Dios es Dios (Serie: Restauración).
Introducción.
Mal 4:5-6. Antes de la segunda venida de Cristo Dios va a enviar el Espíritu de Elías.
Mat 17:11: el Espíritu de Elías restaurará todas las cosas.
Hch 3:21: el Señor Jesucristo está sentado a la derecha del Padre hasta la restauración de todas las cosas.
La Palabra nos enseña que cuando los tiempos de la segunda venida de Cristo ya estén cercanos, Él va a enviar el Espíritu del profeta Elías para restaurare todas las cosas, y ello incluye las cosas en la Iglesia (de hecho la restauración, como el juicio, comienzan por la casa de Dios, no por el mundo, 1 Ped 4:17).
La cuestión es que el Espíritu de Elías, según la evidencia que podemos observar en este tiempo, no va a venir, Ya está aquí. El Espíritu de Elías ya está operando dentro del Cuerpo de Cristo. Cada vez, con mayor intensidad, dentro del Cuerpo de Cristo, Dios está levantando personas que están siendo llamadas para exhortar y dirigir a la Iglesia a regresar a los fundamentos de la vida cristiana y de la Iglesia (Jer 18:15, Jer 6:16).
Dios es Dios.
Dentro de ese proceso de restauración, lo primero que necesitamos restaurar es el entendimiento de que Dios es Dios. El problema hoy es que la creencia en Dios de muchos sectores de la cristiandad no es en el Dios bíblico, sino en un Dios a su medida y conveniencia. Creen en un Dios exclusivamente de bendición, de gracia y de misericordia, pero no en un Dios santo, de obediencia, soberano, que disciplina a Sus hijos, que los purifica, que espera que cumplamos Su Palabra, Su Propósito. En un Dios que más parece cajero automático o santa claus que nos tiene que dar todo lo que queremos, como si la vida se tratara de nosotros y no de Él.
Pero Él es Dios. El hizo todas las cosas de Él, por Él, y para Él (Rom 11:36), lo que nos incluye a nosotros. La vida no se trata de que la pasemos bien, sino de que hagamos Su Voluntad (Mat 7:21) de acuerdo a lo que nos enseña todo el consejo completo de la Palabra.
Si Él es Dios Él manda, Él es el centro de todo, Él es nuestra vida, en Él vivimos, nos movemos y somos. Si Dios fuera lo que debería ser en mi vida todo el tiempo tendríamos que estar pensando todo el tiempo que quiere Él que nosotros hagamos. Pablo, cuando se encuentra con Jesús camino a Damasco, lo que le dice es “que quieres Tú que yo haga”; no le presenta la lista de sus peticiones.
Josué 24:14-15: “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Notemos que lo que Josué dice, guidado por el Espíritu Santo, que significa creer en Dios y seguirle, es:
1) Temed a Jehová.
2) Servidle con integridad y en verdad.
3) Quitad los dioses ajenos de en medio de vosotros (todo lo que le reste a Dios autoridad en nuestra vida, que controle nuestras decisiones, que guíe nuestras acciones, que sea nuestra prioridad).
4) Pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
Lo que Josué dice es: “Yo y mi casa serviremos a Jehová.” Nosotros que nos decimos cristianos y creemos en Dios, ¿Estamos comprometidos a servir a Jehová nosotros y nuestra casa, de acuerdo a las indicaciones que Dios nos da en este pasaje?
Estos tiempos son malos, estamos muy cerca de la segunda venida de Cristo, de tal manera que esta pregunta se convierte en una pregunta esencial de frente a la posibilidad cada vez más creciente y cercana del arrebatamiento de la iglesia, porque de la respuesta dependerá cual será nuestro lugar en la eternidad. Y aun cuando el Señor no viniera pronto, de todos modos, en algún momento, nos tendremos que presentar delante de Él (en el momento de nuestra muerte, y ninguno de nosotros podemos garantizar que tendremos una larga vida, que llegaremos a viejos). Cualquier día de estos podemos irnos con el Señor y ese sería el día de nuestro arrebatamiento. ¿Estamos preparados para presentarnos delante de Él?
