Dios está buscando los Elías para este tiempo.
Introducción.
Si Dios va a enviar la unción del profeta Elías antes de los últimos tiempos (Mal 4:5-6), siendo esta una unción tan, es porque en el tiempo antes de la venida de Cristo la situación en el mundo y en el pueblo de Dios será muy parecida a la que le toco vivir y enfrentar a Elías.
Ello implica, entonces, que necesitamos saber como era el tiempo previo al surgimiento de Elías como el profeta que trajo la corrección al pueblo de Dios. Y eso lo encontramos descrito en 1 Rey 16:29-34).
El mundo en el tiempo de Elías.
“Comenzó a reinar Acab hijo de Omri sobre Israel el año treinta y ocho de Asa rey de Judá. Y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró. E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en Samaria. Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel. En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun.” (1 Rey 16:29-34).
Lo primero que necesitamos notar en este pasaje es que todo a lo que se va a referir el mismo no es sobre la situación del mundo externo. Es sobre la situación del pueblo de Dios.
El pueblo de Dios no iba en aumento espiritual; más bien estaba en decadencia debido a que la maldad se había multiplicado más que en cualquier otro tiempo anterior.
Por otro lado, ese aumento de la maldad lo que había traído era una insensibilidad respecto al pecado: el pecado era cosa ligera, no era relevante, no era un punto de atención del pueblo de Dios.
La situación había llegado a tal punto que para ellos no tenía nada de malo la mezcla con el mundo (el matrimonio de su rey con una mujer impía, y la conversión de este a los ídolos de ella, y peor aún, que le edificara un altar a un Dios que no era el Dios del pueblo).
Como consecuencia de esa situación, edificaron altares y templos que eran, en el fondo, un monumento a los caminos determinados por el hombre en lugar de una construcción dedicada a Dios para glorificarle.
Era un pueblo que estaba haciendo lo malo más que en el pasado para provocar la ira de Dios.
Adicionalmente, el pueblo perseguía al verdadero pueblo de Dios (la persecución y muerte de los profetas del Dios Altísimo por Jezabel, la mujer de Acab).
El pueblo en el tiempo previo de la segunda venida de Cristo.
La Palabra también nos da un retrato de la Iglesia prevaleciente en el tiempo previo a la segunda venida de Cristo. Está descrito en el Libro de Apocalipsis, capítulos 2 y 3, las siete cartas a las siete Iglesias, que tienen dos interpretaciones (la ley de la doble referencia profética). La primera, que es la descripción de los siete tipos de iglesias que van a existir a lo largo de la historia de la iglesia en el mundo. La segunda, es la descripción de la iglesia predominante en cada una de las siete épocas de la Iglesia desde su nacimiento hasta el arrebatamiento. Las dos interpretaciones nos dan un panorama de la Iglesia para el tiempo previo de la segunda venida de Cristo. Veamos.
De las siete Iglesias, Jesús reprende a cinco por situaciones específicas:
1. A la Iglesia de Efeso porque había dejado su primer amor (pérdida de la pasión, del enamoramiento, del fuego por Dios).
2. A la Iglesia de Pérgamo porque convivía con y aceptaba el error doctrinal (tolerancia, diplomacia con el error, la mentira y lo falso).
3. A la Iglesia de Tiátira porque toleraba al espíritu de Jezabel, a la seducción, la manipulación y el control, el autoritarismo.
4. A la Iglesia de Sardis porque por sobre la Palabra estaba llenándose de ritualismo, tradicionalismo, costumbre, y como consecuencia había caído en apagamiento, adormecimiento, escapismo.
5. A la Iglesia de Laodicea por su tibieza, codicia, vanagloria, autosuficiencia, carencia de santidad, carencia de visión y profecía verdadera (correctiva, formativa), carencia de fe auténtica (para obedecer a Dios).
Como estamos hoy como Iglesia en general (con excepciones por supuesto).
Con respecto a la Iglesia de Efeso.
¿Somos una iglesia apasionada, enamorada, encendida, para Dios, todo el tiempo, o solo en nuestras actividades eclesiásticas, y de manera insuficiente?
¿Estamos realmente enamorados de Dios, buscadores de Su presencia en comunión y adoración constantes?
¿No será que estamos más enamorados de Sus beneficios –salvación, sanidad, salud, prosperidad, éxito, autoridad, etc.- que de Su persona?
¿Le conocemos tanto a El, así como Su voluntad para con nosotros –mandamientos—como conocemos Sus promesas?
¿Somos escudriñadores de Su Palabra –de Génesis a Apocalipsis—para conocerle más a El, o solo para conocer sus beneficios?
Con respecto a la Iglesia de Pérgamo.
