Dios: hacer todo por El y para El.
16
Jun
2008