Según la Escritura que leímos en Josué, no solo se trata de creer en Dios sino también de servirle, tal como nos lo enseña también Exo 2:2-4: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás (servirás); porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.”
En otras palabras, lo que Dios está diciendo que nuestra adoración exclusiva, nuestro servicio y honra, son exclusivamente para El, lo que nos indica, entonces, que servir comienza por reconocerlo a Él como Dios y todo lo que ello implica (no solo algunas cosas). Comienza por reconocer Quién es Él en Verdad.
Sal 40:6-8 nos enseña que lo que El busca además de que le sirvamos es que hagamos Su Voluntad y cumplamos Su Palabra, que le obedezcamos en todo: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.”
Creer en Dios y creerle a Dios significa en primer lugar, obedecerle. Por supuesto que Dios nos va a bendecir, pero el tema es donde están nuestras prioridades: obedecerle o las bendiciones, cuando Mat 6:33 dice que busquemos el Reino de Dios y su justicia (obediencia) y entonces todas las demás cosas vendrán por añadidura, tal como también nos lo enseña también Deut 28:1-14: las bendiciones de Dios vendrán a nosotros cuando le obedezcamos. Dios antes que Dios de bendición es Dios de obediencia, primero es la obediencia y después la bendición.
Necesitamos restaurar el concepto de Dios en nuestro corazón. Y ello resulta claro a la luz de algunas situaciones: hoy hay muchos que hacen “negocios” con Dios (si Tú me haces yo haré) y otros, hasta lo chantajean (“como soy tu hijo entonces me tienes que dar, o hacer, o….”). En algunos casos hasta se llega a degradar a Dios diciendo, como lo dicen algunos stickers que se ponen en los bomper de los carros: “Que Dios es nuestro copiloto” (algo así como el brocha de las camionetas, como el ayudante) cuando Él no es ni siquiera el piloto, sino el que debe mandar en nuestras vidas.
1 Ped 11:13-16, dice que como hijos obedientes seamos santos como Él es santo. Pongamos atención, dice que seamos HIJOS OBEDIENTES, y como resultado de ello seremos santos como Él es santo porque la santidad es el resultado de la obediencia.
Este es el tiempo de la restauración y ella comienza por la restauración de Quién es Dios para nosotros. Cuando le entregamos nuestra vida a Cristo lo reconocimos como el Señor de nuestras vidas, y eso significa que Él sea, no solo el centro de mi vida sino que Él sea todo en mi vida y que Él manda en ella. ¿Realmente Él manda en nuestras vidas, realmente vivimos para obedecerle?
Necesitamos tener eso claro. Ni Su Palabra ni Sus mandamientos son opciones ni posibilidades, son órdenes. Solo el que hace Su voluntad (buena, agradable y perfecta, Rom 12:2) entrará en el Reino de los cielos (Mat 7:21). Hacer Su voluntad, obedecerle, nos conviene.
Estamos cerca de la venida de Cristo. Siempre que Dios va a hacer algo glorioso para Su pueblo, viene el diablo y levanta distractores como vemos que sucedió en Exo 5 cuando Dios le ordena a Moisés ir a Egipto para hablar con Faraón y sacar y libertar a Su pueblo para ir a la Tierra Prometida. En este pasaje Egipto es tipo del mundo; Faraón tipo del diablo y los siervos de Faraón, tipo de los demonios. Cuando Moisés habla con él, el Faraón ordena a sus siervos que le impongan más cargas de trabajo al pueblo de Israel (distracciones, problemas, cargas, trabajo, etc.) para evitar que vayan a adorar y a servir a Dios. También cuando Nehemías reconstruye los muros, sus enemigos (tipos del diablo y sus demonios) comienzan a levantar oposición y entorpecerle el cumplimiento del propósito que Dios les había dado, aunque como los israelitas en Egipto, tampoco Nehemías y todos los que con el reedificaban los muros de Jerusalén caen en las trampas distractoras del enemigo. Ahora, que Dios quiere restaurar a su pueblo el diablo va a poner distracciones, cargas, etc., para que no le prestemos atención y no nos preparemos para la segunda venida de Crista, e impedirnos que vayamos hacia el propósito de Dios. Pero al igual que los israelitas y Nehemías y sus colaboradores, no debemos ni podemos permitir que el diablo se salga con la suya.
