Espíritu Santo.
El Espíritu Santo. Nuestro Guía.
Introducción.
Una de las funciones del Espíritu Santo en nosotros es guiarnos (Rom 8:14, Jn 16:13) a hacer la Voluntad de Dios (Jn 14:24-27) en todas las situaciones, de tal manera que no solo veamos el Reino de Dios y sus añadiduras, sino que entremos al Reino y lo vivamos en su plenitud (Mat 6:33, Jn 3:3-8, Mat 7:21).
• Rom 8:14. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”
• Jn 16:13. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”
• Jn 14:24-27. “El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
• Mat 6:33. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
• Jn 3:3-8. “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”
• Mat 7:21. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”
La guianza del Espíritu.
Cuando verdaderamente amamos al Señor queremos obedecer Su Palabra (Jn 14:21, Jn 14:24). Obedecer Su Palabra es hacer Su Voluntad, y hacer Su Voluntad equivale a entrar, vivir, en el Reino de Dios (Mat 7:21). Dios no quiere para nosotros solamente lo bueno (ver el Reino, Jn 3:3), Él como buen Padre, quiere para nosotros, sus hijos e hijas, lo óptimo, lo mejor (entrar al Reino, Jn 3:5).
• Jer 29:11. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
• Prov 4:18. “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”
• Jn 10:10. “... yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Para entrar al Reino de Dios necesitamos obedecer Su Palabra y hacer Su Voluntad, que es la suma de dos cosas: el conocimiento de la Palabra de Dios como guía general (2 Tim 3:16-17), y la relación con el Espíritu Santo que nos da las instrucciones específicas de cómo obedecer la Palabra en las situaciones concretas de la vida (Jn 14:26, Jn 16:13-14, 2 Cor 3:6).
• 2 Tim 3:16-17. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
• Jn 14:26. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
• Jn 16:13-14. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.”
• 2 Cor 3:6. “... porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.”
Por otro lado, como el Señor quiere lo mejor para nosotros, Él desea revelarnos (guiarnos a) la Verdad en toda situación antes que ocultarla, ayudarnos a recordar en lugar de olvidar:
• 1 Cor 2:9. “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,”
Y esa dirección siempre va a ser clara, absolutamente clara, porque Dios no es Dios de confusión, sino de orden. Y si Él quiere que hagamos algo específicamente, El nos lo va a revelar sin ningún lugar a dudas, aunque no nos guste, fortaleciéndonos para hacerla.
• 1 Cor 14:33. “pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz....”
• Luc 22:41-43. “Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.·
¿Que necesitamos para ser guiados por Dios?
Dios quiere guiarnos siempre a través de Su Espíritu Santo. Su objetivo al guiarnos es en primer lugar, para hacer Su Voluntad que es buena, agradable y perfecta (Rom 12:2), para darle cumplimiento a los planes que Él tiene para nosotros que son planes de bien para que tengamos un futuro y una esperanza (Jer 29.11) de tal manera que nuestra vida vaya en aumento cada día (Prov 4:18) teniendo vida abundante (Jn 10:10).
Entonces, para ser guiados por el Espíritu Santo, en primer lugar, necesitamos renunciar a nuestras ideas, planes, proyectos de vida, etc., en favor de mejores ideas, planes y proyectos que son los de Dios. Necesitamos entender no solo en nuestra mente sino sobre todo en nuestro corazón que Dios sabe mucho mejor que nosotros que es lo que nos conviene, cuales son los mejores planes y proyectos de vida para nosotros, y dejar bajo Su control absoluto nuestro destino, sabiendo que aunque hayan dificultades en el camino (que de todos modos las abran aunque sigamos otros caminos) lo que El tiene planeado para nosotros es mucho mejor que cualquier otra cosa. En suma, renunciar a nuestros caminos, aunque nos parezcan derechos en nuestra propia opinión, sabiendo que ellos son absolutamente inferiores a los que Dios tiene para nosotros (Prov 16:25).
Muchas veces nosotros no renunciamos a nuestros planes en favor de los planes de Dios porque en el fondo de nuestro corazón dudamos de que Dios sea quién dice ser y vaya hacer lo que dice que hará, y ello por las ideas distorsionadas que en algún momento de nuestra vida hemos recibido y hasta adoptado acerca de quién es Dios. Estas ideas distorsionadas por supuesto tienen su origen en el mismo infierno, en el enemigo de nuestras almas, para evitarnos alcanzar el maravilloso propósito de Dios para nuestras vidas, tal como sucedió con Adán y Eva en el Edén:
• Gen 3:1-5. “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.”