¿Somos una iglesia valiente y decidida para combatir el error doctrinal o más bien convivimos, toleramos, ejercemos la diplomacia con respecto al error, la mentira y lo falso?
¿Estamos preparados para preparar una defensa efectiva de nuestra fe a todos aquellos que demandan razón de la esperanza que hay en nosotros?
¿Si somos valientes y decididos en la defensa de la fe, entonces porqué hemos permitido el avance del humanismo, el psicologismo, la corrupción, la violencia, la demagogia, etc., tanto fuera de la iglesia como dentro?
¿No hemos permitido pasivamente que Dios y Su Palabra sean sacados de la educación –ahora quieren incluír como materia obligatoria la cosmovisión –religión—maya--, el gobierno, la elaboración de leyes y la impartición de la justicia?
¿Hemos sido firmes en la defensa de nuestra fe frente a otras religiones y sistemas de pensamiento y contra los errores doctrinales que de acuerdo con la Biblia tienen las mismas?
¿Estamos plenamente seguros de que las enseñanzas en las que se enfoca la iglesia el día de hoy son las enseñanzas en las que se enfocaban Jesús y los apóstoles?
¿Hemos levantado defensa cuando denominaciones cristianas tradicionales niegan pasajes enteros de la Palabra, ordenan homosexuales y lesbianas como ministros, toleran el adulterio y el divorcio de sus líderes, etc.?
Con respecto a la Iglesia de Tiátira.
¿No somos seducidos por visiones de grandeza que los líderes nos “venden” para levantar sus ministerios en lugar de levantar el Reino de Dios?
¿No somos manipulados para permanecer en las iglesias y/o denominaciones con cuestiones como la pérdida de la salvación, la pérdida de privilegios, la pérdida de unción, la pérdida de bendiciones, etc., como si ellas fueran la fuente y no Dios?
¿Estamos seguros que somos guiados por el Espíritu Santo, tal como nos enseña Rom 8.14, o no será que hemos sustituido la guianza del Espíritu por la guianza de la conveniencia y de los líderes?
¿Hemos escudriñado exhaustivamente las Escrituras para estar totalmente seguros de que lo que nos enseñan los líderes está apegado al consejo completo de la Palabra?
¿Acaso no hemos sido coartados o manipulados en nuestras opiniones por la expresión de que “no podemos levantar nuestras manos en contra del ungido de Dios”?
¿Acaso no hemos caído en la adoración –endiosamiento, sobreexaltación, idolatría-- de nuestros líderes, iglesias y/o denominaciones?
Con respecto a la Iglesia de Sardis.
¿Estamos seguros que no amamos más nuestras tradiciones, orden, estabilidad, normas y reglas de los líderes, la iglesia y o las denominacionales, que la Palabra de Dios?
¿Estamos seguros que vamos a la Iglesia a adorar auténticamente a Dios o vamos para cumplir o para que nos vean, o para no perder nuestras bendiciones y/o privilegios?
¿Estamos cumpliendo activa, voluntaria y gozosamente con nuestro servicio?
¿Estamos cumpliendo activa, voluntaria y gozosamente con el gran mandamiento de evangeliza y discipular a otros?
¿Estamos creciendo en el conocimiento, entendimiento y obediencia de la Palabra de Dios o solo en nuestro escalamiento en los privilegios de la Iglesia?
¿Somos iglesias vibrantes, vivas, con frutos de todo tipo, llenas de vida, que reflejan el carácter de Cristo y provocan la admiración y temor de las personas no creyentes, o más bien ritualistas, tradicionalistas, seguidoras de costumbres?
Con respecto a la iglesia de Laodicea.
¿Estamos encendidos en nuestro amor, pasión, obediencia y santidad a Dios, o solo en la búsqueda de sus promesas de éxito, bienestar material, posición, autoridad, unción, poder, etc.?
¿Nuestros corazones –no nuestras mentes-- tienen contentamiento, generosidad y agradecimiento a Dios por todo cuanto El nos ha bendecido o más bien afán, escasa generosidad y descontento por lo que Dios nos ha dado?
¿Es auténtica nuestra entrega a Dios en adoración o es una entrega a nuestras emociones? ¿Si esa entrega es auténtica, es diariamente o solo en las actividades eclesiásticas? ¿Llegamos a nuestros cultos antes, a la mitad o al final de la alabanza y la adoración?
¿Tenemos una fe en Dios que nos lleva a crecer constantemente en la obediencia más que en las bendiciones? ¿Nuestra obediencia a Dios permanecería firme a pesar de que El no nos bendijera?
¿Estamos creciendo constantemente en obediencia y santidad, o solo en conocimiento, bendiciones, dones y/o unción?