Sin embargo, aunque nos deberíamos levantar en contra de esas maquinaciones del diablo, hoy lamentablemente podemos ver que mucha gente que no viene a las iglesias es porque está cansadas, distrayéndose, viendo televisión, ocupadas en muchas otras cosas; pero aunque no están buscando a Dios y cayendo en las trampas del enemigo, el día que tienen necesidades o problemas serios, si quieren que Dios les ponga atención, y rápido.
Otra táctica del diablo para impedirnos buscar y cumplir con el propósito de Dios la encontramos en Hag 1:2-.10. En lugar de estar ocupados en edificar nuestras vidas en Dios, buscando las prioridades de Dios, estamos edificándola sobre nuestras propias ideas y siguiendo nuestras propias prioridades. Y esto estaba sucediendo justamente con el pueblo en el tiempo del profeta cuando Dios quería traer sobre ellos la gloria postrera mayor que la primera (Hag 2:9).
Hoy hay algunas personas ignorantes de la Palabra de Dios (Su pueblo perece por falta del conocimiento completo y profundo de ella, Ose 4:6) que niegan la próxima venida de Cristo diciendo que siempre ha sido dicho lo mismo, pero ignorando que antes de 1948 Jesús no podía venir porque la condición esencial para la segunda venida de Cristo era la restauración de Israel como nación y eso recién fue a mediados del siglo pasado, y la Palabra nos enseña que todos lo relacionado con la segunda venida de Cristo (arrebatamiento, tribulación y Armagedón) no será más allá que el tiempo de duración de una generación, que en la Palabra de Dios es definida entre 80 y 100 años (Mat 24:32-35). Lo que nos indicaría que la venida de Cristo ahora si ya está muy cercana.
Sea que el Señor venga o nosotros nos vayamos con Él porque morimos, necesitamos prepararnos, y no hay mucho tiempo para ello. Recordemos la parábola de las diez vírgenes (Mat 25:1-13) donde nos presenta cinco insensatas y cinco sensatas. Las insensatas, aun cuando tenían una idea de la venida de Cristo, no se prepararon con tiempo, seguramente distraídas en otros menesteres, y cuando llego el tiempo de entrar con el Señor a las bodas (tipo del arrebatamiento) no estaban listas en su carácter (lo que les falta era el aceite, producto de la trituración –muerte—de las olivas), no estaban formadas para ser la esposa de Cristo. Dios nos está hablando con tiempo de que este es el tiempo de prepararnos, no de dormir, que le busquemos mientras Él pueda ser hallado.
Otro problema que vamos a enfrentar como obstáculo para prepararnos para la segunda venida de Cristo nos lo enseña 2 Tim 3:1-5 y 2 Tim 4:5: los tiempos postreros serán peligrosos porque habrá hombres amadores de sí mismos y de los placeres más que de Dios, que no querrán oír lo que Dios está hablando, sino que quieren oír lo que el mundo está buscando y que en el fondo de su corazón ellos también quieren: bienestar material, éxito, posición. No quieren oír que Dios está demandando santidad, obediencia, adoración, sino más bien están demandando de Dios que cumpla los deseos de su corazón carnal (deseos de los ojos, deseos de la carne, vanagloria de la vida, 1 Jn 2:15-17). Pero Jesús no viene por una iglesia rica, exitosa, donde todos tienen altas posiciones. Jesús viene, según Efe 5:27 por una iglesia pura, limpia, santa, sin mancha, sin arruga, una iglesia obediente.
Jesús viene por Su esposa. Su esposa es el reflejo de la mujer virtuosa (Prov 31:10-31): una mujer consagrada a su marido y a sus hijos; una esposa que está consagrada en servir y honrar a su marido y no afanada por lo que el marido le puede dar; que está también consagrada a servir a sus hijos, a su prójimo, una esposa obediente que busca el bien de su Esposo, no el bien de sí misma.