En el fondo de lo que la serpiente (satanás) le dijo a la mujer estaba la idea de que Dios no era todo lo bueno y dadivoso que ellos habían experimentado hasta ese momento y pensaban, sino todo lo contrario, era un Dios envidioso, celoso, y mentiroso. Y ese ha sido siempre el trabajo del diablo en contra de los seres humanos: distorsionar la imagen de Dios en sus pensamientos y en su corazón: Dios enferma, Dios empobrece, Dios mata, asignándole a Dios todo lo malo que viene al ser humano como consecuencia de sus propias decisiones pecaminosos y carnales (Deut 28:15-68), y por obra de las tinieblas (Jn 10:10a), y adicionalmente que ello es la voluntad de Dios para siempre, siendo que cuando Dios permite algunas estas cosas en nuestra vida (de las que Él no es autor sino lo es el diablo y el pecado en nosotros) es solo temporalmente y para nuestro bien porque Él tiene algo mejor para nosotros (Rom 8:28-29) y va a usar esas cosas para ubicarnos en el camino hacia el cumplimiento de Sus buenos y mejores planes para nosotros.
Por lo tanto, lo primero que necesitamos es renunciar a cualquier idea incorrecta acerca de Dios y de Su obra para nosotros y abrir nuestro corazón a lo que la Palabra dice de Dios y el Espíritu Santo nos recuerda y nos enseña: que Él es bueno; que Su misericordia es para siempre; que El verdaderamente nos ama con amor eterno y cuida de nosotros mucho más de lo que cuida de los animales y de las plantas y quiere lo mejor para nosotros; que Sus mandamientos no son gravosos ni son para “estropearnos” o “complicarnos” la fiesta sino para simplificárnosla y guiarnos en un camino de gozo y alegría permanentes; que lo que el mundo dice (y aún nosotros mismos pensamos diferente a lo que dice la Palabra) es engañoso y perverso en contra de lo que dice la Palabra de Dios que es la Verdad y conveniente para nosotros: que vale la pena vivir la vida que Dios ha preparado para nosotros, no solo en esta tierra sino en la eternidad, etc.
Una vez comenzamos a hacer esto, estamos listos para recibir cada vez más, una mayor y mejor guía del Espíritu en nuestro caminar hacia la vida abundante que Dios ha preparado para nosotros.
¿Cómo puedo ser guiado por el Espíritu Santo?
Para ser guiados por el Espíritu Santo son necesarias algunas condiciones. En primer lugar necesitamos tener al Espíritu Santo en nosotros ya que sin esa condición es imposible ser guiados por Él. Y para que el Espíritu Santo esté en nosotros (more en nosotros) necesitamos reconocer el Señorío de Cristo (Rom 10:8-12), que nos hace hijos e hijas de Dios (Jn 1:12) y con ello, estar en la posibilidad de ser guiados por el Espíritu Santo (Rom 8:14).
Luego de ello necesitamos estar dispuestos a hacer la Voluntad de Dios (ser sabios, Efe 5:15-16 y tener temor de Dios, que es el principio de ser sabios –Prov 1:7--), tener un genuino deseo de seguir la guía del Señor (Efe 5:17, Efe 6:6, Jn 7:17), porque el Espíritu Santo nos es dado precisamente para guiarnos a cumplir esa Voluntad, no la nuestra.
Y finalmente estar dispuestos a orar, esperar la dirección específica del Espíritu Santo en toda situación y obedecerla (1 Jn 5:14-15, Mat 7:7-12).
¿Como me guía el Espíritu Santo?
En primer lugar, y como algo esencial, que se va a dar siempre que el Espíritu Santo nos muestre algo, es que Él nos guía por medio de la Palabra escrita de Dios (Sal 119:105, Jn 16:13-14).
• El Espíritu no hablará por sí mismo, por su propia cuenta, sino que hablará la Palabra de Dios, siempre.
• Nada de lo que recibamos de Él puede ser contrario a lo que dice la Palabra de Dios.
• Si recibimos algo que es contrario a lo que dice la Palabra de Dios, eso no es del Espíritu Santo (puede ser de nuestra carne o del mundo o del diablo, pero no es de Dios y deberíamos desecharlo).
• Para poder reconocer cuando es el Espíritu Santo el que nos habla es necesario, entonces, que nos apliquemos al conocimiento y estudio de la Palabra de Dios (Jn 5:39, 2 Tim 3:16-17, Sal 119, Sal 1:1-3, 3 Jn 2, Jos 1:8, etc.).