¿Amamos la Palabra porque nos reprende y nos corrige?
Si somos absolutamente sinceros delante de Dios, y de acuerdo con la Verdad de Su Palabra, estamos, en muchos aspectos, muy parecidos a esas cinco iglesias que son reprendidas por Dios. Ello quiere decir, en pocas palabras, que estamos listos para que el Señor derrame la unción de Elías que traiga la visión profética de Dios para enderezar nuestros caminos y preparar un pueblo bien dispuesto para el Señor (Luc 1:17), la Iglesia santa, limpia, sin mancha y sin arruga que el Señor quiere para esposa de Su Hijo (Efe 5:27) porque sin santidad (aunque tenga bienestar económico, fama, unción, milagros y señales) nadie verá al Señor (Mat 7:21-23).
La respuesta de Dios.
Siempre que Su pueblo ha tenido un decaimiento espiritual, un declive moral y una baja adoración, Dios ha levantado hombres y mujeres que sometidos totalmente a Él y guiados por El sean sus colaboradores en la liberación de Su pueblo (de los que quieran, de los que están engañados y quieran recibir Su luz): Noé, José, Moisés, Jueces, David, los profetas mayores y menores, Juan el Bautista, Jesús.
Y Dios es el mismo hoy que ayer, Dios va a hacer lo mismo hoy que ayer, y así lo dejó profetizado en Su Palabra (Mal 4:1-6, Luc 1:17).
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos. Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” (Mal 4:1-6).
“Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” (Hch 2:17-21)
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos. Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.” (Mal 3:1-5).
El propósito de Dios para este tiempo.
“En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto. He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo.” (Amós 9:11-15)(Hch 15:16).
Dios va a levantar Su Iglesia en obediencia, temor de Dios, santidad, fe y adoración auténticas, que son la esencia del símbolo del Tabernáculo de David, que hoy, por nuestro descuido, por nuestro desapego a Dios y a las Escrituras, por el desapego a los fundamentos de la Sana Doctrina establecidos por Dios a través de la Ley y los profetas, Jesús y los Apóstoles, está caído.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” (Hch 3:19-21).
Y ello inicia con un genuino arrepentimiento delante de Dios (no remordimiento, no solamente confesión de nuestros pecados) que implique un cambio de pensamiento, decisión, conducta y acción, en dirección a la restauración de todas las cosas implicadas en el significado del Tabernáculo de David dentro de la Iglesia, un arrepentimiento en dolor y lágrimas por haberle fallado a Dios de una manera tan burda.
“!Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.” (Hag 2:6-9)
La gloria de la Iglesia postrera nos espera. Una gloria mucho mayor que la de la Iglesia primera (la Iglesia de Hechos), pero la condición previa es volvernos a Jehová de todo nuestro corazón, en fe y obediencia. De lo contrario, aunque Dios de todos modos lo hará, seremos dejados de lado, de la misma manera que lo fueron los religiosos y los incrédulos en los tiempos de Jesús y la Iglesia de Hechos, como nos lo revela la Escritura que sucedió en el tiempo de Elías: hubo mucho pueblo que se extravió, que se fue detrás de lo malo, pero Dios se reservó a Elías y a un remanente de siete mil, que estuvieron dispuestos a pagar el precio de la restauración de la nación.
“Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida... Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.... Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.” (1 Rey 19:10, 14, 18).
Conclusión.
El tema aquí no es si Dios quiere y puede hacerlo, y si Dios lo hará. El quiere hacerlo, el puedo hacerlo y El lo hará porque El no es hombre para mentir ni hijo de hombre para arrepentirse. El dijo que lo haría y lo hará (Num 23:19).
El tema fundamental aquí es si nosotros queremos ser esos recipientes de la unción de Elías que el Señor anda buscando para este tiempo, que quieran ponerse en la brecha y enfrentarse no solo a los poderes espirituales de las tinieblas, sino a los poderes naturales de una iglesia corrupta y de un mundo corrupto que se encuentran complacidos con el status quo de la iglesia actual, y que se va a oponer con todas sus fuerzas a la transformación de la Iglesia, que aunque finalmente se transformará para la Gloria de Dios y por el poder de Aquel que es más que vencedor y que pondrá a sus enemigos por estrado de sus pies, no por ello será fácil. En el mundo sufriremos aflicción y tendremos rechazo (porque si a Jesús lo rechazaron, con cuanta mayor nos rechazarán a nosotros) aunque veremos la Gloria de Dios de una manera que quizá solamente muy pocos la han visto en la historia humana.
¿Estamos dispuestos? Dios está hablando, ¿estamos nosotros escuchando?.
11
Feb
2013