La oración.
Oración de intercesión. "Venga tu reino".
La idea, en esta parte de la oración, es orar para que el Reino de Dios se expanda sobre la faz de la tierra mediante la conversión de la mayor cantidad posible de personas, comenzando por nosotros mismos, nuestras familias, nuestra iglesia y nuestra nación, para que seamos ejemplos de lo que significa vivir bajo el Reino de Dios para otros. Algunos ejemplos de este tipo de oración podrían ser los siguientes:
• Que el Señor nos ayude para que Su Reino se establezca sobre nosotros en mayor medida, mediante la ayuda de Su Espíritu Santo para crucificar nuestra carne (los deseos de los ojos --codicia, avaricia, materialismo, envidia--, los deseos de la carne --lujuria, gula, glotonería, ociosidad, sensualismo, hedonismo-- y la vanagloria de la vida --orgullo, prepotencia, arrogancia, autosuficiencia--, 1 Jn 2:16) mediante el Espíritu (Rom 8:13) y empoderándonos para vivir en obediencia a Sus mandamientos (Hch 1:8, Jn 14:15-17).
• Que seamos buscadores esforzados del Reino de Dios y Su Justicia (Mat 6:33) y que ello se manifieste en nuestras vidas mediante la justicia, la paz y el gozo en todas nuestras relaciones y actividades (Rom 14:17).
• Que nuestra familia (padres y hermanos y/o cónyuge e hijos) se conviertan al Señor de todo corazón, y que Su Reino se expanda en el corazón de cada uno de ellos.
• Que el Reino de Dios se manifieste y se expanda en nuestras iglesias a través de la obediencia de todos los miembro y del amor que nos tenemos unos a otros y también a través del evangelismo y del discipulado convirtiendo a nuevas personas, bautizándolas en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que nos enseña Su Palabra (Mat 28:18-20).
• Que en nuestra familia, iglesia y Cuerpo de Cristo a nivel nacional, no haya división, celos, iras, contiendas, disensiones, etc., sino unidad, para que todo el mundo vea el amor que nos tenemos unos a otros y crean, y se conviertan al Señor de todo corazón, porque una casa dividida contra sí misma no prevalecerá (Jn 17:20-21, Luc 11.17).
• Que nuestras mentes sean renovadas para que en lugar de pensar en nuestros propios planes, agendas, deseos, reinos, etc., pensemos en los planes, agenda, deseos y Reino de Dios (Rom 12:1-3, Efe 4:22-23).
Y así, podemos seguir orando por la expansión del Reino en personas específicas y lugares geográficos específicos, así como clamando a Dios que ni Su Nombre, ni Su Reino, ni Su Palabra, ni Su Espíritu Santo sea irrespetado, blasfemado o vituperado en ninguna parte y por ninguna persona, sino más bien reconocido y exaltado como Él lo merece.
La idea, en esta parte de la oración, es orar para que el Reino de Dios se expanda sobre la faz de la tierra mediante la conversión de la mayor cantidad posible de personas, comenzando por nosotros mismos, nuestras familias, nuestra iglesia y nuestra nación, para que seamos ejemplos de lo que significa vivir bajo el Reino de Dios para otros. Algunos ejemplos de este tipo de oración podrían ser los siguientes:
• Que el Señor nos ayude para que Su Reino se establezca sobre nosotros en mayor medida, mediante la ayuda de Su Espíritu Santo para crucificar nuestra carne (los deseos de los ojos --codicia, avaricia, materialismo, envidia--, los deseos de la carne --lujuria, gula, glotonería, ociosidad, sensualismo, hedonismo-- y la vanagloria de la vida --orgullo, prepotencia, arrogancia, autosuficiencia--, 1 Jn 2:16) mediante el Espíritu (Rom 8:13) y empoderándonos para vivir en obediencia a Sus mandamientos (Hch 1:8, Jn 14:15-17).
• Que seamos buscadores esforzados del Reino de Dios y Su Justicia (Mat 6:33) y que ello se manifieste en nuestras vidas mediante la justicia, la paz y el gozo en todas nuestras relaciones y actividades (Rom 14:17).
• Que nuestra familia (padres y hermanos y/o cónyuge e hijos) se conviertan al Señor de todo corazón, y que Su Reino se expanda en el corazón de cada uno de ellos.
• Que el Reino de Dios se manifieste y se expanda en nuestras iglesias a través de la obediencia de todos los miembro y del amor que nos tenemos unos a otros y también a través del evangelismo y del discipulado convirtiendo a nuevas personas, bautizándolas en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que nos enseña Su Palabra (Mat 28:18-20).
• Que en nuestra familia, iglesia y Cuerpo de Cristo a nivel nacional, no haya división, celos, iras, contiendas, disensiones, etc., sino unidad, para que todo el mundo vea el amor que nos tenemos unos a otros y crean, y se conviertan al Señor de todo corazón, porque una casa dividida contra sí misma no prevalecerá (Jn 17:20-21, Luc 11.17).
• Que nuestras mentes sean renovadas para que en lugar de pensar en nuestros propios planes, agendas, deseos, reinos, etc., pensemos en los planes, agenda, deseos y Reino de Dios (Rom 12:1-3, Efe 4:22-23).
Y así, podemos seguir orando por la expansión del Reino en personas específicas y lugares geográficos específicos, así como clamando a Dios que ni Su Nombre, ni Su Reino, ni Su Palabra, ni Su Espíritu Santo sea irrespetado, blasfemado o vituperado en ninguna parte y por ninguna persona, sino más bien reconocido y exaltado como Él lo merece.
03
Nov
2014