El Espíritu Santo, la mayoría de veces, nos va a guiar hablándonos internamente, en nuestro corazón y/o nuestra mente, o bien mediante un impulso interno que esté conforme a la Palabra (Sal 32:8, Prov 20.24). Dios, cuando se mostró a Elías en la cueva en la que éste se había refugiado después de huir de Jezabel percibió a Dios en medio del silbo apacible, no del trueno, no del fuego, no del terremoto. Sino en el silbo apacible, y allí escucho la dirección de Dios. Igual va a suceder con nosotros, y nos va a hablar sin el sentido de urgencia inmediatísima, sin generar en nosotros impulsividad: nos va a dar el tiempo necesario para reflexionar sobre el tema, para alcanzar la certeza y la convicción que acompaña la fe (Heb 11:1), para que tengamos seguridad en el paso que vamos a dar. En este punto es importante indicar que el hecho de que el Espíritu Santo nos guíe no implica que no planifiquemos ni enumeremos las ventajas y desventajas de lo que el Espíritu Santo nos está llamando a hacer (siempre habrá pros y contras desde nuestra perspectiva –la carne va a hacer resistencia porque ella siempre quiere tener el control y que hagamos lo que ella quiere que hagamos--), ni que busquemos el consejo sabio de otros, pero sin que ello implique perder la sensibilidad al impulso apacible de Dios por medio de Su Espíritu Santo ni dejar de hacer lo que sabemos que Él nos está llamando a hacer:
• Hch 5:29. “...Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
Necesitaremos pasar tiempo con Él. Las cosas importantes rara vez se presentan urgentes, inmediatas. Necesitamos buscar los encuentros con Él, o no escucharemos lo que tenga para decirnos. Dios nos ama, y nos ama demasiado de tal manera que, aunque resulta fácil en nuestra cultura frenética olvidar el valor de estar quietos, Dios sabe que tenemos necesidad de esa quietud, y El por su Espíritu Santo nos va a propiciar las condiciones para que entremos en ella, siendo el lugar de la quietud el lugar donde nos vamos a encontrar con Su Espíritu Santo. Él no se va a amoldar a nuestra vida frenética, nosotros somos los que necesitamos parar y amoldarnos a Él.
• Ecle 9:17. “Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.”
• Isa 30:15. “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis,”
• Sal 46:10. “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.”
• Isa 30:7. “Ciertamente Egipto en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto yo le di voces, que su fortaleza sería estarse quietos.”
• 1 Tim 2:2. “... para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.”
Obviamente, la quietud a la que se refiere la Palabra de Dios es para escucharle a Él atentamente, para escuchar Sus instrucciones. Una vez dada las instrucciones necesitamos ponernos en marcha, sin afán, pero en marcha, y seguir tomando momentos y tiempos para escuchar en quietud Su voz.
Cuando tengamos alguna duda sobre si lo que estamos escuchando o percibiendo es del Espíritu Santo, el Espíritu Santo no se va a ofender o molestar con nosotros por ello, porque sabe que es el resultado de nuestra inexperiencia o bien de las batallas que estamos librando contra nuestra carne que es engañosa y perversa. En esos casos podemos pedirle al Espíritu Santo que nos provea de una confirmación a sus instrucciones de alguna manera que para nosotros sea entendible, o bien que nos guie a consejeros sabios, calificados, maduros, mayores y confiables, que no tengan un interés particular sobre el tema, y que deseen lo mejor de Dios para nosotros, para que nos ayuden a confirmar la dirección que Él nos está dando. En este aspecto hay que hacer una observación. El recurrir a estas confirmaciones (ya sea directamente del Espíritu Santo o por medio de consejeros), es para obtener confirmación, claridad en cuanto a la dirección porque estamos confundidos, no para obtener un cambio de dirección porque no queremos seguir la dirección del Espíritu Santo (eso sería rebeldía, y la rebeldía es pecado y ni el Espíritu ni los consejeros sabios van a dirigirnos a pecar).
• Jue 6:36-40. “Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho. Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua. Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra. Y aquella noche lo hizo Dios así; sólo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío.”
• Prov 11:14. “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.”
• Prov 15:22. “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman.”
• Prov 24:6. “Porque con ingenio harás la guerra, Y en la multitud de consejeros está la victoria.”
En la medida en que avancemos en la comunión y el conocimiento del Espíritu Santo y en el reconocimiento de las tácticas de confusión del enemigo de nuestras almas, la dirección del Espíritu será cada vez más clara y tendremos cada vez más certeza en nuestro corazón acerca de ella porque conoceremos más íntimamente al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es también Espíritu de seguridad, gozo y paz. Cuando Él nos guía tendremos seguridad, gozo y paz en Su consejo, aunque ello no implique necesariamente que estaremos de acuerdo con ello, pero sabemos en nuestro corazón que tenemos paz y gozo en seguir esa dirección aún a pesar de los problemas que ello pueda implicar (normalmente ninguna dirección del Espíritu Santo va a estar exenta de problemas –en el mundo tendremos aflicción--) pero en nuestros corazones no habrá duda, habrá certeza y seguridad (Heb 11:1, Heb 11:8-10) y habrá paz (Jn 14:26-27).
• Heb 11:1. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
• Heb 11:8-10. “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”
• Jn 14:26-27. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Un ejemplo de ello nos lo da el Señor Jesucristo la noche antes de Su crucifixión:
• Luc 22:39-44. “Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.”