Estas personas que andan en pos de otras cosas, es posible que finalmente sean salvas, pero lo van a ser por fuego y ese fuego es por la tribulación. Como no están listas y formadas para irse con el Señor en el arrebatamiento, van a tener que pasar por un proceso de purificación por el fuego, tal como lo declara 1 Cor 3:12-15, y sabemos que uno de los elementos fundamentales de los juicios de la tribulación es el fuego. Por otro lado, la tribulación no es ningún chiste, es algo muy, muy serio, con diez y nueve juicios, cada uno peor que el otro.
No importa que oír esto le moleste, mejor si le molesta, porque tal vez con ello logramos que usted se incomode y se ponga en marcha, para llegar a ser la persona que Dios está esperando. Es el tiempo no de ser diplomáticos sino de decir la Verdad aunque ella duela porque lo que está en juego es la calidad de su vida eterna, que es eterna, de una vez para siempre. Aunque no nos guste. Poir otro lado, este mensaje es para toda persona, incluido el que lo predica. Sin importar nuestro nivel de crecimiento, madurez, conocimiento y tiempo de ser cristianos, todos necesitamos ponernos “las pilas”, porque vamos a ser demandados de acuerdo a lo que hemos recibido de Dios. Es tiempo de despertar y ser diligentes, tal como dice la Profecía en el libro de Zacarías:
Zac 9:12-13. “Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble. Porque he entesado para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente.”
Según esta Palabra Profética, lo primero que necesitamos es volvernos a la fortaleza, a la Roca, a la Palabra, no a la que nos convenga, que nos guste, que diga lo que quisiéramos que dijera (citada fuera de contexto), sino la Verdad de Dios, la única Palabra de Dios, el consejo completo de la Palabra.
Y por esa bendita Palabra mataban a los profetas porque no les gustaba a las gentes, pero era la Palabra de Dios que necesitaban obedecer, Y porque no lo hacían, tenían que sufrir posteriormente las consecuencias.
La única forma de agradar a Dios es haciendo su Voluntad, obedeciéndole (Jn 14:21, Jn 14:23). ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Luc 6:46).
Mal 4:5-6. Antes de la segunda venida de Cristo Dios va a enviar el Espíritu de Elías.
Mat 17:11: el Espíritu de Elías restaurará todas las cosas.
Hch 3:21: el Señor Jesucristo está sentado a la derecha del Padre hasta la restauración de todas las cosas.
La Palabra nos enseña que cuando los tiempos de la segunda venida de Cristo ya estén cercanos, Él va a enviar el Espíritu del profeta Elías para restaurare todas las cosas, y ello incluye las cosas en la Iglesia (de hecho la restauración, como el juicio, comienzan por la casa de Dios, no por el mundo, 1 Ped 4:17).
La cuestión es que el Espíritu de Elías, según la evidencia que podemos observar en este tiempo, no va a venir, Ya está aquí. El Espíritu de Elías ya está operando dentro del Cuerpo de Cristo. Cada vez, con mayor intensidad, dentro del Cuerpo de Cristo, Dios está levantando personas que están siendo llamadas para exhortar y dirigir a la Iglesia a regresar a los fundamentos de la vida cristiana y de la Iglesia (Jer 18:15, Jer 6:16).
Dios es Dios.
Dentro de ese proceso de restauración, lo primero que necesitamos restaurar es el entendimiento de que Dios es Dios. El problema hoy es que la creencia en Dios de muchos sectores de la cristiandad no es en el Dios bíblico, sino en un Dios a su medida y conveniencia. Creen en un Dios exclusivamente de bendición, de gracia y de misericordia, pero no en un Dios santo, de obediencia, soberano, que disciplina a Sus hijos, que los purifica, que espera que cumplamos Su Palabra, Su Propósito. En un Dios que más parece cajero automático o santa claus que nos tiene que dar todo lo que queremos, como si la vida se tratara de nosotros y no de Él.
Pero Él es Dios. El hizo todas las cosas de Él, por Él, y para Él (Rom 11:36), lo que nos incluye a nosotros. La vida no se trata de que la pasemos bien, sino de que hagamos Su Voluntad (Mat 7:21) de acuerdo a lo que nos enseña todo el consejo completo de la Palabra.