Cuando el Espíritu Santo nos da una dirección y estamos en el tiempo de Él para ponerlas en práctica, las circunstancias comienzan a alinearse para que podamos caminar en lo que ha sido su consejo. Aun cuando puedan haber obstáculos (que los van a haber) estos van a ser vencidos, porque el Espíritu Santo no solo nos guiará diciéndonos que hacer y cómo hacerlo, sino que Él irá con nosotros como nuestra vanguardia y retaguardia, venciendo los obstáculos que caerán a nuestro lado. Los obstáculos que tengan que ser quitados y las puertas que tengan que ser abiertas, lo serán por el poder del Espíritu Santo que irá delante de nosotros.
• Mat 7:7-11. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
• Apo 3:7-8. “Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.”
Cuando una puerta no se abre puede ser por dos motivos: porque aún no es el tiempo de Dios para que se abra, o bien porque estamos tratando de abrir una puerta que no es la que Dios ha abierto. En ambos casos, necesitamos no forzar esa puerta (eso sería manipulación) con la idea de que hallaremos satisfacción al conseguir lo que queremos, porque a la larga lo lamentaremos por las consecuencias: problemas, distracciones, retrasos en el cumplimiento de las promesas de Dios, esfuerzos incrementados, etc. Es mejor dejarla cerrada y aceptar la situación porque en la aceptación no solo hallaremos paz sino que nos acercaremos más tranquilamente al cumplimiento del propósito de Dios.
• Hch 16:6-14. “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio. Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.”
De esta experiencia de Pablo podemos sacar algunas conclusiones:
• Dios es soberano y ejerce pleno control en todas las situaciones (Apo 3:7) y dado que Él ejerce pleno control, Él sabe mejor que nosotros lo que es conveniente y lo que no, aunque a nuestros ojos parezca bueno (Prov 16:25, Mat 7:21-23).
• No nos corresponde a nosotros ni hacer todo el trabajo del plan divino, ni llevar la carga de todo el plan divino: eso solo le corresponde a Dios, que es el “Más que suficiente” para ello. A nosotros solo nos corresponde caminar en la parte del plan de Él que es Su Voluntad para nosotros, pase lo que pase y sean las circunstancias a nuestro alrededor las que sean: muchas veces lo “bueno” es enemigo de lo óptimo y un distractor para el cumplimiento del propósito de Dios para nosotros, tal como nos lo enseñan las tentaciones que Jesús tuvo que soportar y vencer en el desierto: eran lo bueno (posibles “aceleradores” de su misión en la tierra en lo natural), pero no eran el plan óptimo de Dios para ello:
➢ Mat 4:3-11. “Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.”
• El cierre de una oportunidad o de una puerta, por lo general, cuando estamos siguiendo la dirección del Espíritu Santo, es porque adelante viene otra oportunidad o se va a abrir otra puerta mejor, y solo cuando hemos pasado por esa otra oportunidad o puerta vamos a comprender la necesidad de que las anteriores estuvieran cerradas.
Finalmente, cuando el Señor nos de una dirección por Su Espíritu Santo, ella generalmente será mayor de lo que nosotros podemos lograr por nosotros mismos, requerirá aparentemente, si fuera a realizarse en nuestras propias fuerzas, fuerzas sobrenaturales, fe sobrenatural, dones sobrenaturales, etc., porque el tipo de tareas que Dios nos asigna casi siempre tienen un tamaño divino porque Él desea manifestar Su naturaleza, Su poder, Su fuerza, Su provisión, Su bondad, Su magnificencia, no solo a nosotros sino a Su pueblo y a todos los que nos observan (que son más de los que nos imaginamos) porque posiblemente esa sea la única forma en que el mundo pueda llegar a conocerlo.
• Heb 11:6-10. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”
• Mat 5:16. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Conclusión:
Confiando en que Dios es quién Él dice ser, Omnisciente, Omnipresente y Omnipotente, y en que Su Espíritu Santo está con nosotros para guiarnos y empoderarnos para cumplir Su Voluntad, atrevámonos a soltar el aparente (y siempre solo aparente) control de nuestras vidas y de nuestras situaciones para permitir que el Espíritu Santo nos conduzca a esos mejores lugares que Dios tiene preparados para nosotros y que el Espíritu nos guiará a alcanzarlos y nos mostrará.
Ser guiados por el Espíritu Santo, entregarle el control de nuestras vidas y situaciones a Él para que Él nos guie en medio de ellas y nos dirija a los lugares que Dios tiene preparados para nosotros (Sal 23) hará que nuestra vida sea transformada de ordinaria a extraordinaria, de natural a sobrenatural, de rutinaria a una aventura. Es sin lugar a dudas un estilo de vida asombroso, donde veremos alturas, profundidades y visiones que irán más allá de lo que podamos imaginar (1 Cor 2:9-12), el único estilo de vivir realmente porque cuando Él no está en pleno control, cuando Él no nos está guiando, cuando Él está mayormente ausente de nuestras decisiones y caminos, la vida realmente es frustrante, decepcionante, mediocre, espantosa.
Introducción.
Una de las funciones del Espíritu Santo en nosotros es guiarnos (Rom 8:14, Jn 16:13) a hacer la Voluntad de Dios (Jn 14:24-27) en todas las situaciones, de tal manera que no solo veamos el Reino de Dios y sus añadiduras, sino que entremos al Reino y lo vivamos en su plenitud (Mat 6:33, Jn 3:3-8, Mat 7:21).
• Rom 8:14. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”
• Jn 16:13. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”
• Jn 14:24-27. “El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
• Mat 6:33. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
• Jn 3:3-8. “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”
• Mat 7:21. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”
La guianza del Espíritu.
Cuando verdaderamente amamos al Señor queremos obedecer Su Palabra (Jn 14:21, Jn 14:24). Obedecer Su Palabra es hacer Su Voluntad, y hacer Su Voluntad equivale a entrar, vivir, en el Reino de Dios (Mat 7:21). Dios no quiere para nosotros solamente lo bueno (ver el Reino, Jn 3:3), Él como buen Padre, quiere para nosotros, sus hijos e hijas, lo óptimo, lo mejor (entrar al Reino, Jn 3:5).
• Jer 29:11. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
• Prov 4:18. “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”
• Jn 10:10. “... yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Para entrar al Reino de Dios necesitamos obedecer Su Palabra y hacer Su Voluntad, que es la suma de dos cosas: el conocimiento de la Palabra de Dios como guía general (2 Tim 3:16-17), y la relación con el Espíritu Santo que nos da las instrucciones específicas de cómo obedecer la Palabra en las situaciones concretas de la vida (Jn 14:26, Jn 16:13-14, 2 Cor 3:6).
• 2 Tim 3:16-17. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
• Jn 14:26. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
• Jn 16:13-14. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.”
• 2 Cor 3:6. “... porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.”
Por otro lado, como el Señor quiere lo mejor para nosotros, Él desea revelarnos (guiarnos a) la Verdad en toda situación antes que ocultarla, ayudarnos a recordar en lugar de olvidar:
• 1 Cor 2:9. “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,”
Y esa dirección siempre va a ser clara, absolutamente clara, porque Dios no es Dios de confusión, sino de orden. Y si Él quiere que hagamos algo específicamente, El nos lo va a revelar sin ningún lugar a dudas, aunque no nos guste, fortaleciéndonos para hacerla.
• 1 Cor 14:33. “pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz....”
• Luc 22:41-43. “Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.·
¿Que necesitamos para ser guiados por Dios?
Dios quiere guiarnos siempre a través de Su Espíritu Santo. Su objetivo al guiarnos es en primer lugar, para hacer Su Voluntad que es buena, agradable y perfecta (Rom 12:2), para darle cumplimiento a los planes que Él tiene para nosotros que son planes de bien para que tengamos un futuro y una esperanza (Jer 29.11) de tal manera que nuestra vida vaya en aumento cada día (Prov 4:18) teniendo vida abundante (Jn 10:10).
Entonces, para ser guiados por el Espíritu Santo, en primer lugar, necesitamos renunciar a nuestras ideas, planes, proyectos de vida, etc., en favor de mejores ideas, planes y proyectos que son los de Dios. Necesitamos entender no solo en nuestra mente sino sobre todo en nuestro corazón que Dios sabe mucho mejor que nosotros que es lo que nos conviene, cuales son los mejores planes y proyectos de vida para nosotros, y dejar bajo Su control absoluto nuestro destino, sabiendo que aunque hayan dificultades en el camino (que de todos modos las abran aunque sigamos otros caminos) lo que El tiene planeado para nosotros es mucho mejor que cualquier otra cosa. En suma, renunciar a nuestros caminos, aunque nos parezcan derechos en nuestra propia opinión, sabiendo que ellos son absolutamente inferiores a los que Dios tiene para nosotros (Prov 16:25).
Muchas veces nosotros no renunciamos a nuestros planes en favor de los planes de Dios porque en el fondo de nuestro corazón dudamos de que Dios sea quién dice ser y vaya hacer lo que dice que hará, y ello por las ideas distorsionadas que en algún momento de nuestra vida hemos recibido y hasta adoptado acerca de quién es Dios. Estas ideas distorsionadas por supuesto tienen su origen en el mismo infierno, en el enemigo de nuestras almas, para evitarnos alcanzar el maravilloso propósito de Dios para nuestras vidas, tal como sucedió con Adán y Eva en el Edén:
• Gen 3:1-5. “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.”