Si Él es Dios Él manda, Él es el centro de todo, Él es nuestra vida, en Él vivimos, nos movemos y somos. Si Dios fuera lo que debería ser en mi vida todo el tiempo tendríamos que estar pensando todo el tiempo que quiere Él que nosotros hagamos. Pablo, cuando se encuentra con Jesús camino a Damasco, lo que le dice es “que quieres Tú que yo haga”; no le presenta la lista de sus peticiones.
Josué 24:14-15: “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Notemos que lo que Josué dice, guidado por el Espíritu Santo, que significa creer en Dios y seguirle, es:
1) Temed a Jehová.
2) Servidle con integridad y en verdad.
3) Quitad los dioses ajenos de en medio de vosotros (todo lo que le reste a Dios autoridad en nuestra vida, que controle nuestras decisiones, que guíe nuestras acciones, que sea nuestra prioridad).
4) Pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
Lo que Josué dice es: “Yo y mi casa serviremos a Jehová.” Nosotros que nos decimos cristianos y creemos en Dios, ¿Estamos comprometidos a servir a Jehová nosotros y nuestra casa, de acuerdo a las indicaciones que Dios nos da en este pasaje?
Estos tiempos son malos, estamos muy cerca de la segunda venida de Cristo, de tal manera que esta pregunta se convierte en una pregunta esencial de frente a la posibilidad cada vez más creciente y cercana del arrebatamiento de la iglesia, porque de la respuesta dependerá cual será nuestro lugar en la eternidad. Y aun cuando el Señor no viniera pronto, de todos modos, en algún momento, nos tendremos que presentar delante de Él (en el momento de nuestra muerte, y ninguno de nosotros podemos garantizar que tendremos una larga vida, que llegaremos a viejos). Cualquier día de estos podemos irnos con el Señor y ese sería el día de nuestro arrebatamiento. ¿Estamos preparados para presentarnos delante de Él?
Según la Escritura que leímos en Josué, no solo se trata de creer en Dios sino también de servirle, tal como nos lo enseña también Exo 2:2-4: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás (servirás); porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.”
En otras palabras, lo que Dios está diciendo que nuestra adoración exclusiva, nuestro servicio y honra, son exclusivamente para El, lo que nos indica, entonces, que servir comienza por reconocerlo a Él como Dios y todo lo que ello implica (no solo algunas cosas). Comienza por reconocer Quién es Él en Verdad.
Sal 40:6-8 nos enseña que lo que El busca además de que le sirvamos es que hagamos Su Voluntad y cumplamos Su Palabra, que le obedezcamos en todo: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.”
Creer en Dios y creerle a Dios significa en primer lugar, obedecerle. Por supuesto que Dios nos va a bendecir, pero el tema es donde están nuestras prioridades: obedecerle o las bendiciones, cuando Mat 6:33 dice que busquemos el Reino de Dios y su justicia (obediencia) y entonces todas las demás cosas vendrán por añadidura, tal como también nos lo enseña también Deut 28:1-14: las bendiciones de Dios vendrán a nosotros cuando le obedezcamos. Dios antes que Dios de bendición es Dios de obediencia, primero es la obediencia y después la bendición.
Necesitamos restaurar el concepto de Dios en nuestro corazón. Y ello resulta claro a la luz de algunas situaciones: hoy hay muchos que hacen “negocios” con Dios (si Tú me haces yo haré) y otros, hasta lo chantajean (“como soy tu hijo entonces me tienes que dar, o hacer, o….”). En algunos casos hasta se llega a degradar a Dios diciendo, como lo dicen algunos stickers que se ponen en los bomper de los carros: “Que Dios es nuestro copiloto” (algo así como el brocha de las camionetas, como el ayudante) cuando Él no es ni siquiera el piloto, sino el que debe mandar en nuestras vidas.
1 Ped 11:13-16, dice que como hijos obedientes seamos santos como Él es santo. Pongamos atención, dice que seamos HIJOS OBEDIENTES, y como resultado de ello seremos santos como Él es santo porque la santidad es el resultado de la obediencia.