En el fondo de lo que la serpiente (satanás) le dijo a la mujer estaba la idea de que Dios no era todo lo bueno y dadivoso que ellos habían experimentado hasta ese momento y pensaban, sino todo lo contrario, era un Dios envidioso, celoso, y mentiroso. Y ese ha sido siempre el trabajo del diablo en contra de los seres humanos: distorsionar la imagen de Dios en sus pensamientos y en su corazón: Dios enferma, Dios empobrece, Dios mata, asignándole a Dios todo lo malo que viene al ser humano como consecuencia de sus propias decisiones pecaminosos y carnales (Deut 28:15-68), y por obra de las tinieblas (Jn 10:10a), y adicionalmente que ello es la voluntad de Dios para siempre, siendo que cuando Dios permite algunas estas cosas en nuestra vida (de las que Él no es autor sino lo es el diablo y el pecado en nosotros) es solo temporalmente y para nuestro bien porque Él tiene algo mejor para nosotros (Rom 8:28-29) y va a usar esas cosas para ubicarnos en el camino hacia el cumplimiento de Sus buenos y mejores planes para nosotros.
Por lo tanto, lo primero que necesitamos es renunciar a cualquier idea incorrecta acerca de Dios y de Su obra para nosotros y abrir nuestro corazón a lo que la Palabra dice de Dios y el Espíritu Santo nos recuerda y nos enseña: que Él es bueno; que Su misericordia es para siempre; que El verdaderamente nos ama con amor eterno y cuida de nosotros mucho más de lo que cuida de los animales y de las plantas y quiere lo mejor para nosotros; que Sus mandamientos no son gravosos ni son para “estropearnos” o “complicarnos” la fiesta sino para simplificárnosla y guiarnos en un camino de gozo y alegría permanentes; que lo que el mundo dice (y aún nosotros mismos pensamos diferente a lo que dice la Palabra) es engañoso y perverso en contra de lo que dice la Palabra de Dios que es la Verdad y conveniente para nosotros: que vale la pena vivir la vida que Dios ha preparado para nosotros, no solo en esta tierra sino en la eternidad, etc.
Una vez comenzamos a hacer esto, estamos listos para recibir cada vez más, una mayor y mejor guía del Espíritu en nuestro caminar hacia la vida abundante que Dios ha preparado para nosotros.
¿Cómo puedo ser guiado por el Espíritu Santo?
Para ser guiados por el Espíritu Santo son necesarias algunas condiciones. En primer lugar necesitamos tener al Espíritu Santo en nosotros ya que sin esa condición es imposible ser guiados por Él. Y para que el Espíritu Santo esté en nosotros (more en nosotros) necesitamos reconocer el Señorío de Cristo (Rom 10:8-12), que nos hace hijos e hijas de Dios (Jn 1:12) y con ello, estar en la posibilidad de ser guiados por el Espíritu Santo (Rom 8:14).
Luego de ello necesitamos estar dispuestos a hacer la Voluntad de Dios (ser sabios, Efe 5:15-16 y tener temor de Dios, que es el principio de ser sabios –Prov 1:7--), tener un genuino deseo de seguir la guía del Señor (Efe 5:17, Efe 6:6, Jn 7:17), porque el Espíritu Santo nos es dado precisamente para guiarnos a cumplir esa Voluntad, no la nuestra.
Y finalmente estar dispuestos a orar, esperar la dirección específica del Espíritu Santo en toda situación y obedecerla (1 Jn 5:14-15, Mat 7:7-12).
¿Como me guía el Espíritu Santo?
En primer lugar, y como algo esencial, que se va a dar siempre que el Espíritu Santo nos muestre algo, es que Él nos guía por medio de la Palabra escrita de Dios (Sal 119:105, Jn 16:13-14).
• El Espíritu no hablará por sí mismo, por su propia cuenta, sino que hablará la Palabra de Dios, siempre.
• Nada de lo que recibamos de Él puede ser contrario a lo que dice la Palabra de Dios.
• Si recibimos algo que es contrario a lo que dice la Palabra de Dios, eso no es del Espíritu Santo (puede ser de nuestra carne o del mundo o del diablo, pero no es de Dios y deberíamos desecharlo).
• Para poder reconocer cuando es el Espíritu Santo el que nos habla es necesario, entonces, que nos apliquemos al conocimiento y estudio de la Palabra de Dios (Jn 5:39, 2 Tim 3:16-17, Sal 119, Sal 1:1-3, 3 Jn 2, Jos 1:8, etc.).