Este es el tiempo de la restauración y ella comienza por la restauración de Quién es Dios para nosotros. Cuando le entregamos nuestra vida a Cristo lo reconocimos como el Señor de nuestras vidas, y eso significa que Él sea, no solo el centro de mi vida sino que Él sea todo en mi vida y que Él manda en ella. ¿Realmente Él manda en nuestras vidas, realmente vivimos para obedecerle?
Necesitamos tener eso claro. Ni Su Palabra ni Sus mandamientos son opciones ni posibilidades, son órdenes. Solo el que hace Su voluntad (buena, agradable y perfecta, Rom 12:2) entrará en el Reino de los cielos (Mat 7:21). Hacer Su voluntad, obedecerle, nos conviene.
Estamos cerca de la venida de Cristo. Siempre que Dios va a hacer algo glorioso para Su pueblo, viene el diablo y levanta distractores como vemos que sucedió en Exo 5 cuando Dios le ordena a Moisés ir a Egipto para hablar con Faraón y sacar y libertar a Su pueblo para ir a la Tierra Prometida. En este pasaje Egipto es tipo del mundo; Faraón tipo del diablo y los siervos de Faraón, tipo de los demonios. Cuando Moisés habla con él, el Faraón ordena a sus siervos que le impongan más cargas de trabajo al pueblo de Israel (distracciones, problemas, cargas, trabajo, etc.) para evitar que vayan a adorar y a servir a Dios. También cuando Nehemías reconstruye los muros, sus enemigos (tipos del diablo y sus demonios) comienzan a levantar oposición y entorpecerle el cumplimiento del propósito que Dios les había dado, aunque como los israelitas en Egipto, tampoco Nehemías y todos los que con el reedificaban los muros de Jerusalén caen en las trampas distractoras del enemigo. Ahora, que Dios quiere restaurar a su pueblo el diablo va a poner distracciones, cargas, etc., para que no le prestemos atención y no nos preparemos para la segunda venida de Crista, e impedirnos que vayamos hacia el propósito de Dios. Pero al igual que los israelitas y Nehemías y sus colaboradores, no debemos ni podemos permitir que el diablo se salga con la suya.
Sin embargo, aunque nos deberíamos levantar en contra de esas maquinaciones del diablo, hoy lamentablemente podemos ver que mucha gente que no viene a las iglesias es porque está cansadas, distrayéndose, viendo televisión, ocupadas en muchas otras cosas; pero aunque no están buscando a Dios y cayendo en las trampas del enemigo, el día que tienen necesidades o problemas serios, si quieren que Dios les ponga atención, y rápido.
Otra táctica del diablo para impedirnos buscar y cumplir con el propósito de Dios la encontramos en Hag 1:2-.10. En lugar de estar ocupados en edificar nuestras vidas en Dios, buscando las prioridades de Dios, estamos edificándola sobre nuestras propias ideas y siguiendo nuestras propias prioridades. Y esto estaba sucediendo justamente con el pueblo en el tiempo del profeta cuando Dios quería traer sobre ellos la gloria postrera mayor que la primera (Hag 2:9).
Hoy hay algunas personas ignorantes de la Palabra de Dios (Su pueblo perece por falta del conocimiento completo y profundo de ella, Ose 4:6) que niegan la próxima venida de Cristo diciendo que siempre ha sido dicho lo mismo, pero ignorando que antes de 1948 Jesús no podía venir porque la condición esencial para la segunda venida de Cristo era la restauración de Israel como nación y eso recién fue a mediados del siglo pasado, y la Palabra nos enseña que todos lo relacionado con la segunda venida de Cristo (arrebatamiento, tribulación y Armagedón) no será más allá que el tiempo de duración de una generación, que en la Palabra de Dios es definida entre 80 y 100 años (Mat 24:32-35). Lo que nos indicaría que la venida de Cristo ahora si ya está muy cercana.