El Espíritu Santo, la mayoría de veces, nos va a guiar hablándonos internamente, en nuestro corazón y/o nuestra mente, o bien mediante un impulso interno que esté conforme a la Palabra (Sal 32:8, Prov 20.24). Dios, cuando se mostró a Elías en la cueva en la que éste se había refugiado después de huir de Jezabel percibió a Dios en medio del silbo apacible, no del trueno, no del fuego, no del terremoto. Sino en el silbo apacible, y allí escucho la dirección de Dios. Igual va a suceder con nosotros, y nos va a hablar sin el sentido de urgencia inmediatísima, sin generar en nosotros impulsividad: nos va a dar el tiempo necesario para reflexionar sobre el tema, para alcanzar la certeza y la convicción que acompaña la fe (Heb 11:1), para que tengamos seguridad en el paso que vamos a dar. En este punto es importante indicar que el hecho de que el Espíritu Santo nos guíe no implica que no planifiquemos ni enumeremos las ventajas y desventajas de lo que el Espíritu Santo nos está llamando a hacer (siempre habrá pros y contras desde nuestra perspectiva –la carne va a hacer resistencia porque ella siempre quiere tener el control y que hagamos lo que ella quiere que hagamos--), ni que busquemos el consejo sabio de otros, pero sin que ello implique perder la sensibilidad al impulso apacible de Dios por medio de Su Espíritu Santo ni dejar de hacer lo que sabemos que Él nos está llamando a hacer:
• Hch 5:29. “...Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
Necesitaremos pasar tiempo con Él. Las cosas importantes rara vez se presentan urgentes, inmediatas. Necesitamos buscar los encuentros con Él, o no escucharemos lo que tenga para decirnos. Dios nos ama, y nos ama demasiado de tal manera que, aunque resulta fácil en nuestra cultura frenética olvidar el valor de estar quietos, Dios sabe que tenemos necesidad de esa quietud, y El por su Espíritu Santo nos va a propiciar las condiciones para que entremos en ella, siendo el lugar de la quietud el lugar donde nos vamos a encontrar con Su Espíritu Santo. Él no se va a amoldar a nuestra vida frenética, nosotros somos los que necesitamos parar y amoldarnos a Él.
• Ecle 9:17. “Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.”
• Isa 30:15. “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis,”
• Sal 46:10. “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.”
• Isa 30:7. “Ciertamente Egipto en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto yo le di voces, que su fortaleza sería estarse quietos.”
• 1 Tim 2:2. “... para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.”
Obviamente, la quietud a la que se refiere la Palabra de Dios es para escucharle a Él atentamente, para escuchar Sus instrucciones. Una vez dada las instrucciones necesitamos ponernos en marcha, sin afán, pero en marcha, y seguir tomando momentos y tiempos para escuchar en quietud Su voz.
Cuando tengamos alguna duda sobre si lo que estamos escuchando o percibiendo es del Espíritu Santo, el Espíritu Santo no se va a ofender o molestar con nosotros por ello, porque sabe que es el resultado de nuestra inexperiencia o bien de las batallas que estamos librando contra nuestra carne que es engañosa y perversa. En esos casos podemos pedirle al Espíritu Santo que nos provea de una confirmación a sus instrucciones de alguna manera que para nosotros sea entendible, o bien que nos guie a consejeros sabios, calificados, maduros, mayores y confiables, que no tengan un interés particular sobre el tema, y que deseen lo mejor de Dios para nosotros, para que nos ayuden a confirmar la dirección que Él nos está dando. En este aspecto hay que hacer una observación. El recurrir a estas confirmaciones (ya sea directamente del Espíritu Santo o por medio de consejeros), es para obtener confirmación, claridad en cuanto a la dirección porque estamos confundidos, no para obtener un cambio de dirección porque no queremos seguir la dirección del Espíritu Santo (eso sería rebeldía, y la rebeldía es pecado y ni el Espíritu ni los consejeros sabios van a dirigirnos a pecar).
• Jue 6:36-40. “Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho. Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua. Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra. Y aquella noche lo hizo Dios así; sólo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío.”
• Prov 11:14. “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.”
• Prov 15:22. “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman.”
• Prov 24:6. “Porque con ingenio harás la guerra, Y en la multitud de consejeros está la victoria.”
En la medida en que avancemos en la comunión y el conocimiento del Espíritu Santo y en el reconocimiento de las tácticas de confusión del enemigo de nuestras almas, la dirección del Espíritu será cada vez más clara y tendremos cada vez más certeza en nuestro corazón acerca de ella porque conoceremos más íntimamente al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es también Espíritu de seguridad, gozo y paz. Cuando Él nos guía tendremos seguridad, gozo y paz en Su consejo, aunque ello no implique necesariamente que estaremos de acuerdo con ello, pero sabemos en nuestro corazón que tenemos paz y gozo en seguir esa dirección aún a pesar de los problemas que ello pueda implicar (normalmente ninguna dirección del Espíritu Santo va a estar exenta de problemas –en el mundo tendremos aflicción--) pero en nuestros corazones no habrá duda, habrá certeza y seguridad (Heb 11:1, Heb 11:8-10) y habrá paz (Jn 14:26-27).
• Heb 11:1. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
• Heb 11:8-10. “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”
• Jn 14:26-27. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Un ejemplo de ello nos lo da el Señor Jesucristo la noche antes de Su crucifixión:
• Luc 22:39-44. “Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.”