Sea que el Señor venga o nosotros nos vayamos con Él porque morimos, necesitamos prepararnos, y no hay mucho tiempo para ello. Recordemos la parábola de las diez vírgenes (Mat 25:1-13) donde nos presenta cinco insensatas y cinco sensatas. Las insensatas, aun cuando tenían una idea de la venida de Cristo, no se prepararon con tiempo, seguramente distraídas en otros menesteres, y cuando llego el tiempo de entrar con el Señor a las bodas (tipo del arrebatamiento) no estaban listas en su carácter (lo que les falta era el aceite, producto de la trituración –muerte—de las olivas), no estaban formadas para ser la esposa de Cristo. Dios nos está hablando con tiempo de que este es el tiempo de prepararnos, no de dormir, que le busquemos mientras Él pueda ser hallado.
Otro problema que vamos a enfrentar como obstáculo para prepararnos para la segunda venida de Cristo nos lo enseña 2 Tim 3:1-5 y 2 Tim 4:5: los tiempos postreros serán peligrosos porque habrá hombres amadores de sí mismos y de los placeres más que de Dios, que no querrán oír lo que Dios está hablando, sino que quieren oír lo que el mundo está buscando y que en el fondo de su corazón ellos también quieren: bienestar material, éxito, posición. No quieren oír que Dios está demandando santidad, obediencia, adoración, sino más bien están demandando de Dios que cumpla los deseos de su corazón carnal (deseos de los ojos, deseos de la carne, vanagloria de la vida, 1 Jn 2:15-17). Pero Jesús no viene por una iglesia rica, exitosa, donde todos tienen altas posiciones. Jesús viene, según Efe 5:27 por una iglesia pura, limpia, santa, sin mancha, sin arruga, una iglesia obediente.
Jesús viene por Su esposa. Su esposa es el reflejo de la mujer virtuosa (Prov 31:10-31): una mujer consagrada a su marido y a sus hijos; una esposa que está consagrada en servir y honrar a su marido y no afanada por lo que el marido le puede dar; que está también consagrada a servir a sus hijos, a su prójimo, una esposa obediente que busca el bien de su Esposo, no el bien de sí misma.
Estas personas que andan en pos de otras cosas, es posible que finalmente sean salvas, pero lo van a ser por fuego y ese fuego es por la tribulación. Como no están listas y formadas para irse con el Señor en el arrebatamiento, van a tener que pasar por un proceso de purificación por el fuego, tal como lo declara 1 Cor 3:12-15, y sabemos que uno de los elementos fundamentales de los juicios de la tribulación es el fuego. Por otro lado, la tribulación no es ningún chiste, es algo muy, muy serio, con diez y nueve juicios, cada uno peor que el otro.
No importa que oír esto le moleste, mejor si le molesta, porque tal vez con ello logramos que usted se incomode y se ponga en marcha, para llegar a ser la persona que Dios está esperando. Es el tiempo no de ser diplomáticos sino de decir la Verdad aunque ella duela porque lo que está en juego es la calidad de su vida eterna, que es eterna, de una vez para siempre. Aunque no nos guste. Poir otro lado, este mensaje es para toda persona, incluido el que lo predica. Sin importar nuestro nivel de crecimiento, madurez, conocimiento y tiempo de ser cristianos, todos necesitamos ponernos “las pilas”, porque vamos a ser demandados de acuerdo a lo que hemos recibido de Dios. Es tiempo de despertar y ser diligentes, tal como dice la Profecía en el libro de Zacarías:
Zac 9:12-13. “Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble. Porque he entesado para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente.”
Según esta Palabra Profética, lo primero que necesitamos es volvernos a la fortaleza, a la Roca, a la Palabra, no a la que nos convenga, que nos guste, que diga lo que quisiéramos que dijera (citada fuera de contexto), sino la Verdad de Dios, la única Palabra de Dios, el consejo completo de la Palabra.
Y por esa bendita Palabra mataban a los profetas porque no les gustaba a las gentes, pero era la Palabra de Dios que necesitaban obedecer, Y porque no lo hacían, tenían que sufrir posteriormente las consecuencias.
La única forma de agradar a Dios es haciendo su Voluntad, obedeciéndole (Jn 14:21, Jn 14:23). ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Luc 6:46).
15
Sep
2013