Cuando el Espíritu Santo nos da una dirección y estamos en el tiempo de Él para ponerlas en práctica, las circunstancias comienzan a alinearse para que podamos caminar en lo que ha sido su consejo. Aun cuando puedan haber obstáculos (que los van a haber) estos van a ser vencidos, porque el Espíritu Santo no solo nos guiará diciéndonos que hacer y cómo hacerlo, sino que Él irá con nosotros como nuestra vanguardia y retaguardia, venciendo los obstáculos que caerán a nuestro lado. Los obstáculos que tengan que ser quitados y las puertas que tengan que ser abiertas, lo serán por el poder del Espíritu Santo que irá delante de nosotros.
• Mat 7:7-11. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
• Apo 3:7-8. “Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.”
Cuando una puerta no se abre puede ser por dos motivos: porque aún no es el tiempo de Dios para que se abra, o bien porque estamos tratando de abrir una puerta que no es la que Dios ha abierto. En ambos casos, necesitamos no forzar esa puerta (eso sería manipulación) con la idea de que hallaremos satisfacción al conseguir lo que queremos, porque a la larga lo lamentaremos por las consecuencias: problemas, distracciones, retrasos en el cumplimiento de las promesas de Dios, esfuerzos incrementados, etc. Es mejor dejarla cerrada y aceptar la situación porque en la aceptación no solo hallaremos paz sino que nos acercaremos más tranquilamente al cumplimiento del propósito de Dios.
• Hch 16:6-14. “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio. Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.”
De esta experiencia de Pablo podemos sacar algunas conclusiones:
• Dios es soberano y ejerce pleno control en todas las situaciones (Apo 3:7) y dado que Él ejerce pleno control, Él sabe mejor que nosotros lo que es conveniente y lo que no, aunque a nuestros ojos parezca bueno (Prov 16:25, Mat 7:21-23).
• No nos corresponde a nosotros ni hacer todo el trabajo del plan divino, ni llevar la carga de todo el plan divino: eso solo le corresponde a Dios, que es el “Más que suficiente” para ello. A nosotros solo nos corresponde caminar en la parte del plan de Él que es Su Voluntad para nosotros, pase lo que pase y sean las circunstancias a nuestro alrededor las que sean: muchas veces lo “bueno” es enemigo de lo óptimo y un distractor para el cumplimiento del propósito de Dios para nosotros, tal como nos lo enseñan las tentaciones que Jesús tuvo que soportar y vencer en el desierto: eran lo bueno (posibles “aceleradores” de su misión en la tierra en lo natural), pero no eran el plan óptimo de Dios para ello:
➢ Mat 4:3-11. “Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.”
• El cierre de una oportunidad o de una puerta, por lo general, cuando estamos siguiendo la dirección del Espíritu Santo, es porque adelante viene otra oportunidad o se va a abrir otra puerta mejor, y solo cuando hemos pasado por esa otra oportunidad o puerta vamos a comprender la necesidad de que las anteriores estuvieran cerradas.
Finalmente, cuando el Señor nos de una dirección por Su Espíritu Santo, ella generalmente será mayor de lo que nosotros podemos lograr por nosotros mismos, requerirá aparentemente, si fuera a realizarse en nuestras propias fuerzas, fuerzas sobrenaturales, fe sobrenatural, dones sobrenaturales, etc., porque el tipo de tareas que Dios nos asigna casi siempre tienen un tamaño divino porque Él desea manifestar Su naturaleza, Su poder, Su fuerza, Su provisión, Su bondad, Su magnificencia, no solo a nosotros sino a Su pueblo y a todos los que nos observan (que son más de los que nos imaginamos) porque posiblemente esa sea la única forma en que el mundo pueda llegar a conocerlo.
• Heb 11:6-10. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”
• Mat 5:16. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Conclusión:
Confiando en que Dios es quién Él dice ser, Omnisciente, Omnipresente y Omnipotente, y en que Su Espíritu Santo está con nosotros para guiarnos y empoderarnos para cumplir Su Voluntad, atrevámonos a soltar el aparente (y siempre solo aparente) control de nuestras vidas y de nuestras situaciones para permitir que el Espíritu Santo nos conduzca a esos mejores lugares que Dios tiene preparados para nosotros y que el Espíritu nos guiará a alcanzarlos y nos mostrará.
Ser guiados por el Espíritu Santo, entregarle el control de nuestras vidas y situaciones a Él para que Él nos guie en medio de ellas y nos dirija a los lugares que Dios tiene preparados para nosotros (Sal 23) hará que nuestra vida sea transformada de ordinaria a extraordinaria, de natural a sobrenatural, de rutinaria a una aventura. Es sin lugar a dudas un estilo de vida asombroso, donde veremos alturas, profundidades y visiones que irán más allá de lo que podamos imaginar (1 Cor 2:9-12), el único estilo de vivir realmente porque cuando Él no está en pleno control, cuando Él no nos está guiando, cuando Él está mayormente ausente de nuestras decisiones y caminos, la vida realmente es frustrante, decepcionante, mediocre, espantosa.
23
Feb
2014